¿Es Cristo Dios?
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Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
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«Yo dije: vosotros sois dioses, y todos hijos del Altísimo; pero como hombres moriréis, y como cualquiera de los príncipes caeréis» (Sal. 82:6-7).
Jesús nunca admitió ser Dios. Él dijo que habría de creerse en Dios, pero que era necesario también creer en él (Jn.14:1) para que salvación pudiera efectuarse en el hombre pecador que viene a ser luego un hijo de Dios, libre de toda condenación eterna (Jn.1:12; Jn.3:16, Jn.3:36).
La palabra -Dios- es aplicable en Cristo en un sentido diferente al habitualmente aceptado, es decir, con el concepto que se tiene de Cristo como una segunda persona de la Deidad. En el AT. vemos que Moisés es puesto como -dios- delante de faraón para advertirle del duro castigo que vendría a la tierra de Cam (Sal.105) al no liberar al pueblo de Israel de su esclavitud (Ex.7:1).
En los libros de los jueces es claro ver también que éstos fueron puestos como –dioses- al igual que Moisés, es decir, en otras palabras, como representantes terrenos de justicia del Dios Verdadero (Jn.10:34; Sal.82.6).
La palabra -ho theos- difiere de forma notable de la palabra –theos- que es empleada en Jesús. La primera, tiene relación con Dios en el sentido de la Deidad absoluta e infinita, y la segunda, con la misma palabra –Eloihm- que es usada en Moisés en Ex.7:1. y en los jueces en el Salmo 82:6-7 como representantes justos de Dios en el mundo.
Así que en Isaías 9:6. los términos -Dios Fuerte-, -Padre Eterno- muestran al Señor Jesucristo como fiel embajador en la tierra para el cumplimento soteriológico y escatológico del Dios Creador que «quiso quebrantarlo sujetándolo al padecimiento» (Is.53:10) y que lo ha puesto como gobernante del Reino futuro después de su segunda venida a la Tierra (Mt. cap.24 y 25; cap.20 de Ap.).
En el Testamento Griego de 1881 de Westecott-Hort, podemos ver uno del los textos que han perdido por su mala traducción intencionada la enseñanza verdadera que identifica al Mesías Hombre como tal y no como Deidad (1 Tim.2:5; Mt.25:31), y es Tito 2:13:
«Prosdechornai ho makarios elpis kai epiphaneia ho doxa ho mega theos kai sOtEr hemeies iEsous Christos».
(«…del gran Dios y de nuestro Salvador Jesucristo»).
Un autor defiende con certidumbre esta correcta separación entre Dios el Padre y Cristo como Salvador en dicho texto:
«Tito 2:13 ciertamente se puede traducir “del gran Dios y de nuestro salvador Jesucristo”. Debe ser admitido que la omisión del artículo antes de “salvador” no necesariamente hace que se entienda “Dios” y “salvador” en una misma persona (Speakers Commentary). Algunas versiones como el texto AV; VER; NBI, nota al pie; y la VR, margen) hacen la distinción entre el gran Dios y el salvador».
Si Cristo admitió a los hombres ser inferior al Dios Padre, entonces, ¿cómo podrá justificarse la afirmación Trinitaria, que nació de la perversa doctrina romanista católica, de una igualdad entre Cristo y el Padre Dios por una supuesta consustancialidad? Exegéticamente, esto, NO ES POSIBLE.
Si Cristo fuera Dios y menor al Padre a la vez (un Dios más pequeño) lo cual disentimos, entonces el henoteísmo tendría, definitivamente, toda la razón del mundo.
Nuevamente, con respecto al –yo soy- («ego eimi») de Cristo, es sin duda alguna, la manera de aclarar su identidad con los muchos adjetivos que lo identifican con su propósito mesiánico y con su naturaleza totalmente humana.
«Yo dije: vosotros sois dioses, y todos hijos del Altísimo; pero como hombres moriréis, y como cualquiera de los príncipes caeréis» (Sal. 82:6-7).
Jesús nunca admitió ser Dios. Él dijo que habría de creerse en Dios, pero que era necesario también creer en él (Jn.14:1) para que salvación pudiera efectuarse en el hombre pecador que viene a ser luego un hijo de Dios, libre de toda condenación eterna (Jn.1:12; Jn.3:16, Jn.3:36).
La palabra -Dios- es aplicable en Cristo en un sentido diferente al habitualmente aceptado, es decir, con el concepto que se tiene de Cristo como una segunda persona de la Deidad. En el AT. vemos que Moisés es puesto como -dios- delante de faraón para advertirle del duro castigo que vendría a la tierra de Cam (Sal.105) al no liberar al pueblo de Israel de su esclavitud (Ex.7:1).
En los libros de los jueces es claro ver también que éstos fueron puestos como –dioses- al igual que Moisés, es decir, en otras palabras, como representantes terrenos de justicia del Dios Verdadero (Jn.10:34; Sal.82.6).
La palabra -ho theos- difiere de forma notable de la palabra –theos- que es empleada en Jesús. La primera, tiene relación con Dios en el sentido de la Deidad absoluta e infinita, y la segunda, con la misma palabra –Eloihm- que es usada en Moisés en Ex.7:1. y en los jueces en el Salmo 82:6-7 como representantes justos de Dios en el mundo.
Así que en Isaías 9:6. los términos -Dios Fuerte-, -Padre Eterno- muestran al Señor Jesucristo como fiel embajador en la tierra para el cumplimento soteriológico y escatológico del Dios Creador que «quiso quebrantarlo sujetándolo al padecimiento» (Is.53:10) y que lo ha puesto como gobernante del Reino futuro después de su segunda venida a la Tierra (Mt. cap.24 y 25; cap.20 de Ap.).
En el Testamento Griego de 1881 de Westecott-Hort, podemos ver uno del los textos que han perdido por su mala traducción intencionada la enseñanza verdadera que identifica al Mesías Hombre como tal y no como Deidad (1 Tim.2:5; Mt.25:31), y es Tito 2:13:
«Prosdechornai ho makarios elpis kai epiphaneia ho doxa ho mega theos kai sOtEr hemeies iEsous Christos».
(«…del gran Dios y de nuestro Salvador Jesucristo»).
Un autor defiende con certidumbre esta correcta separación entre Dios el Padre y Cristo como Salvador en dicho texto:
«Tito 2:13 ciertamente se puede traducir “del gran Dios y de nuestro salvador Jesucristo”. Debe ser admitido que la omisión del artículo antes de “salvador” no necesariamente hace que se entienda “Dios” y “salvador” en una misma persona (Speakers Commentary). Algunas versiones como el texto AV; VER; NBI, nota al pie; y la VR, margen) hacen la distinción entre el gran Dios y el salvador».
Si Cristo admitió a los hombres ser inferior al Dios Padre, entonces, ¿cómo podrá justificarse la afirmación Trinitaria, que nació de la perversa doctrina romanista católica, de una igualdad entre Cristo y el Padre Dios por una supuesta consustancialidad? Exegéticamente, esto, NO ES POSIBLE.
Si Cristo fuera Dios y menor al Padre a la vez (un Dios más pequeño) lo cual disentimos, entonces el henoteísmo tendría, definitivamente, toda la razón del mundo.
Nuevamente, con respecto al –yo soy- («ego eimi») de Cristo, es sin duda alguna, la manera de aclarar su identidad con los muchos adjetivos que lo identifican con su propósito mesiánico y con su naturaleza totalmente humana.
. . . Tú dices que –yo soy- rey. Yo para esto he nacido. . . (Jn.18:37).
Desde ahora os lo digo antes que suceda, para cuando suceda, creáis que –yo soy- (Jn.13:19).
. . . -Yo soy- la resurrección y la vida. . . (Jn.11:25).
-Yo soy- el buen pastor; y conozco mis ovejas. . . (Jn.10:14).
Para concluir, el texto siguiente muestra, como hay varios, que Jehová, Dios y Padre nuestro (Mt. 6:9), es el único Dios y que fuera de él no existe otro más:
«Así dice Jehová, Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mi, no hay Dios» (Is.44:6).
Dios les bendiga siempre, hermanos y amigos que nos visitan.
www.elevangeliodelreino.org
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