Por Ingº Mario A Olcese
Amigos míos, Jesús dijo en Mateo 24:4, “Mirad que nadie os engañe.” La palabra engañar se utiliza por lo menos 27 veces en el Nuevo Testamento. Jesús advierte una y otra vez sobre el engaño que caerá sobre la iglesia en los últimos días. Él dice: “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que, si fuera posible, aun a engañar a los escogidos.” El engaño está en todo el mundo. Está por todo nuestro país y el mundo. Los políticos están engañando y siendo engañados. Desde un punto de vista político, los estadounidenses se engañan todos los días. Es esa la verdad en relación con el panorama político y económico de la nación.
El discernimiento espiritual es aún más raro. Hay tantos cristianos que se sientan en sus bancas en las mañanas de domingo para “marcar” que han asistido a la iglesia. Son los ” elegidos congelados”. Luego están en el otro extremo los que abandonan todo sentido de la doctrina y sólo se dedican a temblar, a sacudirse, a gritar, a correr, a caer al piso, a clamar como desaforados, mientras entregan sus diezmos u ofrendas como “dadores alegres” en las “cruzadas evangelísticas”, enriqueciendo como tontos a los “ungidos” sátrapas que se presentan como muy devotos y espirituales…¡todo por conseguir que Dios les obre un poderoso milagro de sanidad! Estos predicadores falsos creen que tienen la manija del Espíritu Santo, y de cómo funciona éste. El problema aquí es que la iglesia, en general, carece del equilibrio, y no se le encuentra leyendo y entendiendo la Palabra de Dios.
¿Tiene muchos “cristianos” falta de conocimiento de Dios? Sí! ¿Están éstos con problemas de audición? Sí! Pues bien, ¿Tenemos realmente que actuar como locos, gritando, saltando, llorando, gimiendo, riendo, etc, para ser considerados llenos del Espíritu Santo en las cruzadas de evangelización? La mayoría respondería con un rotundo, “¡Por supuesto que no!” Sin embargo cientos de miles se dejan engañar a pesar de nuestras advertencias con los espectáculos circenses de las llamadas “cruzadas de evangelización” y suponen que lo que sucede allí es simplemente milagroso, ¡de Dios!
Otro grupo importante de cristianos supone que haciendo buenas obras, yendo a la iglesia todos los días, y rezando con el rosario, mañana, tarde y noche, serán bienaventurados. Pero Jesús dice en Mateo 6:7-8, “Pero cuando oréis, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que serán oídos por su palabrería. No seáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidan. “
Pablo advierte en 2 Timoteo 4:3-4, “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino a sus propias pasiones se amontonarán para sí maestros, teniendo comezón de oír, y se apartarán sus oídos de la la verdad, y se volverán a las fábulas”. El engaño puede ser por ignorancia o por el orgullo voluntarioso, pero es un engaño, no obstante.
Pablo escribe en Efesios 4:14, “Para que ya no seamos niños, sacudidos a la deriva, llevados por doquiera de todo viento de doctrina por el juego de los hombres, emplean con astucia, que les acechan para engañar”. El camino infalible para no ser engañado es leer, incluso digerir, las Sagradas Escrituras. No es posible que tremendos viejonazos sean embaucados como infantes, sin tener la capacidad para usar el discernimiento que Dios les dio. Sin embargo, muchos seguirán en el camino del engaño, creyéndose cualquier cosa que le presenten o prediquen por allí, porque “suena bonito”. Este vicio seguirá su curso en tanto mantengamos una actitud negligente en cuanto al escudriñamiento de las Santas Escrituras. Aquí no se trata de lo bonito que es el mensaje del predicador, ni de cuán inspirador parezca éste en el corazón. Aquí se trata de discernir, con la Palabra revelada, si lo que dice el predicador es realmente escriturario o no. Asi de simple es la cosa. Debemos necesariamente comparar si lo que dice el buenmozo y popular predicador tiene o no asidero bíblico. Pero ojo, habrán predicadores en las tarimas evangélicas que le mostrarán a usted textos bíblicos aislados para probar lo que dicen, pero no leerán todo el contexto. No se olviden de esta máxima: Un texto, sin el contexto, es un pretexto.
Amigos míos, Jesús dijo en Mateo 24:4, “Mirad que nadie os engañe.” La palabra engañar se utiliza por lo menos 27 veces en el Nuevo Testamento. Jesús advierte una y otra vez sobre el engaño que caerá sobre la iglesia en los últimos días. Él dice: “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que, si fuera posible, aun a engañar a los escogidos.” El engaño está en todo el mundo. Está por todo nuestro país y el mundo. Los políticos están engañando y siendo engañados. Desde un punto de vista político, los estadounidenses se engañan todos los días. Es esa la verdad en relación con el panorama político y económico de la nación.
El discernimiento espiritual es aún más raro. Hay tantos cristianos que se sientan en sus bancas en las mañanas de domingo para “marcar” que han asistido a la iglesia. Son los ” elegidos congelados”. Luego están en el otro extremo los que abandonan todo sentido de la doctrina y sólo se dedican a temblar, a sacudirse, a gritar, a correr, a caer al piso, a clamar como desaforados, mientras entregan sus diezmos u ofrendas como “dadores alegres” en las “cruzadas evangelísticas”, enriqueciendo como tontos a los “ungidos” sátrapas que se presentan como muy devotos y espirituales…¡todo por conseguir que Dios les obre un poderoso milagro de sanidad! Estos predicadores falsos creen que tienen la manija del Espíritu Santo, y de cómo funciona éste. El problema aquí es que la iglesia, en general, carece del equilibrio, y no se le encuentra leyendo y entendiendo la Palabra de Dios.
¿Tiene muchos “cristianos” falta de conocimiento de Dios? Sí! ¿Están éstos con problemas de audición? Sí! Pues bien, ¿Tenemos realmente que actuar como locos, gritando, saltando, llorando, gimiendo, riendo, etc, para ser considerados llenos del Espíritu Santo en las cruzadas de evangelización? La mayoría respondería con un rotundo, “¡Por supuesto que no!” Sin embargo cientos de miles se dejan engañar a pesar de nuestras advertencias con los espectáculos circenses de las llamadas “cruzadas de evangelización” y suponen que lo que sucede allí es simplemente milagroso, ¡de Dios!
Otro grupo importante de cristianos supone que haciendo buenas obras, yendo a la iglesia todos los días, y rezando con el rosario, mañana, tarde y noche, serán bienaventurados. Pero Jesús dice en Mateo 6:7-8, “Pero cuando oréis, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que serán oídos por su palabrería. No seáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidan. “
Pablo advierte en 2 Timoteo 4:3-4, “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino a sus propias pasiones se amontonarán para sí maestros, teniendo comezón de oír, y se apartarán sus oídos de la la verdad, y se volverán a las fábulas”. El engaño puede ser por ignorancia o por el orgullo voluntarioso, pero es un engaño, no obstante.
Pablo escribe en Efesios 4:14, “Para que ya no seamos niños, sacudidos a la deriva, llevados por doquiera de todo viento de doctrina por el juego de los hombres, emplean con astucia, que les acechan para engañar”. El camino infalible para no ser engañado es leer, incluso digerir, las Sagradas Escrituras. No es posible que tremendos viejonazos sean embaucados como infantes, sin tener la capacidad para usar el discernimiento que Dios les dio. Sin embargo, muchos seguirán en el camino del engaño, creyéndose cualquier cosa que le presenten o prediquen por allí, porque “suena bonito”. Este vicio seguirá su curso en tanto mantengamos una actitud negligente en cuanto al escudriñamiento de las Santas Escrituras. Aquí no se trata de lo bonito que es el mensaje del predicador, ni de cuán inspirador parezca éste en el corazón. Aquí se trata de discernir, con la Palabra revelada, si lo que dice el predicador es realmente escriturario o no. Asi de simple es la cosa. Debemos necesariamente comparar si lo que dice el buenmozo y popular predicador tiene o no asidero bíblico. Pero ojo, habrán predicadores en las tarimas evangélicas que le mostrarán a usted textos bíblicos aislados para probar lo que dicen, pero no leerán todo el contexto. No se olviden de esta máxima: Un texto, sin el contexto, es un pretexto.