Efesios 4:27
¡Un dilema difícil para los Cristadelfianos!
Por IngºMario A Olcese (Apologista)
Algunos cristianos sostienen que el diablo no existe, y que éste es sólo una forma de personificar el pecado del ser humano o un sinónimo del pecador mismo. Sin embargo, es interesante leer Efesios 4:27, y su contexto, el verso 26, que dicen:
“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo”.
Pues bien, las palabras de Pablo en los versos anotados arriba me inducen a concluir indefectiblemente que el pecado no puede ser el diablo, aunque los cristadelfianos nos digan lo contrario. Y es que acá Pablo separa el pecado del diablo muy claramente. El dice “no pequéis… NI deis lugar al diablo”, lo que quiere decir que el pecado para Pablo es una cosa y el diablo, otra. Esa palabrita “NI” hace que el pecado sea distinto del diablo. Pablo advierte claramente contra dos cosas distintas: el pecado y el diablo, pues el diablo es el que tienta para que pequemos. Si Pablo hubiera dicho: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, NO (en lugar de NI) deis lugar al diablo”, probablemente pudiéramos concluir que el pecado puede equipararse al diablo.
Otro pasaje que nos asegura de que el diablo no es la personificación del pecado o un sinónimo para los opositores de Dios es 1 Juan 3:8, que dice: “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”. Aquí vemos que Juan dice que el que practica el pecado es DEL (‘pertenecer a’) diablo—¡no diablo! Si Juan hubiera dicho: “El que practica el pecado es diablo” entonces tal vez los cristadelfianos tendrían mucha razón, pero esa palabrita “del” anula tal posibilidad. Por otro lado, si el diablo es el pecado, ¿puede el pecado pecar? Pues eso es precisamente lo que dice Juan, que el diablo peca desde el principio. Definitivamente el diablo no puede ser la personificación del pecado. Y finalmente, Juan dice que el diablo peca desde el principio. ¿Qué importancia tendría que el diablo peque desde el principio? ¡Pues, mucha! Nótese que Juan dice en 1 Juan 3 que el diablo peca desde el principio, ¿cuál principio? ¿Se ha puesto usted a pensar a qué principio se refiere? Pues el mismo apóstol lo aclara en el mismo comienzo de su epístola, que dice: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida” (comp. Juan 1:1). Así que “el principio” referido por Juan en relación con el tiempo que viene pecando del diablo es el principio de la creación de todo. Esto significa que el diablo de Juan no podía ser un humano pecador, sino alguien que viene ya pecando desde hace miles de años…alguien que no es humano y que estaba aún vivo en los días del apóstol amado. Esto derrumba la tesis de los cristadelfianos en el sentido de que el diablo se refiere a hombres pecadores y opositores a Dios.
www.yeshuahamashiaj.org
www.elevangeliodelreino.org
www.ladoctrinadedios.blogspot.com
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Algunos cristianos sostienen que el diablo no existe, y que éste es sólo una forma de personificar el pecado del ser humano o un sinónimo del pecador mismo. Sin embargo, es interesante leer Efesios 4:27, y su contexto, el verso 26, que dicen:
“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo”.
Pues bien, las palabras de Pablo en los versos anotados arriba me inducen a concluir indefectiblemente que el pecado no puede ser el diablo, aunque los cristadelfianos nos digan lo contrario. Y es que acá Pablo separa el pecado del diablo muy claramente. El dice “no pequéis… NI deis lugar al diablo”, lo que quiere decir que el pecado para Pablo es una cosa y el diablo, otra. Esa palabrita “NI” hace que el pecado sea distinto del diablo. Pablo advierte claramente contra dos cosas distintas: el pecado y el diablo, pues el diablo es el que tienta para que pequemos. Si Pablo hubiera dicho: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, NO (en lugar de NI) deis lugar al diablo”, probablemente pudiéramos concluir que el pecado puede equipararse al diablo.
Otro pasaje que nos asegura de que el diablo no es la personificación del pecado o un sinónimo para los opositores de Dios es 1 Juan 3:8, que dice: “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”. Aquí vemos que Juan dice que el que practica el pecado es DEL (‘pertenecer a’) diablo—¡no diablo! Si Juan hubiera dicho: “El que practica el pecado es diablo” entonces tal vez los cristadelfianos tendrían mucha razón, pero esa palabrita “del” anula tal posibilidad. Por otro lado, si el diablo es el pecado, ¿puede el pecado pecar? Pues eso es precisamente lo que dice Juan, que el diablo peca desde el principio. Definitivamente el diablo no puede ser la personificación del pecado. Y finalmente, Juan dice que el diablo peca desde el principio. ¿Qué importancia tendría que el diablo peque desde el principio? ¡Pues, mucha! Nótese que Juan dice en 1 Juan 3 que el diablo peca desde el principio, ¿cuál principio? ¿Se ha puesto usted a pensar a qué principio se refiere? Pues el mismo apóstol lo aclara en el mismo comienzo de su epístola, que dice: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida” (comp. Juan 1:1). Así que “el principio” referido por Juan en relación con el tiempo que viene pecando del diablo es el principio de la creación de todo. Esto significa que el diablo de Juan no podía ser un humano pecador, sino alguien que viene ya pecando desde hace miles de años…alguien que no es humano y que estaba aún vivo en los días del apóstol amado. Esto derrumba la tesis de los cristadelfianos en el sentido de que el diablo se refiere a hombres pecadores y opositores a Dios.
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