Los evangelistas que no lo son
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Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)
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El Sr. Daniel Sapia, del sitio web “Conoceréis la Verdad”, tiene muy buenos estudios bíblicos sobre el catolicismo romano, pero aparentemente aún desconoce el verdadero evangelio del reino cuando terminamos de leer su artículo titulado: “¿Qué es el evangelio?”. En este artículo el Sr. Sapia se explaya para hablarnos de lo que él supone es el “evangelio de Cristo” y termina resumiéndolo así:
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“La palabra griega ‘evangelion’ significa ‘buenas nuevas’. Este ‘evangelion’ es el que anunció Juan el bautista y más tarde el que sería predicado por nuestro Señor Jesús (Marcos 1:14). La iglesia primitiva hizo de este anuncio el motivo principal de su proclamación (Hechos 5:42 - 1°Corintios 1:17). En el Nuevo Testamento, Cristo Jesús es presentado como el evangelio. Es su persona quien constituye las buenas noticias para la humanidad. Es su nacimiento el que se anuncia. Son sus hechos, su vida, sus palabras, su muerte y resurrección. Por tanto, no hay evangelio si Cristo no es predicado. La Biblia dice: ‘Arrepentíos y creed en el evangelio’ (Marcos 1:15). Creer en Jesús es creer en el evangelio. Creer en Jesús para recibir el perdón de nuestros pecados. Creer en Jesús para el comienzo de una vida nueva. Creer en Jesús para salvación de la muerte eterna. Esto es el Evangelio del Reino de Dios”.
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Comentario de Apologista:
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Generalmente no suelo hacer rectificaciones doctrinales a otros expositores de las Escrituras, sino que prefiero dedicarme a exponer mis creencias bíblicas para que mis lectores decidan por ellos mismos si lo que yo enseño tiene base bíblica contundente como para abrazarlas o bien para rechazarlas. Sin embargo, creo que cuando está en juego el evangelio salvador, cualquier imprecisión en su definición debe ser corregida a tiempo para evitar que el potencial converso acepte un evangelio falso que nunca lo salvará de la condenación.
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El punto es que el Sr. Sapia dice que creer en Cristo equivale a creer en el evangelio, como si el evangelio fuese sólo Cristo. Luego dice que el evangelio del reino de Dios es precisamente eso, Cristo, como buenas noticias para la humanidad. Agrega que no hay evangelio si Cristo no es predicado.
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Aquí hay dos puntos a considerar: 1).- Jesús no se predicó a sí mismo, y él no dijo ser el evangelio. 2).- Tampoco él dijo que él era el evangelio del Reino para el mundo. Más bien las Buenas noticias que él predicó las llamó: El reino de Dios”. Primero que todo, Jesús revela que fue enviado para predicar el reino de Dios. Esto no quiere decir que él vino a predicarse a sí mismo, sino que vino a anunciar al mundo las Buenas Nuevas de Dios referente a un reino de justicia en la tierra presidido por él.
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En Lucas 4:43, Jesús dijo: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios, porque para esto he sido enviado”. Es decir, Jesús proclama que fue enviado a predicar el reino de Dios, ¡el verdadero evangelio de Dios!
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En Marcos 1:1,14,15 leemos que Jesús comenzó su prédica del evangelio hablando del reino de Dios, y luego dijo que quien creyera en el mensaje del Padre traído por él, se salvaría. Así que el evangelio del reino fue un mensaje del Padre para la humanidad consistente un nuevo gobierno en la tierra, un gobierno de justicia y paz nunca antes vista. Es el reinado de Jesucristo en la tierra para restaurar la paz y la justicia perdida. Este es el evangelio del reino. Pero el Sr. Sapia nos dice de manera confusa que el reino es la persona de Cristo, sin darnos una explicación del significado del reino de Dios que él proclamó de parte del Padre a la humanidad y que salva a los potenciales creyentes (Rom 1:16).
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El Señor Jesús dijo que el reino se había acercado (Mr. 1:15), que estaba cerca, por llegar, en tanto que él ya estaba presente entre los suyos predicándolo. Esto, por sí solo, descarta la posibilidad de que el evangelio del reino sea la persona de Cristo, aunque es cierto que él es el que lo restaurará en la tierra (Hechos 1:3,6).
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La mayoría de predicadores evangélicos están renuentes a predicar que el reino de Dios es la monarquía de David. Los más suponen que éste es un sinónimo para la iglesia, y otros dan por sentado que este reino es una suerte de “Cristo morando en los corazones de los creyentes” por la fe.
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El Sr. Sapia es realmente confuso en su definición del reino de Dios, y muchos como él creen que Cristo mismo es el evangelio— ¡el evangelio del reino de Dios! En primer lugar, esa buena nueva del reino no era un anuncio que desconocían los paisanos de Jesús, sino que era una alegre noticia que esperaban oír con ansias, al estar ellos anhelando por muchos siglos que la dinastía davídica fuese restaurara en Jerusalén para liberarse del yugo romano. Y como dice Pablo, Jesús confirmó a sus paisanos las promesas hechas por Dios a los padres de antaño sobre la restauración del reino Davídico por un descendiente justo del rey David. Así que si bien el Señor es una figura protagónica en el reino de Dios—¡él no es el reino de Dios!
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La mayoría de evangélicos por alguna razón no quieren anunciar de manera clara y directa que el reino de Dios era (…y es) una institución política que comenzó a existir formalmente con el rey David (“la monarquía davídica” -1 Cró. 28:5) y que por la rebeldía e impiedad del rey Sedequías ésta fue suspendida temporalmente desde 586 AC hasta el presente, pero que será nuevamente restaurada en Jerusalén por un descendiente de David, el Señor Jesús, en su parusía (Eze. 21:25-27). ¿Es que les resulta muy difícil entender esto a la mayoría de evangelizadores? ¿Acaso el evangelio del reino tuvo para Jesús un significado simbólico y no literal? ¿Entendieron mal los discípulos el asunto del reino de Dios cuando le preguntaron a Jesús si él iba a restaurar el antiguo reino de Dios en sus tiempos (Hechos 1:3)? Pues, no! Jesús nunca les dijo que sus expectativas estaban erradas, sino que él simplemente prosiguió para aclararles que en cuanto al día y la hora para tal evento estupendo sólo lo sabe el Padre y nadie más (Hechos 1:7).
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