Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
«Ni la teología Católica ni la Protestante están basadas en la teología bíblica. En cada caso tenemos una dominación de la teología Cristiana por el pensamiento Griego... sostenemos que puede no haber una respuesta correcta [a la pregunta, ¿qué es Cristianismo?] hasta que hayamos llegado a una clara opinión de las ideas distintivas de ambos, Antiguo y nuevo Testamentos, de las ideas paganas que tan prolongadamente han dominado el pensamiento cristiano». A. Buzzard. Teólogo Unitario.
La cristalización de los Concilios Ecuménicos Romanos en los albores de la era común, vino a ser un elemento favorable para la descompostura de algunos dogmas fundamentales dentro del verdadero cristianismo. En el Siglo Primero de dicha era, el pensamiento Helenista, su filosofía y religión, fue mezclada con el pensamiento Hebreo, siendo trastornado el concepeto real de la Deidad sin que muchos hasta este día se hayan podido percatar de esta gravísima situación. Mucho padres de la Iglesia acordaron con el pensamiento Griego, y el resultado, un sincretismo deplorable para la salud espiritual de los muchos hombres que buscaban con fervor sincero al «único Dios verdadero» (Jn.17:3). Doctrinas como la de la Trinidad, la de la Inmortalidad del Alma, y la de la Encarnación, no proceden en realidad de la Biblia, sino del pensamiento humano, de tal manera que los protestantes son “católicos” sin “oficio postulado”, por su ignorancia al contexto real de las Santas e Inmutables Escrituras. El Gnosticisismo Oriental, por otro lado, participó con loable brillantez para la consolidación de la Doctrina de la “Encarnación”, la cual vamos a tratar.
El Cristo que procede de los Concilios del Siglo IV y V, es uno totalmente diferente al presentado en el Nuevo Testamento. Los docentes de la Escuela Catequística de Alejandría, impregnada del Platonismo pagano, fueron culpables del triunfo de estos antiquísimos Concilios. Este “triunfo”, ha roto las barreras de la mesura. Su trascendencia ha traspasado sus límites a través de los tiempos, por su mixtura efectiva para el embauco: Millones y millones han sido presa de su maligna incitación. Leamos un comentario teológico contemporáneo con relación a la “preexistencia” y la “encarnación”, por supuesto, falsas, de Cristo:
«Jesús.... pudo ser “el Hijo único” (“solo-engendrado” significa único), y el representante verdadero del hombre, “perfecto Dios y perfecto hombre,” con dos “naturalezas” en una “persona,” sin confusión, cambio, división o ruptura (una cita de la decisión doctrinal del Concilio de Calcedonia) [451 AD]. Jesús era “hombre,” no “un hombre”; su ego, personalidad, era divino, preexistente, vistiéndose y operando en un cuerpo humano; el “entró a la historia, no salió de ella”; El era Dios obrando en y a través de un hombre, no un hombre elevado a un nivel divino. Su virilidad fue total y completa, él fue completamente “integrado,” aunque sujeto a las limitaciones de un Judío de su edad y posición... ».
El “logos” de la filosofía griega, que dista diametralmente del «Logos» del Nuevo Testamento, es decir, en su significado, fue reconocido por los maestros de la Escuela Catequística de Alejandría como el “Cristo preexistente”, como la “Segunda Persona de la Trinidad antes Encarnada”. El lugar empíreo de los griegos y de los que concibieron las inumerables formas del Gnosticsmo, se hallaba repletos de “deidades”. Para los teólogos alejandrinos, la “deidad se encarnó en un cuerpo humano”. Para los gnósticos, con sus variaciones: “Cristo, como “aeón” (se refiere a cada una de las inteligencias eternas que residen o habitan en la Pléroma) descendió de la Pléroma (“el reino de luz del dios benevolente”, “plenitud”, “origen de los seres humanos y hacia donde tienen que dirigirse”), y ante los ojos de los hombres, únicamente parecía un ser humano” (gnosticismo docético).
«El problema de Fil. 2:6-11».
Para el protestantismo y el catolicismo, mas no para nosotros, los Unitarios en Cristo, estos pasajes, conocidos como los pasajes de la “kenosis” (gr.), el apóstol Pablo presenta una supuesta y firme declaración sobre la “deidad de Jesucristo”. Para los dos nombrados primero, la palabra “kenosis” significa “vaciar”, y trata del “vaciamiento” del Hijo de Dios, cuando se “encarnó”: “se despojó a sí mismo” (Filp.2:7). Según el protestantismo y el catolicismo, literalmente, “Cristo existía en forma de Dios” (“morfe”, gr. Fil.2:6), lo que expresa su “naturaleza de Dios”, “su carácter y la esencia misma de su deidad”. “No consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse” (Fil.2:6), en otras palabras, “no pensó que fuese necesario aferrarse a la deidad”... “Cristo no abandonó su deidad; en cambio, por un tiempo abandonó su gloria celestial”. “Cristo, en su naturaleza divina, toma la forma de siervo” (Fil.2:7). “Cristo dejó la gloria eterna y divina, pero no su naturaleza divina”, adoptando los atributos de los hombres, pero perfecto”. “Como Cristo existía ya, en forma de Dios, se hizo después semejante a los hombres”. “Su humanidad es real, pero también su ser divino”. “La encarnación no significa la exclusión de la deidad, sino el agregado de la humanidad”.
En el capítulo 2 de la carta a los Filipenses, nunca se alude o se menciona que Cristo, literalmente, “era Dios”, “hecho y derecho”. El contenido de Fil.2:6, continúa, como al principio, siendo mal interpretado por los teólogos protestantes y católicos de los tiempos modernos. Lo que Pablo quiere decir cuando plasma «existiendo en forma de Dios», que Cristo, es un «destello», un «reflejo del carácter de Dios». Para Pablo, Cristo, en la «forma de hombre», era el «fiel representante de Dios en la tierra», el Hijo Amado, Humano, del cual el Padre «tenía complacencia» (Mt.3:17). Los atributos del Santo Padre, en Cristo «estaban»... ¿no dice Pablo?
«El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación» (Col.1:15).
Cristo es la «imagen del Dios viviente». No dice en Filipenses que “sea Dios”. Una «imagen es una representación de una persona o cosa». Cristo, el Hijo del Hombre, en su ministerio de tres años y medio representó con amor infinito y grande obediencia a su Padre. Él fue fiel a su Padre y Dios hasta la muerte. Por medio de Cristo, la Persona de Dios y sus misericordiosos propósitos con la humanidad perdida, fueron claramente develados:
«A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer» (Jn.1:18).
«Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado» (Jn.17:3).
«Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais (por ser Imagen de Dios); y desde ahora le conocéis, y le habéis visto» (Jn. 14:7).
Véase también Jn.14:9-10.
Cristo, como representante digno de Dios, como el perfecto Hombre que era, poseía la«autoridad» y el «poder sobrenatural» que habían sido delegados por sus Padre para el cumplimiento, en parte, de su papel mesiánico en su primera venida al mundo, que culminará con su segunda venida visible y en gloria (Mt. cap. 24), cuando se instale como «Rey de reyes y Señor de Señores» en la tierra restituída en un futuro que es escatológico (léase con atención por favor los capítulos de Ap. 19 y 20). «Jesús, por la obediencia perfecta a Dios, fue capaz de reflejar la mente y personalidad del único Dios, su Padre».
La identidad de Cristo no está determinada en una supuesta vida “preexistente”, como un “ser eterno y deífico”, como “Dios”. No. No es de ese modo, queridos amigos míos. La identidad de Cristo principia en su «Engendramiento Humano», en el tiempo y la historia del mundo. Por eso Lucas escribe:
«Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios» (Lc.1:31-35).
Si la Biblia dice que el «Padre es el único Dios», pregunto, lectores: ¿cómo lo puede ser el Hijo también? La tarea se halla en este verso, enfatizada con corchetes:
«... para nosotros, sin embargo, [sólo hay un Dios, el Padre], del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él» (1 Co.8:6).
Y para terminar, los siguientes versos nos muestran una notable diferencia entre la Persona del Dios Padre y la de su Hijo Jesucristo:
«Al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén» (Ro.16:27).
«Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo» (1 Tim.2:5-6).
«... un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo (Ef.4:6-7).
Adendum:
La fe cristiana, no es una fe ciega que deberá creerse sólo “así como así”. La fe cristiana demanda conocimiento personal, ya que hay fundamentos precisos y vitales que la sustentan. Es una fe inteligente, como declara Josh McDowell. Cristo dijo: «... y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Jn.8:32). El desinterés a la Palabra de Dios, la ignorancia a ella (Os.4:6), han hecho creer a las personas, por no investigar con esmero y seriedad, doctrinas como la “Encarnación”. La falta de conocimiento Escritural será factor descisivo para que en el día del juicio muchos hombres sean colocados a la «izquierda» de Cristo como «cabras» (Mt. capítulo 25). Las herejías provienen del diablo: el personaje más avieso y religioso que hay (2 Co.4:4; 11:14; 1 Tim. 4:1), y están consideradas como [condenatorias] por el Justo Dios (2 P.2:1). Son parte del sistema del mundo religioso. Ejemplo de esto tenemos la pagana y antigua religión babilónica (Gn.11:1-4; Is. capítulos 13-14; Jer. capítulos 50-51; Ap. capítulos 17-18), y desvían a los hombres de los verdaderos principios establecidos en la Palabra de Santo Ser que llevan a la vida eterna. Por eso existen cientos de grupos religiosos retorcidos como el de los Pentecostales Carismáticos, como el de los Testigos de Jehová, como el los Adventistas del Séptimo Día, como el de los Católicos Romanistas Idolátricos. Por eso han existido falsos maestros y profetas de mentira como Cash Luna, como Joel Ossten, como Peter Popoff, como Paul Crouch, como Jonás González, como Armando López Golart, Testigo de Jehová encubierto, como Sun Myung Moon, como Elena de White, como Joseph F. Rutherford, como Joseph Smith, fundador del Mormonismo, como Charles T. Russell, como José Luis de Jesús Miranda, de “Creciendo en (des-) Gracia”, etc., etc., etc.
¡Cuidado! ¡Mucho cuidado!
Que el Dios del Cielo les bendiga eternamente con la salvación.
Amén.
«Biblia de Estudio Siglo XXI. RVA».
«Reina Valera 1960».
«Más que un Carpintero». Josh McDowell.
«La Doctrina de la Trinidad: La Herida Auto Inflingida del Cristianismo».
Sir Anthony F. Buzzard.
«Ni la teología Católica ni la Protestante están basadas en la teología bíblica. En cada caso tenemos una dominación de la teología Cristiana por el pensamiento Griego... sostenemos que puede no haber una respuesta correcta [a la pregunta, ¿qué es Cristianismo?] hasta que hayamos llegado a una clara opinión de las ideas distintivas de ambos, Antiguo y nuevo Testamentos, de las ideas paganas que tan prolongadamente han dominado el pensamiento cristiano». A. Buzzard. Teólogo Unitario.
La cristalización de los Concilios Ecuménicos Romanos en los albores de la era común, vino a ser un elemento favorable para la descompostura de algunos dogmas fundamentales dentro del verdadero cristianismo. En el Siglo Primero de dicha era, el pensamiento Helenista, su filosofía y religión, fue mezclada con el pensamiento Hebreo, siendo trastornado el concepeto real de la Deidad sin que muchos hasta este día se hayan podido percatar de esta gravísima situación. Mucho padres de la Iglesia acordaron con el pensamiento Griego, y el resultado, un sincretismo deplorable para la salud espiritual de los muchos hombres que buscaban con fervor sincero al «único Dios verdadero» (Jn.17:3). Doctrinas como la de la Trinidad, la de la Inmortalidad del Alma, y la de la Encarnación, no proceden en realidad de la Biblia, sino del pensamiento humano, de tal manera que los protestantes son “católicos” sin “oficio postulado”, por su ignorancia al contexto real de las Santas e Inmutables Escrituras. El Gnosticisismo Oriental, por otro lado, participó con loable brillantez para la consolidación de la Doctrina de la “Encarnación”, la cual vamos a tratar.
El Cristo que procede de los Concilios del Siglo IV y V, es uno totalmente diferente al presentado en el Nuevo Testamento. Los docentes de la Escuela Catequística de Alejandría, impregnada del Platonismo pagano, fueron culpables del triunfo de estos antiquísimos Concilios. Este “triunfo”, ha roto las barreras de la mesura. Su trascendencia ha traspasado sus límites a través de los tiempos, por su mixtura efectiva para el embauco: Millones y millones han sido presa de su maligna incitación. Leamos un comentario teológico contemporáneo con relación a la “preexistencia” y la “encarnación”, por supuesto, falsas, de Cristo:
«Jesús.... pudo ser “el Hijo único” (“solo-engendrado” significa único), y el representante verdadero del hombre, “perfecto Dios y perfecto hombre,” con dos “naturalezas” en una “persona,” sin confusión, cambio, división o ruptura (una cita de la decisión doctrinal del Concilio de Calcedonia) [451 AD]. Jesús era “hombre,” no “un hombre”; su ego, personalidad, era divino, preexistente, vistiéndose y operando en un cuerpo humano; el “entró a la historia, no salió de ella”; El era Dios obrando en y a través de un hombre, no un hombre elevado a un nivel divino. Su virilidad fue total y completa, él fue completamente “integrado,” aunque sujeto a las limitaciones de un Judío de su edad y posición... ».
El “logos” de la filosofía griega, que dista diametralmente del «Logos» del Nuevo Testamento, es decir, en su significado, fue reconocido por los maestros de la Escuela Catequística de Alejandría como el “Cristo preexistente”, como la “Segunda Persona de la Trinidad antes Encarnada”. El lugar empíreo de los griegos y de los que concibieron las inumerables formas del Gnosticsmo, se hallaba repletos de “deidades”. Para los teólogos alejandrinos, la “deidad se encarnó en un cuerpo humano”. Para los gnósticos, con sus variaciones: “Cristo, como “aeón” (se refiere a cada una de las inteligencias eternas que residen o habitan en la Pléroma) descendió de la Pléroma (“el reino de luz del dios benevolente”, “plenitud”, “origen de los seres humanos y hacia donde tienen que dirigirse”), y ante los ojos de los hombres, únicamente parecía un ser humano” (gnosticismo docético).
«El problema de Fil. 2:6-11».
Para el protestantismo y el catolicismo, mas no para nosotros, los Unitarios en Cristo, estos pasajes, conocidos como los pasajes de la “kenosis” (gr.), el apóstol Pablo presenta una supuesta y firme declaración sobre la “deidad de Jesucristo”. Para los dos nombrados primero, la palabra “kenosis” significa “vaciar”, y trata del “vaciamiento” del Hijo de Dios, cuando se “encarnó”: “se despojó a sí mismo” (Filp.2:7). Según el protestantismo y el catolicismo, literalmente, “Cristo existía en forma de Dios” (“morfe”, gr. Fil.2:6), lo que expresa su “naturaleza de Dios”, “su carácter y la esencia misma de su deidad”. “No consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse” (Fil.2:6), en otras palabras, “no pensó que fuese necesario aferrarse a la deidad”... “Cristo no abandonó su deidad; en cambio, por un tiempo abandonó su gloria celestial”. “Cristo, en su naturaleza divina, toma la forma de siervo” (Fil.2:7). “Cristo dejó la gloria eterna y divina, pero no su naturaleza divina”, adoptando los atributos de los hombres, pero perfecto”. “Como Cristo existía ya, en forma de Dios, se hizo después semejante a los hombres”. “Su humanidad es real, pero también su ser divino”. “La encarnación no significa la exclusión de la deidad, sino el agregado de la humanidad”.
En el capítulo 2 de la carta a los Filipenses, nunca se alude o se menciona que Cristo, literalmente, “era Dios”, “hecho y derecho”. El contenido de Fil.2:6, continúa, como al principio, siendo mal interpretado por los teólogos protestantes y católicos de los tiempos modernos. Lo que Pablo quiere decir cuando plasma «existiendo en forma de Dios», que Cristo, es un «destello», un «reflejo del carácter de Dios». Para Pablo, Cristo, en la «forma de hombre», era el «fiel representante de Dios en la tierra», el Hijo Amado, Humano, del cual el Padre «tenía complacencia» (Mt.3:17). Los atributos del Santo Padre, en Cristo «estaban»... ¿no dice Pablo?
«El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación» (Col.1:15).
Cristo es la «imagen del Dios viviente». No dice en Filipenses que “sea Dios”. Una «imagen es una representación de una persona o cosa». Cristo, el Hijo del Hombre, en su ministerio de tres años y medio representó con amor infinito y grande obediencia a su Padre. Él fue fiel a su Padre y Dios hasta la muerte. Por medio de Cristo, la Persona de Dios y sus misericordiosos propósitos con la humanidad perdida, fueron claramente develados:
«A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer» (Jn.1:18).
«Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado» (Jn.17:3).
«Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais (por ser Imagen de Dios); y desde ahora le conocéis, y le habéis visto» (Jn. 14:7).
Véase también Jn.14:9-10.
Cristo, como representante digno de Dios, como el perfecto Hombre que era, poseía la«autoridad» y el «poder sobrenatural» que habían sido delegados por sus Padre para el cumplimiento, en parte, de su papel mesiánico en su primera venida al mundo, que culminará con su segunda venida visible y en gloria (Mt. cap. 24), cuando se instale como «Rey de reyes y Señor de Señores» en la tierra restituída en un futuro que es escatológico (léase con atención por favor los capítulos de Ap. 19 y 20). «Jesús, por la obediencia perfecta a Dios, fue capaz de reflejar la mente y personalidad del único Dios, su Padre».
La identidad de Cristo no está determinada en una supuesta vida “preexistente”, como un “ser eterno y deífico”, como “Dios”. No. No es de ese modo, queridos amigos míos. La identidad de Cristo principia en su «Engendramiento Humano», en el tiempo y la historia del mundo. Por eso Lucas escribe:
«Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios» (Lc.1:31-35).
Si la Biblia dice que el «Padre es el único Dios», pregunto, lectores: ¿cómo lo puede ser el Hijo también? La tarea se halla en este verso, enfatizada con corchetes:
«... para nosotros, sin embargo, [sólo hay un Dios, el Padre], del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él» (1 Co.8:6).
Y para terminar, los siguientes versos nos muestran una notable diferencia entre la Persona del Dios Padre y la de su Hijo Jesucristo:
«Al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén» (Ro.16:27).
«Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo» (1 Tim.2:5-6).
«... un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo (Ef.4:6-7).
Adendum:
La fe cristiana, no es una fe ciega que deberá creerse sólo “así como así”. La fe cristiana demanda conocimiento personal, ya que hay fundamentos precisos y vitales que la sustentan. Es una fe inteligente, como declara Josh McDowell. Cristo dijo: «... y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Jn.8:32). El desinterés a la Palabra de Dios, la ignorancia a ella (Os.4:6), han hecho creer a las personas, por no investigar con esmero y seriedad, doctrinas como la “Encarnación”. La falta de conocimiento Escritural será factor descisivo para que en el día del juicio muchos hombres sean colocados a la «izquierda» de Cristo como «cabras» (Mt. capítulo 25). Las herejías provienen del diablo: el personaje más avieso y religioso que hay (2 Co.4:4; 11:14; 1 Tim. 4:1), y están consideradas como [condenatorias] por el Justo Dios (2 P.2:1). Son parte del sistema del mundo religioso. Ejemplo de esto tenemos la pagana y antigua religión babilónica (Gn.11:1-4; Is. capítulos 13-14; Jer. capítulos 50-51; Ap. capítulos 17-18), y desvían a los hombres de los verdaderos principios establecidos en la Palabra de Santo Ser que llevan a la vida eterna. Por eso existen cientos de grupos religiosos retorcidos como el de los Pentecostales Carismáticos, como el de los Testigos de Jehová, como el los Adventistas del Séptimo Día, como el de los Católicos Romanistas Idolátricos. Por eso han existido falsos maestros y profetas de mentira como Cash Luna, como Joel Ossten, como Peter Popoff, como Paul Crouch, como Jonás González, como Armando López Golart, Testigo de Jehová encubierto, como Sun Myung Moon, como Elena de White, como Joseph F. Rutherford, como Joseph Smith, fundador del Mormonismo, como Charles T. Russell, como José Luis de Jesús Miranda, de “Creciendo en (des-) Gracia”, etc., etc., etc.
¡Cuidado! ¡Mucho cuidado!
Que el Dios del Cielo les bendiga eternamente con la salvación.
Amén.
«Biblia de Estudio Siglo XXI. RVA».
«Reina Valera 1960».
«Más que un Carpintero». Josh McDowell.
«La Doctrina de la Trinidad: La Herida Auto Inflingida del Cristianismo».
Sir Anthony F. Buzzard.