«No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Jn. 2:15-17).
Existe una jaula gigante,
Recibe el nombre de mundo,
En ella anidan las aves
De espíritu libre y confuso.
Jaula enorme y preciada,
Jaula atractiva sin par,
Jaula de insípidas almas
Que aman el goce seglar.
Jaula de áurico tono,
Jaula lustrosa de hierro,
Jaula de tigres y monos:
Mundo pringado de bello.
Javier Rivas Martínez.