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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

jueves, 18 de septiembre de 2008

SATANÁS Y LOS SÍMBOLOS EN LA BIBLIA

SATANÁS Y LOS SÍMBOLOS EN LA BIBLIA
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Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
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Es muy frecuente encontrar símbolos en la Biblia. Su importante finalidad es el mostrar por medio de una representación de objetos materiales, de animales y de tantas y diversas cosas conocidas una verdad espiritual, ética, moral, y literal. Los símbolos pertenecen a las figuras de dicción; se les considera como una forma literaria de comunicación. En la Biblia, muchos de los símbolos que en ésta aparecen han salido de las visiones sobrenaturales que han experimentado los profetas y apóstoles, cuyo objetivo es el de trasmitir un mensaje concreto y fácil de comprender, no podrá jamás ser oscuro, ni tampoco estará sujeto a las elucubraciones de los hombres. Los símbolos, por lo tanto, nunca deberán de interpretarse simbólicamente. De ser así, solo dejaría confusión y duda. En el caso del lenguaje figurado que aparece en la Biblia, se entenderá conforme al contexto en ocasión, al entorno lingüístico y cultural el cual depende el sentido y el valor de una determinada palabra, de las oraciones, frases, y fragmentos bíblicos.

Existe también una enorme variedad de símbolos en la Biblia para comunicar mensajes. Se utilizan símbolos del reino animal como son caballos, seres vivientes, cordero, becerro, langostas, escorpiones, león, leopardo, oso, rana, águila, serpiente. Encontramos símbolos del reino vegetal: árboles, frutos, hierba. Fenómenos naturales como relámpagos, truenos, granizo, lluvia, fuego, azufre, lluvia de estrellas. Imágenes místicas como leviatán, y dragón. No pasan desapercibidos como símbolos representativos los instrumentos de música como trompetas, arpas, figuras celestiales como tabernáculo, templo, arca del pacto, altar, candeleros, incensarios, y otras cosas más, como luna y sol.

Es necesario comentar que los números en la Escrituras son de gran relevancia para la transmisión de mensajes: Encontramos el 2, 3½, 4, 5, 6, 7, 10, 12, 24, 666, 1000, 1260,1600, 7000, 1200, 100.000, 200.000. El número «siete» se destaca por su notable aparición. Aparece tan solo en el libro de Apocalipsis 52 veces.

Así podemos ver que las siete Iglesias están representadas por siete candelabros; los ángeles son siete estrellas, hay siete espíritus de Dios representados simbólicamente como siete lámparas de fuego, el libro en la mano de Dios tiene siete sellos, el cordero que está delante del trono del Padre tiene siete ojos y siete cuernos, siete ángeles tocan las trompetas, otros siete ángeles derraman las siete copas llenas de las plagas postreras, el dragón tiene siete cabezas que representan, cada una, un imperio mundial antiguo y pasado (Y es para las primeras seis. La séptima cabeza, es un reino escatológico, y significa, sin cumplimiento hasta ahora). Las siete cabezas son imperios, porque la Biblia dice que son siete montes o siete reyes (ver: Ap.17:9-10). El diablo, como «príncipe de este mundo», ha sido desde la antigüedad el monarca de los pueblos gentiles que se encuentran alejados de Dios. Él los gobierna con iniquidades e idolatría. Es por eso que las cabezas aparecen en el dragón, por su íntima relación que tienen las naciones de la tierra con el diablo. Y agregamos decir, que estas naciones han esclavizado a la nación de Israel por mandato Satánico en cada era de la humanidad, además. Israel será libre de la opresión política ajena, hasta que se culmine el tiempo de los gentiles al final de la gran tribulación escatológica:

"Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan" (Lc.21:24).

Este cumplimento se llevará a cabo en la segunda venida de Cristo al mundo, cuando destruya a sus enemigos y reine por mil años en el mudo restituido (Mt.24:30-31; Ap. 20:4, 6). ´

Muchos intérpretes bíblicos creen que los números encontrados en la Biblia deberán de interpretarse generalmente en un sentido simbólico o figurado. Pero al parecer no se dan cuenta que muchos de los números que aparecen en la Biblia tendrán que tomarse en su forma literal porque el entorno así lo exige inevitablemente. Por ejemplo: Juan escribe a las siete Iglesias de Asia que están representadas exactamente por siete candeleros de oro. No hay justificación que este número indique una cantidad indefinida de Iglesias. En esta cuestión, no hay ningún problema para forzar la idea con el propósito de considerar un interminable número de Iglesias.

En otra parte, como ejemplo, vemos en Ap. 17:12 que dice:

«Y los cuernos que has visto, son diez reyes. . . ». Juan el apóstol observa que en la cabeza de la bestia que simboliza al Anticristo final hay diez cuernos, y sin ninguna confusión dice que estos cuernos con irrefutable literalidad representan diez reyes, y los reyes gobiernan naciones y pueblos. Los diez cuernos que son reyes o imperios, será una coalición de naciones conjuntadas que estarán, como una gran y única superpotencia mundial, bajo el bruno mandato del Anticristo último. Miremos por este símbolo la objetividad de su sentido:

"Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia" (Ap. 17:12-13).

Al igual que el ejemplo de las siete Iglesias, notemos que el número de cuernos, que son diez, representan un número preciso, bien de finido, exactamente establecido de éstos. No hay nada que haga pensar que sea una cantidad simbólica que determine un número incontable de reinos o imperios. Sería ridículo y tonto pensar que los números dentro de la Biblia tienen un carácter puramente simbólico, descartándose su valor literal. Hay que considerar con seriedad, que la interpretación, cualquiera que sea, y me refiero a la aplicada debidamente, se hará dentro del ambiente literario, histórico, teológico y cultural para ser entendida. Por desgracia, el uso de una mala exégesis y hermenéutica ha venido a dar salida a varias escuelas teológicas de interpretación que poseen puntos errados e insostenibles y que rayan visiblemente en la contradicción, en absurdos misticismos, por una tosca y descabellada tergiversación Escritural. Como ejemplos tenemos: la escuela crítica, la alegórica, la preterista, la cíclica, y además, la histórica, sosteniendo esta última, que el libro de Apocalipsis es «una narración que abarca todo el curso de la historia del Reino de Dios en el mundo» (¿?).

Si comprendemos bien lo explicado antes arriba, con seguridad evitaremos el error de una interpretación azarosa que nos llevaría de manera inconsciente a objetar el mensaje que Dios pretende trasmitir con exactitud en su Palabra.

Las formas de interpretación no surgieron para propia conveniencia, ni para construir o erguir puntos doctrinales individuales, ni privados. Si deseamos conocer el contenido verdadero de ciertos textos o pasajes bíblicos que ofrecen o demarcan alguna dificultad para comprenderlos, tendremos que sujetarnos a las reglas ortodoxas que exigen una clase determinada de interpretación, respetándolas para no preterir ni deslustrar los pasajes bíblicos de su entorno histórico, gramatical y literario. Un simbolismo, una alegoría, sin una interpretación literal, se encuentra cerrada para que logremos entender con sencillez conceptos Escriturarles que una vez fueron oscuros para nuestras mentes finitas; sin una interpretación literal de los símbolos, se procede a rechazar los cumplimientos históricos y objetivos que rebozan en la Biblia.

La literalidad de la persona del diablo.

La razón del presente escrito, es para demostrar que el diablo, en todo el sentido de la palabra, es una persona, un ser activo, pensante, inteligente, y muy maligno por causa de aberrada y perversa naturaleza. Para acreditar este pensar, respetaremos debidamente las reglas que exigen una formal y seria interpretación, sin desviarnos para no caer en subjetivismos antibíblicos y nebulosas elucubraciones, arbitrarias y peligrosas, en abstracciones místicas, muy semejantes a las que concilian las religiones paganas, y algunos grupos religiosos que se autodenominan como "cristianos".

Estudiemos, pues, ahora:

Apocalipsis cap. 12.
"Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento. También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese. Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días (Ap.12:1-6).
En este texto, el verbo «apareció» (gr. "óphthei") es el aoristo indicativo, voz pasiva de "horáô", que significa «ver», «aparecer». El sustantivo «señal» (gr. "seimeîon") aparece en el libró de Apocalipsis como una señal «grande» (gr."mega"), cuyo significado es únicamente espiritual. Ap. 12:1 revela en este sentido a la nación de Israel la cual está representada por una «Mujer vestida de sol, con la luna de bajo de sus pies y que sostiene además sobre su cabeza una corona de doce estrellas». Si atendemos con cuidado, muchas de las imágenes del sueño de José de Génesis 37:5-10 tienen bastante semejanza con la Mujer de Ap.12:1:

"Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía. Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado:
He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío. Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aun más a causa de sus sueños y sus palabras. Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?" (Gn. 37:5-10).

Las «doce estrellas » en la corona de la «Mujer», así como las «estrellas» vistas por José en la visión poseen el mismo significado simbólico. Aunque son «once estrellas las que aprecia José, la faltante, se deduce con harta sencillez, su positivo paralelismo que hay entre ellos. En Ap.12:1 aparecen completas en la corona de la «Mujer» las doce estrellas que representan los hermanos de José, que son los doce patriarcas de cada una de las doce tribus de Israel (Stg. 1:1). El sol simboliza a Jacob, y la luna representa Raquel, de donde descendieron cada uno de los patriarcas judíos.

Una buena cantidad de eruditos afirman que la «Mujer» de Ap.12:1 es la virgen María. Esta afirmación es debido a una exégesis indebida que desacredita con falsedad la alusión del Pueblo de Dios por medio de la imagen o «señal» simbólica de la «Mujer». La única semejanza que tiene la «Mujer» de Ap. 12:1 con María la virgen es con respecto a su maternidad (Mt. 1:18, 23), ya que las dos han sido «madres». Tampoco encontramos una afinidad histórica concordante y convincente entre una y otra.

Concuerdo con el Dr. Pentecost, cuando afirma lo siguiente:

"Ha habido muchas falsas interpretaciones sobre la identidad de esta mujer. Algunos han sostenido que es María. Sin embargo, el único rasgo que hace esto posible sería el hecho de la maternidad. No es congruente que sea María porque nunca fue perseguida, jamás huyó al desierto, ni tampoco fue sustentada por 1260 días" (Hermanos y amigos que nos visitan, corrobore esta declaración con los textos que aparecen en Ap.12:6, 13, 14).

El texto a tratar dice que la «Mujer» es una «señal», por lo tanto, su naturaleza es por esencia simbólica. María la virgen fue una persona real e histórica nacida en Israel, un instrumento humano usado por Dios para sus propósitos de redención; no es una alegoría o un simbolismo, como lo sabemos sin algún estorbo.

Otros eruditos afirman que la «Mujer es la Iglesia o comunidad cristiana, pero esta consideración no es para nada convincente por causa de un débil fundamento fácilmente rebatible.

El estudiante bíblico conoce que la Iglesia cristiana, nació con Cristo, que él es su fundador. Si una analiza Ap.12:4, dice que el «dragón se paró en frente de la mujer para devorar a su hijo tan pronto naciese». Por lo anterior, es imposible que la Iglesia haya dado a luz a Cristo si se ha considerado la posibilidad de que así sea. Más bien, el texto apocalíptico nos dirige a creer que la «Mujer» es la nación de Israel de donde surgió Cristo para dar luz a un mundo que perece en las tinieblas y en la maldad.

En un principio, el diablo manipuló al pagano y malicioso rey Herodes para destruir al Hijo de Dios en su primera venida al mundo. El mismo texto usado inmediatamente arriba, nos da luz al respecto: «Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese.

El intento de Satanás para dar muerte a Cristo a través del asesino tetrarca e idumeo, fracasó, y la salvación de los hombres pecadores que han creído en Cristo (Jn. 3:16), pudo consumarse con éxito en la cruz del Calvario más tarde (Jn.19:3).

Concluimos, bajo la normativa de una exégesis ideal y ortodoxa, que la "Mujer» de Ap.12:1 representa simbólicamente a la nación de Israel. El «hijo» que está próximo a dar luz, es nada menos que a Cristo, el Mesías ungido del Padre Bendito.

Es vital mencionar, que en base a lo explicado, entenderemos sin dificultad que mediante la aplicación del método adecuado de interpretación, Satanás en realidad es un ser inteligente, una persona, no humana, de naturaleza espiritual pervertida.

Continuemos:

"También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas. . . " (Ap.12:3).

Sabemos por lo que hemos estudiado, que el método exacto de interpretación deberá utilizarse según el entorno o el ambiente de los textos bíblicos, no es funcional de forma fortuita ni caprichosa. Esto no es válido. La Palabra de Dios no es un "muelle" al que podemos alargarlo o achicarlo a voluntad humana que es muy defectuosa. Dios tiene sus métodos correctos, totalmente perfectos, para que los seres humanos puedan comprender su Palabra, y habrá que respetarlos, si queremos evitar consecuencias espirituales graves posteriores. Mucho cuidado con esto hermanos.

Miramos que la «Mujer» de Ap. 12:1 es una «señal», un símbolo muy representativo y evidente de la nación de Israel.

Esto, lo analizamos muy bien ya. Sin violentar su contexto, habremos de mirar que el «dragón escarlata» de Ap.13:1 es también un símbolo absoluto, que nos lleva, sin otra alterativa y contundencia, a la persona de Satanás, como el de la «Mujer», que nos ha llevado a estimar positivamente una explicación literal y objetiva de su contendido.

La visión joanina revela «un dragón escarlata» (gr. "drákôn mégas pyrrós"). Recordemos que la «señal» primera, la «Mujer», es un símbolo de la nación de Israel, por lo tanto, si el «dragón», como la «Mujer», es un símbolo también, que indefectiblemente nos encamina a pensar que con certidumbre Satanás es una persona. No hay opción diferente para creer otra cosa. Forzar el texto nos empujaría a conjeturar falsas teorías dogmáticas.

Un escritor cristiano hace un comentario importante de la cuestión que se estudia:

"La mitología antigua está repleta de referencias de dragones. En el folklore cananeo del gran monstruo del abismo se conocía como Leviatán. Estrechamente asociada estaba Rahab, el monstruo femenino del caos. Alusiones de esos dragones no son extrañas en el Antiguo Testamento. Con bastante frecuencia se refieren metafóricamente a los enemigos de Israel. En el Salmo 74:14, Leviatán es Egipto. En Isaías 27:1 es Asiria y babilonia. En otro sitio leemos de faraón como «. . . el gran dragón que yace en medio de sus ríos. . . » (Ez. 29:3) y de Behemot, una gran bestia cuyos «miembros (son) como barras de hierro» (Job. 40:18). Contra ese trasfondo, el dragón de la visión de Juan sería inmediatamente reconocido como el gran enemigo del pueblo de Dios" (Robert H. Mounce).

"Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo" (Ap. 20:1-3).

Antes del inicio del reino milenario del Señor Jesucristo, el diablo será atado en el «abismo» por un poderoso ángel de Dios para que no engañe más a las personas que compongan las naciones de ese reino escatológico de luz y de bendiciones universales. Su encierro durará un tiempo de mil años. Al terminar este período de larga prisión, Satanás será libertado y hostigará nuevamente al mundo con sus lóbregas artimañas de mentira y perversión.

Cuando narra que miró un ángel «que descendía del cielo» ("katabaínonta toû ouranoû"), se refiere que pudo verlo desciendo del cielo a la tierra en la que obra Satanás.

El diablo, «el dios de este siglo» (2 Co.4:4), y sigue actuando escondido en los «lugares celestiales» invisibles para desubicar y devastar indolente a los hombres que están hechos a la imagen de Dios. Los engaña con una sarta enorme de malignas sutilezas para no darles oportunidad para que se salven a través del evangelio del Señor Jesucristo, cegándoles el entendimiento para que no asimilen la verdad. Miramos que el ángel lleva con él «la llave del abismo» (gr. "teìn kleîn teîs abyssou"), y lleva también «una gran cadena en la mano» (gr. "kaì megálein epì tèin cheîra autoû"). Se tendrá en cuenta que tanto la «llave» como la «cadena» son figuras simbólicas (figuras de dicción) que representan en sí algo literal o palpable. La «llave» simboliza que el ángel posee autoridad de parte de Dios para abrir el «abismo» que es la morada de los demonios aprisionados que esperan el «día del gran juicio» por no guardar su dignidad (2 P. 2:4; Jud.1:6).

Los evangelios narran la vida ministerial del Señor Jesucristo. El Señor no solamente se dedicó a proclamar el reino de Dios por boca propia, sino también dio testimonio del poder de Dios a través de sanidades, de portentos y milagros tremendos entre los que estaba el liberar hombres poseídos por demonios. La narración bíblica e histórica, dice que los demonios le rogaban al Señor para que no los enviase «al abismo» (gr."eis tën abusson", Lc.8:31); por lo tanto, se infiere que ese lugar, es sin duda alguna, real, en toda la extensión del término.

Estos simbolismos nos conducen a situaciones históricas objetivas y futuras, ya que los textos apocalípticos presentes y estudiados son proféticamente escatológicos:

"Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca" (Ap.1:3).

Una cantidad notable de símbolos son hallados en el Nuevo Testamento para comunicarnos o trasmitirnos un mensaje concreto. Jesús dijo que era la «Luz del mundo» (Jn. 8:12). Con esto, no podemos afirmar ni suponer que realmente Jesús era literalmente una "equis" clase de "luz" física. Es totalmente irracional aprobar esto. Cristo usó en ese momento una figura de dicción para aclarar que únicamente a través de él se pude lograr comprender el carácter del Padre, sus propósitos de amor y salvación para la humanidad caída ("alumbrar"). Cristo, como «Luz del mundo», resplandece sobre las tinieblas extinguiéndolas, devela la persona del maléfico Satanás, muestra las trágicas consecuencias de la maldad que germina en el pecado. Cuando la luz de Cristo cubre al hombre entonces éste se sujeta a los decretos divinos para vivir una vida santa y ordenada que agrada Dios. El premio de la constancia, la «vida eterna» (Stg.1:12).

El Comentario al Texto Griego del Nuevo Testamento de A.T. Robertson nos apoya en la cuestión inmediata: ´

" «Yo soy la luz del mundo» (gr."egö eimi to phös tou kosmou"). Jesús había llamado a sus seguidores «la luz del mundo» (Mt.5:14), pero se trataba de su luz reflejada sobre ellos." Jesús ya había sido llamado con anterioridad la verdadera luz de los hombres (1:9; 3:19). . . .esta declaración suprema y exclusiva de Jesús de ser la luz de todo el mundo (de gentiles así como de judíos) sobresaltó a los fariseos y constituyó un desafío a la postura de ellos de oposición. «Tendrá la luz de la vida» (gr. "hexei to phös tës zöës). "

El concepto bíblico del sustantivo «dragón» no es aquel que nos hace pensar que en realidad esta figura debe interpretarse de modo simbólico, figura, que ha sido tomada, incluso, por las naciones paganas. Con error se ha utilizado por algunos grupos religiosos para concebir toda actitud maligna y contraria a Dios que germina en el pecado. El entorno, el ambiente de los textos, estudiados para la ocasión, nos conducen a creer o a pensar algo diferente. No es posible conciliar conjeturas personales, mientras que la Biblia dice otra cosa distinta.

El «dragón» como un símbolo, representa la naturaleza repugnante y monstruosa del diablo, su ser bestial y asesino, su carácter maligno y depravado. Comentamos en un estudio anterior que se relaciona con lo que escribimos, que el símbolo de la «serpiente antigua» indica su conexión con el Edén paradisíaco antiguo, donde engañó a la primera pareja humana con sutil tentación para hundirla en las fatídicas consecuencias del pecado, y a toda su descendencia humana, además (Gn. cap. 3; Ro. 5:12).

La narrativa que aparece en Lc. cap 8 describe que los demonios que estaban dentro de aquel hombre le pidieron permiso al Señor para entrar en un hato de cerdos que pacían en un monte en esos precisos instantes. Cuando los cerdos fueron posesionados por los entes espirituales inteligentes y malignos, se precipitaron por un despeñadero, ahogándose. Se trata de una narración histórica y verídica, no se trata por supuesto de una alegoría, ni tampoco de una parábola, ya que desharía su validez literal con un método interpretativo elegido con capricho y arbitrariedad.

El Comentario al Texto Griego del Nuevo Testamento de A.T. Robertson sostiene nuestro pensar:

"«Una piara de bastantes cerdos» (gr. "agelé choirön hikanön"). La palabra piara ("agelé") es tan vieja como Homero, pero en el N.T. sólo aparece aquí y en los paralelos (Mr. 5:11 = Mt.8:30)."

"«Se lanzó por el precipicio» (gr. "hörmësen kata tou krëmnou") Ablativo con "kata" como en Marcos 5:13 y Mateo 8:32, y el mismo vívido verbo en cada relato, lanzar impetuosamente, precipitar. «Se ahogaron» (gr. "apepnigë"). Segundo aoristo (constativo) indicativo pasivo tercera persona singular (singular colectivo) donde Marcos 5:13 tiene el pintoresco imperfecto "epnigonto."

Existen testigos que vieron lo ocurrido (gr. "idontes to gegonos") en esta historia sobrenatural y tan real. Ellos miraron al que estaba endemoniado, pero que había ya sanado (gr."esöthë"). Primer aoristo pasivo indicativo de "sözö", salvar, de "sös" (sano y salvo). Esta es una información adicional de las nuevas que les habían sido dadas en el versículo 34 de Lc. cap. 8.

Con el presente estudio, tan básico y sencillo, hemos explicado y comprobado que el diablo es una persona literal, un ser espiritual y conciente, mejor dicho, "inconsciente", pensante y bien astuto, genialmente inteligente para hacer el mal, con un ministerio oscuro y de muerte elaborado atrás del telón de las tinieblas en las que traicionero se agazapa, «como león rugiente buscando alrededor a quien devorar» (1 P. 5:8).

Satanás (adversario), es el nombre más comúnmente empleado para denominar a la persona del diablo en el N.T. Aparece un poco más de cincuenta veces. Diablo (calumniador) aparece en el N.T. más de treinta veces. Satanás es la personificación de la maldad en esta tierra de tinieblas y de falsedades, de muerte y de extrema mentira. La naturaleza de Satanás es perversa, asesina e inmisericorde. Tan astuto y mordaz es que llega a trasformarse como un «ángel de luz» (2 Co. 11:14).

Satanás, el diablo, la «serpiente antigua» , en la rebelión que aconteció en la esfera celestial antes de la construcción del universo tridimensional, timó a los actuales «ángeles caídos» o «demonios» que una vez fueron criaturas angelicales gloriosas, inmaculadas y obedientes a Dios (Ap. 12:9).

Se le considera a Satanás también un «ángel caído», que busca en el mundo adoradores fieles y torcidos a causa de desmedida ambición proterva (Mt. 4:8, 9). Pero su fin ya está estipulado: será lanzado mañana, en el futuro, en el ardiente y azufrado Lago de Fuego, lugar donde será aniquilado merecidamente con grito abierto para siempre (Ap.20:10).

Dios les bendiga mis hermanos y amigos que nos visitan.

Referencias:

«Apocalipsis: La Consumación del Plan de Dios», de Evis. L. Carballosa.

«Eventos del Porvenir», de J. Dwight Pentecost.

«Comentario al Texto Griego del Nuevo Testamento», de A.T. Robertson.

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