Datos personales

Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

jueves, 16 de septiembre de 2010

LA CONFESION POSITIVA

Por: Roger L. Smalling, D. Min.

¡Todas las fuerzas naturales y todas las circunstancias de nuestra vida son controladas por nuestra lengua! 29 Cuando hablamos positivamente, una gran fuerza espiritual se genera dentro de nosotros, y esta cambia al mundo que nos rodea.30 Las situaciones más difíciles pueden ser cambiadas por nuestra lengua. Si prosperan los malvados, es porque nosotros los cristianos hemos declarado que es así. Incluso la salvación de las almas depende de nuestra confesión positiva. Al no querer, podríamos estar echando una maldición a alguien, si declaramos que ese alguien está a punto de resbalar y, cuando lo hace, sería resultado de nuestra maldición, mas no profecía.31

Tales enunciados son medianamente representativos de las doctrinas de la Palabra de fe, acerca de la confesión con nuestra boca. Aunque parecen tremendamente extremas, aún hay más; por ejemplo, Charles Capps atribuye el nacimiento virginal de Cristo, a una declaración positiva de María.

Ella recibió la palabra del ángel en su espíritu y luego esta se manifestó en su vientre.32

Tanto Copeland como Capps nos dicen que Satanás nos ha programado insidiosamente para que, desde jóvenes, hablemos palabras perversas y de muerte. Debemos eliminarlas de nuestro vocabulario ya que “ellas ponen en movimiento la llama ardiente de las fuerzas espirituales negativas.”

¿Cuáles son estas palabras tan horrorosas que Satán nos ha enseñado a pronunciar? Por ejemplo: “Me muero por tal o cual cosa…,” “Me moría de la risa,” “Tal o cual cosa me mató de la risa” y otras expresiones similares.

Según Copeland, son… ¡Discursos perversos! ¡Palabras de muerte! ¡Contrarias a la Palabra de Dios!33

Cristo clarifica que todo lo que hagamos en nuestros ministerios, especialmente aquello de tipo milagroso, debe ser precedido por una absoluta dependencia de Dios. La iniciativa debe ser de Dios y no tenemos nosotros el derecho de soltar la lengua como nos plazca.

Si tuviéramos fundamento para sospechar que estos hombres solo están exagerando, podríamos ignorar sus enseñanzas. Pero hay iglesias, algunas grandes, dedicadas a enseñar estas doctrinas.

Para defender sus ideas, los líderes del movimiento se basan en los siguientes textos: Marcos 11:22-24

“Respondiendo Jesús les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.”

El principio fundamental de la fe está expresado en el último versículo. Debemos creer que Dios YA ha contestado nuestra petición antes de que la formulemos. Esta es la base para una declaración positiva de nuestra fe en la voluntad de Dios, tanto para escucharnos como para contestarnos.

La confesión positiva es ciertamente mejor que la negativa. Pero sin una base bíblica sólida, puede llevar a una visión errada de la realidad. El pasaje mencionado nunca significó un cheque en blanco para cualquier cosa que deseemos o digamos. Es más un patrón básico de fe que puede ser ejercitada cuando el Señor nos da una promesa personal.

Hay que observar que el texto comienza con la frase “Tened fe en Dios.” El griego original es: exete pistin theou, que literalmente se lee como “tener fe de Dios.” Esto se conoce gramaticalmente como un genitivo absoluto y solo significa “tened fe en Dios.” Así se lo traduce correctamente en todas las versiones modernas.

Cristo nos clarifica que todo lo que hagamos en el ministerio debe estar precedido por una absoluta dependencia de Dios. La iniciativa debe ser de Él, y nosotros no tenemos el derecho de hacer lo que nos plazca. El texto en verdad no se refiere al uso de un principio místico de fe, del tipo del cual Dios mismo depende.

En el contexto del capítulo, Jesús maldijo a la higuera y esta se secó. El siempre curioso Pedro recalca esto en el versículo 21: “Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado,” como si dijera: “¿Cómo pudiste hacer eso?” Los versículos que siguen, entonces, son meras explicaciones de cómo lo hizo: “Primero, Pedro, tienes que estar operando EN el Espíritu, y no ser impulsivo. Debes determinar cuál sea la voluntad del Padre, y al conocerla, actuar en fe.”

Por supuesto que Jesús no usa estas palabras, pero un análisis cuidadoso del texto y otros pasajes relacionados, nos revelan que esa es la intención del texto.

Existe una gran diferencia entre el ejercicio ordinario de la fe en nuestras vidas y el don específico de la fe, que recibimos por revelación directa de Dios. Esto último se confirma en 1 Corintios 12:9 como un don sobrenatural.
.
En tal contexto, se nota que no es para todos ni en todos los casos. Pablo dice: a otro, fe por el mismo Espíritu…

Que se marchiten las higueras y se muevan las montañas no son cosas de todos los días en la vida del creyente. Por su naturaleza excepcional requieren un don sobrenatural de fe divina. Lograr comprender todo esto nos guiará a una posición equilibrada sobre la fe y la confesión positiva consecuente. Marcos 11:24 no es un texto que pruebe que tenemos el derecho de obtener cualquier cosa que deseemos. El ejercicio de nuestra fe se basa en la voluntad de Dios declarada previamente. Podemos tener lo que sea que declaremos… Dios lo dijo primero.

Santiago, capítulo 3

Los proponentes de la superfe, usualmente usan este capítulo como apoyo de su punto de vista, según el cual las circunstancias que rodean la existencia humana son determinadas por las confesiones negativas o positivas.

El versículo 6 es un texto favorito de Palabra de fe, ya que se refiere a la lengua como capaz de encender fuego a la “rueda de la creación.” Sin embargo, el contexto de este capítulo, combinado con el análisis del texto griego, nos lleva a concluir que Santiago se refería a algo distinto que la manipulación de la realidad a través de la lengua.

La frase “rueda de la creación” es ton trochon tes geneseos en griego y es de difícil traducción. Trochon literalmente significa “rueda”, y geneseos origen, fuente, nacimiento, existencia, vida. En el Diccionario Expositivo Vine se describe a esta rueda que enciende fuego desde su eje interno y lo manda hacia afuera, justamente como el daño que causa la lengua. Santiago se refiere simplemente a la influencia que tiene nuestra lengua en el marco de nuestras relaciones humanas. Dice: Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. ¿Se está acaso refiriendo al control de las fuerzas naturales, nuestra salud o finanzas mediante nuestra lengua? ¡Claro que no!

Santiago se refiere a nuestras relaciones, ya que si hablamos mal de la gente que nos rodea, esto naturalmente afectará el curso de nuestra vida, nos haremos de enemigos.

Nuestro chisme destruirá a otros y a nosotros mismos. Usar este capítulo 3 de Santiago para probar que todas las circunstancias de nuestra existencia están controladas por las palabras que proferimos, en cualquier sentido más allá de nuestras propias relaciones humanas, es —sin duda— violentar el texto.

Te has enlazado con las palabras de tu boca. Proverbios 6:2

Citar este texto como una advertencia en contra de la declaración negativa es tomarlo fuera de su contexto. No se refiere a ningún tipo de confesión positiva o negativa, sino que más bien advierte a evitar la firma como garante de deudas contraídas por amigos. El texto completo es como sigue: Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, si has empeñado tu palabra a un extraño… y has quedado preso con los dichos de tus labios…
Y, ¿qué acerca de la palabra “confesión” en la Biblia? Algunos maestros del movimiento señalan que este término en griego es homologia, que se compone de homo —igual— y logeo, hablar. Consecuentemente, según ellos, significaría “hablar la misma cosa.” Es decir, que si hablamos “la misma cosa que Dios”, obtendremos el resultado deseado.

Incorrecto. En la era precristiana, la palabra tenía ese significado, pero en la época en que el Nuevo Testamento fue escrito, el significado que tiene es “profesar fe en algo o alguien.” De las cuarenta veces usadas en el Nuevo Testamento (en la forma mencionada y en la manera enfática exhomologeonai o verbo homologeo), en ninguna apoya el punto de vista de que las palabras de nuestra boca tengan algún poder creador. Observen algunos usos del Nuevo Testamento:

Profesión de fe

En maestros falsos, Tito 1:16; en Cristo, Lucas 12:8; de los fariseos en los ángeles y en la resurrección, Hechos 23:8; de los espíritus admitiendo o negando la Deidad de Cristo, 1 Juan 4:3.

Confesión de pecado

De los hechiceros efesios convertidos y declarando públicamente sus obras, Hechos 19:18; de los cristianos confesando sus pecados a Dios, 1 Juan 1:9; de los creyentes confesando sus culpas unos a los otros, Santiago 5:16.

Promesa a alguien

Judas prometiendo traicionar a Cristo, Lucas 22:6.

Acción de gracias

De Jesús al Padre, Lucas 10:21.

No existe ni un solo rastro en la Biblia que apoye el uso de la palabra “confesión,” en el uso que le atribuyen los maestros de Palabra de fe.

Dos problemas graves

Aparte de la errónea aplicación de la Escritura, existen dos problemas graves en la enseñanza de la doctrina de la declaración positiva:

A. Énfasis excesivo Las epístolas fueron expresamente escritas para instruir a los creyentes sobre cómo vivir en forma victoriosa, pero no se ve un énfasis del tipo que da este movimiento en ninguna manera. Además, a veces se encuentran algunas declaraciones supuestamente negativas pronunciadas por el mismo apóstol Pablo:

… pero Satanás nos estorbó. 1 Tesalonicenses 2:18.

Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte. Aun hay más ejemplos: que estamos atribulados en todo. 1 Corintios 4:9-8.

Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados y no tenemos morada fija. 1 Corintios 4:11.

Quienes llevan el ministerio de Dios con responsabilidad, no enseñan a su grey que se pueden desatar fuerzas espirituales negativas, solo con pronunciar ciertas palabras o frases comunes. Los apóstoles no vieron que la realidad de los hechos pudiera ser una declaración negativa, ni tuvieron temor de expresarla. Este tipo de temor no proviene de una fe bien sustentada, sino más bien de una falta de fe.
B. Generalización de casos particulares

De los dos problemas señalados, este es el más grave, pues es aquí donde se lastima a la gente. Como hemos estudiado, los maestros de Palabra de fe consideran la prosperidad y la salud del creyente como verdad absoluta: todo cristiano, sin excepción, debe estar y ser saludable y próspero al momento presente, ya que Dios ha declarado que así es Su Voluntad, según ellos. Por lo tanto, se considera innecesario orar o pedir revelación sobre estos dos aspectos.

A medida que veamos que esta premisa de Palabra de fe es insostenible, comprenderemos cuán peligroso es lanzarse a una fe así, sin sostenerse en la voluntad de Dios primeramente. Los que proceden de esa forma, se encontrarán de seguro con problemas y dolor.

Existe una trampa muy sutil en este aspecto. Supongamos que la voluntad de Dios es que el Sr. Fulano prospere, pero no busca la voluntad de Dios primeramente. Se lanza a la fe, siguiendo las fórmulas de los libros. ¿Los resultados? ¡Voilá! ¡Funciona! Así que Fulano asume que todo le funcionó porque los maestros de Palabra de fe están en la verdad, enseñando verdades absolutas que todos pueden llegar a experimentar. Fulano no considera que la voluntad de Dios para su vida se cumplió en él, de manera personal, no universal.

Ahora supongamos que Juan proclama estas buenas noticias a un hermano de la iglesia y este se lanza de similar manera que Juan, pero para él, todo termina en frustración y fracaso. Entonces, culpa a Dios, pierde la fe y entra en una crisis emocional. Si hubiera buscado primeramente la voluntad de Dios, habría podido escuchar algo como: “No, hijo, eso no es para ti. Esa fue Mi voluntad para Fulano, yo tengo algo mejor para ti. Quiero que me sirvas en la India y, si eres fiel, te consideraré digno de sufrir por el amor de mi nombre, e incluso que tu sangre sea sangre de mártir.”

¿Podríamos considerar a alguno de ellos superior al otro, si ambos encuentran la voluntad de Dios en sus vidas?

Los creyentes deben reconocer la soberanía de Dios

Las Asambleas de Dios, la denominación pentecostal más grande del mundo, denuncian la enseñanza de la Palabra de fe sobre confesión positiva con estas palabras:

Hacer hincapié en la confesión positiva tiene la tendencia a incluir frases que parecen indicar que el hombre es soberano y Dios su siervo. Estas frases que exigen a Dios actuar, implican que Él ha entregado su soberanía; que no está en capacidad de actuar de acuerdo con su sabiduría y propósito. Se hace referencia a que la verdadera prosperidad consiste en usar el poder y la capacidad de Dios, para satisfacer necesidades, cualesquiera que estas sean. Así, se posiciona al hombre usando a Dios, en vez de que el hombre se rinda a ser usado por Dios. 34
Una manifestación insólita de Copeland

Hasta la fecha, la manifestación más insólita que he oído de los maestros del movimiento —acerca de la confesión positiva—, provino de Copeland durante un programa televisado en la cadena TBN, el 12 de noviembre de 1985.

Después de humildemente pedirle a Dios permiso para manifestar esta “verdad”, se volvió a Paul Crouch, el anfitrión, y le hizo esta pregunta: “¿Sabe usted quién es el más grande fracasado de la Biblia?” Crouch se quedó perplejo, sin contestar, así que Copeland le informó. “¡El fracasado más grande de la Biblia es Dios!”

Copeland explicó que Dios era incapaz de impedir que sus criaturas se rebelaran en contra de Él. Dios era realmente sorprendido por sus criaturas, pero no entraba en pánico ni hacía confesiones negativas, porque Dios sabía que hacer tales confesiones, lo harían ver como un fracasado.

Así que Dios, explicó Copeland, buscó una solución. Orar no sería la solución porque no había a quien pedir. Ayunar tampoco porque Dios no come.

Entonces se le ocurrió una solución: ¡La semilla de la fe! ¡Sí! Dios plantaría una semilla porque sabía que la ley de la semilla de la fe siempre funciona.

¿Cuál fue esa semilla que Dios plantó? Su Hijo Jesús, por supuesto. ¿Dónde la plantó? En el infierno para que sufriera por los pecados. Jesús estuvo en el infierno como un pecador condenado en nuestro lugar.

En lo que respecta a Dios, Jesús ya no existía. La única esperanza que Dios tenía era la ley de la siembra y la cosecha combinada con su confesión positiva. Dios sabía que eso siempre resulta. Por tanto, cuando Jesús —que estaba en el infierno sufriendo como un pecador condenado— nació de nuevo por el Espíritu, tres días después salió con poder. Resultado: Dios no solamente obtuvo a Su hijo de regreso, sino que además consiguió muchos más hijos.

Sí, explicó Copeland, Dios tuvo fe. Él sabía que la ley de la semilla de la fe siempre funciona. Los aplausos y vivas que Copeland recibió de la audiencia cristiana, incluyendo a Paul Crouch, por esta revelación, fueron ensordecedores.