«Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;
sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal» (Gn. 3:4-5).
En el Huerto del Edén
Habitó el santo hombre,
Pero al serle a Dios infiel
Le vinieron maldiciones.
Con el alma maloliente
Él perdió la autoridad,
Ésta vino a la «serpiente»
Que engañó la humanidad.
Duro fue para el Pensante
Transigir por su arrogancia,
Por deseos imperantes
Claudicó para desgracia:
Por «desgracia» bien se entiende
Que la vida es perdición,
Perdición para el que tiene
Un andar sin el Señor.
Javier Rivas Martínez.
sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal» (Gn. 3:4-5).
En el Huerto del Edén
Habitó el santo hombre,
Pero al serle a Dios infiel
Le vinieron maldiciones.
Con el alma maloliente
Él perdió la autoridad,
Ésta vino a la «serpiente»
Que engañó la humanidad.
Duro fue para el Pensante
Transigir por su arrogancia,
Por deseos imperantes
Claudicó para desgracia:
Por «desgracia» bien se entiende
Que la vida es perdición,
Perdición para el que tiene
Un andar sin el Señor.
Javier Rivas Martínez.