Por Jessica Fletcher Sánchez
Es bien sabido por todos que los sacerdotes católicos no casan a los divorciados porque consideran que el matrimonio es un convenio de por vida. Sin embargo, una vez que muere uno de los cónyuges, el que queda vivo puede casarse nuevamente sin pecar.
Hace algunos años mi vecino se divorció de su esposa por “diferencias de caracteres” y él se volvió a unir en matrimonio con otra señorita, pero sólo por civil, ya que el cura de la parroquia había rechazado su solicitud para que los casara en la iglesia porque se consideró que dicha unión sería espuria y adúltera.
Lo que me llamó mucho la atención es que un día que fui de curiosa a la iglesia donde esta pareja “adúltera” asistía regularmente para escuchar la misa, vi, sorprendida, cómo el mismo párroco de la iglesia les daba la comunión (la hostia) a esta pareja en pecado mortal. Me pregunté: Si esta pareja está en pecado de adulterio, ¿cómo era posible que el mismo párroco les diera la SANTA comunión sabiendo que estaban ellos en flagrante pecado? Realmente quedé sumamente perpleja al no comprender esta contradicción. Si estaban en pecado, y se les había negado el sacramento del matrimonio, ¿por qué no se les negaba igualmente el sacramento de la comunión?
Pero acá no acaba la historia. Pasados los años, el marido “adúltero” contrajo un cáncer al páncreas, enfermedad que a los pocos meses de contraída, lo llevó a la tumba. La “viuda adúltera” le pidió al párroco si podía hacerle una misa de difuntos para su difunto esposo, a lo cual el párroco accedió. Durante esa misa de difuntos el párroco dijo: “Nuestro HERMANO fulano de tal ya está descansando en la gloria con el Señor…etc,etc”. Esto me produjo desconcierto, ya que si el difunto fue un adúltero, ¿cómo podía ser considerado un hermano, y peor aún, de que estuviese en la gloria con el Señor?
Ahora me doy cuenta de que la iglesia Católica es hipócrita y contradictoria, pues no obra con convicción y coherencia.
www.apologista.wordpress.com
Es bien sabido por todos que los sacerdotes católicos no casan a los divorciados porque consideran que el matrimonio es un convenio de por vida. Sin embargo, una vez que muere uno de los cónyuges, el que queda vivo puede casarse nuevamente sin pecar.
Hace algunos años mi vecino se divorció de su esposa por “diferencias de caracteres” y él se volvió a unir en matrimonio con otra señorita, pero sólo por civil, ya que el cura de la parroquia había rechazado su solicitud para que los casara en la iglesia porque se consideró que dicha unión sería espuria y adúltera.
Lo que me llamó mucho la atención es que un día que fui de curiosa a la iglesia donde esta pareja “adúltera” asistía regularmente para escuchar la misa, vi, sorprendida, cómo el mismo párroco de la iglesia les daba la comunión (la hostia) a esta pareja en pecado mortal. Me pregunté: Si esta pareja está en pecado de adulterio, ¿cómo era posible que el mismo párroco les diera la SANTA comunión sabiendo que estaban ellos en flagrante pecado? Realmente quedé sumamente perpleja al no comprender esta contradicción. Si estaban en pecado, y se les había negado el sacramento del matrimonio, ¿por qué no se les negaba igualmente el sacramento de la comunión?
Pero acá no acaba la historia. Pasados los años, el marido “adúltero” contrajo un cáncer al páncreas, enfermedad que a los pocos meses de contraída, lo llevó a la tumba. La “viuda adúltera” le pidió al párroco si podía hacerle una misa de difuntos para su difunto esposo, a lo cual el párroco accedió. Durante esa misa de difuntos el párroco dijo: “Nuestro HERMANO fulano de tal ya está descansando en la gloria con el Señor…etc,etc”. Esto me produjo desconcierto, ya que si el difunto fue un adúltero, ¿cómo podía ser considerado un hermano, y peor aún, de que estuviese en la gloria con el Señor?
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