EL RACISMO DE DARWIN
Uno de los aspectos más importantes y no obstante menos conocido de Darwin es su racismo: consideraba a los europeos blancos más “avanzados” que otras razas humanas. En tanto presuponía que el ser humano evolucionó a partir de criaturas parecidas a los monos, barruntó que algunas razas se desarrollaron más que otras y que las últimas aún tenían rasgos de simios. En su libro “La Descendencia del Hombre”, el cual publicado después de “El Origen de las Especies”, comentó descaradamente “las mayores diferencias entre los seres humanos de razas distintas”(1). Darwin sostiene allí que los negros y los aborígenes australianos son iguales a los gorilas y luego infirió que los mismos, con el tiempo, deberían ser “hechos a un lado” por las “razas civilizadas”. Dijo: “En un futuro, no muy distante como para medirlo en siglos, las razas humanas civilizadas, seguramente, exterminarán y reemplazarán a las razas salvajes en todo el mundo. Sin duda…, al mismo tiempo serán exterminados los monos antropomorfos. Podemos esperar que exista un hombre civilizado –incluso más que el caucásico– cuya diferencia con un mono tan inferior como el mandril sea mayor a la que existe entre el negro o el australiano y el gorila”(2).
Las disparatadas ideas de Darwin no fueron solamente teorizadas sino llevadas también a una posición que proveyeron los más importantes “fundamentos científicos” al racismo. Suponiendo que los seres vivientes evolucionaron en la lucha por la vida, el Darwinismo fue adaptado a las ciencias sociales y se convirtió en una concepción que pasó a ser llamada “Darwinismo Social”.
El Darwinismo Social afirma que las razas humanas existentes están ubicadas en distintos peldaños de la “escala evolutiva”, que las razas europeas eran las más avanzadas y que muchas otras razas aún llevan rasgos de “simios”.