Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
Conforme los días pasan, podemos apreciar como éstos se tornan cada vez más brunos por los terribles acontecimientos que no desisten y aumentan para afectar al mundo en diferentes facetas. En este tema, explicaremos agrandes rasgos los conflictos finales auspiciados por las naciones confederadas del Norte, los pueblos árabes, el Imperio del Anticristo y el resto de las naciones del mundo contra la nación de Israel en período de la Gran Tribulación Final y cómo Dios le dará la victoria definitiva a su pueblo sobre todos ellos. Dios restaurará Israel cuando las promesas del Pacto hechas al patriarca Abraham se cumplan al término de los grandes conflictos bélicos de los postreros tiempos, con la instalación del gobierno del Mesías- Rey en la Tierra (Gn.13:14-17; 15:5; cap.17; Ap. cap.20).
Para empezar, podemos decir que el Medio Oriente actualmente es un hervidero de tensiones políticas y militares que apuntan irremediablemente a un tercer conflicto mundial bélico de historia humana. Los pueblos árabes palestinos reclaman ilegalmente un derecho regional que no les pertenece e Israel responde sin pensarla dos veces con agresividad armamentista defendiendo justamente lo que le pertenece con seguridad: la herencia territorial que el mismo Dios del cielo entregó al pueblo de Jacob, puesta en manos del fiel y valiente caudillo Josué cuando arrasó completamente con los pueblos idólatras y profanos que se asentaban en ese tiempo en la santa tierra de Cannán: «Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel» (Jos. 1:2). Ya Dios, previamente, le había mostrado a Moisés la extensión de la Tierra Prometida la cual nunca pisaría por su desobediencia: «Entonces subió Moisés de la llanura de Moab al monte Nebo, en la cumbre del Pisga, que está en frente a Jericó. Y Jehová le mostró toda la tierra: desde Galaad hasta Dan, todo Neftalí, la tierra de Efraín y Manasés, toda la tierra de Judá hasta el mar grande, el Néguev y la llanura del valle de Jericó (la ciudad de las palmeras), hasta Zoar. Y Jehová le dijo: Esta es la tierra de la cual juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tus descendientes la daré. Yo te he permitido que la mires con tus ojos, pero no cruzarás allá» (Dt.34:1-5). Aunque se ha tratado de negociar una indefinida paz entre ambos pueblos, bíblicamente se explica la imposibilidad del asunto. Las guerras entre los dos pueblos han sido intermitentes, así como también la paz. Hoy en día, Israel mantiene la paz con países del mundo árabe como son Egipto y Jordania. Los convenios de paz entre Israel y Palestina no han faltado para conciliar a ambos pueblos de sus diferencias políticas (Vg.: El tratado de Oslo, La Hoja de Ruta para la paz, elaborada en el 2003, La resolución 1515, que fue establecida por la ONU), y los muchos más que puedan venir adelante, no serán lo suficientemente efectivos para detener lo que por medio de la Biblia se describe como inevitable y que terminará, definitivamente, en conflictos bélicos que ofrecerán una mortalidad notable entre palestinos e israelitas. El fruto ilegal que concibió Agar la esclava egipcia a través de la semilla de Abraham ante la esterilidad de Raquel (Gn.16:1-10), vino a ser el fundamento para el surgimiento de la nación árabe. Dios por medio de su ángel, reveló que el padre de la nación árabe, Ismael, sería conflictivo (fiero), belicoso para su entorno (su mano será contra todos), asediado por las naciones (y la mano de todos contra él), sobre todo las del eje Occidental Imperialista (EUA, Francia e Inglaterra) que todo quieren colonizar. El pueblo árabe ha sido fragmentado en varias naciones separadas, cuyo asentamiento común está en el Medio Oriente (que va desde Siria, hasta la región irano-afgana, incluyendo la península arábiga), relacionado desde sus orígenes con el pueblo Judío porque el padre de ambos fue Abraham (y delante de todos sus hermanos habitará: Ver Gn. cap. 16, leerlo para que se entiende con claridad lo que explicamos). El 27 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidad, concluyó la división del Estado de Palestina en dos partes: Una parte, la del Estado judío, correspondiente a un territorio de 14.000 Km. cuadrados, siendo 11.400 Km. cuadrados pertenecientes al desierto de Néguev (54 % del territorio total dado en la Asamblea), y otra parte, la del Estado Árabe, cuya superficie territorial correspondiente fue establecida en 11.400 km. cuadrados, y abarcaba el 46% del territorio general. El descontento no se hizo esperar por considerarlo «absurdo» e «injusto» y el Comité Árabe amenazó con conflicto bélico para defender la Palestina de Ismael. Cuando los judíos proclamaron la independencia del Estado de Israel en el año en 1948, vino a dejar un mal sabor de boca a la liga Árabe (formada por Siria, Irak, Líbano, Egipto y Jordania) que declaró la guerra a la recién formada nación Israelita en el año que marcó su independencia para invadirla. De ese modo, surge el primer conflicto árabe israelí: La guerra del 48. Posteriormente, surgen la del canal de Suez, la de los Seis días, la del Yom Kipur, La guerra del Líbano, que son ejemplo claros de esta constante «insatisfacción» territorial por parte de la liga árabe. Por otro lado la ciudad de Jerusalén, capital de la nación judía, siempre ha sido considerada por los judíos como su importante capital religiosa y civil. Jerusalén fue tomada por los árabes durante un tiempo aproximado de 700 largos años. Jerusalén también estuvo bajo el dominio de los turcos musulmanes por otros 400 años más. Posteriormente, los jordanos de Palestina la dominaron por un período de 19 años. En 1980 se decreta una ley que determina oficialmente que la ciudad de Jerusalén es la capital absoluta de la nación israelita. Así queda legalmente independizada de los países árabes de alrededor. Sin embargo, la Autoridad Palestina reclama el Este de Jerusalén como la capital futura del Estado Palestino, a pesar que la OLP nunca considerado este aspecto durante el control jordano que duró casi una veintena de años. Sea como sea, los pueblos árabes, coalicionados con los países que integrarán la confederación el Norte, y otras naciones más, según las profecías del antiguo testamento para los postreros tiempos, pagarán caro su insolente atrevimiento de invadir el pueblo escogido de Dios. El mismo Señor de las alturas los despachará en un santiamén, en la primera fase del tercer conflicto mundial que a continuación describiremos:
«Entonces vino a mí la palabra de Jehová, diciendo: Oh hijo de hombre, pon tu rostro hacia la tierra de Magog, contra Gog, príncipe soberano de Meses y Tubal. Profetiza contra él, y di que así ha dicho el Señor Jehová: He aquí yo estoy contra ti, oh Gog, príncipe soberano de Meses y Tubal. Te haré dar vuelta y pondré ganchos en tus quijadas. Te sacaré a ti y a todos tus caballos –caballos y jinetes, todos vestidos espléndidamente-, una gran multitud con escudos de defensa, llevando todos espadas. Persia, Etiopía y Libia estarán con ellos; todos ellos con escudos y cascos. Estarán contigo Gomer y todas sus tropas; Bet-togarma, de los confines del norte, con todas sus tropas, y muchos otros pueblos» (Ez.38:1-6).
En el capítulo 38 del libro del profeta Ezequiel, se habla que una confederación del Norte (Liderada por Rusia: Gog y Magog) invadirá la nación de Israel en el futuro. Naciones árabes como Irán, Sudán e Irak (Representadas por Persia), Etiopía (Fut) la secundarán en su agresión contra Israel. También estará allí Gomer que algunos la identifican con la Alemania moderna y otros con el antiguo pueblo sumerio, instalado en antaño en Asia Menor, y un determinado número de naciones asiáticas entre las que están Turquía o Armenia, y que se designan con el nombre de Togarma. La Biblia muestra a Etiopía (Fut) como dos lugares diferentes: uno situado en África y el otro en Arabia. También estará en la lucha Libia, nación árabe del norte de África, acérrima enemiga del Estado de Israel por largo tiempo. Otras muchas más naciones se unirán para la contienda escatológica contra Israel. Desconocemos el nombre de ellos. Ezequiel los engloba únicamente como: «. . . y muchos otros pueblos» (Ez.38:6).
Debemos aclarar que la alianza multinacional que comprende la confederación del Norte y los pueblos árabes adversos a Israel no tiene ninguna relación o afinidad con las naciones que integran el Imperio del Anticristo. En el capítulo 38 de Ez. se encuentra descrito el fin de la confederación del Norte y congregados; cronológicamente este hecho se suscitará al fin de la primera mitad de la Gran Tribulación Final, posteriormente, en los capítulos 33 y 34 del mismo libro, muestra la destrucción del resto de las naciones que van contra Israel, hecho que se cumplirá al término de la Gran Tribulación Final. En este último suceso bélico el Anticristo asedia a Israel (Ap.cap.12). Los cuernos de la Bestia de Ap.13:1, son diez naciones que en conjunto integran el reino del Anticristo Final (superpotencia de diez naciones), ajeno completamente a la confederación del Norte (Ez.38) comandada por Gog, príncipe de Mesec y Tubal (Gog: Líder ruso. Magog: el país de Rusia).
La Biblia menciona que Dios traerá a la confederación del Norte y sus aliados hacia los montes de Israel, dónde serán arrasados contundentemente de manera sobrenatural por el poder de Dios. El pueblo de Jacob ni siquiera moverá un dedo para defenderse de sus adversarios en esta dispareja contienda. Caerán sobre el campo al ser quemados por el fuego de Dios que vendrá sobre ellos (Ez.39:2-6). Después de la devastación de los ejércitos extranjeros y enemigos de Israel los moradores de las ciudades quemarán las armas en un tiempo de siete años (Ez.38:9). El entierro de los despojos humanos en los campos de Israel durará siete meses de acuerdo a la Escritura Vetero Testamentaria (Ez.39:11-12).
El libro de Daniel dice que el Anticristo firmará un pacto con Israel en medio de la Gran Tribulación Final para terminar probablemente con las permanentes disputas territoriales entre los pueblos de Palestina. Será una vil trampa que emulará en un principio el Pacto de la promesa terrenal que Dios hizo a su siervo Abraham. El pacto falsamente diplomático será roto por el Anticristo, jefe del poder romano reestructurado, para enfrentar con ira a Israel y su remanente (Is. 28:14-15; Dn.9:26, Ap.12:7). Para no confundirnos, deberá quedar bien claro que la batalla de Armagedón mencionada en Ap.16:6. no es la misma de Ez. 38 por parte de Gog. En la invasión de Gog hay una alianza de naciones bien establecidas, en cambio en la de Armagedón, participan las naciones de todo el mundo para la invasión de Israel y para el combate en contra del Mesías de Dios (Jl.3:2; Sof.3:8; Zac.12:3; 14:4, Ap.17:14). Gog y sus aliados serán destruidos en medio de los campos de Israel con lluvia impetuosa, con piedras de granizo, con fuego y azufre (Ez.3822), mientras los ejércitos del Anticristo lo serán con la espada que sale de la boca del Mesías en el valle del Meguido (Ap.cap.19).
Israel será invadida, de la cuales dos terceras partes de personas que la componen serán destruidas, y una tercera parte será guardada para ser probada con fuego por designio divino (Zac.13:8-9). Jerusalén será tomada: las casas serán saqueadas y las mujeres violadas; la mitad de Jerusalén irá al cautiverio (Ap.14:1-2). Cuanto todo parezca terminar para Israel, aparecerá en el cielo la Señal del Hijo del Hombre, que viene en gloria con los ángeles de su poder, en llama de fuego para dar retribución a los que no conocieron a Dios y no obedecieron el evangelio de nuestro Señor Jesucristo (Mt.24:30; 1 Ts.1:8; 2 Ts.2:8; Jud.14-15). La Biblia dice que aún estando de pie los enemigos de Israel, el poder de Dios les deshará sus carnes, sus ojos y sus lenguas (Zac.14:12). Las aves del cielo se congregarán para el festín de los restos humanos que hayan quedado tendidos en aquella gran mascare hecha por Cristo cuando venga por segunda vez a la Tierra sombría a dar su luz a las naciones del mundo (Sal.2; Ap.19:17-18, 21; Ap.cap.20). Así, Cristo reinará sobre todas las naciones del mundo (Ap.19:15), en Jerusalén, la ciudad amada (Zac.14:17; Ap.20:9), y el pueblo judío confirmará para siempre su heredad (Is.1:26-27; 10:21; 16:15; 61:4-11; Ez.43:7; Jl.3:16; Mi.4:1; etc.).
Dios les bendiga mis hermanos y amigos que nos visitan.
Conforme los días pasan, podemos apreciar como éstos se tornan cada vez más brunos por los terribles acontecimientos que no desisten y aumentan para afectar al mundo en diferentes facetas. En este tema, explicaremos agrandes rasgos los conflictos finales auspiciados por las naciones confederadas del Norte, los pueblos árabes, el Imperio del Anticristo y el resto de las naciones del mundo contra la nación de Israel en período de la Gran Tribulación Final y cómo Dios le dará la victoria definitiva a su pueblo sobre todos ellos. Dios restaurará Israel cuando las promesas del Pacto hechas al patriarca Abraham se cumplan al término de los grandes conflictos bélicos de los postreros tiempos, con la instalación del gobierno del Mesías- Rey en la Tierra (Gn.13:14-17; 15:5; cap.17; Ap. cap.20).
Para empezar, podemos decir que el Medio Oriente actualmente es un hervidero de tensiones políticas y militares que apuntan irremediablemente a un tercer conflicto mundial bélico de historia humana. Los pueblos árabes palestinos reclaman ilegalmente un derecho regional que no les pertenece e Israel responde sin pensarla dos veces con agresividad armamentista defendiendo justamente lo que le pertenece con seguridad: la herencia territorial que el mismo Dios del cielo entregó al pueblo de Jacob, puesta en manos del fiel y valiente caudillo Josué cuando arrasó completamente con los pueblos idólatras y profanos que se asentaban en ese tiempo en la santa tierra de Cannán: «Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel» (Jos. 1:2). Ya Dios, previamente, le había mostrado a Moisés la extensión de la Tierra Prometida la cual nunca pisaría por su desobediencia: «Entonces subió Moisés de la llanura de Moab al monte Nebo, en la cumbre del Pisga, que está en frente a Jericó. Y Jehová le mostró toda la tierra: desde Galaad hasta Dan, todo Neftalí, la tierra de Efraín y Manasés, toda la tierra de Judá hasta el mar grande, el Néguev y la llanura del valle de Jericó (la ciudad de las palmeras), hasta Zoar. Y Jehová le dijo: Esta es la tierra de la cual juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tus descendientes la daré. Yo te he permitido que la mires con tus ojos, pero no cruzarás allá» (Dt.34:1-5). Aunque se ha tratado de negociar una indefinida paz entre ambos pueblos, bíblicamente se explica la imposibilidad del asunto. Las guerras entre los dos pueblos han sido intermitentes, así como también la paz. Hoy en día, Israel mantiene la paz con países del mundo árabe como son Egipto y Jordania. Los convenios de paz entre Israel y Palestina no han faltado para conciliar a ambos pueblos de sus diferencias políticas (Vg.: El tratado de Oslo, La Hoja de Ruta para la paz, elaborada en el 2003, La resolución 1515, que fue establecida por la ONU), y los muchos más que puedan venir adelante, no serán lo suficientemente efectivos para detener lo que por medio de la Biblia se describe como inevitable y que terminará, definitivamente, en conflictos bélicos que ofrecerán una mortalidad notable entre palestinos e israelitas. El fruto ilegal que concibió Agar la esclava egipcia a través de la semilla de Abraham ante la esterilidad de Raquel (Gn.16:1-10), vino a ser el fundamento para el surgimiento de la nación árabe. Dios por medio de su ángel, reveló que el padre de la nación árabe, Ismael, sería conflictivo (fiero), belicoso para su entorno (su mano será contra todos), asediado por las naciones (y la mano de todos contra él), sobre todo las del eje Occidental Imperialista (EUA, Francia e Inglaterra) que todo quieren colonizar. El pueblo árabe ha sido fragmentado en varias naciones separadas, cuyo asentamiento común está en el Medio Oriente (que va desde Siria, hasta la región irano-afgana, incluyendo la península arábiga), relacionado desde sus orígenes con el pueblo Judío porque el padre de ambos fue Abraham (y delante de todos sus hermanos habitará: Ver Gn. cap. 16, leerlo para que se entiende con claridad lo que explicamos). El 27 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidad, concluyó la división del Estado de Palestina en dos partes: Una parte, la del Estado judío, correspondiente a un territorio de 14.000 Km. cuadrados, siendo 11.400 Km. cuadrados pertenecientes al desierto de Néguev (54 % del territorio total dado en la Asamblea), y otra parte, la del Estado Árabe, cuya superficie territorial correspondiente fue establecida en 11.400 km. cuadrados, y abarcaba el 46% del territorio general. El descontento no se hizo esperar por considerarlo «absurdo» e «injusto» y el Comité Árabe amenazó con conflicto bélico para defender la Palestina de Ismael. Cuando los judíos proclamaron la independencia del Estado de Israel en el año en 1948, vino a dejar un mal sabor de boca a la liga Árabe (formada por Siria, Irak, Líbano, Egipto y Jordania) que declaró la guerra a la recién formada nación Israelita en el año que marcó su independencia para invadirla. De ese modo, surge el primer conflicto árabe israelí: La guerra del 48. Posteriormente, surgen la del canal de Suez, la de los Seis días, la del Yom Kipur, La guerra del Líbano, que son ejemplo claros de esta constante «insatisfacción» territorial por parte de la liga árabe. Por otro lado la ciudad de Jerusalén, capital de la nación judía, siempre ha sido considerada por los judíos como su importante capital religiosa y civil. Jerusalén fue tomada por los árabes durante un tiempo aproximado de 700 largos años. Jerusalén también estuvo bajo el dominio de los turcos musulmanes por otros 400 años más. Posteriormente, los jordanos de Palestina la dominaron por un período de 19 años. En 1980 se decreta una ley que determina oficialmente que la ciudad de Jerusalén es la capital absoluta de la nación israelita. Así queda legalmente independizada de los países árabes de alrededor. Sin embargo, la Autoridad Palestina reclama el Este de Jerusalén como la capital futura del Estado Palestino, a pesar que la OLP nunca considerado este aspecto durante el control jordano que duró casi una veintena de años. Sea como sea, los pueblos árabes, coalicionados con los países que integrarán la confederación el Norte, y otras naciones más, según las profecías del antiguo testamento para los postreros tiempos, pagarán caro su insolente atrevimiento de invadir el pueblo escogido de Dios. El mismo Señor de las alturas los despachará en un santiamén, en la primera fase del tercer conflicto mundial que a continuación describiremos:
«Entonces vino a mí la palabra de Jehová, diciendo: Oh hijo de hombre, pon tu rostro hacia la tierra de Magog, contra Gog, príncipe soberano de Meses y Tubal. Profetiza contra él, y di que así ha dicho el Señor Jehová: He aquí yo estoy contra ti, oh Gog, príncipe soberano de Meses y Tubal. Te haré dar vuelta y pondré ganchos en tus quijadas. Te sacaré a ti y a todos tus caballos –caballos y jinetes, todos vestidos espléndidamente-, una gran multitud con escudos de defensa, llevando todos espadas. Persia, Etiopía y Libia estarán con ellos; todos ellos con escudos y cascos. Estarán contigo Gomer y todas sus tropas; Bet-togarma, de los confines del norte, con todas sus tropas, y muchos otros pueblos» (Ez.38:1-6).
En el capítulo 38 del libro del profeta Ezequiel, se habla que una confederación del Norte (Liderada por Rusia: Gog y Magog) invadirá la nación de Israel en el futuro. Naciones árabes como Irán, Sudán e Irak (Representadas por Persia), Etiopía (Fut) la secundarán en su agresión contra Israel. También estará allí Gomer que algunos la identifican con la Alemania moderna y otros con el antiguo pueblo sumerio, instalado en antaño en Asia Menor, y un determinado número de naciones asiáticas entre las que están Turquía o Armenia, y que se designan con el nombre de Togarma. La Biblia muestra a Etiopía (Fut) como dos lugares diferentes: uno situado en África y el otro en Arabia. También estará en la lucha Libia, nación árabe del norte de África, acérrima enemiga del Estado de Israel por largo tiempo. Otras muchas más naciones se unirán para la contienda escatológica contra Israel. Desconocemos el nombre de ellos. Ezequiel los engloba únicamente como: «. . . y muchos otros pueblos» (Ez.38:6).
Debemos aclarar que la alianza multinacional que comprende la confederación del Norte y los pueblos árabes adversos a Israel no tiene ninguna relación o afinidad con las naciones que integran el Imperio del Anticristo. En el capítulo 38 de Ez. se encuentra descrito el fin de la confederación del Norte y congregados; cronológicamente este hecho se suscitará al fin de la primera mitad de la Gran Tribulación Final, posteriormente, en los capítulos 33 y 34 del mismo libro, muestra la destrucción del resto de las naciones que van contra Israel, hecho que se cumplirá al término de la Gran Tribulación Final. En este último suceso bélico el Anticristo asedia a Israel (Ap.cap.12). Los cuernos de la Bestia de Ap.13:1, son diez naciones que en conjunto integran el reino del Anticristo Final (superpotencia de diez naciones), ajeno completamente a la confederación del Norte (Ez.38) comandada por Gog, príncipe de Mesec y Tubal (Gog: Líder ruso. Magog: el país de Rusia).
La Biblia menciona que Dios traerá a la confederación del Norte y sus aliados hacia los montes de Israel, dónde serán arrasados contundentemente de manera sobrenatural por el poder de Dios. El pueblo de Jacob ni siquiera moverá un dedo para defenderse de sus adversarios en esta dispareja contienda. Caerán sobre el campo al ser quemados por el fuego de Dios que vendrá sobre ellos (Ez.39:2-6). Después de la devastación de los ejércitos extranjeros y enemigos de Israel los moradores de las ciudades quemarán las armas en un tiempo de siete años (Ez.38:9). El entierro de los despojos humanos en los campos de Israel durará siete meses de acuerdo a la Escritura Vetero Testamentaria (Ez.39:11-12).
El libro de Daniel dice que el Anticristo firmará un pacto con Israel en medio de la Gran Tribulación Final para terminar probablemente con las permanentes disputas territoriales entre los pueblos de Palestina. Será una vil trampa que emulará en un principio el Pacto de la promesa terrenal que Dios hizo a su siervo Abraham. El pacto falsamente diplomático será roto por el Anticristo, jefe del poder romano reestructurado, para enfrentar con ira a Israel y su remanente (Is. 28:14-15; Dn.9:26, Ap.12:7). Para no confundirnos, deberá quedar bien claro que la batalla de Armagedón mencionada en Ap.16:6. no es la misma de Ez. 38 por parte de Gog. En la invasión de Gog hay una alianza de naciones bien establecidas, en cambio en la de Armagedón, participan las naciones de todo el mundo para la invasión de Israel y para el combate en contra del Mesías de Dios (Jl.3:2; Sof.3:8; Zac.12:3; 14:4, Ap.17:14). Gog y sus aliados serán destruidos en medio de los campos de Israel con lluvia impetuosa, con piedras de granizo, con fuego y azufre (Ez.3822), mientras los ejércitos del Anticristo lo serán con la espada que sale de la boca del Mesías en el valle del Meguido (Ap.cap.19).
Israel será invadida, de la cuales dos terceras partes de personas que la componen serán destruidas, y una tercera parte será guardada para ser probada con fuego por designio divino (Zac.13:8-9). Jerusalén será tomada: las casas serán saqueadas y las mujeres violadas; la mitad de Jerusalén irá al cautiverio (Ap.14:1-2). Cuanto todo parezca terminar para Israel, aparecerá en el cielo la Señal del Hijo del Hombre, que viene en gloria con los ángeles de su poder, en llama de fuego para dar retribución a los que no conocieron a Dios y no obedecieron el evangelio de nuestro Señor Jesucristo (Mt.24:30; 1 Ts.1:8; 2 Ts.2:8; Jud.14-15). La Biblia dice que aún estando de pie los enemigos de Israel, el poder de Dios les deshará sus carnes, sus ojos y sus lenguas (Zac.14:12). Las aves del cielo se congregarán para el festín de los restos humanos que hayan quedado tendidos en aquella gran mascare hecha por Cristo cuando venga por segunda vez a la Tierra sombría a dar su luz a las naciones del mundo (Sal.2; Ap.19:17-18, 21; Ap.cap.20). Así, Cristo reinará sobre todas las naciones del mundo (Ap.19:15), en Jerusalén, la ciudad amada (Zac.14:17; Ap.20:9), y el pueblo judío confirmará para siempre su heredad (Is.1:26-27; 10:21; 16:15; 61:4-11; Ez.43:7; Jl.3:16; Mi.4:1; etc.).
Dios les bendiga mis hermanos y amigos que nos visitan.