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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

miércoles, 10 de febrero de 2010

EL PRESENTE REINADO DEL DIABLO VS EL REINADO FUTURO DE CRISTO


Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

Una de las verdades que nos revelan las Escrituras es que el Satanás es el “dios de este mundo” (2 Corintios 4:4), y que “todo el mundo yace bajo el poder del maligno” (1 Juan 5:19). De otro lado, Dios busca que los hombres sean trasladados del reino de las tinieblas al reino de su amado Hijo (Colosenses 1:13).

Sin duda, Satanás el diablo no sólo existe, sino que controla a sus huestes demoníacas y humanas de maldad. Jesús acusó a los Fariseos de ser “hijos del diablo” porque hacían la voluntad de Satanás (Juan 8:44). Es decir, se habían convertido en descendencia del diablo, y en sus instrumentos de maldad para desacreditar y eliminar al Hijo de Dios.

Del mismo modo, el diablo utiliza a hombres incrédulos y malvados para perseguir a los hijos de la luz y matarlos. El mundo impío se opone a todos aquellos que predican la verdad y la luz, y por eso muchos cristianos tienen serios problemas para convertir a los perdidos, y más bien, se convierten en víctimas de sus opositores. No es de extrañar que el mundo odie la luz y ame a las tinieblas, porque sus obras son malas (Juan 3:19).

Así que el diablo es un enemigo real del hombre, y él sigue siendo el “dios de este mundo”. Esto parecería extraño para aquellos que afirman que Dios es el Soberano del Universo y nadie más. Sin embargo, dentro de Su soberanía, Dios ha permitido que el Diablo tenga su participación malvada en este mundo para que seamos probados y hacernos dignos de su reino. En su soberanía, sin embargo, Dios no permitirá que seamos tentados más allá de lo que podamos aguantar. De modo que la soberanía de Dios se hace manifiesta en que Él no permitirá que el enemigo nos oprima de tal manera que ya no podamos vencerle. Además, Dios está siempre de nuestro lado, no sólo para darnos fuerza en la debilidad, sino para evitar que éste nos mate.

Sólo siguiendo a Jesús escaparemos de las Tinieblas

Jesús dijo: Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida”. Sí, amigos, sólo caminando con Cristo podemos escapar de las tinieblas Satánicas. Pero el mundo no percibe esto porque el diablo ha cegado el entendimiento de los incrédulos para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria (que es otra palabra para ‘reino’) de Cristo. Sí, el mundo ha sido entenebrecido para que el mensaje del reino futuro de Cristo no les amanezca y no lo entiendan para ser salvos. El diablo ha sido muy hábil para confundir al mundo con mensajes o doctrinas de demonios que distraen la atención de los incrédulos para que no crean en el evangelio del reino de Cristo. Y es que el reino de Cristo no es un “reinado de Cristo en el corazón de los hombres” como sostienen los más de los evangélicos, sino un gobierno literal y mundial encabezado por Cristo y su iglesia y que depondrá al diablo de su trono y dominio actual sobre este mundo malo. Aquí se trata de una futura revolución mundial cuyos protagonistas serán Cristo y Satanás.

Sabiendo Satanás que su tiempo es corto, él está buscando a quien devorar, y para ello maquiavélicamente emplea métodos sutiles de engaño y decepción (1 Pedro 5:8). Allí tenemos a los ufólogos que nos vienen con el cuento de que nuestros “hermanos mayores” de otras galaxias nos sacarán de este marasmo y nos conducirán a la luz y a la verdadera sabiduría que nos salvará. Allí tenemos a los evolucionistas que nos dicen que descendemos de los simios, y a los filósofos que nos vienen con el cuento de que no hay otra vida después de ésta y que lo sabio sería vivirla al máximo sin privarse de los placeres que nos brinda esta existencia. También el enemigo nos ha puesto ante nosotros la pornografía, la pedofilia, los anuncios que promueven la avaricia y la vanidad, y muchas otras porquerías más que están corrompiendo más y más a nuestra sociedad. El diablo no sólo tiene un reinado en nuestras mentes, sino también en todo este mundo supuestamente maravilloso, repleto de tecnología y progresos estupendos nunca antes vistos. Pero la realidad es que este es un mundo loco, caótico, y diabólico por donde se lo mire. El aumento de la maldad y del materialismo es preocupante, y más aún, el alejamiento total de Dios de la mayoría de los hombres que habitan este planeta. Sin duda, el diablo ha logrado dominar el mundo con un buen grado de eficiencia.

Cristo derrocará al Diablo de su trono

La proclama del reino de Cristo es el anuncio del destronamiento del diablo de su trono de autoridad sobre este mundo malo (Apo. 20:1-4). Será el fin del gobierno del terror y de la maldad y el inicio del reino de la paz y la justicia. Es el nacimiento de una nueva era, la era del reino, la era de la vida eterna en una nueva tierra. El reino de Dios no es sólo un supuesto “reinado de Cristo en nuestros corazones”, sino un gobierno literal en este mundo, y sobre los hombres de buena voluntad. Será una nueva sociedad regida por un rey literal, personal, visible, que ejerce sobre un trono, un reino, muchos súbditos, y una ciudad capital. Pero mientras esto no suceda, el diablo seguirá aprovechando el tiempo que le queda para perseguir a los santos y hacerlos sus vasallos. El seguirá tentando a los hombres, especialmente a los santos, para vencerlos. Su intención es dejarle sin seguidores al futuro rey y así boicotearle su derecho al trono de David. El diablo sabe que Jesús proclamó LAS BUENAS NOTICIAS de su deposición, de su ruina, y de su condenación eterna. Sin duda, esas buenas noticias de Cristo les saben MUY MAL a Satanás y sus demonios. Es por eso que cuando Jesús tuvo su encuentro con el poseso Gadareno, los demonios le dijeron: “¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo”? (Mateo 8:29).

Algunas denominaciones cristianas, como los llamados amilenialistas, sostienen que Jesús nunca habló de un reino literal en la tierra con Cristo y su iglesia reinando desde Jerusalén en la era venidera. Estos “cristianos” sostienen que la iglesia es el reino sobre el cual gobierna Cristo. Sin embargo, ellos tienen dificultad para respondernos cómo es posible que Cristo reine en un mundo en donde el diablo sigue dominando y aumentando la maldad por doquier. Si Cristo realmente estaría reinando sobre su iglesia, ¿cómo se explica que aumenta la persecución de los cristianos y la apostasía? ¿Qué clase de dominio es éste, por favor? Realmente nos resulta una paradoja irresoluta.

Por otro lado, hay quienes creen que el reino de Dios será implementado por los esfuerzos de los propios cristianos, a través de la difusión del evangelio a todo el mundo. Esto supone una conversión generalizada del mundo entero antes de que Cristo regrese. Pero esta teoría tampoco es razonable, y menos, bíblica. Jesús dijo que su evangelio sería predicado al mundo entero como TESTIMONIO a todas las naciones, y luego vendría el fin. Es decir, Jesús no creyó en una conversión mundial por los esfuerzos de sus partidarios. El anuncio del evangelio sería sólo como testimonio y advertencia a los pueblos de lo que se viene. Sin embargo, los pocos que creyeran en este anuncio, y fueren bautizados, pasarán a ser los ejecutivos de ese reino futuro en la tierra.

Haciéndole un favor al diablo

Cuando los cristianos de hoy predican un evangelio mutilado, parcial, o diametralmente opuesto al verdadero, lo único que están haciendo es hacerle un favor enorme al diablo, pues éste sabe que la creencia en el verdadero evangelio es sinónimo de salvación. El diablo, conocedor de esto, ha inventado nuevos evangelios que no salvan a nadie, por más sincera que sea nuestra fe en ellos. Realmente la Biblia nos habla de un solo evangelio (Gál. 1:6-9), y no de dos o más. El evangelio social, el evangelio de la prosperidad, y algunos otros como éstos, no son auténticos, sino fraudulentos, y los que creen en ellos no podrán salvarse. Recordemos que el único evangelio salvador, es el del reino de Dios y también la muerte, sepultura y resurrección de Cristo al tercer día. En esto tenemos que ser claros. Pero a pesar de que el reino de Dios fue predicado insistentemente por Cristo y los suyos, éste sigue siendo olvidado o ignorado por la gran mayoría de “creyentes en el evangelio”. ¿No será que estos hermanitos están cegados por el enemigo, y se han convertido así en verdaderos incrédulos? Sí, es cierto, se creen cristianos, pero son incrédulos del evangelio de la gloria (reino) de Cristo. ¿Pero seguirán la mayoría de cristianos en la fila de los incrédulos, sosteniendo simplemente un reino espiritual, o un “reinado de Cristo en los corazones piadosos”? Es hora de quitarse el velo de la ceguera espiritual y retomar el evangelio prístino de Cristo.

Evangelio de Cristo o evangelio de la Gracia

Tenemos que advertir en contra de aquella tesis que dice que Cristo predicó el evangelio del reino a los Judíos y sólo a ellos, y que a Pablo le encomendó a predicar otro evangelio llamado de la gracia. ¿Pero podría Pablo predicar un segundo evangelio y decir luego que sólo hay un evangelio proclamado y que debe ser creído por todos, sean Judíos o gentiles? (Gál.1:6-9).

Sería bueno recordar que efectivamente Pablo habló del “evangelio de la gracia” pero este evangelio es el mismo “evangelio del reino”. Esto se hace claramente evidente y no admite discusión alguna, cuando uno lee con cuidado Hechos 20:24,25. Aquí Pablo usa indistintamente “el evangelio de la gracia” y el “evangelio del reino” como sinónimos. Estos dos versículos son suficientes para demostrar que el evangelio de Pablo era el mismo evangelio que Cristo introdujo en su ministerio (Marcos 1:1,14,15).

¿Es la muerte, sepultura y resurrección de Jesús el evangelio completo?

Finalmente, es importante subrayar que el evangelio resumido por Pablo en 1 Corintios 15 COMIENZA diciendo esto: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí” (versículos 3-8). Estos versículos han servido a muchos cristianos para justificar que el “verdadero” evangelio de Pablo era el anuncio mundial de la muerte, sepultura, y resurrección de Cristo al tercer día. Esto es algo que creemos incuestionable y muy claro. Sin embargo, los más de los Estudiantes de la Biblia omiten analizar ciertas palabras, e incluso, comas y otros signos ortográficos. En este caso quiero referirme al vocablo “PRIMERAMENTE”. Obviamente Pablo da a entender que su evangelio está compuesto, pues dice, “Porque PRIMERAMENTE os he enseñado lo que asimismo recibí”…y entonces Pablo procede a anunciar la muerte, sepultura, y resurrección de Cristo. El vocablo “PRIMERAMENTE” nos dice que hay una segunda parte, por lo menos, que hay que completarle al anuncio para obtener la TOTALIDAD del evangelio, y eso lo descubrimos cuando leemos que Pablo también predicaba el evangelio del reino de Dios junto con el nombre del Señor Jesucristo (que incluye, ciertamente, su muerte, sepultura y resurrección al tercer día). Veamos sólo 3 textos clave:

“Predicando el reino de Dios y enseñando lo que es del Señor Jesucristo con toda libertad, sin impedimento” (Hechos 28:31).

“Y entrando él dentro de la sinagoga, hablaba libremente por espacio de tres meses, disputando y persuadiendo del reino de Dios” (Hechos 19:8).

“Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, por quien he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro” (Hechos 20:25).

Con estos 3 versículos nos convencemos de que Pablo predicó también el reino de Dios, el evangelio original y único de Cristo para el mundo junto con el mensaje de la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo al tercer día (Mateo 24:14).

Así que no se puede hablar del reino de Cristo sin hablar, al mismo tiempo, de su muerte, sepultura y resurrección al tercer día. Y no se puede hablar de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo al tercer día, sin hablar al mismo tiempo de su reino. ¿Y por qué esto? Porque si Cristo no hubiera muerto por nosotros, y resucitado glorioso al tercer día, entonces nuestra esperanza de entrar en su reino sería simplemente una utopía o una simple ilusión.

Dios les bendiga,

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