Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
El espiritismo es una práctica aborrecida por Dios desde el Antiguo Testamento. El juicio pronunciado por el Creador para los que practicaban semejante abominación fue severo y culminaba con la muerte. Dios había ordenado al rey Saúl arrojar y exterminar a los evocadores de espíritus y adivinadores (1 S. 28:3,9), y sorprendentemente, él mismo buscó ayuda en la infernal y condenable forma para conocer sucesos futuros al consultar a la adivina de Endor que estaba familiarizada muy bien con ciertos espíritus que evocaba (1 S.28:7-8, 11). En el libro de los Hechos Pablo enfrentó una muchacha que tenía un espíritu de adivinación (en la época de este relato bíblico, la palabra espiritismo no existía). Aunque parezca extraño, el inmundo ente anunciaba con verdad por medio de la joven que Pablo y quienes le acompañaban eran siervos del Dios Altísimo y que proclamaban el camino de la salvación (Hech.16:16-17). Más adelante, Pablo en el nombre de Jesucristo la libera del maligno ser espiritual (Hech.16:18). El primer acto de espiritismo lo podemos ver en el libro de Génesis, cuando Satanás por medio de la serpiente engaña a la mujer que desobedece a Dios de su mandato de no comer del árbol del bien y del mal (Gn.2:16-17; Gn. cap. 3).
El espiritismo, que es considerado como una doctrina filosófica, aparece en el siglo XIX con Allan Kardec y fue él quien aplicó por primera vez dicha palabra que significa Sistema para el Estudio del Espíritu, de su naturaleza, su origen y su interacción con el mundo material, de los seres vivos. Esta doctrina afirma erradamente, que los espíritus o almas humanas pasan a una dimensión diferente, imperceptible para el ojo humano, y que hay personas sensibles o capacitadas que se pueden comunicar con ellos (médium). El espiritismo sostiene la doctrina de la reencarnación del alma, acto que según ellos se lleva durante la gestación. La Palabra de Dios no se concilia con tan grotesca forma doctrinal, al contrario, el AT. explica con claridad innegable que las personas al morir se encuentran en una completa inconsciencia, que sus mentes nada saben, que han olvidado todo porque éstas sencillamente ya dejaron de ser: «Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en el olvido». Y más abajo el predicador escribe que los fenecidos ya «no pueden amar, ni odiar, ni envidiar», y es por la misma pérdida irreversible de la mente de cada ser humano en el preciso momento de la muerte, lugar dónde se guardan los recuerdos y residen las emociones (Ec.9:5-6). Lo más terrible y triste, es que los cristianos en la actualidad han sido influenciados por el espiritismo, sin darse cuenta en la herética problemática en que están metidos:
«Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios. . .» (1Tim. 4:1).
Pablo se refiere aquí a los que una vez fueron cristianos fieles en todo el sentido de la palabra pero que se apartaron del camino de la salvación al ser influenciados por los demonios con doctrinas oscuras, sutiles y contrarias a las Santas Escrituras. La palabra apostasía significa negar la fe de Jesucristo por otra fe diferente y consentirla al final. Pablo no se dirige en el texto a los que han llevado una doctrina ajena a la enseñanza del Señor y que se han apartado de ella por seguir igualmente otra extraña. Es un texto exclusivo para los que fueron en un tiempo creyentes bien intencionados, convertidos al Señor. Sabemos como hijos del Dios viviente que el diablo está atrás del espiritismo haciendo creer al mundo que es factible tener contacto con espíritus de personas ya fallecidas. Con más sutileza, los espíritus inmundos pueden relacionarse engañosamente con los creyentes al hacerlos creer que el mismo Dios del cielo le habla con su misma y santa voz. Los adeptos de la Nueva Era, aseguran que guías espirituales o Eones interplanetarios les han revelado que el mundo entrará en una época de paz, de amor y felicidad, y que cada hombre puede ser un dios. Parece muy hermoso, pero no deja de ser una falsedad, que ha sido secretada por la mente del infame y astuto Satanás. Lo mismo pasa con el cristianismo de hoy. El canon bíblico sagrado se cerró con el último libro que es el de las Revelaciones, posiblemente en el año 96 d.C. y su autor, el apóstol Juan, con su muerte, concluye la llamada era apostólica, suceso que se dio en el despertar inmediato del primer siglo de nuestra era. En 1 Co.13:8 Pablo dice: «. . . pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará ». Al cerrarse el canon bíblico, de acuerdo a la voluntad soberana de Dios, se impidió categóricamente que otra cosa extra fuera adherida a las ordenanzas bíblicas ya establecidas: ¿Qué otra cosa más podría ser profetizada si se habrá de encontrar en la Biblia todo lo elemental y necesario para el creyente en Cristo? 1 Co.13:8, es razonablemente aplicable aquí. Pablo, resuelve el problema en Heb.1:1-2. Falsamente, se profetizan en las Iglesias Cristianas situaciones obvias que por demás sabemos. Durante los cultos eclesiales y bajo el dominio de trances que no tienen nada de Dios surgen cosas así: «Dios dice que te ama hermano, y que no te olvides de diezmar». «Dice el Señor: Vengo pronto». «El Señor dice: Hay pecados en esta congregación que me ofenden», y otras cosas más por el estilo, irrisibles y absurdas, que son de la misma manera «profetizadas». A pesar de todo, a los creyentes no les ha interesado en lo mínimo el preguntarse: « ¿Por qué el Señor se tiene que tomar la molestia de hablar cosas que ya sabemos en su Palabra?» No es desconocido para nosotros que él ama al cristiano fiel y santo, y sabemos a ciencia cierta que la venida de su Hijo Jesucristo será un hecho real en el futuro. También no es raro para nadie que en todas las congregaciones haya pecadores activos, que existan pecados ocultos en todas las Iglesias del mundo; nada de extraordinario hay en eso. Solamente los ignorantes creen el cuento diabólico de tamañas profecías de mentira. Bíblicamente, la profecía nunca debe ser vaga ni ambigua. En la verdadera profecía no deberá existir algo que sugiera el cumplimiento de un evento futuro lógico, es decir, que sea obvio, por causa de un conocimiento previo. En esto, las Iglesias de hoy, sobre todo las neopentecostalistas, se encuentran a la orden. Otros tienen la condenada y errada manía de decir, y lo peor de todo, con tanta seguridad: «Hermano, Dios me dijo algo para usted». Tenga la seguridad que eso es tan falso como un billete de 7 dólares y lo que Dios le dirá hermano habrá de ser por medio de su Palabra como en párrafos atrás, según Heb.1:1-2., y no por medio de ignorantes cristianos emotivos que desconocen en qué lugar tienen la cabeza. Este es una clase de espiritismo trabajado sutilmente por el diablo, un fino sincretismo para no ser descubierto por los que profesan el cristianismo. Aunque mucho de las erradas declaraciones y falsas profecías que se dan en las Iglesia no son por el influjo directo de los demonios, una parte lo es por una gigantesca y notable confusión emocional y falta de estudio bíblico serio y constante. Con voz de Dios, el diablo y sus secuaces vienen a los oídos de los creyentes ignorantes que no saben probar si los espíritus son del arriba o son inmundos: «Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios. . .» (Jn.4:1). De la misma manera que la joven de Hech. 16, muchos declaran verbalmente dentro de las Iglesias de Cristo conceptos bíblicos verdaderos, y anteponen a Dios como el autor de ellas, incluyendo los mensajes proféticos que a decir verdad no se sujetan para nada a la normativa de la verdadera profecía establecida bíblicamente y que ahora no procede para nada porque tenemos la Palabra de Dios que nada le falta para el caminar santo del cristiano fiel y sincero. Cuando las profecías no tienen un cumplimento exacto, es muy difícil que el error sea admitido por quienes vienen, y la justificación será siempre que no hubo fe para que fuesen cumplidas o que el diablo estorbó para que no se lograran. La verdadera profecía ha tenido siempre cumplimiento, como se cumplirán así también los eventos escatológicos profetizados en las Escrituras, a pesar de la intervención el diablo para que no se lleven a cabo. Dios no falla, pero si los creyentes parcamente espirituales, tercos y necios además y que están bajo el influjo de un espiritismo cristianizado que los ha colocado peligrosamente en el filo del abismo de la condenación. Parecerá increíble, pero el espiritismo es una práctica común en las Iglesias por lo que hemos visto ya. Pablo nos advierte que aun entre nosotros o un ángel del cielo anunciara un evangelio diferente al que se dio una vez, se anatema (Ga.1:8). La primera mujer fue engañada por Satanás a través de la serpiente, la médium, que la hizo caer en la mentira que la llevó a ella y a Adán a pecar mortalmente.
Así como los espiritistas confesos han sido engañados por los espíritus demoníacos con el cuento falso de hacerlos creer que los mensajes directos que reciben vienen de espíritus de personas muertas, los cristianos son engañados igualmente con las voces de las huestes demoníacas que les han hecho creer que los mensajes que reciben son del mismo Dios del cielo. Para concluir y para que mediten en lo escrito, Pablo considera esta posibilidad en el creyente, con preocupación:
«Pero temo que como la serpiente con astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo» (2 Co.11:3).
Dios les bendiga hermanos y amigos que nos visitan.