¿Recuerdas el juego de “Teléfono” cuando eras un niño? Tú le susurrabas una frase corta al niño sentado junto a ti, que a su vez, susurraba al siguiente niño. Siempre fue divertido oír el resultado final, porque AL final de la línea veíamos cómo la frase original había cambiado por el tiempo que había pasado a través de una docena de orejas y bocas pequeñas.
Así también ha sido con el Evangelio de Cristo. Hoy, si uno le pregunta a alguien lo que es el Evangelio, tú podrás escucharlo definido así: “El Evangelio es la buena noticia de la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo, que provee la liberación total y gratis del poder y la pena del pecado de acuerdo con la sola gracia de Dios a través de la fe en Jesucristo”, como se menciona en un sitio web que me encontré cuando buscaba información en Google sobre “¿Qué es el Evangelio?”
En el juego de teléfono, a veces el mensaje que resulta sale similar (no igual) al original, pues de alguna manera está cambiado, adaptado o ha perdido alguna parte integrante de su composición. Propongo hoy, que la Iglesia, algunos de sus líderes y sus seguidores, hayan tomado, con el tiempo, lo que era el Evangelio que Jesús y Sus Apóstoles predicaron, pero que de alguna manera perdieron un poco de su sentido y foco original. ¡Con el tiempo, en la narración y el intercambio del mismo, el Evangelio que comúnmente oímos hoy, puede estar omitiendo un pedazo muy significativo que resultan ser buenas y emocionantes noticias!
Strong define Evangelio (euaggelion) como “las buenas nuevas del reino de Dios que pronto será establecido, y también de Jesús, el Mesías, el fundador de este reino. Después de la muerte de Cristo, el término incluye también la predicación sobre (o concerniente) a Jesucristo como habiendo sufrido la muerte en la cruz para conseguir la salvación eterna de los hombres en el reino de Dios, pero como resucitado y exaltado a la diestra de Dios en el cielo, y desde allí regresar en majestad para consumar el reino de Dios”.
Es a la vez verdad y muy importante que el mensaje del Evangelio incluya que Jesús murió y resucitó por nuestros pecados. Esto es todo lo acordado! Sin embargo, la otra parte del Evangelio que se ha abandonado del mensaje es esa importante palabra (logos) que Jesús predicó: el Reino de Dios. ¿Quién ha oído alguna vez predicar a un pastor de que el Evangelio es acerca el Reino de Dios, y de cómo podemos entrar en él para conseguir la vida eterna en el siglo venidero? La próxima vez que oiga de un ministro, evangelista de televisión o a un amigo suyo predicar el mensaje del “Evangelio”, escuche con atención! ¿Menciona el predicador la venida del Reino de Dios a la tierra?
Sólo estoy sugiriendo que nuestra forma de definir el mensaje del Evangelio se ha diluido, acortado, y hasta adaptado a algo que no es radicalmente diferente, pero lo suficiente cambiado con el correr del tiempo, que simplemente se ha convertido en un mensaje diferente a lo que Jesús y la iglesia primitiva estaban predicando y proclamando.
En Marcos 1:14-15, Jesús vino a Galilea predicando el Evangelio de Dios, y diciendo: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; arrepentíos y creed en el Evangelio.” Lucas 8:11 dice que Jesús “comenzó a hablar con ellos sobre el Reino de Dios.” Jesús no estaba predicando su muerte y resurrección como el evangelio durante su ministerio, sino más bien la predicación de la buena noticia de un reino venidero donde no habría fin de la paz, en donde Jesús, como el Ungido (Mesías, Cristo), se sentaría sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y justicia. (Isaías 9). Jesús predicó esta buena noticia a los afligidos, a los quebrantados de corazón, para publicar libertad a los cautivos y la libertad a los presos, para consolar a todos los que lloran, y hacerles saber que el tiempo de la justicia y la rectitud estaba cerca! Esta fue una buena noticia, por cierto! El enseñó a arrepentirse y ser salvos, para entrar en el Reino y la vida eterna en el siglo venidero. Jesús nos enseñó que nosotros heredaríamos la tierra, que veríamos a Dios y Su misericordia, y que seríamos llamados hijos de Dios. El enseñó cómo sería el Reino de Dios y lo que debíamos buscar (Mat. 6:33) y nos mandó para que nos prepararemos para saber cuándo se cristalizarían su venida y la consumación de la edad.
Te reto hoy, que para eliminar la tradición, retires la confusión y la distorsión del mensaje original y vuelvas a las palabras de Jesús (el autor y consumador de nuestra fe) y examines cuidadosamente lo que fue el evangelio original realmente. Como dijo Jesús en Lucas 8:8, “El que tiene oídos para oír, que oiga.” Y en el versículo 10, Jesús dijo a sus discípulos: “A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios, pero para el resto, en parábolas, para que viendo, no puedan ver, y oyendo, no entiendan”. En Mateo 13:14-16, Jesús cita Isaías 6:9, “De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane. Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.”.
En lugar de confiar en lo que siempre has oído, volvamos a la Escritura y a las palabras que Jesús habló y escúchalas. Oro de que veamos con nuestros ojos, y escuchemos con claridad con nuestros oídos las palabras de Jesús hoy y entendamos con nuestro corazón el Evangelio del Reino de Dios!
“Y este evangelio del reino será predicado en todo el mundo para testimonio a todas las naciones y entonces vendrá el fin.” Mateo 24:14.