“¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos? Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente” (1 Corintios 12:29-31).
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Hemos observado en los últimos años nacer un movimiento que se le ha dado en llamar “apostólico”; esto ha levantado algunas voces a favor y otras en contra. Cada uno de los grupos tiene argumentos escriturales donde basan su teoría. Debo confesar que después de escuchar la exposición de algunos maestros de ambos grupos, y estar por un tiempo en ambos extremos, tengo una opinión personal sobre el tema. Pero la reflexión en estas letras va enfocada al exceso que se está produciendo, y las posibles consecuencias negativas que deriven de esta desproporción.
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Hemos observado en los últimos años nacer un movimiento que se le ha dado en llamar “apostólico”; esto ha levantado algunas voces a favor y otras en contra. Cada uno de los grupos tiene argumentos escriturales donde basan su teoría. Debo confesar que después de escuchar la exposición de algunos maestros de ambos grupos, y estar por un tiempo en ambos extremos, tengo una opinión personal sobre el tema. Pero la reflexión en estas letras va enfocada al exceso que se está produciendo, y las posibles consecuencias negativas que deriven de esta desproporción.
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No es mi intención en este escrito, no pretendo, ni tampoco aspiro establecer una doctrina. Hay otros con más autoridad espiritual, con mucha más capacidad intelectual y teológica que pueden hacerlo. Además, hay algunos libros escritos a los cuales consultar con el fin de ampliar los conocimientos sobre el apostolado.
No es mi intención en este escrito, no pretendo, ni tampoco aspiro establecer una doctrina. Hay otros con más autoridad espiritual, con mucha más capacidad intelectual y teológica que pueden hacerlo. Además, hay algunos libros escritos a los cuales consultar con el fin de ampliar los conocimientos sobre el apostolado.
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Mi intención al escribir estas líneas es, ser un “liberal conservador”: “Liberal”, en el sentido de ser progresista y audaz en la manera de pensar, abierto a nuevas ideas, generoso, sin convencionalismos y con una mente amplia, capaz de respetar y evaluar en forma crítica las opiniones de otros. No liberal en el sentido de ser libertino, sin restricciones morales. Y “conservador”, en el sentido de conservar los principios fundamentales, apreciando todo el consejo de Dios y manteniendo las verdades fundamentales de la fe.
Mi intención al escribir estas líneas es, ser un “liberal conservador”: “Liberal”, en el sentido de ser progresista y audaz en la manera de pensar, abierto a nuevas ideas, generoso, sin convencionalismos y con una mente amplia, capaz de respetar y evaluar en forma crítica las opiniones de otros. No liberal en el sentido de ser libertino, sin restricciones morales. Y “conservador”, en el sentido de conservar los principios fundamentales, apreciando todo el consejo de Dios y manteniendo las verdades fundamentales de la fe.
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Por la gracia del Señor he visitado algunos países, y he visto algunos hombres que tienen las características, los frutos y el ministerio que podría llamarse apostólico. Los he visto y he notado estas particularidades: fueron educados y mentoreados por líderes espirituales. Comenzaron el ministerio en un lugar donde no había nada, haciendo la obra de evangelista. Bautizaron y consolidaron los primeros conversos, los cuidaron en la fe realizando la tarea de pastor, les enseñaron desde los primeros fundamentos hasta capacitarlos como maestros.
Por la gracia del Señor he visitado algunos países, y he visto algunos hombres que tienen las características, los frutos y el ministerio que podría llamarse apostólico. Los he visto y he notado estas particularidades: fueron educados y mentoreados por líderes espirituales. Comenzaron el ministerio en un lugar donde no había nada, haciendo la obra de evangelista. Bautizaron y consolidaron los primeros conversos, los cuidaron en la fe realizando la tarea de pastor, les enseñaron desde los primeros fundamentos hasta capacitarlos como maestros.
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Además, son profetas a la ciudad o la nación, establecieron otras iglesias anexas, están en comunión con su denominación, con su red ministerial, y con otros pastores de la ciudad, procuran la unidad del cuerpo de Cristo y el progreso del reino de Dios, más allá de sus propias iglesias; son reconocidos por su integridad personal, intelectual, familiar y ministerial. La mayoría de ellos ha visto a Cristo de una u otra forma, pero todo esto no es lo más sorprendente.
Además, son profetas a la ciudad o la nación, establecieron otras iglesias anexas, están en comunión con su denominación, con su red ministerial, y con otros pastores de la ciudad, procuran la unidad del cuerpo de Cristo y el progreso del reino de Dios, más allá de sus propias iglesias; son reconocidos por su integridad personal, intelectual, familiar y ministerial. La mayoría de ellos ha visto a Cristo de una u otra forma, pero todo esto no es lo más sorprendente.
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Lo más asombroso de todo es: ¡que ninguno de ellos quiere ser llamado apóstol! Aunque en el resultado de su labor, los frutos personales y ministeriales son tan evidentes que aún los que consideran que el ministerio apostólico es cosa del pasado, no pueden dejar de reconocerlo.
Lo más asombroso de todo es: ¡que ninguno de ellos quiere ser llamado apóstol! Aunque en el resultado de su labor, los frutos personales y ministeriales son tan evidentes que aún los que consideran que el ministerio apostólico es cosa del pasado, no pueden dejar de reconocerlo.
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Pero hoy hay otros que usan ese título tan sagrado, sin tener el ministerio y los frutos de un verdadero apóstol. Su titulo y “ungimiento” ha sido otorgado en una reunión de amigos, por alguien que no posee jurisdicción territorial espiritual. Y motivados, la mayoría de las veces, por levantar su “Babel” personal. En mi opinión, es un acto de egolatría tanto del que otorga como el que recibe ese título.Continue »
Pero hoy hay otros que usan ese título tan sagrado, sin tener el ministerio y los frutos de un verdadero apóstol. Su titulo y “ungimiento” ha sido otorgado en una reunión de amigos, por alguien que no posee jurisdicción territorial espiritual. Y motivados, la mayoría de las veces, por levantar su “Babel” personal. En mi opinión, es un acto de egolatría tanto del que otorga como el que recibe ese título.Continue »
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Sergio Fratti, Ha estudiado Doctorado en Psicología Clínica, es Doctor en Teología y Ministerio Pastoral. Columnista, consejero y escritor. Personalmente ha fundado cerca de una docena de Iglesias en America Latina. Es Pastor presidente del Centro Cristiano Vida Internacional. CC Vida Internacional es un naciente Ministerio con Iglesias en varias ciudades de El Salvador, Centro América y Estados Unidos. Vive con su familia en la Ciudad de Santa Ana, El Salvador.
Sergio Fratti, Ha estudiado Doctorado en Psicología Clínica, es Doctor en Teología y Ministerio Pastoral. Columnista, consejero y escritor. Personalmente ha fundado cerca de una docena de Iglesias en America Latina. Es Pastor presidente del Centro Cristiano Vida Internacional. CC Vida Internacional es un naciente Ministerio con Iglesias en varias ciudades de El Salvador, Centro América y Estados Unidos. Vive con su familia en la Ciudad de Santa Ana, El Salvador.
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www.sergiofratti.com y www.viviendolavida.com.
