Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
Propósito de este estudio comparativo: demostrar bíblicamente que la segunda Bestia de Ap. 13:11, consorte de la primera Bestia de Ap. 13:1 y cabeza futura del Nuevo Orden Mundial, es el “cristo aeónico” promulgado por la Nueva Era.
Según los adeptos novoeristas, cada dos mil años la alineación de algunos planetas viene a traer una “nueva era” o nueva edad a la raza humana. Al dar inicio cada una de estas edades, el Solar Logos, Sanat Kumara, que es identificado como Satanás, envía un “aeón”, un espírtu del “cristo” sobre un cuerpo humano elegido (gnosticismo puro). Ejemplo tenemos, el aeón del cristo que vino sobre el Jesús humano hace aproximadamente dos mil años iluminándolo para mostrar a las gentes los preceptos celestiales centrados en el amor, en la paz. y en la justicia mundial. Cuando esto ocurrió, dio principio a una “nueva era”, la que conocemos como “era cristiana”, una que estaba bajo el influjo astrológico de la constelación de Piscis. Entre los años 1962 y 1977, una nueva alineación planetaria viene a establecerse: la constelación de Acuario, la cual está destinada a provocar una renovación radical en el planeta tierra. De ese modo, la “era cristiana” ha dejado de existir, y la Nueva Era, una “postcristiana”, se establece. La Nueva Era patrocina un Nuevo Orden Mundial: un solo gobierno para todas las naciones y una sola religión universal.
Los budistas afirman que Gautama Buda vaticinó que el Señor Maitreya descenderá de su esfera espiritual al mundo para purgar a los hombres de sus maldades con sus doctrinas henchidas de “bondad insuperable”. Para los novoeristas, el señor Maitreya es el “Quinto Buda”. Benjamín Creme, uno de los más importantes fundadores de la Nueva Era, enseñó que Jesús, Brahma, Mahoma y Krishna fueron discípulos de Maitreya, el Gran Maestro de Sabiduría. Según él, Maitreya traerá sanidad espirtual y física; efectuará una transformación plena en las mentes de las personas. Tal es su “desinteresado designio para el mundo”.
La Nueva Era es un grupo, una fusión de varias religiones que se han originado en Oriente. Por lo tanto, es una [religión formalizada] de otras más. La Era Nueva no auspicia directamente al Antricristo Escatológico, a la Bestia de Ap. 13:1-2, sino a un “salvador” que posee características solidamente religiosas. Será un agente místico de “carne y huesos”, un hacedor de milagros increíbles, puesto que sanará sobrenaturalmente lo “insanable”. Realizará portentos que maravillarán a las multitudes y que lo seguirán ciegamente y de muy buena gana. La segunda Bestia de Ap. 13:11 [no representa una imagen o un símbolo] de todos los sistemas heréticos siempre habidos en el ámbito terreno. La Biblia nos revela indudablemente que este bestial simbolismo representa a un individuo, a un ser humano de muy considerable maldad. La descripción con asombro compagina con las características muy particulares del “Señor Maitreya”, el [falso cristo] promocionado por la «Nueva Era».
Una explicación comparativa entre la Bestia de Ap. 13:1 con la Bestia de Ap. 13:11.
«Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón» (Ap. 13:11).
En primer lugar, la Bestia que aparece en Ap. 13:1 corresponde al Anticristo Escatológico, el más grande líder político habido nunca y que engañará con tenaz demagogia a los pueblos de mundo para reinarlos luego con tiranía y opresión (Ap. 13:3, 4, 7). Su proselitismo se observa en Ap. 6:2. Entablará feroz batalla con la potestad celestial para evitar que el Mesías de Dios establezca su Reinado Universal cuando regrese por segunda vez al plano terrenal (Ap. cap. 19). Daniel lo identifica como «el cuerno pequeño» (Dn.7:8), como «el rey soberbio» (Dn. 11:36-45). Juan escribe que «la Bestia que era, y no es», el Anticristo, es «el octavo rey» (Ap.17:11). Los «diez cuernos» de la Bestia de Ap. 13:1 representan la confederación unificada de diez naciones (cuernos=reinos), la supernación consolidada de varias que el Anticristo gobernará como dictador mundial futuro. Los «diez cuernos» o diez naciones voluntariosamente «entregarán su podr y autoridad a la Bestia» (Ap. 17:12, 13). Seguramente este será el último poder gentil que aparecerá en un tiempo adelante y que el libro de Apocalipsis devela sin dificutades para la precisa comprensión en las limitadas mentes de los hombres imperfectos, de forma simbólica. Pensando Israel que este excepcional jefe gubernamental es el “mesías” por mucho tiempo esperado, acuerda un «pacto» con él, pero lo rompe después con inesperada traición en medio de la 70 va Semana, a la mitad de la gran tribulación final, dando paso a la persecusión del pueblo judío para su entera extinción (Dn. 9:27; Ap.12:13, 14).
La Bestia de Ap.13:11, cuyas peculiaridades nos hacen deliberar que se trata del cristo novoerista, posee un aspecto diferente a la primera, pero no en su [naturaleza]. La palabra «otra» (állo, gr.) sugiere «otra de la misma clase». La dos Bestias no antagonizan en sus propósitos debido a que trabajan [asociadas], [unidas], aunque sus actividades individuales difieren notablemente. La Bestia 13:1 es un personaje [político], la segunda es uno [religioso]. No representan, respectivamente, los sistemas políticos inicuos y religiosos falsos de toda la historia humana. Sus obras malignas están implicadas para el tiempo de la gran tribulación final y su destrucción con la Parusía del Señor (Mt. 24:29; Ap. 16:13-16; 19:19, 20).
« . . . y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón».
La apariencia de [cordero] nos dice que esta Bestia es engañosa porque intenta imitar al Verdadero Cristo, el Cordero de Dios, el que «quita el pecado del mundo», el que «tenía siete cuernos (y no “dos” como esta Bestia estudiada, el Falso Profeta), el que «fue inmolado desde el principio del mundo» (Jn. 1:29; Ap. 5:6; 13:8). Aunque de imagen “piadosa”, la segunda Bestia, al igual que su consorte, la Bestia primera, habla como «dragón», es decir, blasfemias y grandes mentiras en contra del Dios del cielo, palabras barnizadas de sana y santa espirtualidad. Para el mundo ignorante y malvado, es altamente convincente, porque realiza señales milagrosas que parecen del propio Dios: «También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia . . .» (Ap. 13:13, 14a. Véase además por favor 2 Ts. 2:9). El Falso Profeta (Ap. 16:13; 19:20), la segunda Bestia, será un gran fingidor de amor y de justicia, como hoy lo son los falsos profetas que proliferan en la gigantesca faz terrestre, pero que se verán como simples e inofensivos niños ante el alcance masivo de su devastadora influencia “mañana pasado” (Ap. 13:12). El Falso Profeta, la segunda Bestia de Ap. 13:11, obrará grandes señales y milagros mentirosos que dejarán perplejos a los moradores de la tierra. Impulsará un culto idolátrico para la primera Bestia « . . . cuya herida mortal fue sanada» (Ap. 13:12, 13, 14). Hablará como «dragón» (Ap. 12:1), en otras palabras, proferirá alucinantes mentiras encubiertas de gloriosa verdad, sutiles herejías condenables, porque el origen de sus ofensivas palabras estarán fundamentadas en la voluntad torcida del inflexible Satanás.
Resumiendo: La primera Bestia, sera un líder político; la segunda Bestia, una cabeza religiosa. La segunda Bestia tratará de imitar la obra del Cristo. Sus «dos cuernos semejantes a los de un cordero» nos dicen que es un individuo religioso. Su corrompida y asesina «autoridad» provendrá de la primera Bestia que estará subordinada a los designios de Satanás, el «dragón rojo» (Ap. 12:1). La segunda Bestia obligará a los moradores de la tierra para que le ofrezcan adoración idolátrica a la primera Bestia, como si fuese “dios” (2 Ts. 2:4; Ap. 13:14, 15). Confirmará su supuesta divinidad con [señales y prodigios] mentirosos (2 Ts. 2:9; 2 Co. 11:14).
No deja de ser importante mencionar que la idea de unificar todas las naciones del mundo bajo un gobierno mundial único es una idea prevista por la Nueva Era de donde surgirá impactante su místico y enigmático ministro, el cristo aeónico encaranado en un ser humano, y con seguiridad, la segunda Bestia de Ap. 13:11. El líder gubernamental del antes mencionado gobierno prometerá darle fin a la carrera armamentista en general, a las hambrunas y al continuo abuso que asolan a los pueblos pobres y marginados, a la opresión de clases y a los turbulentos desmanes sociales. Es por eso que la dos Bestias, conforme a la Biblia, estarán íntimamente [asociadas], aunque los roles de cada una sean completamente diferentes: no habrá conflictos entre ellas, porque el «dragón» es el inspirador, el orquestador de todas sus oscuras maquinaciones. Es conveniente recordar que la segunda Bestia ejerecerá toda la «autoridad» de la la primera Bestia y hará que los moradores de la tierra la idolatren como un agente divino (Ap. 13:2). Para Alicia A. Bailey, precursora esencial del diabólico novoerismo, el número «666» fue siempre uno [sagrado] y de gran importancia trascedental. Dicho número que aparece en la Biblia está fuertemente ligado con las dos Bestias apocalípticas. La segunda Bestia instigará a los hombres del mundo, sin importar su estrato ni condición social, para que se coloquen la «marca» de la primera Bestia, ya sea en la «mano derecha» o en la «frente» para sean “etiquetados” como de su propiedad (Ap. 13:16, 17). Es una marca que identifica a los seguidores de la primera Bestia para que tengan acceso a la compra de productos básicos para lograr subsistir en una era de tremendas necesidades, para que lleven a cabo transacciones comerciales personalmente convenientes. Con exclusividad los que adquieran la marca o el tatuaje de la Bestia podrán comprar. Los que no, sufrirán inevitablemente las consecuencias por carecer de lo imprescindible. Será un tiempo muy dificíl para los cristianos que vivan en esa época. Muchos aceptarán la marca y se condenarán; otros la rechazarán por no perderse eternamente. La marca de la Bestia identifica a su portador como un esclavo sumiso de la Bestia, de su gobierno autócrata, despóticamente absolutista. La marca de la Bestia apunta a un colosal y cerrado monopolio económico en los últimos tiempos. Será un complot egoísta y ambicioso del que muy pocos se beneficiarán. Por este motivo la Nueva Era la promueve ahora, y en un mañana impreciso, su portavoz principal, el Falso Profeta (Ap. 13:12, 16-18), para que el Anticristo Final, entidad política humana, la legalize como una contraseña comercial pero mortal sin lugar a dudas.
Es interesante comentar que el término [anticristo] que se halla en 1 Jn. 2:18, 22; 4:3, y en 2 Jn. 2:7, revela más que nada una idea o postura equivocada que rechaza o niega rotundamente la [individualidad] del Hijo de Dios. El apóstol Juan jamás insinúa que sea una persona de tardía y escatológica manifestación. Cuando Juan escribe que el [anticristo ya está presente], da entender de figurado modo que las falsas doctrinas estaban [ya] vigentes en su tiempo, como en la actualidad, por supuesto, lo están también. Por otro lado, el «hijo de perdición», el Anticristo Final, que será evidentemente una persona física, se [opondrá] a los designios de Dios, tomando con inverosímil ligereza su lugar:
«Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, «el hijo de perdición», el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios» (2 Ts. 2:3, 4).
La palabra [anticristo] contrasta con los [falsos cristos] en el Nuevo Testamento. La locución «falsos cristos» aparece en Mt. 24:24 y en Mr. 13:32. La diferencia estriba en que los falsos cristos, o pseudocristos, [no niegan] a Cristo, sino que se identifican con su persona. Proclaman que son los que “habían de venir” para cumplir las expectativas espirtuales de los hombres. Por lo contario, la palabra «anticristo» se refiere a una persona que [niega] la existencia de Cristo, que se «opone» a él. El Anticristo Final no sólo se resiste a la persona de Cristo, sino que además al establecimiento de su Reinado Terreno y Milenario (Ap. 17:14). Por eso el diablo controlará a un individuo humano, al «hijo de perdición», al Anticristo Escatológico, [el que «hablará palabras contra el Altísimo, el que a los santos del Altísimo quebrantará, el que pensará cambiar los tiempos y la ley] (Dn. 7:25), para instituir su imperio de muerte y de tinieblas, ya que con Cristo fracasó en el desierto para esta innoble finalidad:
«Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares» (Mt. 4:8, 9).
Aunque el Anticristo Final se opone al legítimo Cristo, Israel por propia decisión hará una alianza con él pensando que se trata de su “mesías esperado”, de su “cristo salvador y liberador” (véase Ro. 11:26) que viene a entregarles la tierra de Palestina que por derecho divino les ha correspondido desde la antiguedad (Gn. 13:15; 17:8). Es por tal motivo que Israel «pactará» ciega e incondicionalmente con esta persona de maldad indecible, manipulada por el genio magistral de la inquidad y del engaño: el diablo, «el príncipe de este mundo» (Jn. 14:30), «el dios de este siglo» (2 Co. 4:4).
Existen ciertas semejanzas, atinadas concordancias entre el plan de la Nueva Era y las dos Bestias del libro de Apocalipsis, como son: La instalación de un nuevo gobernante mundial (Ap. 13:1-8), la instalación de un nuevo orden mundial ( Ap. 16:10; 17:11-13), la instalación de nueva religión dirigida por Maitreya (Ap. 13:11-18). La Nueva Era tiene en cuenta una futura “iniciación” en todo el planeta en la que los hombres tendrán que sujetarse a “Lucifer”, “Sanat Kumara”. Es evidente que la autoridad delegada de la segunda Bestia ha sido provista por el diablo, el «dragón» (Ap. 12:1; 13:11, 12). El diablo, Satanás, es llamado «Lucero», «Hijo de la Mañana» por el profeta Isaías, y su caída es equiparada con la del reino babilónico (véase Is. 14:4-15). Si es necesario, la “iniciación purificadora” deberá ser coercitiva, como por ejemplo, con armamento nuclear, con la finalidad de hacer desaparecer otras religiones estorbantes. Benjamín Creme menciona una “espada de división” para los que reniegen de tal “iniciación”. Sprangler se refiere aquí a la “separación a otra dimensión que no es la física”. En otras palabras, los que no acepten las condiciones de Maitreya, serán asesinados. El Anticristo Escatológico será el día de mañana el autor intelectual de incontables homicidios, como en el caso de los «dos testigos» y de los hijos de Dios que no procedan a superditarse a su disrupta voluntad, en la gran tribulación final (Dn. 7:25; Ap. 11:3-9; 13:7). La segunda Bestia de Ap. 13:11, el Falso Profeta (Ap. 16:13; 19:20; 20:10), mandará a los moradores de la tierra para que fabriquen una «imagen que hable» de la primera Bestia y que exigirá «matar» a los que no le rindan adoración (Ap. 13:15).
Para algunos miembros de la Nueva Era el dios de esta tierra es Lucifer, o Sanat Kumara (Satanás). Afirman que este inteligente ser llegó al mundo hace 18.500.000 años y que realizó un notable “sacrificio” por este planeta. Hoy, rige la tierra. Este Lucifer de la Nueva Era, no es otro que el mismo diablo bíblico, el adversario, el engañador, el ángel supremo que se rebeló contra el Dios Santo en el eterno y glorioso cielo, costándole por su conducta arrogante y rebelde la expulsión de tan magnífico lugar (Ap. 12:7-9). La Biblia no expone como los de la Nueva Era que Lucifer consumó un piadoso sacrificio por el Mundo; esto es una fea y colosal mentira. Más bien le correspondió al Señor Jesucristo ejecutarlo por los pecadores de este tenebroso y fatídico mundo de las brutales barbaridades (Mt. 11:21; Jn. 3:16; Jn.11:50-52; Tit. 2:14; Mt. 20:28; Heb. 9:11, 12; Ef. 1:7; Col. 1:14; Ro. 5:18, 19; Hech. 10:43; Heb. 10:10-12). La Biblia dice que «Satanás», «el diablo», «el ladrón», «no viene sino para hurtar y matar y destruir . . . » (Jn.10:10); no dice que vino en una postura misericordiosa para sacrificarse desinteresadamente por un mundo, hoy y como antes, tan turbado y corrompido por el pecado. Sólo Cristo fue capaz como el Cordero Bondadoso de [entregar su vida] por los demás (Ef. 4:2).
Satanás utilizará como simples marionetas a los que son representados por las dos Bestias descritas en el libro de Apocalipsis, a dos hombres hechos y derechos para objetivizar para siempre sus antiguos propósitos de conquita mundial (Mt. 4:9; Lc.4:6). [Uno], por medio del poder politico, y el [otro], por el persuasivo poder religioso.
Muchas de las asociaciones novoeristas se han introducido con tenacidad en el Consejo Mundial de Iglesias (ecumenismo). Este es un buen “trampolín”, un camino amplio y abierto para que la Nueva Era se consolide a la postre como la religión mundal que obligará a los habitantes de la tierra pecadora a través del Falso Profeta, el Maitreya de la Nueva Era, a que le rindan pleistesía y veneración al Anticristo Escatólogico, quien será destruido junto con su consorte religioso cuando Cristo venga en gloria y en poder para fundar su esplendoroso Gobierno Terrenal y Milenario:
«Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre» (Ap. 19:19, 20).
Para nosotros, los unitarios premilenarios, creemos que los capítulos 4-19 del libro de Apocalipsis encierran la Semana Setenta del profeta Daniel, la gran tribulación final de siete años literales. El capítulo 20, siguiendo el orden cronológico razonable, está relacionado con el Reinado Milenario de Cristo en la tierra. Los capítulos 21-22 tratan del Reino Eterno de Dios. Creemos que el libro de Apocalipsis está implicado directamente con la culminación de las profecías de los capítulos 2 y 7 del libro de Daniel. El capítulo 24 de Mt. (“mini-apocalipsis”) posee una gran similitud con los juicios hallados en los «sellos», en las «trompetas», y en las «copas» del libro de Apocalipsis. El capítulo 13 es uno relacionado con el maligno y futuro gobierno terrenal que tendrá como cabeza al Anticristo Escatológico, la Bestia de Ap. 13:1. Pero además se levantará un líder que cristalizará y controlará la religión mundial: la segunda Bestia de Ap. 13:11, el blasfemo Falso Profeta que la Nueva Era con entusiasmo pregona y espera. El capítulo 14 de Zacarías, el libro de Daniel, el capítulo 24 de Mateo, sostienen que la nación de Israel experimentará una mortal persecución escatólogica (mírese Dn. 12:1, y compárese con Ap. cap. 12). «La abominación desoladora», el «horrible sacrilegio idolátrico» que Cristo alude en Mr. 13:14, tiene relación con la persona del Anticristo Escatológico, cuando se «siente el templo de Dios como Dios» (2 Ts. 2:4). Daniel habla con la suficiente claridad de esta situación profética-escatólogica (por favor amable lector: atienda Dn. 9:27; 11:31; 12:11) que ocurrirá antes del inminente regreso visible del Señor al mundo. Inegablemente la Bestia de Ap. 13:1 que se define como el dictador del Nuevo Orden del Mundo, de acuerdo a los capítulos 11-19 de Apocalipsis, tiene correspondencia con el «cuerno pequeño» (Dn.7:8) que sale de la «cuarta Bestia» y que el santo profeta de Dios menciona en Dn. 7:20-21. Una adecuada interpretación nos hace ver que este «cuerno pequeño» es el Anticristo Final: un ser humano de elevada inteligencia ( «. . . tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas») que se erguirá como despótico rey del mundo.
No se ha conocido ningún acontecimiento en toda la historia de las naciones del mundo que pueda equipararse con cualquiera de los pasmosos sucesos que se exponen en el libro de Apocalipsis. La muerte y resurrección de los «dos testigos (Ap. 11), los cambios cosmológicos violentos explicados, por mencionar tan sólo estos, por su naturaleza, tendrán que ser, categóricamente, escatológicos.
Personajes que entendieron y mencionaron que la primera Bestia sería un persona de aparición futura:
Bernabé, autor de la epístola que lleva su nombre, Ireneo de Lyon, Tertuliano, e Hipólito (cabe decir que en la Didaqué se afirma esta convicción).
No ha existido ningún líder religioso en las civilizaciones habidas en el mundo que haya tenido los rasgos que muestra la segunda Bestia de Ap. 13:11-17. Será el brazo derecho de la primera Bestia, el anunciador fiel de su proterva voluntad. La Biblia lo muestra como un individuo hipócrita, como un embaucador y comediante en los asuntos religiosos, porque se envestirá fradulentamente de “coredero”, a manera del Hijo de Dios, para consumar su engañosa obra de divina apariencia: «. . . pero hablaba como dragón», o sea, como Satanás. Llegará a consumar milagros y portentos asombrosos que maravillarán a los cuantiosos carnales e ignorantes en el tiempo de la gran tribulación final. Sus palabras de mentira estarán sutilmente encubiertas con un grueso barniz de amor y de justicia celestial: un cebo muy atractivo y seductor para conducir a los despistados y fatuos hacia la segura condenación eterna.
Fue imporante hacer ciertas descripciones de la primera Bestia para lograr comprender que la segunda Bestia reúne bastantes requistos para hacernos creer seriamente que sea el “cristo aeónico encarnado” (más bien «posesionado» diabólicamente) en una persona humana y que auspicia con fervorosa convicción el movimiento religioso denominado como «Nueva Era».
Maitreya Buda, la primera Bestia de Ap. 13:11, el Falso Profeta más influyente y preponderante de los posteros tiempos: la “encarnación” de Krishna, Visnú y Brahma. Maitreya Buda provocará un cambio completo en la conciencia de los hombres con sus condenables y seductoras palabras revestidas genialmente de amor y verdad. Su obra de falsificación milagrosa hará creer al mundo que procede de la propia orbe celestial donde mora el Dios reinante. Es por eso que masas lo seguirán [encantadas], como las ratas y los niños al flautista de Hamelin.
Esta son las organizaciones que han ido preparando terreno fértil para la salida y el asentamiento de este jefe religioso universal:
«Centros Tara», «Paz Verde», «Iniciativa Planetaria para el Mundo que Escogemos», «Los Ángeles de Guardia», «Movimiento del Potencial Humano», «La Era de Acuario», «Conspiración Acuariana», «El Movimiento Holístico», «La Psicología Humanística», «La Iglesia Liberal».
Proclamadores de la Nueva Era:
David Spangler, Marilyn Ferguson, Mark Satin, Shirley MacLaine, Benjamín Creme, principalmente.
Dios les bendiga siempre.
Referencias:
Comentario al Texto Griego del Nuevo Testamento. A.T. Robertson.
¿Cuál Camino? Luisa Jeter de Walker.
Reina Valera 1960.
Biblia de Estudio Siglo XXI, RVR.
Apocalipsis: La Consumación del Plan Eterno de Dios. Evis. L. Carballosa.
Eventos del Porvenir. J. Dwight Pentecost.
Propósito de este estudio comparativo: demostrar bíblicamente que la segunda Bestia de Ap. 13:11, consorte de la primera Bestia de Ap. 13:1 y cabeza futura del Nuevo Orden Mundial, es el “cristo aeónico” promulgado por la Nueva Era.
Según los adeptos novoeristas, cada dos mil años la alineación de algunos planetas viene a traer una “nueva era” o nueva edad a la raza humana. Al dar inicio cada una de estas edades, el Solar Logos, Sanat Kumara, que es identificado como Satanás, envía un “aeón”, un espírtu del “cristo” sobre un cuerpo humano elegido (gnosticismo puro). Ejemplo tenemos, el aeón del cristo que vino sobre el Jesús humano hace aproximadamente dos mil años iluminándolo para mostrar a las gentes los preceptos celestiales centrados en el amor, en la paz. y en la justicia mundial. Cuando esto ocurrió, dio principio a una “nueva era”, la que conocemos como “era cristiana”, una que estaba bajo el influjo astrológico de la constelación de Piscis. Entre los años 1962 y 1977, una nueva alineación planetaria viene a establecerse: la constelación de Acuario, la cual está destinada a provocar una renovación radical en el planeta tierra. De ese modo, la “era cristiana” ha dejado de existir, y la Nueva Era, una “postcristiana”, se establece. La Nueva Era patrocina un Nuevo Orden Mundial: un solo gobierno para todas las naciones y una sola religión universal.
Los budistas afirman que Gautama Buda vaticinó que el Señor Maitreya descenderá de su esfera espiritual al mundo para purgar a los hombres de sus maldades con sus doctrinas henchidas de “bondad insuperable”. Para los novoeristas, el señor Maitreya es el “Quinto Buda”. Benjamín Creme, uno de los más importantes fundadores de la Nueva Era, enseñó que Jesús, Brahma, Mahoma y Krishna fueron discípulos de Maitreya, el Gran Maestro de Sabiduría. Según él, Maitreya traerá sanidad espirtual y física; efectuará una transformación plena en las mentes de las personas. Tal es su “desinteresado designio para el mundo”.
La Nueva Era es un grupo, una fusión de varias religiones que se han originado en Oriente. Por lo tanto, es una [religión formalizada] de otras más. La Era Nueva no auspicia directamente al Antricristo Escatológico, a la Bestia de Ap. 13:1-2, sino a un “salvador” que posee características solidamente religiosas. Será un agente místico de “carne y huesos”, un hacedor de milagros increíbles, puesto que sanará sobrenaturalmente lo “insanable”. Realizará portentos que maravillarán a las multitudes y que lo seguirán ciegamente y de muy buena gana. La segunda Bestia de Ap. 13:11 [no representa una imagen o un símbolo] de todos los sistemas heréticos siempre habidos en el ámbito terreno. La Biblia nos revela indudablemente que este bestial simbolismo representa a un individuo, a un ser humano de muy considerable maldad. La descripción con asombro compagina con las características muy particulares del “Señor Maitreya”, el [falso cristo] promocionado por la «Nueva Era».
Una explicación comparativa entre la Bestia de Ap. 13:1 con la Bestia de Ap. 13:11.
«Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón» (Ap. 13:11).
En primer lugar, la Bestia que aparece en Ap. 13:1 corresponde al Anticristo Escatológico, el más grande líder político habido nunca y que engañará con tenaz demagogia a los pueblos de mundo para reinarlos luego con tiranía y opresión (Ap. 13:3, 4, 7). Su proselitismo se observa en Ap. 6:2. Entablará feroz batalla con la potestad celestial para evitar que el Mesías de Dios establezca su Reinado Universal cuando regrese por segunda vez al plano terrenal (Ap. cap. 19). Daniel lo identifica como «el cuerno pequeño» (Dn.7:8), como «el rey soberbio» (Dn. 11:36-45). Juan escribe que «la Bestia que era, y no es», el Anticristo, es «el octavo rey» (Ap.17:11). Los «diez cuernos» de la Bestia de Ap. 13:1 representan la confederación unificada de diez naciones (cuernos=reinos), la supernación consolidada de varias que el Anticristo gobernará como dictador mundial futuro. Los «diez cuernos» o diez naciones voluntariosamente «entregarán su podr y autoridad a la Bestia» (Ap. 17:12, 13). Seguramente este será el último poder gentil que aparecerá en un tiempo adelante y que el libro de Apocalipsis devela sin dificutades para la precisa comprensión en las limitadas mentes de los hombres imperfectos, de forma simbólica. Pensando Israel que este excepcional jefe gubernamental es el “mesías” por mucho tiempo esperado, acuerda un «pacto» con él, pero lo rompe después con inesperada traición en medio de la 70 va Semana, a la mitad de la gran tribulación final, dando paso a la persecusión del pueblo judío para su entera extinción (Dn. 9:27; Ap.12:13, 14).
La Bestia de Ap.13:11, cuyas peculiaridades nos hacen deliberar que se trata del cristo novoerista, posee un aspecto diferente a la primera, pero no en su [naturaleza]. La palabra «otra» (állo, gr.) sugiere «otra de la misma clase». La dos Bestias no antagonizan en sus propósitos debido a que trabajan [asociadas], [unidas], aunque sus actividades individuales difieren notablemente. La Bestia 13:1 es un personaje [político], la segunda es uno [religioso]. No representan, respectivamente, los sistemas políticos inicuos y religiosos falsos de toda la historia humana. Sus obras malignas están implicadas para el tiempo de la gran tribulación final y su destrucción con la Parusía del Señor (Mt. 24:29; Ap. 16:13-16; 19:19, 20).
« . . . y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón».
La apariencia de [cordero] nos dice que esta Bestia es engañosa porque intenta imitar al Verdadero Cristo, el Cordero de Dios, el que «quita el pecado del mundo», el que «tenía siete cuernos (y no “dos” como esta Bestia estudiada, el Falso Profeta), el que «fue inmolado desde el principio del mundo» (Jn. 1:29; Ap. 5:6; 13:8). Aunque de imagen “piadosa”, la segunda Bestia, al igual que su consorte, la Bestia primera, habla como «dragón», es decir, blasfemias y grandes mentiras en contra del Dios del cielo, palabras barnizadas de sana y santa espirtualidad. Para el mundo ignorante y malvado, es altamente convincente, porque realiza señales milagrosas que parecen del propio Dios: «También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia . . .» (Ap. 13:13, 14a. Véase además por favor 2 Ts. 2:9). El Falso Profeta (Ap. 16:13; 19:20), la segunda Bestia, será un gran fingidor de amor y de justicia, como hoy lo son los falsos profetas que proliferan en la gigantesca faz terrestre, pero que se verán como simples e inofensivos niños ante el alcance masivo de su devastadora influencia “mañana pasado” (Ap. 13:12). El Falso Profeta, la segunda Bestia de Ap. 13:11, obrará grandes señales y milagros mentirosos que dejarán perplejos a los moradores de la tierra. Impulsará un culto idolátrico para la primera Bestia « . . . cuya herida mortal fue sanada» (Ap. 13:12, 13, 14). Hablará como «dragón» (Ap. 12:1), en otras palabras, proferirá alucinantes mentiras encubiertas de gloriosa verdad, sutiles herejías condenables, porque el origen de sus ofensivas palabras estarán fundamentadas en la voluntad torcida del inflexible Satanás.
Resumiendo: La primera Bestia, sera un líder político; la segunda Bestia, una cabeza religiosa. La segunda Bestia tratará de imitar la obra del Cristo. Sus «dos cuernos semejantes a los de un cordero» nos dicen que es un individuo religioso. Su corrompida y asesina «autoridad» provendrá de la primera Bestia que estará subordinada a los designios de Satanás, el «dragón rojo» (Ap. 12:1). La segunda Bestia obligará a los moradores de la tierra para que le ofrezcan adoración idolátrica a la primera Bestia, como si fuese “dios” (2 Ts. 2:4; Ap. 13:14, 15). Confirmará su supuesta divinidad con [señales y prodigios] mentirosos (2 Ts. 2:9; 2 Co. 11:14).
No deja de ser importante mencionar que la idea de unificar todas las naciones del mundo bajo un gobierno mundial único es una idea prevista por la Nueva Era de donde surgirá impactante su místico y enigmático ministro, el cristo aeónico encaranado en un ser humano, y con seguiridad, la segunda Bestia de Ap. 13:11. El líder gubernamental del antes mencionado gobierno prometerá darle fin a la carrera armamentista en general, a las hambrunas y al continuo abuso que asolan a los pueblos pobres y marginados, a la opresión de clases y a los turbulentos desmanes sociales. Es por eso que la dos Bestias, conforme a la Biblia, estarán íntimamente [asociadas], aunque los roles de cada una sean completamente diferentes: no habrá conflictos entre ellas, porque el «dragón» es el inspirador, el orquestador de todas sus oscuras maquinaciones. Es conveniente recordar que la segunda Bestia ejerecerá toda la «autoridad» de la la primera Bestia y hará que los moradores de la tierra la idolatren como un agente divino (Ap. 13:2). Para Alicia A. Bailey, precursora esencial del diabólico novoerismo, el número «666» fue siempre uno [sagrado] y de gran importancia trascedental. Dicho número que aparece en la Biblia está fuertemente ligado con las dos Bestias apocalípticas. La segunda Bestia instigará a los hombres del mundo, sin importar su estrato ni condición social, para que se coloquen la «marca» de la primera Bestia, ya sea en la «mano derecha» o en la «frente» para sean “etiquetados” como de su propiedad (Ap. 13:16, 17). Es una marca que identifica a los seguidores de la primera Bestia para que tengan acceso a la compra de productos básicos para lograr subsistir en una era de tremendas necesidades, para que lleven a cabo transacciones comerciales personalmente convenientes. Con exclusividad los que adquieran la marca o el tatuaje de la Bestia podrán comprar. Los que no, sufrirán inevitablemente las consecuencias por carecer de lo imprescindible. Será un tiempo muy dificíl para los cristianos que vivan en esa época. Muchos aceptarán la marca y se condenarán; otros la rechazarán por no perderse eternamente. La marca de la Bestia identifica a su portador como un esclavo sumiso de la Bestia, de su gobierno autócrata, despóticamente absolutista. La marca de la Bestia apunta a un colosal y cerrado monopolio económico en los últimos tiempos. Será un complot egoísta y ambicioso del que muy pocos se beneficiarán. Por este motivo la Nueva Era la promueve ahora, y en un mañana impreciso, su portavoz principal, el Falso Profeta (Ap. 13:12, 16-18), para que el Anticristo Final, entidad política humana, la legalize como una contraseña comercial pero mortal sin lugar a dudas.
Es interesante comentar que el término [anticristo] que se halla en 1 Jn. 2:18, 22; 4:3, y en 2 Jn. 2:7, revela más que nada una idea o postura equivocada que rechaza o niega rotundamente la [individualidad] del Hijo de Dios. El apóstol Juan jamás insinúa que sea una persona de tardía y escatológica manifestación. Cuando Juan escribe que el [anticristo ya está presente], da entender de figurado modo que las falsas doctrinas estaban [ya] vigentes en su tiempo, como en la actualidad, por supuesto, lo están también. Por otro lado, el «hijo de perdición», el Anticristo Final, que será evidentemente una persona física, se [opondrá] a los designios de Dios, tomando con inverosímil ligereza su lugar:
«Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, «el hijo de perdición», el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios» (2 Ts. 2:3, 4).
La palabra [anticristo] contrasta con los [falsos cristos] en el Nuevo Testamento. La locución «falsos cristos» aparece en Mt. 24:24 y en Mr. 13:32. La diferencia estriba en que los falsos cristos, o pseudocristos, [no niegan] a Cristo, sino que se identifican con su persona. Proclaman que son los que “habían de venir” para cumplir las expectativas espirtuales de los hombres. Por lo contario, la palabra «anticristo» se refiere a una persona que [niega] la existencia de Cristo, que se «opone» a él. El Anticristo Final no sólo se resiste a la persona de Cristo, sino que además al establecimiento de su Reinado Terreno y Milenario (Ap. 17:14). Por eso el diablo controlará a un individuo humano, al «hijo de perdición», al Anticristo Escatológico, [el que «hablará palabras contra el Altísimo, el que a los santos del Altísimo quebrantará, el que pensará cambiar los tiempos y la ley] (Dn. 7:25), para instituir su imperio de muerte y de tinieblas, ya que con Cristo fracasó en el desierto para esta innoble finalidad:
«Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares» (Mt. 4:8, 9).
Aunque el Anticristo Final se opone al legítimo Cristo, Israel por propia decisión hará una alianza con él pensando que se trata de su “mesías esperado”, de su “cristo salvador y liberador” (véase Ro. 11:26) que viene a entregarles la tierra de Palestina que por derecho divino les ha correspondido desde la antiguedad (Gn. 13:15; 17:8). Es por tal motivo que Israel «pactará» ciega e incondicionalmente con esta persona de maldad indecible, manipulada por el genio magistral de la inquidad y del engaño: el diablo, «el príncipe de este mundo» (Jn. 14:30), «el dios de este siglo» (2 Co. 4:4).
Existen ciertas semejanzas, atinadas concordancias entre el plan de la Nueva Era y las dos Bestias del libro de Apocalipsis, como son: La instalación de un nuevo gobernante mundial (Ap. 13:1-8), la instalación de un nuevo orden mundial ( Ap. 16:10; 17:11-13), la instalación de nueva religión dirigida por Maitreya (Ap. 13:11-18). La Nueva Era tiene en cuenta una futura “iniciación” en todo el planeta en la que los hombres tendrán que sujetarse a “Lucifer”, “Sanat Kumara”. Es evidente que la autoridad delegada de la segunda Bestia ha sido provista por el diablo, el «dragón» (Ap. 12:1; 13:11, 12). El diablo, Satanás, es llamado «Lucero», «Hijo de la Mañana» por el profeta Isaías, y su caída es equiparada con la del reino babilónico (véase Is. 14:4-15). Si es necesario, la “iniciación purificadora” deberá ser coercitiva, como por ejemplo, con armamento nuclear, con la finalidad de hacer desaparecer otras religiones estorbantes. Benjamín Creme menciona una “espada de división” para los que reniegen de tal “iniciación”. Sprangler se refiere aquí a la “separación a otra dimensión que no es la física”. En otras palabras, los que no acepten las condiciones de Maitreya, serán asesinados. El Anticristo Escatológico será el día de mañana el autor intelectual de incontables homicidios, como en el caso de los «dos testigos» y de los hijos de Dios que no procedan a superditarse a su disrupta voluntad, en la gran tribulación final (Dn. 7:25; Ap. 11:3-9; 13:7). La segunda Bestia de Ap. 13:11, el Falso Profeta (Ap. 16:13; 19:20; 20:10), mandará a los moradores de la tierra para que fabriquen una «imagen que hable» de la primera Bestia y que exigirá «matar» a los que no le rindan adoración (Ap. 13:15).
Para algunos miembros de la Nueva Era el dios de esta tierra es Lucifer, o Sanat Kumara (Satanás). Afirman que este inteligente ser llegó al mundo hace 18.500.000 años y que realizó un notable “sacrificio” por este planeta. Hoy, rige la tierra. Este Lucifer de la Nueva Era, no es otro que el mismo diablo bíblico, el adversario, el engañador, el ángel supremo que se rebeló contra el Dios Santo en el eterno y glorioso cielo, costándole por su conducta arrogante y rebelde la expulsión de tan magnífico lugar (Ap. 12:7-9). La Biblia no expone como los de la Nueva Era que Lucifer consumó un piadoso sacrificio por el Mundo; esto es una fea y colosal mentira. Más bien le correspondió al Señor Jesucristo ejecutarlo por los pecadores de este tenebroso y fatídico mundo de las brutales barbaridades (Mt. 11:21; Jn. 3:16; Jn.11:50-52; Tit. 2:14; Mt. 20:28; Heb. 9:11, 12; Ef. 1:7; Col. 1:14; Ro. 5:18, 19; Hech. 10:43; Heb. 10:10-12). La Biblia dice que «Satanás», «el diablo», «el ladrón», «no viene sino para hurtar y matar y destruir . . . » (Jn.10:10); no dice que vino en una postura misericordiosa para sacrificarse desinteresadamente por un mundo, hoy y como antes, tan turbado y corrompido por el pecado. Sólo Cristo fue capaz como el Cordero Bondadoso de [entregar su vida] por los demás (Ef. 4:2).
Satanás utilizará como simples marionetas a los que son representados por las dos Bestias descritas en el libro de Apocalipsis, a dos hombres hechos y derechos para objetivizar para siempre sus antiguos propósitos de conquita mundial (Mt. 4:9; Lc.4:6). [Uno], por medio del poder politico, y el [otro], por el persuasivo poder religioso.
Muchas de las asociaciones novoeristas se han introducido con tenacidad en el Consejo Mundial de Iglesias (ecumenismo). Este es un buen “trampolín”, un camino amplio y abierto para que la Nueva Era se consolide a la postre como la religión mundal que obligará a los habitantes de la tierra pecadora a través del Falso Profeta, el Maitreya de la Nueva Era, a que le rindan pleistesía y veneración al Anticristo Escatólogico, quien será destruido junto con su consorte religioso cuando Cristo venga en gloria y en poder para fundar su esplendoroso Gobierno Terrenal y Milenario:
«Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre» (Ap. 19:19, 20).
Para nosotros, los unitarios premilenarios, creemos que los capítulos 4-19 del libro de Apocalipsis encierran la Semana Setenta del profeta Daniel, la gran tribulación final de siete años literales. El capítulo 20, siguiendo el orden cronológico razonable, está relacionado con el Reinado Milenario de Cristo en la tierra. Los capítulos 21-22 tratan del Reino Eterno de Dios. Creemos que el libro de Apocalipsis está implicado directamente con la culminación de las profecías de los capítulos 2 y 7 del libro de Daniel. El capítulo 24 de Mt. (“mini-apocalipsis”) posee una gran similitud con los juicios hallados en los «sellos», en las «trompetas», y en las «copas» del libro de Apocalipsis. El capítulo 13 es uno relacionado con el maligno y futuro gobierno terrenal que tendrá como cabeza al Anticristo Escatológico, la Bestia de Ap. 13:1. Pero además se levantará un líder que cristalizará y controlará la religión mundial: la segunda Bestia de Ap. 13:11, el blasfemo Falso Profeta que la Nueva Era con entusiasmo pregona y espera. El capítulo 14 de Zacarías, el libro de Daniel, el capítulo 24 de Mateo, sostienen que la nación de Israel experimentará una mortal persecución escatólogica (mírese Dn. 12:1, y compárese con Ap. cap. 12). «La abominación desoladora», el «horrible sacrilegio idolátrico» que Cristo alude en Mr. 13:14, tiene relación con la persona del Anticristo Escatológico, cuando se «siente el templo de Dios como Dios» (2 Ts. 2:4). Daniel habla con la suficiente claridad de esta situación profética-escatólogica (por favor amable lector: atienda Dn. 9:27; 11:31; 12:11) que ocurrirá antes del inminente regreso visible del Señor al mundo. Inegablemente la Bestia de Ap. 13:1 que se define como el dictador del Nuevo Orden del Mundo, de acuerdo a los capítulos 11-19 de Apocalipsis, tiene correspondencia con el «cuerno pequeño» (Dn.7:8) que sale de la «cuarta Bestia» y que el santo profeta de Dios menciona en Dn. 7:20-21. Una adecuada interpretación nos hace ver que este «cuerno pequeño» es el Anticristo Final: un ser humano de elevada inteligencia ( «. . . tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas») que se erguirá como despótico rey del mundo.
No se ha conocido ningún acontecimiento en toda la historia de las naciones del mundo que pueda equipararse con cualquiera de los pasmosos sucesos que se exponen en el libro de Apocalipsis. La muerte y resurrección de los «dos testigos (Ap. 11), los cambios cosmológicos violentos explicados, por mencionar tan sólo estos, por su naturaleza, tendrán que ser, categóricamente, escatológicos.
Personajes que entendieron y mencionaron que la primera Bestia sería un persona de aparición futura:
Bernabé, autor de la epístola que lleva su nombre, Ireneo de Lyon, Tertuliano, e Hipólito (cabe decir que en la Didaqué se afirma esta convicción).
No ha existido ningún líder religioso en las civilizaciones habidas en el mundo que haya tenido los rasgos que muestra la segunda Bestia de Ap. 13:11-17. Será el brazo derecho de la primera Bestia, el anunciador fiel de su proterva voluntad. La Biblia lo muestra como un individuo hipócrita, como un embaucador y comediante en los asuntos religiosos, porque se envestirá fradulentamente de “coredero”, a manera del Hijo de Dios, para consumar su engañosa obra de divina apariencia: «. . . pero hablaba como dragón», o sea, como Satanás. Llegará a consumar milagros y portentos asombrosos que maravillarán a los cuantiosos carnales e ignorantes en el tiempo de la gran tribulación final. Sus palabras de mentira estarán sutilmente encubiertas con un grueso barniz de amor y de justicia celestial: un cebo muy atractivo y seductor para conducir a los despistados y fatuos hacia la segura condenación eterna.
Fue imporante hacer ciertas descripciones de la primera Bestia para lograr comprender que la segunda Bestia reúne bastantes requistos para hacernos creer seriamente que sea el “cristo aeónico encarnado” (más bien «posesionado» diabólicamente) en una persona humana y que auspicia con fervorosa convicción el movimiento religioso denominado como «Nueva Era».
Maitreya Buda, la primera Bestia de Ap. 13:11, el Falso Profeta más influyente y preponderante de los posteros tiempos: la “encarnación” de Krishna, Visnú y Brahma. Maitreya Buda provocará un cambio completo en la conciencia de los hombres con sus condenables y seductoras palabras revestidas genialmente de amor y verdad. Su obra de falsificación milagrosa hará creer al mundo que procede de la propia orbe celestial donde mora el Dios reinante. Es por eso que masas lo seguirán [encantadas], como las ratas y los niños al flautista de Hamelin.
Esta son las organizaciones que han ido preparando terreno fértil para la salida y el asentamiento de este jefe religioso universal:
«Centros Tara», «Paz Verde», «Iniciativa Planetaria para el Mundo que Escogemos», «Los Ángeles de Guardia», «Movimiento del Potencial Humano», «La Era de Acuario», «Conspiración Acuariana», «El Movimiento Holístico», «La Psicología Humanística», «La Iglesia Liberal».
Proclamadores de la Nueva Era:
David Spangler, Marilyn Ferguson, Mark Satin, Shirley MacLaine, Benjamín Creme, principalmente.
Dios les bendiga siempre.
Referencias:
Comentario al Texto Griego del Nuevo Testamento. A.T. Robertson.
¿Cuál Camino? Luisa Jeter de Walker.
Reina Valera 1960.
Biblia de Estudio Siglo XXI, RVR.
Apocalipsis: La Consumación del Plan Eterno de Dios. Evis. L. Carballosa.
Eventos del Porvenir. J. Dwight Pentecost.