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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

lunes, 31 de enero de 2011

sábado, 29 de enero de 2011

Más de 4 mil muertes ha cobrado el cólera en Haití

ES USTED UN JUSTO O UN INJUSTO?

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)


Jesús hace una distinción entre justos e injustos, y dice que los primeros irán a la vida eterna y los segundos a la condenación (Juan 5:28,29, Mateo 25:46). Así que, o se es justo, o se es injusto, ¡no hay término medio!

¿Y quiénes son los justos?¿Estará Armandito López entre ellos?

a).- Todos los redimidos por la fe en Cristo y en su sangre derramada para el perdón de los pecados

Romanos 3:24: siendo JUSTIFICADOS gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,

Romanos 5:1: JUSTIFICADOS, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Romanos 5:9: Pues mucho más, estando ya JUSTIFICADOS en su sangre…

b).- Los que serán salvos de la Ira de Dios:

Romanos 5:9: Pues mucho más, estando ya JUSTIFICADOS en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

1 Corintios 6:11: Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido JUSTIFICADOS en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

c).- Los que serán glorificados y exaltados en trono con los reyes

Romanos 8:30: Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también JUSTIFICÓ; y a los que JUSTIFICÓ, a éstos también glorificó.


Job 36:7: No apartará de los JUSTOS sus ojos; Antes bien con los reyes los pondrá en trono para siempre, Y serán exaltados.

d).- Los que morarán en la presencia de Dios e intimarán con él

Salmos 140:13: Ciertamente los JUSTOS alabarán tu nombre; Los rectos morarán en tu presencia.

Proverbios 3:32: Porque Jehová abomina al perverso; Mas su comunión íntima es con los JUSTOS.

Salmos 68:3: Mas los JUSTOS se alegrarán; se gozarán delante de Dios, Y saltarán de alegría.

e).- Los que brillarán o resplandecerán como el sol

Mateo 13:43: Entonces los justos RESPLANDECERÁN como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga

f).- Son los entendidos de Dios

Daniel 12:3: Los ENTENDIDOS resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.

g).- Los justos son santos, los que juzgarán el mundo

1 Corintios 1:30: Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, SANTIFICACIÓN y redención;

1 Corintios 6:2: ¿O no sabéis que los santos han de JUZGAR al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de JUZGAR cosas muy pequeñas?

Ahora le pregunto esto: ¿Ha sido usted justificado (lavado de sus pecados) por la sangre preciosa de Cristo? Si su respuesta es sí, entonces usted será glorificado y resplandecerá en el reino de Cristo y terminará viviendo para siempre en la presencia de Dios e intimará con Él como hace un Padre amoroso con un hijo fiel.

Desafortunadamente, los Testigos de Jehová y sus simpatizantes creen que sólo 144,000 TDJ estarán en el cielo, e intimarán con Cristo y con Dios, en tanto que una gran multitud de sus feligreses (la grande muchedumbre) se quedará en la tierra, lejos de la Majestad y de la intimidad del Señor. Esto querría decir que sólo un grupo pequeño de 144,000 Testigos de Jehová habrían alcanzado la justificación y el resto no, pues si todos la hubieran alcanzado, entonces todos los TDJ deberían terminar en la misma presencia del rey e intimando con el Señor.

Pero los TDJ deberían recordar que si sólo ellos (cerca de 7 millones de miembros) serán salvos de la ira de Dios es porque TODOS ellos debieron haber sido justificados por la sangre de Cristo, y consecuentemente es de esperarse que TODOS ellos terminarán brillando y resplandeciendo como el sol al medio día en el reino del Padre. ¿Pero cómo la llamada “grande multitud” de Testigos de Jehová podrían brillar en el reino de Dios si ellos supuestamente no reinarán con Cristo y tampoco compartirán de su gloria en su “trono celestial”, sino sólo como vasallos?
¿Cómo te las estás viendo, mi querido Armandito López Golart? ¡Ojalá que no sea "negras"!

jueves, 27 de enero de 2011

OTRO PASTOR QUE NO TIENE NI LA MÁS MÍNIMA IDEA DE LO QUE ES EL EVANGELIO DE JESÚS




Enseguida escucharán ustedes al pastor José Guillén predicando el “evangelio de Jesús” por espacio de casi una hora, y ni por un instante menciona el reino de Dios… ¡el verdadero evangelio de Jesús! (Ver Marcos 1:1,14,15; Lucas 4:43). Además, ustedes oirán que Guillén cita Hechos 8 para explicar el encuentro que tuvo Felipe con el eunuco etíope para explicarle una Escritura de Isaías, donde el profeta habla de la muerte del cordero. Luego Guillén concluye que el evangelio de Cristo es Cristo mismo y su muerte en la cruz por los pecados de los hombres, afirmación que es cierta, pero que definitivamente no es todo el evangelio bíblico.

Ahora bien, noten el verso 35, donde dice: “Y COMENZANDO desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús”. ¿Entendió usted esto, estimado lector? Felipe COMENZÓ con esa Escritura del profeta Isaías (sobre el cordero inmolado) para empezar a anunciarle al etíope el evangelio de Jesús, ¡pero no dice que esta Escritura citada por Felipe era TODO el evangelio de Jesús! Simplemente es el inicio del anuncio del evangelio de Jesús, ¡pero no es todo el evangelio completo! Recuerden que Pablo también comenzó hablando del evangelio de Cristo en 1 Cor. 15:1-7, y en el verso 3 leemos que él PRIMERAMENTE anunció que Cristo fue muerto, sepultado y resucitado al tercer día. y luego prosiguió diciendo que por nuestra resurrección, tal como ocurrió con Cristo, tendremos el ingreso en el reino de Dios, (la otra parte del evangelio salvador, versos 45-50).

Desafortunadamente el pastor Guillén pasó por alto el verso 12 de Hechos 8, donde se nos dice que Felipe bautizaba a todos los que habían creído en el EVANGELIO DEL REINO y en el nombre de Jesús”. Si él lo hubiera citado, seguramente se hubiera dado perfectamente cuenta de que Felipe predicaba la muerte de Jesús para limpiar nuestros pecados, pero también el reino de Dios, que es el premio, herencia o galardón de los que fueron lavados por la sangre de Cristo (ver también Santiago 2:5; 2 Pedro 1:5-11). ¡Este es el evangelio verdadero y completo!

En el versículo 37 nos da más información de lo que recibió como el evangelio de Jesús cuando el eununco confiesa que él creía que “Jesús es el Hijo de Dios”. Esta confesión es muy importante, pues creer que Cristo es Hijo de Dios es creer que Jesús es el Mesías, el Rey del reino. Recordemos la confesión de Pedro: “Tú eres, el Cristo, el Hijo de Dios” (Mt. 16:18), que para los judíos significaba un ungido, un hombre noble, un rey, un sacerdote, un profeta, un juez.

Realmente me sigo sorprendiendo al constatar la inmensa ceguera espiritual que subsiste aún entre los pastores y evangelistas en los círculos cristianos, y la resistencia que aún persiste en ellos para reconocer el evangelio del reino como el mensaje salvador que Cristo introdujo con en su ministerio de tres y medio años. Fue ciertamente su reino lo primero que Jesús habló (Mr. 1:1,14,15),…¡y también lo último! (Hechos 1:3).

Sólo queda concluir que el diablo ha logrado cegar a los incrédulos, pero también a los que se dicen creyentes, pero que no lo son, porque desconocen o rechazan creer en el reino de Dios, el mensaje que debe ser proclamado al mundo entero hasta el fin (Mateo 24:14). Sí, mis amigos, aún hay mucha resistencia entre los llamados “cristianos” (o “mesiánicos”…¡no los judíos mesiánicos!) para anunciar el reino de David por restaurarse en la tierra, porque creen tercamente que los judíos perdieron su reino davídico para siempre. ¡Qué pena!…¿Y ahora quién podrá ayudarlos?…el chapulín apologista!


miércoles, 26 de enero de 2011

EL FIN DE EE.UU, DEL INTERNET, Y DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN (VIDEO EN INGLÉS)

EL MESÍAS DE HANDEL CON SUBTÍTULOS EN ESPAÑOL

FUE JUAN EL BAUTISTA EXCLUIDO DEL PODER DEL REINO VENIDERO SEGUN MATEO 11:11?

“En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él.” (Mat. 11:11).

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Algunos predicadores se remontan a los dicho por Jesús en Mateo 11:11 para afirmar que los profetas Judíos que vivieron en el Antiguo Pacto no tendrán una participación ejecutiva o de gobernantes en el reino de Cristo, sino sólo como súbditos o vasallos.

Y es que en este verso en cuestión Jesús dice algo tan misterioso sobre su precursor que a muchos estudiosos aún se les hace muy difícil interpretar con lucidez la enseñanza que se esconde en éste . Estos intérpretes sólo pueden concluir que Juan el Bautista, el más grande de todos los profetas que han existido, y que anunció al Mesías y su inminente venida y que lo vio personalmente, quedará fuera del reino, porque sencillamente el menor en el reino es mayor que él. Pero si somos realmente justos en nuestra exegesis bíblica, tendríamos que concluir que Juan el Bautista no sólo NO sería un ejecutivo o un gobernante del reino mesiánico, sino que tampoco sería un súbdito, ya que el menor en el reino es mayor que él. ¿Pero podría alguno pensar que Juan el Bautista quedaría fuera del reino, como ciertamente quedarán los impíos, porque supuestamente es menor o menos que el menos regio de los que heredan el reino? No me parece!

Si tomamos literalmente lo dicho por Jesús de que Juan el Bautista es menor que el último de los que heredan el reino, entonces Juan el Bautista quedará excluido del reino de Cristo indefectiblemente. No podrá ser ni gobernante ni súbdito, pues aquí Jesús no está diciendo que Juan es menor de los menores que gobiernan el reino, sino que claramente dice que es menor o menos de los menores en el reino. Si Jesús hubiera dicho con claridad que Juan el Bautista es menor o más pequeño de los que gobiernan, entonces él no podría ser gobernante, pero sí súbdito. Pero acá Jesús no habla de gobernantes, sino del reino en su conjunto. El menor de los que están en el reino es más que Juan el Bautista, lo que dejaría a Juan el Bautista fuera del reino como un impío. ¡Y esto no lo veo razonable!

El profeta David: ¿Rey o súbdito del reino mesiánico?

Las Escrituras nos presentan a Juan el Bautista como el más grande profeta nacido de mujer. Esto quiere decir que Juan el Bautista fue, a la vista de Cristo, el más grande profeta, y más aún que el mismo rey David, quien también era profeta de Dios. Dice así Pedro: “Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca DAVID, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero SIENDO PROFETA, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono”. Así que David era profeta, ¡pero menor que Juan el Bautista!…¡y esto no lo digo yo, sino el propio Jesucristo!

Pues bien, ¿creerá alguno que David, que por ser un profeta nacido de mujer, y muy anterior a Juan, y menor que éste, es indigno de ser co-gobernante con su hijo (el Mesías Cristo) en su propio reino davídico restaurado? Es decir, ¿estará David en su reino restaurado simplemente como un vasallo, o en el peor de los casos, totalmente excluido de él porque es menor que el mismo profeta Juan el Bautista, que a su vez es menor de los menores de los que entran en el reino?¿Realmente cree usted que el reino davídico será restaurado con más gloria aún, pero teniendo a su primer rey ungido como un mero súbdito del mismo? ¡Vamos, amigos, debemos ser consecuentes con todas las promesas bíblicas, y no ser parciales! Sinceramente no creo que al propio rey Jesús le gustaría ver a su propio noble padre como un vasallo de su propio reino, como si estuviera derrocado por su hijo. Definitivamente algo distinto tuvo que significar lo dicho por Jesús en Mateo 11:11.

Los profetas sentados en la mesa mesiánica con Cristo

Jesús se sintió orgulloso de su linaje davídico, cuando dijo: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de DAVID, la estrella resplandeciente de la mañana” (Apo. 22:16). Con esto Jesús da importancia al hecho de que su padre es el otrora rey David, y así lo recalca Mateo al empezar su evangelio (Mateo 1:1). El rey y profeta David es el padre de Jesús, una declaración solemne y crucial que hace de David un personaje de primera importancia que nos recuerda la realeza de su hijo, Jesucristo. Jesús es el Rey del reino, y David, su padre, es parte de esa nobleza que regirá el mundo venidero de justicia. Dicen Oseas y Jeremías, así: “Sino que servirán a Jehová su Dios y a DAVID SU REY, a quien yo les levantaré” (Jer. 30:9). Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a DAVID SU REY; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días (Oseas 3:5). Si bien este “David su rey” es una referencia a Jesús, el Cristo, también incluye al mismo antiguo rey David, quien estará en el reino como monarca coregente.

Jesús anunció que los profetas, incluyendo a su padre en la carne, el legendario rey David, estarán en su mesa en el reino, cuando dijo: “Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a TODOS LOS PROFETAS (¡David era profeta!) en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos” (Lucas 13:28). Nótese que aquí se habla de TODOS los profetas, y no sólo de algunos, los cuales estarán en el reino de Dios, y entre ellos David y Juan el Bautista, de quien se dice es el menor de los menores que entran en el reino. Estos se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac, Jacob, y los demás profetas. En Lucas 13:29 se dice que los que vengan del oriente y del occidente se sentarán en la mesa en el reino de Dios. “Y vendrán del Oriente y del Occidente, del Norte y del Mediodía, y se sentarán A LA MESA en el reino de Dios”. En Mateo 8:11 Jesús dice: “Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, é Isaac, y Jacob, en el reino de los cielos”. De modo que si comparamos ambos textos con la debida atención, veremos que Abraham, Isaac, y Jacob estarán sentados a la mesa mesiánica, y no sólo ellos, sino también TODOS los profetas (ver Lucas 13:28).

Así que David, Juan el bautista, y los demás profetas y patriarcas estarán sentados a la mesa con el Rey, y esto tiene un significado singular: el de gozar de un status de privilegio y honor con Su Majestad, el rey. Recordemos que la madre de los hijos de Zebedeo buscaba para sus hijos un lugar de honor en la mesa del reino mesiánico, al pedirle a Jesús que uno de sus hijos se siente con él a su derecha y el otro a su izquierda (Mateo 20:20,21).

Pero hay algunos hermanitos tercos y recalcitrantes detractores que creen que sentarse a la mesa mesiánica tiene un significado general de ingresar al reino, ya sea como gobernante o como vasallo. Pero amigos, ¿a qué necio se le ocurriría afirmar tal cosa? ¡Pues sólo a los tercos y fanáticos que no quieren entrar en razón! ¡…y yo conozco a algunos que se creen iluminados y no quieren entender esta simple verdad!

¿Qué puede significar entonces Mateo 11:11?

El evangelista Michael Pedrin comenta este pasaje, así:

El propio Señor Jesús declara que Juan el Bautista era la persona más grande de nacer de mujer hasta ese período de tiempo. No sólo era un profeta importante, sino, “Más que un profeta” (Mateo 11:9).

Todos los profetas del Antiguo Testamento profetizaron sobre la futura venida del Mesías. Jesús mismo declaró: Escudriñad las Escrituras, porque en ellas tenéis que tenéis vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí. (Juan 5:39) Y comenzando desde Moisés y siguiendo por los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de sí mismo (Lucas 24:27).

Jesús compara a Juan el Bautista con los otros profetas del Antiguo Testamento, y dice: “Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan” (Mateo 11:13). Juan fue el último de los profetas antes de la venida del Mesías, y fue mayor que los otros profetas en el sentido de que no sólo profetizó la venida del Mesías, sino que también lo introdujo en el mundo!

Juan le dijo al público acerca de la pronta venida de Cristo: “Respondió Juan, diciendo a todos, Yo os bautizo con agua, pero el que viene es más poderoso yo, cuya correa de sus zapatos no soy digno de desatar: él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Lucas 3:16).

Sólo un poco más tarde, el Mesías vino! Y Juan no profetizó más, sino que lo presenta a la multitud que contemplaba: “El siguiente día ve Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un hombre que es antes de mí: porque era primero que yo” (Juan 1:29, 30).

Aunque Juan era el más grande de todos los que vivieron antes de la venida de Jesús, él no llegó a ver la obra, la vida, la muerte y la resurrección del Cordero de Dios. La gente común pudo ver todo esto, y por lo tanto eran más privilegiados que Juan el Bautista. Jesús claramente dijo a sus discípulos humildes y seguidores: “¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron” (Mateo 13:16, 17).

Por lo tanto, sólo esa generación de gente que vio a Jesús personalmente en carne de hombre fue la más privilegiada de todas antes de su venida y después de la ascensión.

Aunque la mayoría de ellos eran simples pescadores de origen humilde, ellos fueron los más especiales de todos los que vieron lo que todos los profetas y justos desearon ver, pero no lo lograron. Estos eran más grandes que Juan el Bautista, el profeta más grande, porque vieron poderosos actos de Jesús, de primera mano, y le oyeron pronunciar las palabras de vida, y se asociaron a él. Esa es la razón Jesús dijo:

“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista: a pesar de que el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él” (Mateo 11:11).

En resumen:

Esos primeros cristianos que fueron testigos oculares o presenciales del Cristo, y que dieron testimonio de lo que vieron y oyeron por todos lados del mundo de entonces, degustaron algunas de las futuras bondades del reino venidero en sus tiempos, específicamente en sus obras de liberación demoníaca, sanación de enfermos, y resurrección de muertos. Estos habían sido trasladados por fe al reino del amado Hijo y eran obviamente más grandes que los profetas de antaño que no llegaron a ver lo que ellos vieron del Mesías durante sus 3 y medio año de ministerio público entre los suyos. Esto, sin embargo, no significa que los fieles del Antiguo Testamento no tendrán el privilegio de reinar con Cristo, pues ya hemos visto que los profetas del AT se sentarán en la mesa mesiánica con Cristo y todos los patriarcas reverenciados por Israel.

lunes, 17 de enero de 2011

HAY OTRO REY, JESÚS!



“A los cuales Jasón ha recibido; y todos éstos contravienen los decretos de César, diciendo que HAY OTRO REY, Jesús” (Hechos 17:7).



Por Ingª Mario A Olcese (Apologista)

Aquí tenemos un suceso interesante registrado en Hechos 17: 1-8, donde leemos:

“Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo. Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles no pocas. Entonces los judíos que no creían, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba, alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo. Pero no hallándolos, trajeron a Jasón y a algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá; a los cuales Jasón ha recibido; y todos éstos contravienen los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús. Y alborotaron al pueblo y a las autoridades de la ciudad, oyendo estas cosas”.

En esta historia vemos que Pablo y Silas fueron a Tesalónica, donde había un grupo de judíos, y por 3 días Pablo discutió con ellos, hablándoles por medio de las Escrituras que era necesario que Cristo padeciese, y resucitase de los muertos, y que Jesús, a quien él anunciaba es el Cristo. Aquí tenemos el resumen del evangelio bíblico completo que hemos venido predicando regularmente en este blog y que Pablo lo presenta claramente, así: “que Cristo padeció, y resucitó de los muertos (a esta parte Pablo la llamó en 1 Cor. 15:3, lo “primero” de su evangelio) y enseguida pasa a demostrar que Jesús es el Cristo. ¿Pero qué entendemos por la frase ”es el Cristo”? Sin duda alguna era un sinónimo para el vocablo ”REY”, el ungido de Dios para reinar el reino de Dios. Y esta verdad se deja ver en la imputación hecha por los incrédulos judíos, quienes acusan a los cristianos (entre ellos está Pablo) de alborotar al pueblo y provocar una sedición contra el imperio diciendo que hay otro Rey. Es decir, Pablo predicaba a otro Rey, un anuncio que que provocó conmoción, pues eso era predicar a otro gobernante que eventualmente derrocaría al emperador romano de turno, y eso era un asunto muy serio.

Sin duda alguna Pablo y los otros fieles no anunciaron a un nuevo rey que regiría en los “corazones de sus fieles”, pues si éste hubiera sido el caso, no hubiera producido una conmoción en el pueblo, y no habría por qué acusar a Pablo y a los demás cristianos de sediciosos o de agitadores políticos. Pero lo cierto era que Pablo y sus correligionarios hablaron de un rey que regiría el mundo, y que sería el personaje insigne que los profetas anunciaron de antemano que liberaría a su pueblo de los opresores malvados, y que tomaría las riendas del poder desde Jerusalén y del mundo entero con justicia y rectitud. El mismo Pablo afirmó que sufría sus cadenas por causa de la esperanza de Israel (Hechos 28:20). Si esa esperanza mesiánica de los cristianos primitivos era una meramente “espiritual” y no terrenal, poco les hubiera importado a los romanos la predicación de Pablo o de cualquiera de sus seguidores, pues tendría de todo, menos de sediciosa. Total, un reinado en el “corazón de los creyentes”, ¿cómo podría afectar la estabilidad política y social del imperio dominante?

La Pregunta de Pilato a Jesús

Cuando Pilato le preguntó a Jesús: “¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (Juan 18:37). Aquí Jesús NO hizo ninguna acotación en el sentido de que él efectivamente era rey, pero sólo de los cristianos, y que su reinado era sólo en “el corazón de sus seguidores”. No!!! Jesús estaba hablando de un rey en el mismo sentido en que Pilato entendía por el vocablo “rey”, es decir, como alguien que tiene poder y autoridad sobre súbditos, en este caso, sobre sus paisanos (v.39). Simplemente el Señor le aclara que su reino no es de este mundo o siglo malo, sino del venidero (v.36), pues si no fuera así sus seguidores ya hubieran tomado las armas para que no fuera entregado a los Judíos incrédulos. Ciertamente Jesús estaba hablando de un Rey y de un reinado tal como lo entendía Pilato, y no como lo entienden muchos cristianos hoy, es decir, como un “reinado en el corazón de cada creyente”. Finalmente la declaración “no tenemos más rey que César”(Juan 19:15) nos dice que aquí había una pugna entre un Rey presente, en este caso, el César de Roma, y un Rey que confiesa serlo, pero no del presente siglo o mundo malo sino del venidero. Esto, ciertamente, no lo creían los judíos impíos, y menos, los romanos.

El ladrón de la Cruz

Finalmente el ladrón de la cruz entendió el reinado de Cristo de una realidad literal y no meramente espiritual, como si estuviese establecido en el “corazón de los creyentes”. Este hombre moribundo de la cruz no le dijo a Jesús, algo así como: “Quiero que seas mi rey, y que reines en mi corazón ahora mismo”. ¡No!, Lo que le dijo fue: “Acuérdate de mí cuando VENGAS en tu reino” (Lucas 23:42). Es decir, el “buena ladrón” sabía que para que Jesús pudiera ser rey en funciones, y él ser parte del reino, Jesús tenía que volver primero a la tierra. Su idea del reino fue algo muy literal, tal como lo entiende cualquiera que conoce las profecías mesiánicas del “Antiguo Testamento”.

El Padre Nuestro

En la oración del Padre nuestro, Jesús les enseña a sus discípulos a pedir y a buscar el reino de Dios (Mateo 6:10,33). Sería absurdo que los cristianos estuviesen pidiendo y buscando el reino de Dios, si de hecho ya Cristo está reinando en sus corazones desde el día que se convirtieron.

Realmente es muy “romántico” afirmar que “Cristo reina en nuestros corazones”…¡y de hecho suena hermoso!…¡pero no es bíblico!. Estos tipos de declaraciones lo único que hacen es confundir a los creyentes, haciéndoles pensar que el reino de Cristo es uno de carácter espiritual y celestial, sin ninguna relación con lo terrenal y lo teocrático. Pero tal pensamiento es peligroso y es una verdadera distorsión del verdadero evangelio del reino de Cristo. Debemos ser honestos en nuestras interpretaciones y no dejar que nuestros prejuicios nos lleven a sacar conclusiones que son falsas y diabólicas aunque parezcan muy hermosas y espirituales.

Testigo de Jehová Wilfredo Rivera se prepara para asistir al Salón del Reino

jueves, 13 de enero de 2011

ATEÍSMO, FE Y RAZÓN


La percepción general respecto al ateísmo lo ubica dentro de la corriente “intelectual” moderna. La misma percepción, por implicación, ubica al teísmo dentro de un margen poco privilegiado, por decir lo menos, asociado al fanatismo y a culturas retrogradas, intolerantes, enemigas del progreso y avance de las ciencias. Pero ambas percepciones representan verdades a medias y generalizaciones subjetivas que es necesario analizar y digerir para asumir una opinión coherente con la razón.
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En términos generales se entiende por ateísmo al rechazo a la creencia en dioses o deidades, en contraposición al teísmo que es la creencia en al menos, una deidad. El ateísmo afirma que no existe realidad alguna más allá de la naturaleza (materia y energía), mientras el teísmo, sin negar la existencia de lo natural, cree que hay una realidad causal que trasciende tiempo y espacio.
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En un sentido más explícito, en el ateísmo se pueden distinguir dos proposiciones:
- La ausencia de creencia en Dios. Es decir, la consideración de que es totalmente innecesario el concurso de Dios para dar sentido y respuesta a la existencia de hombre y su entorno, pero sin aportar pruebas contra la existencia Divina.
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- La negación explícita de la existencia de Dios. Basada en presuntas evidencias racionales, científicas y humanistas que excluyen o contradicen la existencia de Dios.
Hasta este punto el ateísmo se afirma como una postura filosófica, pero más allá de esto soporta sus postulados en lo que considera asideros científicos que dan concreción a su doctrina. Estos dos enfoques (el filosófico y el científico) han constituido la arena del ya histórico debate que subjetivamente se ha catalogado como la “batalla entre la fe y la razón”. Pero, ¿es realmente acertado establecer esta división entre razón y fe?, y más aún, ¿puede el ateísmo adjudicarse el monopolio de la razón?
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Dado el carácter racional en el que se ha querido fundamentar al ateísmo, es coherente que bajo el análisis objetivo de sus argumentos, sea probada su fidelidad a la lógica y el sentido común. Como compensación, se aportarán del teísmo cristiano algunos argumentos, no en favor de sistemas religiosos, sino la sustentación según la razón para la creencia en el Dios de la Biblia.

A fin de que esta disertación provea algún beneficio personal, se han escogido tres temas alusivos a la cotidianidad humana, a saber:

1. El origen del universo
2. La existencia humana y el problema moral
3. La creencia en Dios y la existencia del mal

1. EL ORIGEN DEL UNIVERSO

El ateísmo, desde su percepción naturalista ha asumido diversas teorías sobre el origen del universo, a fin de sustentar la aparente incompetencia del enfoque teísta y de aportar evidencia en su contra. De esas teorías se pueden distinguir tres categorías o modelos cosmológicos; una de estas es la que afirma que el universo tal como lo conocemos no tiene edad. Señala, entre otras cosas, que si hubiera que asignarle un número a la antigüedad del universo solo podría ser “α” (infinito), en otras palabras, la historia del universo es una constante sin principio y sin fin; lo que se conoce como modelo cosmológico estacionario.

Otros consideran que la historia del universo (o universos), es una secuencia infinita de ciclos. A manera de ejemplo tenemos “La Gran Explosión”, o Big Bang. En este acaso, el universo es producto de la explosión de un cúmulo de materia y energía que pasa a expandirse, degradarse y comprimirse, para volver a estallar y repetir el ciclo, que ha venido ocurriendo y ocurrirá desde y hasta “los siglos de los siglos” (léase infinitamente). Esto es lo que se denomina modelo cosmológico cíclico.

Otro grupo no se aventuran más del allá de un “único” Big Bang, al que la ciencia mediante avanzadas técnicas de datación ha calculado hasta ahora una antigüedad de 13.700.000.000 (trece mil setecientos millones de años). Antes de esto no especulan siquiera en la existencia de “algo”. Analicemos entonces, en el marco de la lógica y la ciencia, estas teorías.

En primer lugar, el modelo cosmológico estacionario fue prácticamente descartado a partir de 1960, cuando bajo el peso de la evidencia científica obtenida por medio de la observación y posteriormente, con el descubrimiento de la “radiación de fondo de microondas” (1965) fue relegada como poco creíble. Para nadie es un secreto hoy que el universo no es inmutable.

Por otro lado, los modelos cíclicos, basados o no el Big Bang, presentan ciertos inconvenientes científicos. Por ejemplo, el uso del término “infinito” como expresión matemática es solo una idea que nos aproxima a un concepto demasiado extenso para ser cuantificado.

David Hilbert, matemático alemán de reconocida influencia a nivel mundial (finales del siglo XIX, comienzos del XX, que incluso se anticipó a corregir errores de Einstein en la Teoría de la Relatividad); dijo respecto al concepto: “el infinito no es algo que se pueda encontrar en la realidad, ni existe en la naturaleza ni provee una base legítima para razonar. La tarea que el infinito toma es solamente ser una idea”. Esto nos lleva a entender que la base matemática del modelo cosmológico cíclico, tiene muy poca capacidad para simular la realidad, por lo tanto no alberga la legitimidad que la razón y la ciencia requieren.

En ese mismo sentido, el problema del modelo cíclico se amplía debido al aumento de la entropía, ya que la segunda Ley de la Termodinámica conduce al principio práctico de que cada vez que se repite un ciclo, el universo debería ser mayor en proporciones. Por lo que mirando hacia atrás en una línea de tiempo, cada ciclo implicaría un universo mas pequeño, hasta encontrar en alguna “era remota”, un universo tan pequeño que la materia y la energía comprimidas en él, dan lugar a un primer Big Bang. Este principio deja sin piso la idea de la secuencia infinita, pues por muchas veces que se hubiese repetido la secuencia, siempre habría un principio o punto de partida. Vista entonces la imposibilidad científica de este modelo, es vano seguir profundizando en las incoherencias que lo destruyen.

Nos queda entonces, dentro de la realidad probable, un tercer grupo. Aquellos que no se atreven a especular si “antes” de un único Big Bang existió “algo” o no. Hasta ahora la matemática, la física, la química, la astronomía, y la lógica nos llevan a razonar que necesariamente el universo tuvo un origen y que más allá de él, cualquier “teoría” constituye una improbabilidad científica.

Las deslumbrantes “revelaciones” que científicos ateos, o peor aún, ateos seudocientíficos hacen cada cierto tiempo, no dejan de ser prejuicios cognitivos que bien afirma el método científico, siempre terminan hundiéndose como falacias. Esto prueba, que no todo lo que un científico dice, tiene el sello de la ciencia. Es aquí donde la mayoría de veces el ateísmo, por sustracción de materia se queda sin respuesta a las preguntas sobre el origen del universo, y abandonan el campo de la ciencia para aventurarse en la filosofía y más concretamente en la metafísica. Pero por el momento, y para seguir el hilo temático atendamos las siguientes consideraciones sobre el origen del universo:

* La ciencia en conjunto, sus principios y leyes nos llevan a concluir racionalmente que el universo tiene un origen o principio en el horizonte probable del tiempo.

1. El ateísmo afirma, contra la evidencia científica, que el universo es infinito en el horizonte de tiempo. O en su defecto (también contra la evidencia), que han existido secuencialmente universos a lo largo de un horizonte infinito de tiempo.

2. El teísmo cristiano afirma, dentro del cause científico, aunque no por causas científicas (ya que su fuente de información es anterior a las ciencias modernas) que el universo tiene un origen o principio en el horizonte probable del tiempo.

¿Invalida o confirma hasta ahora la ciencia lo que el teísmo cristiano afirma sobre el origen del universo? Ciertamente vemos que ciencia y teísmo concuerdan en el hecho de un universo finito. Por ende, hay peso de evidencia para considerar más plausible, por su confluencia con la razón, la posición del teísmo al respecto; anulando en este sentido, la disociación prejuiciosa del teísmo y la razón.

¿Invalida o confirma hasta ahora la ciencia lo que el ateísmo afirma sobre el origen del universo? Una por una las diversas teorías o modelos que han pretendido afirmar la infinitud del universo, han sido demolidas por el análisis y la evidencia científica. En ese orden de ideas, la ineludible aceptación del concepto de un universo finito deja sin piso las afirmaciones ateas, porque obliga a pensar en un origen y una causa más allá del espacio-tiempo y eso cae en el campo de la fe.

¿Cuál de esas dos doctrinas es más coherente con la razón y la ciencia? Queda demostrado que la pretensión del ateísmo de –negar- la existencia de una inteligencia supernatural, no se basa en evidencias científicas ni en argumentos lógicos, por lo tanto constituye un argumento en contra de la razón. También queda demostrado que, los argumentos (del asunto en trámite) del teísmo cristiano a pesar de estar en ocasiones más allá de la razón, no están en contravía de la razón y la ciencia.

Si hemos de creer a la ciencia o al teísmo cristiano que el universo tuvo un origen, la siguiente pregunta sería ¿qué o quién originó el universo? Pues bien, algunos ateos dicen al respecto que: “provino de la nada”. Semejante píldora indigerible, no solo para el científico, sino para el hombre común, ¿puede honrar el intelecto humano? ¿No afirma la primera ley de la termodinámica que la energía no se crea ni se destruye, sino que sufre transformaciones? ¿Cómo entonces puede “provenir” de la “nada”?

Si bien es cierto que en la “dimensión natural” o realidad material, la conservación de la energía es un hecho, la afirmación teísta de la Creación no contradice tal principio. En cambio, responde satisfactoriamente a la evidencia de un origen o principio de la realidad natural, argumentando racionalmente la existencia de una realidad por fuera de las barreras del espacio- tiempo, que originó o trajo a existencia la naturaleza y la vida, incluyendo el ajuste necesario para ellas. Más allá del significativo conjunto de interrogantes que pueda plantear esta realidad (la Creación) al intelecto humano, el significativo conjunto de repuestas a ellos, hacen parte de un debate que corresponde a teístas y a todo aquel que racionalmente acepte que la existencia de Dios es, al menos, una posibilidad plausible.


ATEÍSMO, FE Y RAZÓN
(SEGUNDA PARTE)
2. LA EXISTENCIA HUMANA Y EL PROBLEMA MORAL

Si Dios existe y es infinitamente poderoso y bueno ¿porqué permite el sufrimiento humano y las tragedias? Si el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios ¿por qué en nombre de Dios se han cometido muchas de las barbaries más aberrantes de la historia?

Estas parecen ser, en síntesis, las principales objeciones que se plantean como argumentos morales en contra de la existencia de Dios. En síntesis, también habría que preguntar ¿excluye la existencia de Dios la inmoralidad humana? Porque si de “justificar” a Dios se tratase, argumentos habría de sobra en el contexto de las Sagradas Escrituras (léase Biblia, en este caso) para argumentar en su favor; pero como de debatir la existencia de Dios se trata, se deben sustraer muchas de estas nociones y conceptos, limitándolas en lo posible a la razón. Así que, en primera instancia se deben extraer los conceptos y proposiciones implícitos en esos cuestionamientos.

El teísmo cristiano afirma la existencia de un Creador todopoderoso, justo y bondadoso. En oposición a esta creencia, el ateísmo expresa que la existencia de dicho Ser es incompatible con el desolador panorama humano de sufrimiento, tragedia y horror que históricamente ha caracterizado las diversas civilizaciones, culturas y sociedades. Toda vez que el éxito de un diseño reside en mayor medida en su diseñador, parece que el peso de la culpa recayera en Dios mismo, si éste existiese. Y es ese supuesto, la piedra de tropiezo del ateísmo, dado que sin Dios, no queda nadie a quien culpar por el sufrimiento humano excepto al mismo hombre. Pereciera que el ateo se constituye en creyente a fin de evadir la responsabilidad humana en sus desgracias (atribuyéndolas a Dios), y así mismo se constituye en incrédulo para gozar los beneficios de su propia existencia (atribuyéndolos a la evolución).

Asumiendo a Dios como Creador y al hombre como criatura hecha a su imagen, esta semejanza se manifiesta antes que todo en la capacidad intelectual humana, más no en el uso que de esta capacidad haga el hombre. Como agente moral responsable, el hombre ha tenido y tiene libertad de decisión sobre sus actos, por tanto, la proposición de que la responsabilidad de los efectos de esas decisiones deba residir en alguien diferente a quien ejecuta la acción, es un desatino de marca mayor. Sin embargo, en la creencia cristiana Dios provee una salida de la espiral destructiva en que se halla la humanidad, por medio de la expiación sustitutiva de Cristo, dejando impreso en la Cruz, la perfecta manifestación de la justicia y el amor de Dios por su creación.

Considerando entonces, respecto a la condición moral humana, que la tesis creacionista caracteriza al hombre como agente moral responsable, y que el ateísmo por sustracción de materia no puede asignar culpa alguna a alguien diferente al mismo hombre, hay que concluir que no hay culpa en Dios, y en lo que a su intervención incumbe para solucionar el problema moral ya fue ejecutado por medio de Cristo. Queda entonces, como siempre, a decisión del hombre asumir una posición al respecto, mientras que, según afirma la doctrina cristiana se cumple el plazo establecido para que Dios restaure su creación a un estado de perfección. En todo caso, el argumento ateo de la incompatibilidad de la existencia de Dios con la subsistencia del sufrimiento humano, solo refleja el desconocimiento de los argumentos teístas, pero nunca una proposición coherente con la razón.

Por otra parte, sería deshonesto ignorar los escandalosos y aberrantes hechos que “religiosos” de todos los tiempos han ejecutado en “nombre de Dios”, y los no menos escandalosos hechos que algunos llamados “hombres de Dios” han ejecutado a título propio. En ese sentido, sería prejuicioso afirmar que esos hechos constituyen la realidad de todos los creyentes, tanto como si se afirmara que los más de 100.000.000 (cien millones) de asesinatos que se le imputan al comunismo ateo, constituyeran a todo ateo en un criminal. Nada más lejos de la realidad. Por esto, es necesario identificar plenamente qué actos corresponden a la voluntad humana en obediencia a los preceptos de Dios, y cuales al hombre en función de sus intereses particulares. Para este propósito es vital contar con un referente de lo que realmente es un “hombre de Dios”, y lo encontramos perfectamente definido en Jesús, el autor y consumador de la fe, según enseña la Biblia.

¿Le resulta compatible a alguien la imagen de Jesús con la de Hitler?, ¿o con la de los hombres del Clero que crearon y ejercieron la Inquisición?, ¿la cacería de brujas?, ¿las Cruzadas? y un largo bochornoso etcétera. Pues bien, en la misma medida en que dista la imagen del Jesús históricamente conocido con la de aquellos hombres, dista también la condición moral de esos con la de un creyente genuino. Los rótulos religiosos han servido con una indecente frecuencia como un antifaz para pederastas, criminales y pervertidos de todos los calibres, pero ¿se puede razonar por eso que la corrupción humana es una evidencia de la inexistencia de Dios? ¿O es más bien el resultado de una deliberada oposición a El? El referente de un verdadero hombre de fe, a saber, Jesús, es concluyente en esta disertación.

Un asunto no menos escabroso lo constituye la relatividad moral ateísta. Ya que no existe Dios, la vida ni el castigo eternos, ¿que relevancia tiene hacer bien o mal? Más aún ¿Qué son el bien y el mal? La respuesta general de ateísmo sobre ello, debido a que el naturalismo ateo es en esencia materialista, afirma que las normas morales son relativas a la cultura o sociedad en que se desarrollan. Esto en palabras claras, quiere decir que lo que se considera bueno en una sociedad, no lo es necesariamente en otra, porque las consideraciones morales son un subproducto del desarrollo evolutivo tanto del individuo como de la sociedad. El ateísmo cree en el progreso moral, pero ¿cómo medir el progreso cuando no hay un referente universal? ¿Cómo definir si una sociedad es moralmente superior a otra sin una noción “estándar” del bien y el mal? Por tanto, lo que el ateísmo define como progreso moral corresponde realmente a un concepto de diversificación moral, sin que los cambios representen necesariamente un avance positivo. Los valores morales universales y el respeto que por ellos se pueda profesar en el ateísmo, provienen necesariamente de nociones teístas, sin querer con esto en ninguna medida decir que no son valederos y plausibles para el ateo, sino inconsistentes con el fundamento de su doctrina.

Habiendo expuesto por la razón que la inmoralidad humana y sus efectos no excluyen de manera alguna la existencia de Dios, que los crímenes de muchos religiosos no guardan relación con la doctrina de Cristo, sino una abierta oposición a ésta. Habiendo expuesto también la concepción moral relativista del ateísmo, queda a consideración personal definir cuales lineamientos de vida son más convenientes:

1. Ser un ateo “respetuoso” de los valores morales absolutos, aún cuando esto contradiga la relatividad moral que fundamenta al ateísmo, y con ello constituirse en un ateo inconsistente.

2. Ser un ateo abiertamente relativista en cuanto a la moral, y con ello carecer de referentes sólidos para el progreso moral.

3. Considerar el teísmo cristiano, expresado en la figura de Jesús, como una alternativa plausible para el progreso moral del individuo y la sociedad.

miércoles, 12 de enero de 2011

CONOZCA POR FIN LO QUE ES EL REINO DE DIOS!

Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Un estudio concienzudo acerca de la predicación de Jesucristo y sus apóstoles referente a un nuevo orden mundial que Dios inaugurará en la nueva tierra.
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La Predicación de Jesucristo y sus Apóstoles

En el libro del evangelista Marcos (1:1,14,15), y en el de Mateo (4:17) leemos que Jesús comenzó su ministerio en Galilea, predicando “El Evangelio del Reino”, y diciendo: “el tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado: arrepentios y creed en el evangelio.” Este evangelio del reino era el CENTRO de su mensaje y la razón de su venida. En Lucas 4:43 Jesús revela que le era necesario anunciar a otras ciudades el evangelio del reino de Dios, porque para esto fue enviado. Los cuatro evangelistas incluyen en sus escritos o evangelios, más de 60 ocasiones diferentes en las que Jesús se refirió al reino de Dios. Incluso en los Hechos de los Apóstoles, la frase “el Reino de Dios” aparece 6 veces. El apóstol Pablo se refiere 9 veces al reino de Dios. Por tanto, el reino de Dios merece una especial consideración y estudio bíblico profundo, pues es profusamente mentado en toda la Biblia, y en particular, en el Nuevo Testamento.

“El Reino de los Cielos”

El evangelista y apóstol Mateo, opta por hablar de: “El Reino de los Cielos”, cuando los otros tres evangelistas hablan de: “El Reino de Dios”. Solamente en 4 ocasiones Mateo usa la frase “El Reino de Dios” (6:33; 12:21,28,31,43), en tanto que la frase “el Reino de los Cielos” aparece 32 veces en su evangelio. Generalmente se explica la preferencia de Mateo por esta última frase para denotar el carácter CELESTIAL del reino, vale decir, que proviene de ARRIBA, como un DON DE DIOS y no como una creación meramente humana y perecible.

La lengua nativa de los judíos, en los tiempos de Cristo, era el arameo, un dialecto semítico muy cercano al Hebreo. Jesús habló este dialecto en toda su predicación y enseñanza doctrinal. Sus dichos, tal como están registrados en los evangelios, fueron vertidos del vernáculo al griego, que era el idioma literario de la época. El respeto que tenían los judíos hacia el nombre de Dios hacía que evitaran pronunciarlo. Temían incurrir en alguna frase que pudiera considerarse uso vano del nombre de Dios, y en consecuencia recurrían a substitutos: “Los cielos” era uno de los más empleados. Y es casi seguro que el mismo Señor lo haya usado también para evitar herir las susceptibilidades de sus paisanos. De este modo el evangelista se adapta a la peculiaridad de su público, y así hacer accesible el mensaje entre su propio pueblo.

El Significado de “Basileia”

En su expresión concreta, “basileia” quiere decir “domino”, “territorio”, “reino”, o “el pueblo sobre el cual gobierna el rey.” En su expresión abstracta denota “soberanía” y “poder real”. En términos concretos “baseileia” denota un nuevo orden, material y social, que será establecido mediante Cristo. Abstractamente podría denotar el reino de Cristo “en el corazón de los creyentes” mediante la vida, muerte y resurrección de su rey Jesucristo.

El Reino de Dios en el Antiguo Testamento

La expresión “el Reino de Dios” no aparece en el Antiguo Testamento aunque sí “El Reino de Jehová”, que es lo mismo, pues Jehová es Dios (ver 1 Crónicas 28:5). Y el salmista David habla de Jehová como un rey que tiene un trono y un reino (103:19). También en el Antiguo Testamento el significado del reino de Jehová se puede entender de dos maneras: Que Dios ya es un rey, y que reina sobre toda la tierra habitada y sus naciones que de alguna manera hacen su voluntad. Segundo: como un gobierno de Dios futuro en donde el mal será totalmente erradicado junto con los enemigos de Dios. Los profetas vislumbraron esa era maravillosa cuando Dios ejecute juicio en la tierra y por fin establezca la paz y la justicia eternas. El mundo, finalmente, será hermoso como en el paraíso edénico, antes de la caída de los primeros padres humanos. Para ese entonces, Israel vivirá en paz con sus vecinos, y las guerras y miserias en la tierra quedarán en el olvido. Jerusalén será el centro del reinado del Mesías, el representante legal de Dios, que educará a las naciones en el conocimiento de Jehová (Isaías 9:6,7; 11:1-12; 24.23; 65:17-25; Miqueas 4:1-5).

Los Judíos de la época de Jesús esperaban la venida del reino de Jehová (Dios). Muchos de los escritores apocalípticos esperaban que Dios estableciera su reino de manera espectacular con demostraciones de poder, trayendo la salvación a su pueblo y el castigo de sus enemigos. Los llamados CELOTES pensaban que el reino vendría más rápidamente si ellos lo precipitaban por acciones políticas violentas. Los FARISEOS, en cambio, creían que el reino vendría cuando el pueblo elegido de Dios obedeciera la ley de Dios fielmente. Todas estas expectativas prepararon la escena para la aparición de Juan el Bautista en el desierto proclamando que el Señor había llegado, y que “el reino de los cielos se había acercado” (Mateo 3:1-6).

La Historia de la Interpretación

La Iglesia Cristiana, a lo largo de su historia, ha interpretado el Reino de Dios de dos maneras: Una es la que tiene un carácter escatológico o futurista, y el otro que recalca su naturaleza presente o consumada. Por cierto que en la Iglesia primitiva el concepto futurista fue el que predominó. Los llamados “Padres Apostólicos” contemplaron el reino como un asunto FUTURO de dicha que se consumaría con la segunda venida de Cristo al mundo. Además, algunos de esos “padres” sostuvieron, incluso, que sería un dominio terrestre, aunque otros no se atrevieron a mencionar lugares concretos. El único que no aceptó la interpretación escatológica fue Orígenes. Él creyó que el reino tenía un significado espiritual o simbólico y no literal.

Agustín de Hipona escribió en su obra ‘De Civitate Dei’ (La Ciudad de Dios) que la Civitate terrena (La Ciudad del Mundo), la cual se compone de todas las fuerzas y personas malas, encuentra su expresión histórica en la iglesia. En realidad, al identificar Agustín el reino con la iglesia militante, lo que estaba diciendo es que el reino milenario de Dios había sido inaugurado con la primera venida de Cristo, hace dos milenios.

Los reformadores hicieron suyo el énfasis espiritual del reino de Agustín llevándolo al “corazón” del creyente. No obstante, los reformadores esperaban igualmente la manifestación visible de dicho reino con la segunda venida de Cristo al mundo.

En el llamado periodo moderno de la historia de la Iglesia, se han producido una serie variada de ideas que desarrollan las diversas líneas anteriormente mencionadas. Johannes Weiss y Albert Schweitzer hicieron frente a un fuerte liberalismo que intentó eliminar el elemento escatológico del reino predicado por Jesús, y el cual era su mero núcleo vital. Según Weiss y Schweitzer, el reino, para Jesús, era una realidad totalmente FUTURA, apocalíptica, que aparecería al final de la historia humana, mediante la acción poderosa y sobrenatural de Dios. Afirmaron que la idea de una presencia actual del reino era un invento de los autores de los evangelios y que no debía considerarse como auténtica enseñanza de Jesús. Su interpretación del reino es conocida como “escatología consistente” o “coherente”.

Para Harnack, el reino de Dios era el gobierno divino en “el corazón de los santos”. Para él, el reino es el poder que obra en el interior de la vida humana. Dobschütz, Muirhead, Wellhausen, y Sharman han insistido, del mismo modo, en sostener que la dimensión escatológica NO era esencial en la enseñanza de Jesús, o que francamente se trata de un agregado que sus primeros discípulos o la iglesia primitiva creyeron necesario hacer al mensaje. F.C.Grant también rechazó el factor futurista del reino, afirmando que éste debía entenderse solamente en términos de una “redención social”. A.B. Bruce y James Orr no toman en cuenta el factor futurista del reino, considerándolo más bien sólo simbólico, o “en el corazón de los hombres”, el cual produciría una transformación social radical a medida que aumentara el número de creyentes. Cuando todas las áreas de la vida y el pensamiento hayan sido penetradas y regeneradas mediante el poder del reino, entonces “éste habrá llegado”.

Rudolf Otto, en su libro ‘El Reino de Dios y el Hijo del Hombre’, ve el reino como una esperanza futura, pero que de alguna manera ya se ha presentado en la persona y ministerio de Jesús. W.G. Kümmel, igualmente opina que el reino de Dios es presente y también futuro. Emil Brunner sostiene que el fin último de la historia ya comenzó con la iglesia, pero que todavía tenemos que esperar su cumplimiento final en el futuro. R. N. Flew habla del reino como presente y futuro, así: “El reino ha venido en la persona de Jesús, sus bendiciones pueden gozarse ahora mediante a fe. Pero no ha venido del todo. La consumación final aún se tarda.” (Jesús y Su Iglesia, pág.32).

Ahora bien, la interpretación contemporánea más discutida es aquella del eminente teólogo inglés C.H.Dodd, y que se conoce como “escatología realizada”. Él la desarrolló en su libro “Las Parábolas del Reino”. El estudio hecho por Dodd de las parábolas de Jesús, y otros dichos colaterales, lo llevó a creer que, para nuestro Señor, el reino ya había venido. El futuro formaba parte, ahora, de la experiencia actual de los hombres. El absoluto ha penetrado la arena histórica. El supuesto Cristo Eterno ha entrado en el tiempo. Él mismo sería el cumplimiento de la esperanza escatológica. Su venida es la venida del reino de Dios. Su reino vino con él y, por tanto, no hay que esperarlo para mañana. El futuro se está realizando en la vida de Cristo y en la vida de su iglesia. Pero para ser justos, Dodd no presta mucha atención a los dichos de Jesús en cuanto a la venida aún futura del reino, y sólo se limita a darles a éstos un sentido meramente simbólico.

El Reino: Presente y Futuro

El aspecto del reino presente se encuentra en los textos de Marcos 4:3 ss. En donde el reino presente se compara con una semilla que se siembra en los corazones de los hombres en esta vida. En Marcos 12:34 Jesús le dice a un escriba: “no estás lejos del reino de Dios”. En Mateo 12:28 Jesús dice que: “El reino ciertamente ha llegado a vosotros” por el hecho de expulsar a los demonios de un ciego y sordo. En Mateo 13:44-46 Jesús habla del reino como un tesoro escondido en la tierra, que los hombres pueden descubrir ahora. En Lucas 17:20-21 Jesús declara que “el reino está entre vosotros”. Es decir, su presencia en la tierra es la presencia del reino de Dios.

Si bien es verdad que algunas declaraciones de Jesús muestran un reino presente en su ministerio, también es cierto que hay una dimensión futurista del mismo en otras de sus declaraciones. En primer término, 6 de las Bienaventuranzas sólo podrán cumplirse en el FUTURO (Mateo 5:4-9). En Mateo 25:31,34 Jesús habla de un reino que sólo se podrá heredar cuando él vuelva por segunda vez. En Mateo 26:29, durante la última cena, Jesús les dice a sus discípulos que anticipa el día cuando beberá con sus discípulos del fruto de la vid, en el reino de su Padre.

Aunque el apóstol Pablo no suele usar muy a menudo la palabra reino, las veces que lo hace lo hace dando a entender su carácter presente como futuro. En Romanos 4:17 el apóstol Pablo parece indicar que el reino puede ser vivido ahora entre los creyentes. En Colosenses 1:13 él igualmente parece indicar que de alguna manera el creyente está “ahora” trasladado al reino de Cristo. Pero Pablo no pasa por alto el aspecto futuro del reino, porque en 1 Corintios 6:9, 15:50; Gálatas 5:21; y 2 Timoteo 4:1,18; lo que tiene en mente es un reino en la tierra eminentemente FUTURISTA, que exige nuestra previa conversión y transformación física por la resurrección venidera. Estos textos tienen estrecha relación con la PARUSÍA o segunda venida de Cristo. En Hechos 14:22, Pablo recalca el hecho de que para entrar reino se requiere pasar por muchas tribulaciones.

El Reino y La Iglesia de Jesucristo

Agustín de Hipona creía que el reino de Dios era la iglesia militante. La tardanza de un reino literal hizo que ese ideal se viera reflejado en una sociedad, que llegó a conocerse con el nombre de “iglesia”. E. F. Scott , en su obra “El Reino de Dios en el nuevo Testamento”, página 170 dice: “Jesús había proclamado el reino, pero en su lugar se levantó la iglesia”. Lo que Jesús realmente hacía era buscar un nuevo pueblo a quien se le daría el reino.

El Reino de Dios y la iglesia son inseparables, pues a ésta Dios le ha prometido darle su reino (Lucas 12:32). La iglesia es la que recibirá el reino de Dios. Es el pueblo escogido que restaurará el reino davídico en la tierra. El reino está conformado por hombres santos (Judíos y Gentiles) convertidos por el evangelio de Cristo. A estos santos, de todas las épocas, podemos llamarlos como: “La Iglesia de Dios”, “El Cuerpo de Cristo”, “La Novia”, “Los Elegidos”, etc. La iglesia es la heredera del reino (Mateo 25:31,34). Jesús afirmó que el reino es algo que se puede VER y ENTRAR (Juan 3:3,5), y Pablo también dijo que “carne y sangre” (los mortales) no lo pueden heredar (1 Corintios 15:50). En cambio, uno puede ser parte de la iglesia siendo mortal. Esta es la gran diferencia sustancial entre el reino y la iglesia. Por otro lado, uno puede ser parte de la iglesia inmediatamente después del bautismo (Hechos 2:38,41); en cambio, para heredar el reino uno tiene que haber sufrido por Cristo y también haber crecido en la fe y el conocimiento del Señor. Y lo más importante aún es haber recibido la transformación física cuando Cristo regrese nuevamente a este mundo (ver 2 Pedro 1:8-11; Hechos 14:22; 1 Corintios 15:45-50). Aunque en la iglesia se admiten “niños espirituales” ( 1 Corintios 3:1-2) que deben crecer a la estatura de Cristo, en el reino sólo ingresan los “maduros espirituales”, aquellos que han llegado a la “perfección espiritual” (Efesios 4:12,13,15) (2 Pedro 1:3-11). Por otro lado, parece evidente que nuestro Señor consideraba que alguna forma de asociación y organización de carácter comunitario era esencial para a mejor promoción del reino. A lo largo de la historia de la Iglesia Cristiana, los teólogos de la iglesia han insistido en la íntima relación entre la iglesia y el reino. Pero hay, evidentemente, diferencias entre ellos con respecto a la naturaleza y a los alcances de esta relación. Pero en la medida que la iglesia está verdaderamente sometida al gobierno divino, puede decirse que es el reino de Dios. Pero el orden divino nunca logra realizarse del todo en este orden humano finito; por eso la Iglesia Cristiana espera la consumación final, cuando Dios perfeccione esa fraternidad humana centrada en Cristo. Entonces se podrá decir con plena seguridad que el reino de Dios habrá venido plenamente.

El Reino Futuro y Su Naturaleza Real

La Biblia nos habla del reino venidero, pero: ¿Cómo es su naturaleza? No se nos dice si habrá de presentarse como un reino terrenal, que será seguido por un reino celestial, o si hemos de esperar una acción decisiva y final, mediante el cual “cielo y tierra” serán cambiados según los propósitos de Dios. No obstante, sería necio negar que la Biblia sí presenta una naturaleza política y terrena del reino de Dios. El Antiguo Testamento está repleto de profecías que hablan de un reino que se establecerá en esta misma tierra. En la literatura judía, el reino se presenta de 3 formas posibles: 1). El reino producirá una transformación de los cielos y la tierra. 2). El reino será eterno en la tierra. 3). El reino es un orden temporal y terreno, que será seguido por un reino celestial y eterno.

En el Nuevo Testamento existen pasajes clarísimos que hablan de un reino terrenal. Jesús, por ejemplo, dijo: “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán a tierra” (Mateo 5:5, con referencia al Salmo 37:11). En otra ocasión les enseñó a sus discípulos a que oraran por la venida del reino a la tierra (Mateo 6:10). Ahora bien, de la Biblia entera se desprende que el reino tiene estos aspectos básicos y muy claros:

1.- Dado que el reino futuro tiene relación con la segunda venida de Cristo, su implantación estará acompañado por eventos visibles, sobrenaturales, y catastróficos (1 Tesalonicenses 4:15-17; Marcos 13:24-27).

2.- El actual orden de cosas será juzgado (2 Tesalonicenses 1:5-12; 2 pedro 3:4-10; Apocalipsis 19:11-16).

3.- Todos los que se oponen serán sometidos a Dios (Filipenses 2:9-10; 1 Corintios 15:20-23).

4.- Se cristalizarán todas las promesas hechas a los fieles de todos las épocas (Apocalipsis 21:3,4), las cuales incluyen:

a- El reino se establecerá en Jerusalén.

b- El Mesías tendrá su trono con sus apóstoles en Jerusalén

c- El reino será mundial y todos pueblos se someterán a Cristo y a su autoridad: Un solo gobierno.

d- Habrá paz, justicia, y desarme mundiales.

e- Los rebeldes e impíos serán destruidos.

f- Los elegidos recibirán el reino en la segunda venida de Cristo, cuando obtengan su inmortalidad.

g- El reino durará mil años.

h- No existirán pobres ni desamparados.

i- El diablo será atado junto con sus demonios para que no engañen a los pueblos.

j- Habrá sólo una religión y un solo gobernante mundial con la autoridad de Dios.

k- La vida será más larga y saludable.

l- No habrá explotadores ni explotados.

m- No habrá revueltas, ni protestas, ni descontentos populares.

n- Los que no quieran servir al Rey Cristo no les irá nada bien, y por tanto, optarán por él de buena gana. Preferirán las bendiciones que las maldiciones de Dios Padre.

Por tanto, sostener que el reino es sólo presente o futuro, es ignorar las mismísimas palabras de Jesucristo. Los eruditos, en su mayoría hoy, creen en un cumplimiento futuro del reino. No obstante, los amilenialistas (los que no creen en un reino personal y futuro de Cristo en la tierra por mil años), sean católicos o protestantes, sólo ven un reino presente en la iglesia militante.

Jean Hearing, en su estudio escatológico sobre “El Reino de Dios y su Venida”, escribe: “Jesús enseñaba que un germen invisible del reino de Dios existía desde el comienzo de su predicación; pero tal es su noción del reino, que ella exige una realización completa visible en el futuro mediante una transformación del orden cósmico.

El teólogo católico Karl Adam reconoce que: “Restringir lo fundamental de su mensaje a esta predicación moral, sería desconocer el contenido religioso, más precisamente, el carácter sobrenatural y escatológico del nuevo reino” (…) su venida está todavía en el futuro, y es preciso decir: Que tu reino venga.”

El Reino de Dios e Israel

El reino de Dios es un mensaje que todavía debe ser anunciado al mundo habitado. Jesús dijo que antes que el fin venga, el reino de Dios se habrá anunciado como testimonio a todas las naciones (Mateo 24:14). Este es un mensaje vivo y actual que el mundo debe oír. Cuando Cristo murió y resucitó al tercer día, todavía permaneció 40 días más entre sus discípulos, predicándoles más sobre la restauración del reino Israel (Hechos 1:3,6). Tómese nota de la pregunta de los apóstoles en el verso 6. Es obvio que esta pregunta apostólica se hizo como corolario a toda la enseñanza de Jesús. Aquí se deja notar que aún hay un reino judío por establecerse en la tierra. Es un reino eminentemente futuro, para la segunda venida de Cristo. Ahora bien, algunos teólogos amileanilistas sostienen que los discípulos no sabían lo que preguntaban, de que estaban errados y confundidos, y que no habían captado el mensaje de su Maestro correctamente. Pero me pregunto: ¿Fueron todos los discípulos de Jesús torpes para no entender el claro mensaje que Cristo les estaba inculcando? O, ¿Fue Jesús un mal maestro que no se sabía explicar? Pero lo cierto y curioso es que todos los discípulos le preguntaron lo mismo: “¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”. Por otro lado, Jesús no los corrige o reprende por semejante pregunta “inoportuna”. Él sólo les dice: “No os toca a vosotros saber os tiempos olas sazones que el Padre puso en su sola potestad.” En buena cuenta, la pregunta era válida y oportuna, pero la respuesta a dicha pregunta sólo el Padre la podía contestar. Está claro que aquí hay un reino que tiene que ver con Israel. Pero los amilenialistas dicen que éste es espiritual, es decir: el cuerpo místico de Cristo, su iglesia. Pero me pregunto nuevamente: ¿Tiene sentido que se le restaure a la iglesia, el reino? ¿Acaso alguna vez la Iglesia de Cristo perdió su reino? La iglesia pura y sin mácula NUNCA ha reinado en este mundo— ¡sólo la Iglesia falsa y apóstata!.

Aunque en cierto modo el reino vino con Cristo y sus exorcismos y curaciones milagrosas, lo cierto es que el reino se establecerá plenamente sólo cuando Cristo ate a Satanás y a sus demonios y los lance al abismo (Apocalipsis 20:1-4). Es por eso que es difícil pensar que el reino ya se estableció plenamente hace dos mil años, pues ello implicaría que Satanás ya estuvo encadenado en el abismo sin poder engañar a nadie (Apocalipsis 20:3). Pero: ¿Podría alguno pensar que este mundo es un mundo ideal reinado sólo y únicamente por el buen Cristo y su iglesia? Pero la verdad es que la drogadicción, las pestes, los hogares destruidos, los crímenes, las miserias, y mil males más, son señales de que aún Satanás reina libremente y tiene su maléfico accionar entre los hombres. O ¿Es que Jesús es un mal gobernante? ¡De ningún modo! Cuando Cristo reine, ¡el mundo gozará de justicia, paz, y amor verdaderos! (Isaías 9:6,7). Finalmente, si el reino se estableció en el 33 D.C como dicen los amilenialistas, ¿por qué Juan dice en el año 90 D.C, que “todo el mundo yace bajo el poder el maligno” (no “bajo el poder de Cristo”)? (1 Juan 5:19) ¿no debió estar atado el Diablo y sus demonios para ese entonces? Recuérdese que el reino se establece después de la atadura del Diablo (Apocalipsis 20:1-3). Es evidente que el Diablo no fue atado en el año 33 D.C ni en el 90 D.C, ni tampoco en este siglo XXI. Hay un reino que se establecerá aún en el futuro, y que conlleva la neutralización total del Diablo y sus demonios por un milenio, y el florecimiento de la paz y la justicia por todo el mundo habitado. Estos son algunos puntos que no se pueden pasar por alto obviamente. Desgraciadamente los llamados “Testigos de Jehová” si han pasado por alto estos aspectos señalados anteriormente.

Algunos Testimonios Interesantes

El carácter futurista el reino fue expresado por Padres y Apologistas de la fe. Ireneo (185 D.C, Obispo de Lyon), escribió: “…en su segunda venida les dará a los suyos un lugar en su reino.” (Contra las herejías). Clemente Romano (96 D.C, Segundo obispo de Roma) escribió en su segunda epístola, lo siguiente: “Si entonces hacemos lo que es justo a la vista de Dios, entraremos al reino, y recibiremos las promesas…esperemos cada día y cada hora el reino de Dios en amor y rectitud”. Ignacio (Obispo de Antioquia, siglo II) creyó que el viejo reino del mal sería destruido en la segunda venida de Cristo (Ign. Eph. 16:1). Hermas, un profeta de Roma (siglo II), tenía una clara visión futurista del reino y enfatizó en la conducta moral para entrar en él. (Herm. Sim. 9:16.2-4). Papías de Hierápolis (Siglo II) creyó que la esperanza para un reino milenario en la tierra era real. También Cerinto dice que después de la resurrección la casa real de Cristo estará en la tierra (Gayo de Roma, de la Historia de la Iglesia de Eusebio 3.28.2).

Por otro lado, es interesantísimo el testimonio del Apologista Justino Mártir (Siglo II). Él hace uso de la palabra reino frecuentemente en su Diálogo con el Judío Trypo, y en donde se registran los debates más frecuentes entre cristianos y judíos. Justino le asegura al judío Trypo que Cristo volverá al mundo para recompensar a sus seguidores, dándoles entrada en su reino milenario que se establecerá en Jerusalén (Diálogo 80). Además Justino le dijo a Trypo, que aquellos que enseñan sobre la supuesta partida al cielo de las supuestas “almas inmortales”, NO SON CRISTIANOS. Finalmente el movimiento Montanista tenía como una de sus características, la expectación de la inminente aparición del reino

Resumen

El Reino de Dios fue y es aún interpretado como un asunto presente y futuro. Desde el siglo II el reino tiene un carácter escatológico. Los autores cristianos del segundo Siglo son uniformemente FUTURISTAS. Y para algunos de ellos, dicho reino sería, además, TERRESTRE Y MILENIAL. Tal es el caso de Cerinto, Papías, Justino Mártir, Ireneo, y otros.

Es con Orígenes (185-254) que viene el cambio del uso común de la palabra reino por otro “espiritual” y “en el corazón de los hombres”. En cierto modo Orígenes fue influenciado por el pensamiento Gnóstico de la época que sostenía un reino en el alma. Se puede decir que él sentó las bases del pensamiento Agustiniano y de otros filósofos cristianos protestantes de los siglos venideros. Orígenes se alejó del pensamiento cristiano post apostólico del siglo II.

Ver también: www.elevangeliodelreino.org

LA PROMESA DE DIOS A ABRAHAM... SABE UD. DE QUE SE TRATA?

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

El propósito de este estudio es el de aclarar en lo que se basa el reino de Dios. Hay personas que han dicho que el reino de Dios es la iglesia (¿Cual de ellas?). O que el reino de Dios está en tu corazón. Estas ideas parecerán absurdas cuando usted entienda en lo que verdaderamente está basado el reino de Dios. Preste atención especial a las palabras claves como “promesa” y “herencia.” El concepto empieza con las promesas que Dios le hizo a Abraham en Génesis 12:3, Génesis 13:14-15 & Génesis 17:7-8. Estas promesas también fueron hechas a Isaac (Génesis 26:4) y a Jacob (Génesis 28:14) los cuales son el hijo y el nieto de Abraham. Estos tres también son conocidos como los patriarcas.

Génesis 12:3 “Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.”

Esto es una referencia al Mesías (Jesús). Dios le prometió a Abraham que a través de su descendencia vendría alguien por el cual el mundo sería bendecido (salvo). Pablo lo confirma en Hechos 3:25-26:

“Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. A vosotros primeramente, Dios habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese.”

La segunda promesa tiene que ver con la tierra. Las familias que serán bendecidas son las familias de la tierra. Y es en la tierra que las familias serán bendecidas. Dios específicamente le promete a Abraham la tierra (o nación, como se le refiere en algunos casos) como su herencia.

Génesis 13:14-15: “Y Jehová dijo a Abraham: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre.”

Génesis 17:7-8: “Y estableceré mi pacto entre mí y tu, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, en pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti la tierra que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.”

El Mesías vino a confirmar y a proclamar las promesas hechas a Abraham, Isaac y a Jacob. Esta es la razón por la cual Jesús vino. Como consecuencia de su muerte nuestros pecados son perdonados (somos bendecidos), y a través de su gobierno como nuestro rey en la tierra (La segunda venida de Jesús), Abraham y sus descendientes (los resucitados en Cristo) heredarán la tierra como su heredad perpetua.

Romanos 15:8: “Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para CONFIRMAR las promesas hechas a los padres.”

¿Qué promesa? Que Abraham y sus descendientes serían herederos del mundo.

Romanos 4:13: “Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la PROMESA de que sería HEREDERO DEL MUNDO, sino por la justicia de la fe.”

Qué vino a proclamar Jesús? El reino de Dios.

Lucas 4:43: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado.”

Como pueden ver, Jesús vino a confirmar las promesas que Dios hizo a Abraham y a proclamar el reino de Dios, Jesús está proclamando lo que vino a confirmar.

1 Corintios 6:9: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?”

A Abraham se le prometió que él heredaría el mundo. En el versículo arriba dice que los injustos no heredarán el reino de Dios. La palabra clave es “heredar.” Heredar el reino de Dios es heredar el mundo. El reino de Dios es el mundo bajo el gobierno de Dios a través de Su Mesías, Jesús.

El reino de Dios = Las promesas que Dios le hizo a los patriarcas.

Entrada al reino de Dios es la meta cristiana. Este es el galardón que Dios le ha prometido a los seguidores de Cristo. Gálatas 3:29:

“Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.”¿Que promesa? Que Abraham y su descendencia serían herederos del mundo.

Romanos 4:13: “Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe.”

Se supone que nosotros heredemos el mundo junto a Abraham. Por nuestra fe en Cristo estamos considerados descendientes de Abraham y herederos de la misma promesa. Con Cristo como nuestro rey, reinaremos en la tierra. Apocalipsis 20:4 dice:

“Y vivieron y reinaron con Cristo por mil años.”

¿Dónde reinaremos con Cristo? Apocalipsis 5:10 nos dice la respuesta:

“Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”

El reino de Dios es el tema de la Biblia entera. Empezó con las promesas que Dios le hizo a Abraham. Cada profeta ha tenido que decir algo de este tema. Dios a través de los profetas añadió mas detalles hasta que Jesús llegó para confirmar y proclamar el reino de Dios, no solamente a los judíos, sino al mundo entero (bendiciones, Génesis 12:3). Abraham y sus descendientes nunca han poseído el mundo. Ellos todos murieron en fe (Hebreos 11:13), por eso es que habrá una resurrección, para que las promesas de Dios sean cumplidas. ¿Cuándo sucederá la resurrección? En los últimos días de este siglo, en la venida de la nueva era (que se inaugurará en el regreso de Jesús). Es aquí cuando Abraham y sus descendientes serán herederos del mundo.

Lucas 20:35: “Mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos.”

Juan 11:23-24: “ Jesús le dijo: ‘Tu hermano resucitará.’ Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.”

Resumen – La historia del hombre y la mujer empezó en la tierra con Adán y Eva. Ellos la corrompieron por su desobediencia a Dios. El mensaje del reino de Dios empieza en Génesis y termina en el Apocalipsis. Es el plan de Dios de salvación para la raza humana devolviendo al hombre y a la tierra a su condición original. En las páginas 15 y 24 de la Nueva Biblia Americana verán un resumen excelente:

“El plan de salvación pronosticado por los autores sagrados, detallado y explicado por ellos, es hallado como la verdadera palabra de Dios en los libros del Antiguo Testamento. El propósito principal en el cual el antiguo pacto fue dirigido fue para preparar para la venida de Cristo, el redentor de todos y el del reino mesiánico, para anunciar esta venida mediante la profecía.

Otro tema importante en predicación profética es el mesianismo. Dios castiga la infidelidad a Su pacto. Israel ha sido humillada por sus pecados. Pero en alguna fecha futura el reino de Dios en la tierra será restaurado. El vicegerente de Dios, el Mesías, ungido de una dignidad majestuosa, reinará en ese reino. Usted debe de prestar atención a esta expectación mesiánica en la literatura hebrea. Esto es necesario para entender la literatura del Nuevo Testamento, la cual ve el cumplimiento de esta profecía mesiánica en Jesús de Nazaret. En otras palabras, el movimiento del Nuevo Testamento es el cumplimiento de la Biblia hebrea. Jesús de Nazaret proclama que él es el Mesías prometido (ungido) rey venidero, para estabilizar el reino (reinar, gobernar) de Dios, por el cual el Antiguo Testamento predico.”

Así que ¿Por qué hay personas que piensan que nuestro premio es el cielo? Esta idea vino a través de la influencia de la filosofía griega sobre la iglesia primitiva del segundo, tercer y cuarto siglo. Existe un documento mencionado al final, que trata específicamente con la muerte.

Una vez que usted entienda en lo que está basado el reino de Dios (las promesas hechas a los patriarcas), entonces usted verá fácilmente el error en creer que el reino de Dios es la iglesia, o que está en su corazón. Este documento es el principio de la enseñanza más importante del mundo. Hay muchos versículos para estudiar y muchos más para aprender acerca de la enseñanza más importante de Jesús.

EL EVANGELIO DE LA AVARICIA

Por Ruth Padilla DeBorst

El amor a las riquezas sigue siendo, como siempre lo ha sido, el principio de todos los males.«¿Alguno de los presentes es pobre? ¡Seguramente que no! Somos hijos del Rey de toda riqueza. ¿“Pero yo soy pobre”, me dices? Entonces, en el nombre de Jesús, desecha todo pecado. ¡Reclama la bendición que Dios tiene reservada para ti y prosperarás!»
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Domingo tras domingo, en mega iglesias, a lo largo y ancho de América Latina, cientos de cristianos escuchan arengas similares a esta. Día tras día, durante la semana, programas de radio, televisión y difusiones por la Internet bombardean a los creyentes con la teología del «declara y reclama». Las posturas que se fomentan son las de desear, alcanzar, recibir y acumular.

La renuncia, la sencillez, la negación a uno mismo, la entrega y el compartir son todas cualidades esenciales en la comunidad del Rey. Una se siente obligada a preguntar: ¿En estas congregaciones, alguna vez se desafía a los creyentes a tomar su cruz y seguir a Jesús, quien entregó todo lo que era y poseía, quien renunció a sus privilegios divinos para reconciliar a la Creación con su Creador y a las personas las unas con las otras? La renuncia, la sencillez, la negación a uno mismo, la entrega y el compartir son todas cualidades esenciales en la comunidad del Rey, pero aparentemente no encuentran cabida en el evangelio de la avaricia.
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Semillas de bendición
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Al igual que los líderes Africanos que retrata mi colega Asamoah-Gyadu, los cuales no muestran consideración alguna por el contexto, ya sea histórico o textual. Los apóstoles de la prosperidad blanden pasajes bíblicos para legitimar su autoridad y construir una estructura religiosa para los ídolos de nuestro tiempo. Uno de los pasajes que más aman torcer es 2 Corintios 9.6: «el que siembra escasamente, escasamente también segará; y el que siembra abundantemente, abundantemente también segará».

En las «maratones de prosperidad» que se transmiten al aire, convencen a los creyentes —con palabras y música— a dar no solamente diezmos y generosas ofrendas, sino también joyas, autos y títulos de propiedad. Estas ofrendas son las «semillas» de la autorrealización, de un futuro mejor. Son los sellos de los acuerdos económicos pactados con Dios. Al ofrecerlas en fe se convierten en el medio para comprar la sobreabundante cosecha de bendición del Señor. No mencionan para nada el hecho de que en el texto Pablo está animando a los cristianos de Corinto a ser generosos en «buenas obras», no en ofrendas monetarias (v. 8), ni tampoco que deben fijar los ojos en la necesidad de ser generosos no hacia sí mismos, sino hacia los necesitados en Jerusalén (v. 13). Tampoco enseñan que el uso de las riquezas debe ser considerado como una liturgia, un ministerio, un servicio público (v. 12) ni que deben participar activamente en una economía de suficiencia y justicia para todos, no en una de acumulación y desigualdad (vv. 8.13–15).
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¿Buenas Nuevas para nadie, o para todos?

La legitimación religiosa de la búsqueda de la prosperidad, tal como lamenta Asamoah-Gyadu, deja poco espacio para los pobres. Me temo, sin embargo, que ni siquiera aquellos que están progresando, en África, América Latina o cualquier otro lugar, hallarán verdaderas buenas nuevas en la teología de la prosperidad, ¡aun cuando se apeguen a estilos de adoración «apasionados y exuberantes»! En verdad, una ética cristiana personal y comunitaria que rescata a las personas de prácticas destructivas es liberadora: libera tanto a las personas como sus recursos, incluyendo los económicos, para servir a otros.

Sin duda, las instrucciones económicas que Dios establece para su pueblo, en el desierto, bajo el imperialismo romano y en nuestros tiempos no son de penurias. Nuestro Dios creador es Dios de abundancia, diversidad, belleza y vida. Asamoah-Gyadu correctamente afirma que la Biblia no glorifica la pobreza. No obstante, me pregunto si, en un contexto en el cual la riqueza ha sido deificada, conseguiríamos afirmar con toda confianza que las Buenas Nuevas del reino de Dios no son un evangelio de pobreza. Permítame aclarar: No estoy a favor de una pobreza de necesidad y penurias, sino de la pobreza por la renuncia. Inmersos en una cultura de gastos y derroches innecesarios, un sistema de sobreproducción y obsolescencia planificada —un contexto en el que las personas son valoradas o descartadas según sus pertenencias materiales— y a la luz de las falsas enseñanzas y el descarado desprecio por los valores del reino de Dios y su justicia, actuaríamos bien en buscar un cambio con la prosperidad y prestar atención a otro santo, Francisco de Asís.

En un acto radical para seguir a Jesús, este joven procedente del burgo italiano se despojó de sus riquezas y vivió entre los pobres y leprosos para compartir con ellos las Buenas Nuevas del amor de Dios por ellos. Quizás, al igual que Francisco, deberíamos considerar con más seriedad el ejemplo de otro maestro pobre, y además itinerante, nuestro Señor Jesucristo, «que siendo rico; sin embargo, por amor a ustedes se hizo pobre, para que por medio de Su pobreza ustedes llegaran a ser ricos» (2Co 8.9). Quizás, cuando lo contemplemos, lograremos descubrir y, gozosamente, celebrar las Buenas Nuevas, la abundante riqueza de bienes y vidas compartidas, y relaciones restauradas con nuestro creador y todos nuestros prójimos.
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Según la autora, ¿qué cualidades de la comunidad del Rey ignora el evangelio de la avaricia?
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En América Latina, ¿qué pretenden los autodenominados «apóstoles» y «profetas»?
¿Cuál es el perfil de los «apóstoles de la prosperidad»?
¿Cuál es el riesgo de ese perfil?, ¿qué realmente preocupa en ellos?
¿Cual sería una interpretación con una exégesis responsable de 1 Corintios 9.6?
¿De qué, realmente, es capaz de rescatarnos una ética cristiana comunitaria?
¿La ética comunitaria que sigue su iglesia ha provisto para ese rescate?
¿Cuál es la propuesta de la autora ante las falsas enseñanzas de la teología de la avaricia?
¿Cuál propuesta ofrecería usted o su comunidad de fe ante esas falsas enseñanzas?, ¿cómo conseguiría su iglesia impedir que se infiltren en su propio seno?

Lic. Wolfgang Streich
Asunción – Paraguay
Tel: (0981) 480 779
(0971) 316 800

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“Tres cosas no vuelven para atrás: Una flecha lanzada, una palabra pronunciada y una oportunidad perdida”

Preguntas para estudiar en grupo

Los «apóstoles» de la prosperidad
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En África, el sello de aprobación al deseo, la avaricia y el consumismo lo otorgan obispos y arzobispos neopentecostales. En América Latina los predicadores de la prosperidad tienden a publicitarse como «apóstoles» y «profetas». Asociados en redes, consejos y alianzas, se nombran entre ellos y se autorizan los unos a los otros, con unción del Señor, a autoproclamarse como pioneros de la bendita reforma apostólica que transformará nuestro continente. Son los emisarios escogidos de Dios para declarar y reclamar prosperidad y bienestar económico a individuos, familias y, aun, naciones enteras.Los apóstoles de la prosperidad blanden pasajes bíblicos para legitimar su autoridad y construir una estructura religiosa para los ídolos de nuestro tiempo. El poder, el éxito, la riqueza y la salud se presentan en un paquete tan herméticamente amarrado que no queda espacio para las dudas, el dolor o el sufrimiento, la preocupación por la justicia o la conciencia de las necesidades del prójimo. Los autoproclamados apóstoles no rinden cuentas a nadie en cuestiones de finanzas, ética o teología. Estos «santos» varones —sí, todos ellos son del sexo masculino— visten, conducen y viven según las señales de éxito que describe el libro de reglas de las sociedades de consumo. De manera arrogante testifican del favor de Dios sobre sus vidas y establecen metas para sus seguidores que, se espera, disfruten vicariamente y se enorgullezcan de los símbolos de éxito que despliegan.

Y LA LUNA EN SANGRE

Por Jack Kinsella
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(Traducción Google)

La Carta Omega

El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes del día grande y terrible del Señor venga. “(Joel 2:31)

A lo largo de la historia, la energía solar y eclipses lunares se han tomado como un signo de la Deidad. En 585 aC, un eclipse solar oscureció el campo de batalla durante una batalla campal entre los medos y lidios en guerra. En la desaparición del sol, las dos partes depuesto las armas y declaró una tregua.

Los antiguos chinos creían que era el signo de un dragón que se había tragado al sol. Ellos creían que el dragón tenía que ser asesinado para evitar que el fin del mundo. Así, cada eclipse, que se la suda, rezando para que el que se enfrenta al dragón prevalecería. Los astrónomos de la antigüedad de China se encargaban de predecir cuando el dragón se llegaría a tragar el sol – un tiempo dominado por los rituales de tambores y cantos. El emperador dependía de la antelación con el fin de enviar a sus arqueros para ahuyentar a los dragones de sol para tragar.

Los dragones desempeñado un papel similar en la explicación de los eclipses en la antigua India e Indonesia. Los antiguos astrólogos eran muy buenos para predecir los eclipses. Además de los chinos, los Reyes Magos de Mesopotamia llevaban registros muy detallados y tanto los griegos y los romanos tenían sistemas astrológicos similares incorporados a sus religiones.

Hubo un eclipse total de Luna antes de Navidad. Fue el primer eclipse lunar total en casi tres años. Fue el primer eclipse lunar total que se produzca en el solsticio de invierno (diciembre 21) desde 1638 y el segundo desde la época de Cristo.

Además, el 21 de diciembre eclipse fue inusualmente rojo, debido a la erupción del Monte Merapi en Indonesia a finales de octubre. Menos de dos semanas más tarde y sólo cuatro días en 2011, un eclipse solar parcial oscureció los cielos de Europa, África del Norte y Asia occidental.

En casi todos los años, un eclipse solar es visible desde algún lugar en la tierra dos veces al año, con un eclipse lunar, que corresponde a un par de semanas más tarde.
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Este año habrá cuatro solares y dos eclipses lunares – el 4 de enero, otro eclipse solar el 1 de junio un eclipse lunar el 15 de junio un eclipse solar el 1 de julio otro solar el 25 de noviembre y un eclipse lunar el 10 de diciembre.

Marca Blitz, el pastor de Ministerios El Shaddai en Bonner Lake, Washington, señaló el patrón inusual de la Luna y la actividad de eclipse solar que incluía una rara “tétrada” que se producirá en 2014. Un “tétrada” es el nombre que la NASA asigna a la ocurrencia de cuatro eclipses lunares consecutivos, un evento tan raro, pero que será la 8 ª edición desde la época de Cristo. El año 2014-2015 se superponen en un año sabático judío. Por último, Blitz señaló que se producirá en las fiestas de la Pascua judía y Sucot en 2014 y nuevamente en 2015.

siga leyendo en…

http://juicios.wordpress.com/2011/01/12/y-la-luna-en-sangre/

domingo, 9 de enero de 2011

Mujer dolida por traición dedica canción a pareja Testigo de Jehová, Wilfredo Rivera...

Esposa dolida dedica canción a esposo Testigo de Jehová, Wilfredo Rivera, por infiel

viernes, 7 de enero de 2011

ME CONDENARE POR NO CREER EN UN MISTERIO COMO EL DE LA TRINIDAD?

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)
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Fe y Razón
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¿Es justo que se le imponga a alguno una doctrina supuestamente cristiana como es la Trinidad cuando ésta no fue formulada y creída como tal sino recién en el siglo IV después de Cristo? ¿Es posible que alguno pueda creer en algo que no le encuentra sentido o que simplemente no logra entender por sus inconsistencias o contradicciones? Nadie puede ser obligado a creer en algo que no comprende, pues es imposible hacerlo. Ahora bien, ¿por qué es que a mí no se me hace fácil creer en un Dios invisible? Simplemente porque su existencia me parece perfectamente razonable, viable y necesaria. El apóstol Pablo hace una reflexión que me parece que es muy simple pero a la vez muy oportuna y muy lógica. El dice: “Porque toda casa es construida por alguno, pero el que hizo todas las cosas es Dios” (Heb. 3:4). Este razonamiento del escritor de Hebreos nos sirve para la reflexión y para aceptar confiadamente de que hay un Dios que hizo todo el universo. De modo que es a través de esta simple inferencia lógica que cualquier hombre sensato puede llegar a aceptar la existencia de un Dios Supremo y Todopoderoso que creó todo. De allí que los ateos y los agnósticos son culpables por su terquedad, porque no quieren aceptar este simple razonamiento lógico. Dios dice: “Goteará como la lluvia mi doctrina; destilará como el rocío mi razonamiento; como la llovizna sobre la grama, Y como las gotas sobre la hierba” (Deut. 32:2). Así que las doctrinas de Dios van de la mano con la razón, pero si hay algunas que carecen de ella, es decir, que no son razonables, no son doctrinas de Dios. Estoy convencido de que toda doctrina de Dios es siempre razonable y comprensible para el hombre entendido. ¿Pero podemos decir lo mismo de la doctrina de la Trinidad? Si fuera tan clara, ¿por qué siempre está en el debate? Claro que las otras perspectivas sobre Dios están también en el debate erudito, pero para mí, la doctrina de la Trinidad es la que más presenta incoherencias y la que más provoca disputas y formulaciones enmarañadas. Y si por decir esto mis detractores me llaman “hereje” o “apóstata”, entonces lo siento por ellos. Tal vez ellos tengan la suficiente inteligencia y entendimiento divinos para asimilar la Trinidad, pero yo, francamente, no tengo esas habilidades.
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Jesús no creyó en la Trinidad
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Si la Trinidad es una doctrina fundamental del cristianismo, ¿por qué no la definieron claramente Jesús y sus apóstoles? ¿Por qué tuvo que esperarse hasta el concilio de Constantinopla en el siglo IV para que los obispos de la iglesia la definieran tal como la conocemos hoy? ¿Y nos hemos puesto a meditar en todo ese léxico erudito, en todas esas formulaciones y elucubraciones intrincadas que suelen emplear los teólogos trinitarios para explicar dicha doctrina y que nos resulta en un verdadero rompecabezas? ¿Pero puede alguno esperar que personas de poca educación puedan entender o creer de todo corazón en la doctrina de la Trinidad cuando escuchan toda esa fútil verborrea erudita? ¡Francamente no lo creo!
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El Señor Jesucristo dio mucha importancia al entendimiento que procede de la razón, pues sin una comprensión cabal de una exposición no se puede aceptar cualquier doctrina o enseñanza. ¡Pero Jesús sí era un Maestro con pleno conocimiento de las cosas! El evangelista Lucas nos dice del entendimiento de Jesús, así: “Y todos los que le oían, se pasmaban de su entendimiento y de sus respuestas (Lucas 2:47). Ahora bien, ¿Tuvo Jesús pleno entendimiento de la doctrina de la Trinidad? ¿Qué pensó él de sí mismo y de su relación con Su Padre? ¿Creyó él que era igual que Su Padre, o que era el Segundo Dios Todopoderoso y eterno, digno también de adoración? Las evidencias bíblicas parecen descartar tal posibilidad. Jesús mismo fue muy simple y claro cuando dijo: “El Padre mayor es que yo” (Juan 14:28). Si esto no es claro para usted, entonces no sé qué otras palabras pudo haber pronunciado Jesús para aclarar la superioridad de Su Padre frente a él. Sin embargo, los Trinitarios nos dicen que Jesús en este pasaje simplemente hablaba como un hombre, y que fue por eso que él dijo que Su Padre es mayor que él. Pero este razonamiento es falaz a todas luces porque es evidente que todo hombre es inferior o menor que Dios, y nunca iguales. Así que tal argumentación es tonta e inútil. Es como si yo dijera: ¿Saben?, ¡Dios es mayor que yo!”…¿y qué nuevo estaría diciendo? ¡Nada!, pues siempre el hombre es menor que Dios. Recuerde que Jesús quiso que sus seguidores le entendieran bien, y para ello él hizo uso de parábolas, recurriendo a situaciones y experiencias comunes de la vida diaria de los hombres para explicarse mejor. El se cuidó de que sus discípulos no le malentendieran cuando les enseñaba (Mat. 15:16). También es oportuno recordar que él nunca empleó un lenguaje erudito e intrincado para que la gente entendiera sus doctrinas. Eso está bien para los teólogos teóricos que gustan de romperse el cerebro elucubrando e especulando sobre lo que no pueden entender, influenciados por la metodología de la filosofía Griega.
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En una ocasión Jesús dijo algo que desafía a todos los que estudiamos la doctrina de su supuesta deidad, y que nos induce indefectiblemente a creer que la Trinidad no era parte de su creencia o fe. En Juan 17:3 Jesús tajantemente rechazó ser el único Dios verdadero, cuando dijo: “Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú has enviado”. Aquí Jesús dice que el Padre es el único Dios verdadero, y luego él se presenta como el enviado de ese único Dios verdadero. Así que con esta enseñanza simple él se excluye automáticamente de la única Deidad bíblica que es Su Padre. ¿Pero por qué no le creen los Trinitarios a Jesucristo? ¿Por qué insisten en considerarlo Dios verdadero de Dios verdadero? ¿Es que acá también Jesús hablaba como hombre? ¿Acaso debemos intuir por nosotros mismos cuándo Jesús hablaba como hombre y cuándo como Dios para interpretar sus palabras? ¡No lo creo! Para mí, esa excusa de que Jesús “hablaba como hombre” en Juan 14:28, Juan 17:3 y en otros textos semejantes que lo humanizan y lo colocan por debajo del Padre, no tiene cabida en mi mente. A mí me parece que en todos estos textos bíblicos que incomodan a los Trinitarios, Binitarios, y a los Modalistas, nos brindan una enseñanza clara y simple de quién es Dios, y que hasta un niño de 5 años fácilmente la puede entender, y esa es que sólo hay UN Dios verdadero que es el Padre, y un Señor Jesucristo que es Su Hijo, Su enviado, pero no un Dios verdadero.
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Yo estoy convencido de que muchos textos esgrimidos por los Trinitarios pueden perfectamente ser refutados por los Unitarios con las mismas Escrituras. En mi folleto sobre la Trinidad yo he hecho un análisis de la mayoría de aquellos textos “difíciles” exhibidos por los Trinitarios y los he explicado “sencillamente” y sin muchas elucubraciones eruditas.
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Afinando el Entendimiento
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El apóstol Pablo le dice a Timoteo, lo siguiente: “Considera lo que digo; y el Señor te dé entendimiento en todo” (2 Timoteo 2:7). Sí, Pablo deseó que Timoteo adquiriera entendimiento en todo, ¿pero hubiera entendido el joven Timoteo la doctrina de la Trinidad si se la hubieran predicado tal como se la presenta hoy en las iglesias por los eruditos bíblicos? ¿Hubiera sido él realmente un Trinitario y no un Unitario como todo buen descendiente de Judío? Recordemos que para Pablo, Dios no es un Dios de confusión, sino de orden. No obstante, para este humilde servidor, el “Dios Trino” es un Dios confuso que no se le puede definir apropiadamente y que genera inevitablemente un gran dilema para los mismos cristianos, y más aún, para los judíos y musulmanes monoteístas por igual. No creo que Pablo hubiese sido un Trinitario cuando claramente él mismo les dijo a los corintios, lo siguiente: “Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. 5 Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), 6 para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él (1 Cor. 8:4-6). Si para Pablo el único Dios es el Padre, y nadie más, ¿podría él acaso haber creído en la Santísima Trinidad? ¿Qué piensan ustedes? La convicción de Pablo sobre Jesucristo fue clara: El Señor Jesucristo es un hombre que es Mediador entre Dios y los hombres (1 Tim 2:5). Si Para Pablo el Señor Jesús era el Mediador entre Dios y los hombres, entonces él no pudo haber creído que Jesús era Dios Todopoderoso. Además, Pablo sabía que el mismo Señor Jesucristo tenía su cabeza, y que ésta era Su Padre Dios. Así les dice a los corintios: “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. Por tanto, considerando todas estas claras evidencias bíblicas, mal haríamos en afirmar que Pablo era un binitario o un Trinitario confeso. Por si acaso, hay muchos otros pasajes paulinos en donde claramente se puede deducir que Pablo nunca hubiera sido un Trinitario si él viviera hoy entre nosotros (ver también Efe 4:6; Rom. 15:6;1 Cor. 3:23;1 Cor. 15:28; 2 Cor. 1:3; 2 Cor. 3:4; 2 Cor. 11:31; Gál. 3:20; Efe. 1:3; Efe. 1:17; Efe. 4:6; Fil. 2:6; Col. 1:3; 1 Tim. 1:17; etc).
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Por otro lado, ¿cómo puedo aceptar que nuestro Señor sea la Segunda Persona de la Trinidad en el cielo cuando lo vemos en el cielo recibiendo revelaciones de Su Padre? ¿Cómo puede un “Dios Hijo omnisciente” recibir revelaciones de Dios Padre de cosas que él ignoraba estando ya en el cielo mismo? (Ver. Apo. 1:1) ¿Y cómo puede un Dios Hijo, la supuestamente Segunda Persona de la Trinidad, llamar al Dios Padre como “Mi Dios” 4 veces en Apocalipsis 3:12 si él es Dios como Su Padre? ¿Puede un Dios verdadero tener Su Dios verdadero? ¿Tiene esto sentido para alguno de ustedes? ¡Para mí, no! Así que no me tilden de hereje por rechazar la Trinidad sabiendo que tengo mis buenas razones para ello. Pero aclaro que el hecho de que yo me confiese unitario no me convierte automáticamente en arriano. Yo no soy arriano, y no lo seré nunca.
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La Importancia de la creencia correcta
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Cuando Jesús tuvo una entrevista con un escriba, éste le pregunta: “¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle”.
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En este pasaje, un escriba (un copista de las Sagradas Escrituras y también el doctor e intérprete de la ley), que estaba muy consciente de la shema (Deut 6:4) le pregunta a Jesús cuál es el principal mandamiento de todos y Jesús le responde que el principal mandamiento es: “Oye, Israel; el Señor, nuestro Dios, el Señor uno (echad) es”…Con esto el escriba le replicó al Señor diciéndole que él ha hablado con verdad de que uno (echad) es Dios, y entonces Jesús viendo que el escriba le respondió sabiamente, le dijo que no estaba lejos del reino de Dios. ¿Qué podía significar uno (echad) para el escriba y para Jesús? ¿Acaso un Dios Trino? No, pues el shema dice: El Señor (singular) nuestro Dios, El Señor (singular) uno (echad) es”. Nótese que no dice: “Los Señores, nuestro Dios (compuesto), los Señores uno es”. Este asunto es importante, porque para entrar al reino de Dios, que equivale a obtener la salvación, es necesario tener un concepto preciso de cuál es el Dios a quien debemos amar, servir y adorar. Para Jesús, se está en el sendero del reino de Dios cuando creemos en que sólo hay una Persona en la Deidad.
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Hay que seguir el consejo de Pablo que dice: “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo (Fil. 1.9)”. Aquí Pablo desea que aprobemos lo mejor en ciencia y en conocimiento para presentarnos irreprensibles en el día de Cristo. Pero alguien puede aprobar una doctrina que finalmente es incomprensible y un misterio absoluto? Debemos tener un conocimiento de las cosas para no vivir engañados. La verdad hace libres a los hombres, no las especulaciones y las divagaciones teológicas. Jesús, dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las hayas revelado á los niños” (Mateo 11:25). Sí, amigos trinitarios, aunque parezca increíble, Dios reveló a los niños Su verdad, y las escondió de los llamados sabios y entendidos de este mundo, de aquellos que se precian de ser eruditos y doctos en las letras y en las ciencias. Así que difícilmente Dios se hubiera revelado a los niños de mente y corazón con intrincadas elucubraciones filosóficas para darse a conocer a ellos. ¿Qué es más fácil para un niño creer, que Dios es uno solo llamado el Padre, o que Dios es Tres “Personas-Dioses” diferentes que comparten una misma esencia? Sin duda alguna, la primera propuesta. Si para un adulto la propuesta Trinitaria es intrincada, ¿cómo no lo será para un niño?
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Lo que verdaderamente significa la vida eterna
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Jesús fue bien claro al decir que la vida eterna se obtiene conociendo a dos personas diferentes: a Dios el Padre como el único Dios verdadero, y a Jesucristo, el Hijo, como Su enviado (Véase Juan 17:3). En realidad Jesús estaba recordando y reafirmando la Shema de los Judíos, de que Dios es UNO solo, el Padre. Y si uno acepta esta verdad suprema, entonces uno está andando en el sendero que lleva a la vida eterna. Por eso Santiago dijo: “Tú crees que Dios es uno; bien haces: también los demonios creen, y tiemblan” (Santiago 1:9). Para Santiago, el creer que Dios es uno solo es proceder bien, ¿pero qué sucede cuando alguien dice que Dios es Tres Personas en una? Pues, ¡mal hace!— ¡Así de simple es la cosa!
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Termino diciendo que no hay ningún pasaje bíblico que nos diga que rechazar la doctrina de la Trinidad nos traerá la condenación eterna. Esa creencia la inventaron los trinitarios fanáticos que nos quieren hacer creer lo que no se puede entender. Personalmente nunca podré aceptar lo que no entiendo cabalmente. Es necesario que lo que uno recibe como doctrina sea razonable, entendible, y lógica, de lo contrario será una fe débil y vulnerable a los ataques de los adversarios.
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