“No-Diseño” En la Naturaleza: El Nuevo Argumento de la Evolución
por Bert Thompson, Ph.D.
INTRODUCCIÓN
Al fijar el caso para la creación y establecer la existencia de un Creador, los creacionistas a menudo emplean lo que es comúnmente llamado el argumento del “diseño”. Declarado en forma lógica, el argumento luce como esto:
Premisa #1
Si el Universo manifiesta diseño planeado, debe haber habido un diseñador.
Permisa #2
El Universo sí manifiesta diseño planeado.
Conclusión
Por ende, el Universo debe haber tenido un Diseñador.
Incluso los ateos y los agnósticos admiten que la forma de argumentación es correcta. Paul Ricci, un filósofo ateo, declaró en su libro, Fundamentals of Critical Thinking (Fundamentos del Pensamiento Crítico) “[...]es cierto que todo lo diseñado tiene un diseñador… ‘Todo lo diseñado tiene un diseñador’ es un enunciado analíticamente verdadero” (1986, p. 190).
Sin embargo, ocurre desacuerdo sobre la segunda premisa que afirma que el Universo manifiesta diseño planeado. En el pasado, los evolucionistas simplemente negaban la existencia de algún diseño planeado en el Universo, y luego intentaban probar este punto.
Por ejemplo, en 1986 Richard Dawkins, profesor en ciencia animal en la Universidad de Oxford, escribió The Blind Watchmaker (El Relojero Ciego), en el cual intentó establecer el caso para el no-diseño en el Universo. Si tal diseño existe, los evolucionistas estarían conducidos a admitir, como Ricci estuvo forzado a hacerlo, que “todo lo diseñado tiene un diseñador”. Y eso, para ellos, es impensable.
No obstante, hoy en día los evolucionistas aparentemente están comenzando a reconocer que no pueden justificar lo que el “transeúnte” tan fácilmente ve como evidencia de diseño en el Universo. Ahora, tan increíble como parezca, incluso los evolucionistas finalmente están admitiendo que el diseño, de hecho, existe.
Douglas Futuyma, por ejemplo, ha admitido. “Nosotros vemos el diseño de los organismos, luego, la evidencia de la inteligencia del Creador, y ¿qué vemos? Una multitud de adaptaciones exquisitas para estar seguros; los huesos de una hermosa golondrina adaptados para volar; los ojos de un gato magníficamente formados para ver en la oscuridad” (1983, p. 198).
Entonces, ¿significa esto que los evolucionistas como Futuyma están admitiendo la derrota y llegando a convertirse en creacionistas a la luz de estas nuevas revelaciones? Nunca. En vez de abandonar su sacrosanta teoría de la evolución, ellos han decidido en cambio el “unir sus cabezas” en un esfuerzo por explicar todo esto. El argumento resultante, en efecto, es único. Éste es declarado de la siguiente manera.
EL ARGUMENTO DE LA “SUBOPTIMALIDAD”
Si el diseño en el Universo prueba la existencia de un Diseñador, dicen los evolucionistas, entonces el “no-diseño” desaprueba la existencia del mismo Diseñador. Declarándolo en forma lógica, aquí está el argumento.
Premisa #1
Si el Universo manifiesta características de “no-diseño”, no existe un Diseñador.
Premisa #2
El Universo sí manifiesta no-diseño.
Conclusión
Por ende, el Universo no tiene un Diseñador.
En años recientes, este argumento ha crecido en popularidad. El Dr. Futuyma, en su libro, Science On Trial (Ciencia A Prueba), dedicó casi un capítulo entero a ejemplos del “no-diseño” en la naturaleza. Otros evolucionistas se han unido en la reyerta.
Por ejemplo, Stephen Jay Gould de Harvard ha escrito extensamente acerca de ejemplos de no-diseño en la naturaleza.
Como resultado de toda esta atención al asunto del diseño versus el no-diseño, un nuevo término ha sido creado para expresar el argumento evolutivo. Éste es conocido como el argumento de la suboptimalidad. Esto quiere decir que, si todo diseño debería ser considerado perfecto, todo sería óptimo. Sin embargo, ya que existen asuntos en la existencia que (presuntamente) son imperfectos, existe suboptimalidad en la naturaleza. [NOTA: El argumento algunas veces es conocido como el argumento de la disteleología]. Es mi opinión que el argumento es defectuoso por varias razones.
Primero, argumentando a favor del caso para el diseño, los creacionistas no están obligados a demostrar diseño obvio en cada característica simple del Universo. Es necesario producir solamente un número razonable de evidencias suficientes para establecer el diseño. El hecho de que el evolucionista produzca un ejemplo de algo que, para él, manifiesta no-diseño, o diseño pobre, ¡no niega de algún modo todas las otras evidencias de diseño obvio!
Segundo, es posible que un objeto posea diseño planeado, pero que no sea reconocido por el observador. Considere los siguientes dos casos. Percival Davis, en el libro que él co-escribió con Wayne Frair, A Case for Creation (Un Caso para la Creación), dio la siguiente ilustración.
Mi hija estaba jugando un día con su rata mascota cuando se le ocurrió una pregunta. “Papi”, ella dijo, “¿por qué tiene una rata escamas en su cola?”.
“Tú sabes perfectamente bien”, yo contesté. “Los reptiles que fueron ancestrales a las ratas y todos los otros mamíferos tenían escamas en sus colas también como en el resto de su cuerpo. Ya que no había una desventaja particular en tenerlas, éstas continuaron en las ratas hasta este día”.
“Deja de burlarte de mi, Papi. ¡Yo sé que tú no crees esto!”.
Parece que no puedes ganar. Pero es verdad que a uno se le hace difícil distinguir la razón para las adaptaciones diversas que los organismos poseen. Lo que debería haber dicho a mi hija (y finalmente lo dije) fue que Dios había puesto las escamas allí por razones que Él sabía que eran perfectamente buenas pero las cuales puede tomarnos mucha investigación para descubrir, ya que Él no nos dijo que son. Todavía, el hecho fue que yo no podía explicar la presencia de esas escamas… (1983, pp. 30-31).
Con esta historia simple, el Dr. Davis ha planteado dos puntos muy importantes. Primero, nosotros podemos no saber actualmente por qué un organismo está diseñado de la manera que lo está. Para nosotros, el diseño no es todavía reconocible, o no bien entendido. Segundo, es posible que con investigación adicional, el diseño hasta el momento irreconocible finalmente pueda ser descubierto. Y, en el caso que sigue, esto es exactamente lo que pasó.
En su libro The Panda’s Thumb (El Pulgar del Panda), el Dr. Gould (uno de los mayores partidarios orales de la suboptimalidad) presentó lo que creía ser tal vez el ejemplo más excelente de no-diseño alguna vez encontrado en la naturaleza—el pulgar del panda. Después de proveer una explicación exhaustiva de cómo el panda tiene otros 5 dedos en cada una de sus “manos” (que funcionan muy bien en la vida diaria del panda), Gould entonces proveyó una explicación igualmente exhaustiva del “pulgar” del panda.
Este es, él dijo, una añadidura “un tanto torpe, pero bastante explotable” que “no gana ningún premio en una competencia de ingeniería”. Su composición completa estuvo intencionada a describir esto como buena evidencia de suboptimalidad—no-diseño en la naturaleza. De hecho, a fin de que el lector no pierda su punto, Gould observó que los “arreglos extraños y soluciones raras son la prueba de la evolución—caminos por los cuales un Dios sensato no caminaría, pero que un proceso natural, constreñido por la historia, sigue ineludiblemente” (pp. 20-21).
Interesantemente, mientras que Gould estaba escribiendo acerca del no-diseño que él sentía que fue tan evidente en la naturaleza, la investigación (la misma clase de investigación que el Dr. Davis dijo que sería necesitada para dilucidar el propósito del diseño en ciertas estructuras) estaba en curso concerniente al pulgar del panda. Y ¿qué mostró la investigación? Ahora se descubría que el pulgar del panda exhibe diseño para funciones muy especiales, como la siguiente información atestigua.
Primero, el Giant Panda Zoobook (Libro de Zoología del Panda Gigante) del Zoológico de San Diego declara: “De hecho, el panda gigante es uno de los pocos animales grandes que puede asir cosas tan apretadamente como lo hacen los humanos” (s.d., p. 6). Segundo, en 1985 George B. Schaller y colegas escribieron The Giant Pandas of Wolong (Los Pandas Gigantes de Wolong), en el cual escribieron: “El panda puede manipular tallos de bambú con gran precisión al sostenerlos como si fuera con fórceps en la ranura sin pelo que conecta la almohadilla del primer dedo y el seudo pulgar” (p. 4, énfasis añadido).
¿Parecen que estas clases de enunciados describen el pulgar del panda como un recurso de “casualidad”? ¿El ser capaz de asir algo apretadamente “con gran precisión”, usando un “seudo pulgar” que es comparado a fórceps de cirugía, expresa no-diseño? Tales enunciados sirven como recordatorios de que un objeto puede tener diseño planeado, pero que ese diseño puede no siempre ser evidente para un observador. El Dr. Gould no pudo ver (por alguna razón) el diseño en el pulgar del panda. Sin embargo, tal diseño está presente.
También existen otros defectos fatales con el argumento de la suboptimalidad. Uno de los más serios es este: Aquellos que claman que algo es “subóptimo” deben, por definición, establecerse a sí mismos como el único jurado de lo que es, y de lo que no es “óptimo”. En otras palabras, aquellos que clamarían el no-diseño en la naturaleza de algún modo deben saber dos cosas: (1) ellos deben saber que el asunto en discusión positivamente no manifiesta ningún diseño; y (2) ellos deben saber cuál es el estándar absoluto en primer lugar (i.e., “lo óptimo” para poder clamar que algo ha llegado a ser “subóptimo”.
Estos puntos no han escapado a la atención de los evolucionistas. Por ejemplo, S.R. Scadding de la Universidad de Guelph en Canadá ha comentado que el argumento de la suboptimalidad “es un argumento teológico en vez de científico, ya que está basado sobre la supuesta naturaleza del Creador” (1981, p. 174, énfasis añadido). Es decir, el evolucionista se establece a sí mismo como el Creador, presupone conocer la mente del Creador, y entonces presume decir lo que el Creador sí hizo o no. Observe como un evolucionista ha hecho exactamente eso:
El caso de la evolución entonces tiene dos lados; la evidencia positiva—que la evolución ha ocurrido; y la evidencia negativa—que el mundo natural no concuerda con nuestra expectativa de lo que un Creador omnipotente, omnisciente y veraz hubiera creado (Futuyama, 1983, p. 198, énfasis añadido).
Note la frase, “que el mundo natural no concuerda con nuestra expectativa de lo que un Creador omnipotente, omnisciente y veraz hubiera creado”. El evolucionista mira a la creación, ve que no calza con lo que él haría si él fuera el Creador, y luego sobre ese fundamento sugiere que la evolución es verdadera. Y ¡todo esto viene de alguien que incluso no cree en un Creador en primer lugar! Tal lógica crea un argumento extremadamente débil. Como Frair y Davis remarcaron: “Podría ser considerado arrogante el suponer el conocimiento del propósito de una característica de un diseño en un organismo, incluso si éste tuviera un propósito” (1983, p. 31).
Existe todavía otro desperfecto en este argumento de la “suboptimalidad”. Y, como el discutido anteriormente, éste también tiene que ver con la teología, no con la ciencia. Primero, el evolucionista se establece a sí mismo como el Creador, y luego procede a denotar que ya que las cosas no fueron hechas como él las haría, entonces, no debe existir un Creador. Segundo, cuando el Creador real sí trata de explicar las evidencias de “no-diseño” en el mundo (como el evolucionista las ve), el evolucionista rechaza escuchar. Considere lo siguiente como una explicación de este punto.
Es posible, a lo menos, que un objeto una vez reflejara claramente diseño planeado, pero como resultado de un proceso de degeneración, su diseño haya sido nublado o borrado. Vamos a considerar la siguiente analogía:
Imagine un jardinero que cava en un montón de desperdicios y descubre un libro antiguo. Su cubierta está desgastada, sus páginas están en mayor parte pegadas, el escrito está descolorido, etc. Esto está, para todo propósito práctico, completamente ilegible. ¿Significa la condición actual del libro que éste nunca tuvo un mensaje—que nunca evidenció un diseño? Desde luego que no. Aunque el libro está en una condición degenerativa, y el mensaje se ha descolorido con el tiempo, no existe duda de que el libro fue en un tiempo comunicativo (Jackson, 1989, 9:2, énfasis añadido).
Los evolucionistas inspeccionan la Tierra y encuentran ejemplos de lo que ellos creen que son evidencias de “suboptimalidad”. Sin embargo, en muchos casos ellos pueden simplemente estar siendo testigos de degeneración. De hecho, esto es exactamente lo que el Creador ha declarado. Cuando el hombre pecó, y la maldad fue introducida a este planeta, comenzó un estado de degeneración progresiva. La creación completa sufrió como resultado del pecado del hombre (Romanos 8:20-22). El escritor a los Hebreos, citando al salmista, observó que “la tierra, como una vestidura, se está envejeciendo” (Hebreos 1:10,11).
Considere también este punto importante: el hecho de que el producto de un mecanismo ordenado sea defectuoso no necesariamente refleja el diseño inicial o el diseñador.
Por ejemplo, si una maquina que fabrica latas de estaño comienza a producir latas irregulares, ¿prueba esto de algún modo que la máquina no tiene diseñador? ¿Debe uno postular que el inventor de la máquina pretendió que latas mutiladas sean producidas, o que la máquina fuera diseñada imperfectamente? Ciertamente nosotros podemos concebir que el fallo pudiera ser de parte de aquellos que fracasaron en seguir los procedimientos correctos para mantener la máquina, o que abusaron de ella en algún modo. Cuando el hombre se rebeló en contra de su Hacedor, el Señor permitió, como una consecuencia de esa desobediencia, que los procesos degenerativos comiencen, lo cual finalmente resultan en la muerte (Romanos 5:12). Pero el hecho de que nosotros tengamos problemas de vista, fallo del corazón, enfermedades, etc., no niega el impacto como un todo de que el cuerpo humano es “hecho tremendamente y maravillosamente” (Salmos 139:14). Por tanto, nosotros no asumiremos que ya que la habilidad de razonamiento de nuestro crítico es defectuosa, esto prueba que su cerebro no fue diseñado. ¡El argumento del “diseño” permanece ileso! (Jackson, 1989, 9:3, énfasis en original).
Los evolucionistas, por su puesto, ignoran todo esto. Después de todo, ellos ya se han establecido a sí mismos como el Creador, y han determinado que ninguna de éstas es la manera en que ellos lo harían. Cuando el Creador real habla, ellos están demasiado ocupados jugando al Creador como para oírle. Aquí hay un buen ejemplo de Futuyma.
Los creacionistas admiten que las especies pueden experimentar cambios adoptivos limitados por el mecanismo de la mutación más la selección natural. Pero de seguro un Creador omnisciente y omnipotente pudiera inventar un método más infalible que la mutación al azar para permitir que sus criaturas se adapten.
No obstante, las mutaciones sí ocurren, y nosotros tenemos demostración experimental de que éstas no están orientadas en la dirección de mejor adaptabilidad. De hecho, ¿cómo pudiera un Creador sabio permitir que las mutaciones ocurran en absoluto, ya que éstas son a menudo degenerativas en vez de edificantes? Según los creacionistas, existe “un principio básico de desintegración en funcionamiento ahora en la naturaleza” que nosotros debemos suponer que incluye la mutación. Pero ¿por qué debería el Creador haber establecido tal principio? ¿No le gustó la perfección de Su creación original? (1983, p. 200).
El Dr. Futuyma admitió que los creacionistas han tratado de hacerle ver que existe “un principio básico de desintegración en función ahora en la naturaleza”. Luego él preguntó: “Pero ¿por qué debería un Creador haber establecido tal principio? ¿No le gustó la perfección de Su creación original?”. Ésta es la razón por la cual decimos que el problema está arraigado en la teología, no en la ciencia. Futuyma cuestionó por qué el Creador promulgó un “principio de degeneración”, luego clarificó que él no tenía la intención en absoluto de aceptar la respuesta provista por el mismo Creador a quién él cuestiona. Sí, al Creador le gustó Su creación inicial—tanto que Él la declaró “muy buena” (Génesis 1:31).
No fue la culpa de Dios que el principio de degeneración llegara a ser una realidad. Fue la culpa del hombre ya que el primer hombre quiso, como los evolucionistas hoy en día, ser el Creador. ¿Existe un “principio de degeneración” en funcionamiento? Efectivamente existe. ¿Puede esto causar que algunos organismos o estructuras disminuyan, o pierdan del todo su mensaje original (i.e., diseño)? Efectivamente. Pero ¿significa esto que nunca existió algún diseño? O ¿refleja pobremente al Diseñador, “probando” de alguna manera que Él no existe? A los ojos de los evolucionistas, la única respuesta posible a estas preguntas es un rotundo “sí”. Como Scadding sugirió:
Haeckel clarifica por qué esta línea de argumento fue pronto de tal importancia para los biólogos evolucionistas… Parecía difícil explicar las estructuras no-funcionales en base de la creación especial sin atribuir alguna falta de habilidad del Creador en el diseño (1981, p. 174).
Así que, Dios es culpado por los errores de los hombres. Y, los evolucionistas consiguen otro argumento para su arsenal. Aquí, en pocas palabras, está ese argumento, como declarado por el evolucionista británico Jeremy Cherfas:
De hecho, como Darwin reconoció, un Creador perfecto pudiera fabricar adaptaciones perfectas. Todo calzaría ya que todo fue diseñado a calzar. Es en las adaptaciones imperfectas que la selección natural es revelada, ya que son estas imperfecciones que nos muestran que la estructura tiene una historia. Si no existieran imperfecciones, no habría evidencia de historia, y por tanto nada para favorecer a la evolución por la selección natural sobre la creación (1984, 102:29).
Henry Morris, abordando específicamente los comentarios hechos por Cherfas, hizo una observación interesante:
Esta es una confesión sorprendente. ¡La evidencia principal en contra de la creación y para la evolución es que la selección natural no funciona! Si no hubiera estructuras “imperfectas” en la naturaleza, toda la evidencia sería a favor de la creación. ¡No es de extrañarse que la evolución tiene que ser impuesta por la autoridad y ampulosidad, en vez de la razón, si ésta es la única evidencia real! (1985, p. 177).
Aunque esto es exactamente lo que el Dr. Gould ha sugerido: “Los arreglos extraños y las soluciones raras son prueba de la evolución” (1980, p. 20, énfasis añadido).
CONCLUSIÓN
Es claro que los evolucionistas están “aferrándose a una esperanza vana” cuando el argumento de la suboptimalidad es lo mejor que pueden ofrecer. Realmente, este argumento no es bueno en absoluto. Darwin, en El Origen de las Especies, abordó este argumento en 1859. Los evolucionistas modernos—desesperados por encontrar algo que ellos puedan emplear como evidencia en contra del diseño en el Universo (y por ende en contra del Diseñador)—lo han resucitado de los montones de reliquias de la historia, lo despolvaron, le dieron un nuevo nombre elegante, e intentaron encajarlo en un público confiado como una respuesta legítima al argumento de los creacionistas sobre el diseño.
Una vez más ellos han tenido que establecerse a sí mismos como el Creador para tratar de convencer a la gente que ningún Creador existe. Y una vez más, ellos han fallado. Sin embargo, el creacionista no está dispuesto a usurpar la prerrogativa del Creador, como lo hace el evolucionista, mandándole lo que Él puede (y no puede) hacer, o lo que es (y lo que no es) aceptable. Como Frair y Davis anotaron:
Pero el creacionista carece de la opción (abierta al evolucionista) de suponer ningún propósito. Siendo la curiosidad humana como es, los creacionistas serán motivados a inquirir concerniente al propósito del universo y todas sus características. El propósito para la mayoría de las cosas no serán encontradas. Sin embargo, lo que nosotros encontramos puede ser suficiente justificación para el esfuerzo (1983, pp. 31-32).
REFERENCIAS
Cherfas, Jeremy (1984), “The Difficulties of Darwinism,” New Scientist, 102:28-30, May 17.
Davis, Percival, and Dean H. Kenyon (1989), Of Pandas and People (Dallas, TX: Haughton Publishing).
Dawkins, Richard (1986), The Blind Watchmaker (New York: W.W. Norton).
Frair, Wayne A. and Percival Davis (1983), A Case for Creation (Chicago, IL: Moody).
Futuyma, Douglas (1983), Science on Trial (New York: Pantheon).
Giant Panda Zoobook (sine data), (San Diego, CA: San Diego Zoo).
Gould, Stephen Jay (1980), The Panda’s Thumb (New York: W.W. Norton).
Jackson, Wayne (1989), “Some Atheistic Arguments Answered,” Reason & Revelation, 9:1-3, January.
Morris, Henry M. (1985), Creation and the Modern Christian (El Cajon, CA: Master Books).
Ricci, Paul (1986), Fundamentals of Critical Thinking (Lexington, MA: Ginn Press).
Scadding, S.R. (1981), Evolutionary Theory, May.
Schaller, George B., Hu Jinchu, Pan Wenshi, and Zhu Jing (1985), The Giant Pandas of Wolong (Chicago, IL: University of Chicago Press).
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Fuente: www.apologeticspress.org
por Bert Thompson, Ph.D.
INTRODUCCIÓN
Al fijar el caso para la creación y establecer la existencia de un Creador, los creacionistas a menudo emplean lo que es comúnmente llamado el argumento del “diseño”. Declarado en forma lógica, el argumento luce como esto:
Premisa #1
Si el Universo manifiesta diseño planeado, debe haber habido un diseñador.
Permisa #2
El Universo sí manifiesta diseño planeado.
Conclusión
Por ende, el Universo debe haber tenido un Diseñador.
Incluso los ateos y los agnósticos admiten que la forma de argumentación es correcta. Paul Ricci, un filósofo ateo, declaró en su libro, Fundamentals of Critical Thinking (Fundamentos del Pensamiento Crítico) “[...]es cierto que todo lo diseñado tiene un diseñador… ‘Todo lo diseñado tiene un diseñador’ es un enunciado analíticamente verdadero” (1986, p. 190).
Sin embargo, ocurre desacuerdo sobre la segunda premisa que afirma que el Universo manifiesta diseño planeado. En el pasado, los evolucionistas simplemente negaban la existencia de algún diseño planeado en el Universo, y luego intentaban probar este punto.
Por ejemplo, en 1986 Richard Dawkins, profesor en ciencia animal en la Universidad de Oxford, escribió The Blind Watchmaker (El Relojero Ciego), en el cual intentó establecer el caso para el no-diseño en el Universo. Si tal diseño existe, los evolucionistas estarían conducidos a admitir, como Ricci estuvo forzado a hacerlo, que “todo lo diseñado tiene un diseñador”. Y eso, para ellos, es impensable.
No obstante, hoy en día los evolucionistas aparentemente están comenzando a reconocer que no pueden justificar lo que el “transeúnte” tan fácilmente ve como evidencia de diseño en el Universo. Ahora, tan increíble como parezca, incluso los evolucionistas finalmente están admitiendo que el diseño, de hecho, existe.
Douglas Futuyma, por ejemplo, ha admitido. “Nosotros vemos el diseño de los organismos, luego, la evidencia de la inteligencia del Creador, y ¿qué vemos? Una multitud de adaptaciones exquisitas para estar seguros; los huesos de una hermosa golondrina adaptados para volar; los ojos de un gato magníficamente formados para ver en la oscuridad” (1983, p. 198).
Entonces, ¿significa esto que los evolucionistas como Futuyma están admitiendo la derrota y llegando a convertirse en creacionistas a la luz de estas nuevas revelaciones? Nunca. En vez de abandonar su sacrosanta teoría de la evolución, ellos han decidido en cambio el “unir sus cabezas” en un esfuerzo por explicar todo esto. El argumento resultante, en efecto, es único. Éste es declarado de la siguiente manera.
EL ARGUMENTO DE LA “SUBOPTIMALIDAD”
Si el diseño en el Universo prueba la existencia de un Diseñador, dicen los evolucionistas, entonces el “no-diseño” desaprueba la existencia del mismo Diseñador. Declarándolo en forma lógica, aquí está el argumento.
Premisa #1
Si el Universo manifiesta características de “no-diseño”, no existe un Diseñador.
Premisa #2
El Universo sí manifiesta no-diseño.
Conclusión
Por ende, el Universo no tiene un Diseñador.
En años recientes, este argumento ha crecido en popularidad. El Dr. Futuyma, en su libro, Science On Trial (Ciencia A Prueba), dedicó casi un capítulo entero a ejemplos del “no-diseño” en la naturaleza. Otros evolucionistas se han unido en la reyerta.
Por ejemplo, Stephen Jay Gould de Harvard ha escrito extensamente acerca de ejemplos de no-diseño en la naturaleza.
Como resultado de toda esta atención al asunto del diseño versus el no-diseño, un nuevo término ha sido creado para expresar el argumento evolutivo. Éste es conocido como el argumento de la suboptimalidad. Esto quiere decir que, si todo diseño debería ser considerado perfecto, todo sería óptimo. Sin embargo, ya que existen asuntos en la existencia que (presuntamente) son imperfectos, existe suboptimalidad en la naturaleza. [NOTA: El argumento algunas veces es conocido como el argumento de la disteleología]. Es mi opinión que el argumento es defectuoso por varias razones.
Primero, argumentando a favor del caso para el diseño, los creacionistas no están obligados a demostrar diseño obvio en cada característica simple del Universo. Es necesario producir solamente un número razonable de evidencias suficientes para establecer el diseño. El hecho de que el evolucionista produzca un ejemplo de algo que, para él, manifiesta no-diseño, o diseño pobre, ¡no niega de algún modo todas las otras evidencias de diseño obvio!
Segundo, es posible que un objeto posea diseño planeado, pero que no sea reconocido por el observador. Considere los siguientes dos casos. Percival Davis, en el libro que él co-escribió con Wayne Frair, A Case for Creation (Un Caso para la Creación), dio la siguiente ilustración.
Mi hija estaba jugando un día con su rata mascota cuando se le ocurrió una pregunta. “Papi”, ella dijo, “¿por qué tiene una rata escamas en su cola?”.
“Tú sabes perfectamente bien”, yo contesté. “Los reptiles que fueron ancestrales a las ratas y todos los otros mamíferos tenían escamas en sus colas también como en el resto de su cuerpo. Ya que no había una desventaja particular en tenerlas, éstas continuaron en las ratas hasta este día”.
“Deja de burlarte de mi, Papi. ¡Yo sé que tú no crees esto!”.
Parece que no puedes ganar. Pero es verdad que a uno se le hace difícil distinguir la razón para las adaptaciones diversas que los organismos poseen. Lo que debería haber dicho a mi hija (y finalmente lo dije) fue que Dios había puesto las escamas allí por razones que Él sabía que eran perfectamente buenas pero las cuales puede tomarnos mucha investigación para descubrir, ya que Él no nos dijo que son. Todavía, el hecho fue que yo no podía explicar la presencia de esas escamas… (1983, pp. 30-31).
Con esta historia simple, el Dr. Davis ha planteado dos puntos muy importantes. Primero, nosotros podemos no saber actualmente por qué un organismo está diseñado de la manera que lo está. Para nosotros, el diseño no es todavía reconocible, o no bien entendido. Segundo, es posible que con investigación adicional, el diseño hasta el momento irreconocible finalmente pueda ser descubierto. Y, en el caso que sigue, esto es exactamente lo que pasó.
En su libro The Panda’s Thumb (El Pulgar del Panda), el Dr. Gould (uno de los mayores partidarios orales de la suboptimalidad) presentó lo que creía ser tal vez el ejemplo más excelente de no-diseño alguna vez encontrado en la naturaleza—el pulgar del panda. Después de proveer una explicación exhaustiva de cómo el panda tiene otros 5 dedos en cada una de sus “manos” (que funcionan muy bien en la vida diaria del panda), Gould entonces proveyó una explicación igualmente exhaustiva del “pulgar” del panda.
Este es, él dijo, una añadidura “un tanto torpe, pero bastante explotable” que “no gana ningún premio en una competencia de ingeniería”. Su composición completa estuvo intencionada a describir esto como buena evidencia de suboptimalidad—no-diseño en la naturaleza. De hecho, a fin de que el lector no pierda su punto, Gould observó que los “arreglos extraños y soluciones raras son la prueba de la evolución—caminos por los cuales un Dios sensato no caminaría, pero que un proceso natural, constreñido por la historia, sigue ineludiblemente” (pp. 20-21).
Interesantemente, mientras que Gould estaba escribiendo acerca del no-diseño que él sentía que fue tan evidente en la naturaleza, la investigación (la misma clase de investigación que el Dr. Davis dijo que sería necesitada para dilucidar el propósito del diseño en ciertas estructuras) estaba en curso concerniente al pulgar del panda. Y ¿qué mostró la investigación? Ahora se descubría que el pulgar del panda exhibe diseño para funciones muy especiales, como la siguiente información atestigua.
Primero, el Giant Panda Zoobook (Libro de Zoología del Panda Gigante) del Zoológico de San Diego declara: “De hecho, el panda gigante es uno de los pocos animales grandes que puede asir cosas tan apretadamente como lo hacen los humanos” (s.d., p. 6). Segundo, en 1985 George B. Schaller y colegas escribieron The Giant Pandas of Wolong (Los Pandas Gigantes de Wolong), en el cual escribieron: “El panda puede manipular tallos de bambú con gran precisión al sostenerlos como si fuera con fórceps en la ranura sin pelo que conecta la almohadilla del primer dedo y el seudo pulgar” (p. 4, énfasis añadido).
¿Parecen que estas clases de enunciados describen el pulgar del panda como un recurso de “casualidad”? ¿El ser capaz de asir algo apretadamente “con gran precisión”, usando un “seudo pulgar” que es comparado a fórceps de cirugía, expresa no-diseño? Tales enunciados sirven como recordatorios de que un objeto puede tener diseño planeado, pero que ese diseño puede no siempre ser evidente para un observador. El Dr. Gould no pudo ver (por alguna razón) el diseño en el pulgar del panda. Sin embargo, tal diseño está presente.
También existen otros defectos fatales con el argumento de la suboptimalidad. Uno de los más serios es este: Aquellos que claman que algo es “subóptimo” deben, por definición, establecerse a sí mismos como el único jurado de lo que es, y de lo que no es “óptimo”. En otras palabras, aquellos que clamarían el no-diseño en la naturaleza de algún modo deben saber dos cosas: (1) ellos deben saber que el asunto en discusión positivamente no manifiesta ningún diseño; y (2) ellos deben saber cuál es el estándar absoluto en primer lugar (i.e., “lo óptimo” para poder clamar que algo ha llegado a ser “subóptimo”.
Estos puntos no han escapado a la atención de los evolucionistas. Por ejemplo, S.R. Scadding de la Universidad de Guelph en Canadá ha comentado que el argumento de la suboptimalidad “es un argumento teológico en vez de científico, ya que está basado sobre la supuesta naturaleza del Creador” (1981, p. 174, énfasis añadido). Es decir, el evolucionista se establece a sí mismo como el Creador, presupone conocer la mente del Creador, y entonces presume decir lo que el Creador sí hizo o no. Observe como un evolucionista ha hecho exactamente eso:
El caso de la evolución entonces tiene dos lados; la evidencia positiva—que la evolución ha ocurrido; y la evidencia negativa—que el mundo natural no concuerda con nuestra expectativa de lo que un Creador omnipotente, omnisciente y veraz hubiera creado (Futuyama, 1983, p. 198, énfasis añadido).
Note la frase, “que el mundo natural no concuerda con nuestra expectativa de lo que un Creador omnipotente, omnisciente y veraz hubiera creado”. El evolucionista mira a la creación, ve que no calza con lo que él haría si él fuera el Creador, y luego sobre ese fundamento sugiere que la evolución es verdadera. Y ¡todo esto viene de alguien que incluso no cree en un Creador en primer lugar! Tal lógica crea un argumento extremadamente débil. Como Frair y Davis remarcaron: “Podría ser considerado arrogante el suponer el conocimiento del propósito de una característica de un diseño en un organismo, incluso si éste tuviera un propósito” (1983, p. 31).
Existe todavía otro desperfecto en este argumento de la “suboptimalidad”. Y, como el discutido anteriormente, éste también tiene que ver con la teología, no con la ciencia. Primero, el evolucionista se establece a sí mismo como el Creador, y luego procede a denotar que ya que las cosas no fueron hechas como él las haría, entonces, no debe existir un Creador. Segundo, cuando el Creador real sí trata de explicar las evidencias de “no-diseño” en el mundo (como el evolucionista las ve), el evolucionista rechaza escuchar. Considere lo siguiente como una explicación de este punto.
Es posible, a lo menos, que un objeto una vez reflejara claramente diseño planeado, pero como resultado de un proceso de degeneración, su diseño haya sido nublado o borrado. Vamos a considerar la siguiente analogía:
Imagine un jardinero que cava en un montón de desperdicios y descubre un libro antiguo. Su cubierta está desgastada, sus páginas están en mayor parte pegadas, el escrito está descolorido, etc. Esto está, para todo propósito práctico, completamente ilegible. ¿Significa la condición actual del libro que éste nunca tuvo un mensaje—que nunca evidenció un diseño? Desde luego que no. Aunque el libro está en una condición degenerativa, y el mensaje se ha descolorido con el tiempo, no existe duda de que el libro fue en un tiempo comunicativo (Jackson, 1989, 9:2, énfasis añadido).
Los evolucionistas inspeccionan la Tierra y encuentran ejemplos de lo que ellos creen que son evidencias de “suboptimalidad”. Sin embargo, en muchos casos ellos pueden simplemente estar siendo testigos de degeneración. De hecho, esto es exactamente lo que el Creador ha declarado. Cuando el hombre pecó, y la maldad fue introducida a este planeta, comenzó un estado de degeneración progresiva. La creación completa sufrió como resultado del pecado del hombre (Romanos 8:20-22). El escritor a los Hebreos, citando al salmista, observó que “la tierra, como una vestidura, se está envejeciendo” (Hebreos 1:10,11).
Considere también este punto importante: el hecho de que el producto de un mecanismo ordenado sea defectuoso no necesariamente refleja el diseño inicial o el diseñador.
Por ejemplo, si una maquina que fabrica latas de estaño comienza a producir latas irregulares, ¿prueba esto de algún modo que la máquina no tiene diseñador? ¿Debe uno postular que el inventor de la máquina pretendió que latas mutiladas sean producidas, o que la máquina fuera diseñada imperfectamente? Ciertamente nosotros podemos concebir que el fallo pudiera ser de parte de aquellos que fracasaron en seguir los procedimientos correctos para mantener la máquina, o que abusaron de ella en algún modo. Cuando el hombre se rebeló en contra de su Hacedor, el Señor permitió, como una consecuencia de esa desobediencia, que los procesos degenerativos comiencen, lo cual finalmente resultan en la muerte (Romanos 5:12). Pero el hecho de que nosotros tengamos problemas de vista, fallo del corazón, enfermedades, etc., no niega el impacto como un todo de que el cuerpo humano es “hecho tremendamente y maravillosamente” (Salmos 139:14). Por tanto, nosotros no asumiremos que ya que la habilidad de razonamiento de nuestro crítico es defectuosa, esto prueba que su cerebro no fue diseñado. ¡El argumento del “diseño” permanece ileso! (Jackson, 1989, 9:3, énfasis en original).
Los evolucionistas, por su puesto, ignoran todo esto. Después de todo, ellos ya se han establecido a sí mismos como el Creador, y han determinado que ninguna de éstas es la manera en que ellos lo harían. Cuando el Creador real habla, ellos están demasiado ocupados jugando al Creador como para oírle. Aquí hay un buen ejemplo de Futuyma.
Los creacionistas admiten que las especies pueden experimentar cambios adoptivos limitados por el mecanismo de la mutación más la selección natural. Pero de seguro un Creador omnisciente y omnipotente pudiera inventar un método más infalible que la mutación al azar para permitir que sus criaturas se adapten.
No obstante, las mutaciones sí ocurren, y nosotros tenemos demostración experimental de que éstas no están orientadas en la dirección de mejor adaptabilidad. De hecho, ¿cómo pudiera un Creador sabio permitir que las mutaciones ocurran en absoluto, ya que éstas son a menudo degenerativas en vez de edificantes? Según los creacionistas, existe “un principio básico de desintegración en funcionamiento ahora en la naturaleza” que nosotros debemos suponer que incluye la mutación. Pero ¿por qué debería el Creador haber establecido tal principio? ¿No le gustó la perfección de Su creación original? (1983, p. 200).
El Dr. Futuyma admitió que los creacionistas han tratado de hacerle ver que existe “un principio básico de desintegración en función ahora en la naturaleza”. Luego él preguntó: “Pero ¿por qué debería un Creador haber establecido tal principio? ¿No le gustó la perfección de Su creación original?”. Ésta es la razón por la cual decimos que el problema está arraigado en la teología, no en la ciencia. Futuyma cuestionó por qué el Creador promulgó un “principio de degeneración”, luego clarificó que él no tenía la intención en absoluto de aceptar la respuesta provista por el mismo Creador a quién él cuestiona. Sí, al Creador le gustó Su creación inicial—tanto que Él la declaró “muy buena” (Génesis 1:31).
No fue la culpa de Dios que el principio de degeneración llegara a ser una realidad. Fue la culpa del hombre ya que el primer hombre quiso, como los evolucionistas hoy en día, ser el Creador. ¿Existe un “principio de degeneración” en funcionamiento? Efectivamente existe. ¿Puede esto causar que algunos organismos o estructuras disminuyan, o pierdan del todo su mensaje original (i.e., diseño)? Efectivamente. Pero ¿significa esto que nunca existió algún diseño? O ¿refleja pobremente al Diseñador, “probando” de alguna manera que Él no existe? A los ojos de los evolucionistas, la única respuesta posible a estas preguntas es un rotundo “sí”. Como Scadding sugirió:
Haeckel clarifica por qué esta línea de argumento fue pronto de tal importancia para los biólogos evolucionistas… Parecía difícil explicar las estructuras no-funcionales en base de la creación especial sin atribuir alguna falta de habilidad del Creador en el diseño (1981, p. 174).
Así que, Dios es culpado por los errores de los hombres. Y, los evolucionistas consiguen otro argumento para su arsenal. Aquí, en pocas palabras, está ese argumento, como declarado por el evolucionista británico Jeremy Cherfas:
De hecho, como Darwin reconoció, un Creador perfecto pudiera fabricar adaptaciones perfectas. Todo calzaría ya que todo fue diseñado a calzar. Es en las adaptaciones imperfectas que la selección natural es revelada, ya que son estas imperfecciones que nos muestran que la estructura tiene una historia. Si no existieran imperfecciones, no habría evidencia de historia, y por tanto nada para favorecer a la evolución por la selección natural sobre la creación (1984, 102:29).
Henry Morris, abordando específicamente los comentarios hechos por Cherfas, hizo una observación interesante:
Esta es una confesión sorprendente. ¡La evidencia principal en contra de la creación y para la evolución es que la selección natural no funciona! Si no hubiera estructuras “imperfectas” en la naturaleza, toda la evidencia sería a favor de la creación. ¡No es de extrañarse que la evolución tiene que ser impuesta por la autoridad y ampulosidad, en vez de la razón, si ésta es la única evidencia real! (1985, p. 177).
Aunque esto es exactamente lo que el Dr. Gould ha sugerido: “Los arreglos extraños y las soluciones raras son prueba de la evolución” (1980, p. 20, énfasis añadido).
CONCLUSIÓN
Es claro que los evolucionistas están “aferrándose a una esperanza vana” cuando el argumento de la suboptimalidad es lo mejor que pueden ofrecer. Realmente, este argumento no es bueno en absoluto. Darwin, en El Origen de las Especies, abordó este argumento en 1859. Los evolucionistas modernos—desesperados por encontrar algo que ellos puedan emplear como evidencia en contra del diseño en el Universo (y por ende en contra del Diseñador)—lo han resucitado de los montones de reliquias de la historia, lo despolvaron, le dieron un nuevo nombre elegante, e intentaron encajarlo en un público confiado como una respuesta legítima al argumento de los creacionistas sobre el diseño.
Una vez más ellos han tenido que establecerse a sí mismos como el Creador para tratar de convencer a la gente que ningún Creador existe. Y una vez más, ellos han fallado. Sin embargo, el creacionista no está dispuesto a usurpar la prerrogativa del Creador, como lo hace el evolucionista, mandándole lo que Él puede (y no puede) hacer, o lo que es (y lo que no es) aceptable. Como Frair y Davis anotaron:
Pero el creacionista carece de la opción (abierta al evolucionista) de suponer ningún propósito. Siendo la curiosidad humana como es, los creacionistas serán motivados a inquirir concerniente al propósito del universo y todas sus características. El propósito para la mayoría de las cosas no serán encontradas. Sin embargo, lo que nosotros encontramos puede ser suficiente justificación para el esfuerzo (1983, pp. 31-32).
REFERENCIAS
Cherfas, Jeremy (1984), “The Difficulties of Darwinism,” New Scientist, 102:28-30, May 17.
Davis, Percival, and Dean H. Kenyon (1989), Of Pandas and People (Dallas, TX: Haughton Publishing).
Dawkins, Richard (1986), The Blind Watchmaker (New York: W.W. Norton).
Frair, Wayne A. and Percival Davis (1983), A Case for Creation (Chicago, IL: Moody).
Futuyma, Douglas (1983), Science on Trial (New York: Pantheon).
Giant Panda Zoobook (sine data), (San Diego, CA: San Diego Zoo).
Gould, Stephen Jay (1980), The Panda’s Thumb (New York: W.W. Norton).
Jackson, Wayne (1989), “Some Atheistic Arguments Answered,” Reason & Revelation, 9:1-3, January.
Morris, Henry M. (1985), Creation and the Modern Christian (El Cajon, CA: Master Books).
Ricci, Paul (1986), Fundamentals of Critical Thinking (Lexington, MA: Ginn Press).
Scadding, S.R. (1981), Evolutionary Theory, May.
Schaller, George B., Hu Jinchu, Pan Wenshi, and Zhu Jing (1985), The Giant Pandas of Wolong (Chicago, IL: University of Chicago Press).
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