Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD).
VII. «En cuanto al bautismo, he aquí como hay que administrarle: Después de haber enseñado los anteriores preceptos, bautizad en el agua viva, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Si no pudiere ser en el agua viva, puedes utilizar otra; si no pudieres hacerlo con agua fría, puedes servirte de agua caliente; si no tuvieres a mano ni una ni otra, echa tres veces agua sobre la cabeza, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Antes del bautismo, debe procurarse que el que lo administra, el que va a ser bautizado, y otras personas, si pudiere ser, ayunen. Al neófito, le harás ayudar uno o dos días antes» (La Didaché: De la Liturgia y de la Disciplina. 65-80 d. C).
Este estudio tiene el próposito de mostrar con suficiente sencillez que el bautismo en agua no debe realizarse tan sólo en el Nombre de Jesús (Vg.: Las iglesias modalistas unitarias, los apostólicos trinitarios. Pero lo más absurdo e increíble es que los Testigos de Jehová lo hacen en “el nombre de la rotunda nada”).
«Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo...»(Mt.28:19).
Es evidente en el texto anterior que los creyentes han sido ordenados por el Señor Jesucristo en la que se conoce como la Gran Comisión para el alcance del perdido, el «bautizar» en el Nombre de Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. En el día del Pentecostés, Pedro dirigió su predicación a un gran número de personas judías que se encontraban en ese lugar apreciendo con asombro los sucesos maravillosos del Dios del cielo y que en esos momentos se sucitaban. Todos estos judíos, que eran muy religiosos, ya de antemano poseían el conocimiento de Jehová Dios y creían en él, pero no, aun, en Cristo, como el Hijo de Dios por excelencia, profetizado en el Antiguo Testamento para la salvación de Israel. La muerte de Cristo en la cruz provocó que no muy pocos dudaran de su verdadera identidad mesiánica y se mantenían al margen , en el dilema de creer o no en él. Pedro les pronunció a los de este cuantioso contingente que deberían de arrepentirse de sus pecados y aceptar de corazón (no como lo enseñan los evangélicos) a Aquel que habían inmolado en el Gólgota, bautizándose en su Nombre para poder obtener la «salvación». Aclaramos, de nueva cuenta, que el creyente recién nacido en Cristo es impelido a bautizarse, comprometiéndose públicamente con este acto voluntario a una obediencia santa delante de Dios; pero el bautismo en sí, no salva a nadie:
«Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo (Hech. 2:38).
Era lógico comprender, por lo explicado, que Pedro solamente les mencionara que el bautismo en agua lo realizaran «en el Nombre de Jesucristo». Con esto, Pedro subraya a los judíos que escuchaban su mensaje la enorme importancia de reconocer al Mesías que algunos de ellos tal vez vieron antes de su suplicio redentor, o durante, para llegar a reconcilarse con Dios (2 Co. 5:18-20).
Por otro lado, la fórmula bautismal que involucra «el Nombre de Tres», no indica en nada un Dios “triuno”, sino la «Unidad de Tres » que ha sido determinada por el Padre en su obra misericordiosa para con el mundo inicuo, traduciéndose en el reconocimiento del Mesías enviado para la salvación de los pecadores (Jn.1:12; 3:15, 16; 5:39; 6:40; Lc. 9:56; 12: 8, 9; Ro. 10:9, 10) y en la participación activa del espíritu santo para la regeneración del que será una Nueva Criatura en Cristo (Jn. 3:6; Tit. 3:5; 2 Co. 5:17), un fiel creyente de Dios y de su Hijo amado.
Para concluir, atinadamente, Justino Mártir (165 d. C), un Padre de la Iglesia Primitiva, nos muestra que el bautismo en agua fue efectuado en la antigüedad el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y no sólo en el Nombre del Hijo, como lo llevan a cabo sin mérito bíblico en ciertos lugares etiquetados como “cristianos”:
«Son traídos (los nuevos creyentes) a un lugar donde hay agua, y reciben de nosotros el bautismo de agua, en el nombre del Padre, Senor de todo el universo, y de nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo».
Gracias, hermanos y amigos que nos visitan con el interés de aprender.
VII. «En cuanto al bautismo, he aquí como hay que administrarle: Después de haber enseñado los anteriores preceptos, bautizad en el agua viva, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Si no pudiere ser en el agua viva, puedes utilizar otra; si no pudieres hacerlo con agua fría, puedes servirte de agua caliente; si no tuvieres a mano ni una ni otra, echa tres veces agua sobre la cabeza, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Antes del bautismo, debe procurarse que el que lo administra, el que va a ser bautizado, y otras personas, si pudiere ser, ayunen. Al neófito, le harás ayudar uno o dos días antes» (La Didaché: De la Liturgia y de la Disciplina. 65-80 d. C).
Este estudio tiene el próposito de mostrar con suficiente sencillez que el bautismo en agua no debe realizarse tan sólo en el Nombre de Jesús (Vg.: Las iglesias modalistas unitarias, los apostólicos trinitarios. Pero lo más absurdo e increíble es que los Testigos de Jehová lo hacen en “el nombre de la rotunda nada”).
«Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo...»(Mt.28:19).
Es evidente en el texto anterior que los creyentes han sido ordenados por el Señor Jesucristo en la que se conoce como la Gran Comisión para el alcance del perdido, el «bautizar» en el Nombre de Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. En el día del Pentecostés, Pedro dirigió su predicación a un gran número de personas judías que se encontraban en ese lugar apreciendo con asombro los sucesos maravillosos del Dios del cielo y que en esos momentos se sucitaban. Todos estos judíos, que eran muy religiosos, ya de antemano poseían el conocimiento de Jehová Dios y creían en él, pero no, aun, en Cristo, como el Hijo de Dios por excelencia, profetizado en el Antiguo Testamento para la salvación de Israel. La muerte de Cristo en la cruz provocó que no muy pocos dudaran de su verdadera identidad mesiánica y se mantenían al margen , en el dilema de creer o no en él. Pedro les pronunció a los de este cuantioso contingente que deberían de arrepentirse de sus pecados y aceptar de corazón (no como lo enseñan los evangélicos) a Aquel que habían inmolado en el Gólgota, bautizándose en su Nombre para poder obtener la «salvación». Aclaramos, de nueva cuenta, que el creyente recién nacido en Cristo es impelido a bautizarse, comprometiéndose públicamente con este acto voluntario a una obediencia santa delante de Dios; pero el bautismo en sí, no salva a nadie:
«Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo (Hech. 2:38).
Era lógico comprender, por lo explicado, que Pedro solamente les mencionara que el bautismo en agua lo realizaran «en el Nombre de Jesucristo». Con esto, Pedro subraya a los judíos que escuchaban su mensaje la enorme importancia de reconocer al Mesías que algunos de ellos tal vez vieron antes de su suplicio redentor, o durante, para llegar a reconcilarse con Dios (2 Co. 5:18-20).
Por otro lado, la fórmula bautismal que involucra «el Nombre de Tres», no indica en nada un Dios “triuno”, sino la «Unidad de Tres » que ha sido determinada por el Padre en su obra misericordiosa para con el mundo inicuo, traduciéndose en el reconocimiento del Mesías enviado para la salvación de los pecadores (Jn.1:12; 3:15, 16; 5:39; 6:40; Lc. 9:56; 12: 8, 9; Ro. 10:9, 10) y en la participación activa del espíritu santo para la regeneración del que será una Nueva Criatura en Cristo (Jn. 3:6; Tit. 3:5; 2 Co. 5:17), un fiel creyente de Dios y de su Hijo amado.
Para concluir, atinadamente, Justino Mártir (165 d. C), un Padre de la Iglesia Primitiva, nos muestra que el bautismo en agua fue efectuado en la antigüedad el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y no sólo en el Nombre del Hijo, como lo llevan a cabo sin mérito bíblico en ciertos lugares etiquetados como “cristianos”:
«Son traídos (los nuevos creyentes) a un lugar donde hay agua, y reciben de nosotros el bautismo de agua, en el nombre del Padre, Senor de todo el universo, y de nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo».
Gracias, hermanos y amigos que nos visitan con el interés de aprender.