Primera edición en Opus Libros, el 27-10-2006.
Ivan de ExOpus
Muchos de los que hemos dejado la Obra —no sólo físicamente, sino también con la cabeza— somos conscientes de una faceta deplorable de la Institución, que se traduce, entre otros aspectos, en la instrumentalización para sus fines egoístas de las personas y de los medios sobrenaturales que emplea, en el pisoteo de los derechos humanos, en la incapacidad para aceptar y, por tanto, para corregir sus errores cuando se le manifiestan, etc.
Ante esa situación cabe preguntarse: ¿Conocerá la jerarquía eclesiástica al Opus Dei completo, y no sólo al maravilloso que él le muestra? ¿Estará el Papa al tanto de la peligrosidad que la Obra supone para las personas y para la Iglesia?…
En este escrito vamos a estudiar si el Santo Padre, Benedicto XVI, conoce esa realidad negativa que impregna al Opus Dei.
El Opus Dei es uno de los nuevos movimientos de la Iglesia. Eso no lo discute nadie. Pues bien, el 27 de mayo de 1998, el actual Papa, siendo entonces cardenal, proclama una conferencia sobre los movimientos eclesiales. En ella nos avisa de los peligros en los que pueden caer esos grupos. Leámoslo:
Aquí aparecen con claridad tanto los peligros como los caminos de superación que existen en los movimientos. Existe la amenaza de la unilateralidad que lleva a exagerar el mandato específico que tiene origen en un período dado o por efecto de un carisma particular. Que la experiencia espiritual a la cual se pertenece sea vivida no como una de las muchas formas de existencia cristiana, sino como el estar investido de la pura y simple integralidad del mensaje evangélico, es un hecho que puede llevar a absolutizar el propio movimiento, que pasa a identificarse con la Iglesia misma, a entenderse como el camino para todos, cuando de hecho este camino se da a conocer en modos diversos. (Los movimientos eclesiales y su ubicación teológica.Card. Ratzinger)
Lo expuesto por el Papa se puede condensar en que el grupo (la parte) se vivencia como la Iglesia (el todo):
1- Exagera el mandato especifico, se hace depositario del único camino posible para sus miembros (unilateralidad), que entre otros efectos supone que quien lo abandona pierde la Buena Nueva de Cristo por estar el movimiento investido de la integralidad [totalidad] del mensaje evangélico; en vez de verse a sí mismo como lo que en realidad es: como una de las muchas formas de existencia cristiana. Para ellos quienes se marchan de la institución abandonan a Dios, por lo que son unos Judas, candidatos seguros a la infelicidad temporal y a la condenación eterna.
2- Se identifica con la Iglesia misma, pasa a entenderse como el camino para todos. La mínima crítica al grupo en algo accidental es considerada por los suyos como un pecado horrible, porque para ellos supone atacar a la Iglesia (por ejemplo con frases como: “Quien ataca al Opus Dei ataca a la Iglesia”, que hemos leído con frecuencia en esta Web). Para un movimiento de este tipo, es la suya la última palabra en la aplicación de la liturgia, de las costumbres, en la interpretación de la moral, etc.; lo que le lleva a considerar equivocada cualquier otra voz eclesial que no coincida con él. Etc.
Ese párrafo del Papa que hemos comentado resume perfectamente lo que expuse en mi trabajo anterior «Nuevas Herejías». Allí mostré como todos los males del Opus Dei tienen su raíz en el pecado de identificarse con la Iglesia misma. Que es también la razón por la cual se siente con la libertad de hacer lo que le da la gana, sin recapacitar en que pueda haber pecado en ello, ya que la Divinidad (la Obra) no puede pecar.
Por otra parte, lo contado ahí por el Papa (entonces cardenal) no es una idea momentánea, algo pasajero en su sentir, sino que por el contrario es una preocupación constante en él, pues cinco años después (5-9-2003) lo repite en una entrevista concedida al canal católico EWTN:
Raymond Arroyo: Así es. ¿Ve a los movimientos en la Iglesia como parte de esa conversión? ¿Existe el peligro de que nos dejemos envolver por este competitivo hecho, si lo ve así, de que todos debamos ser parte de ellos para ser católicos en serio?
Cardenal Ratzinger: Sí, por un lado soy muy amigo de estos movimientos […] Por otra parte, creo que es importante que estos movimientos no se cierren sobre sí mismos o se absoluticen. Tienen que entender que si bien son una manera, no son “la” manera; tienen que estar abiertos a otros, en comunión con otros. Especialmente debemos tener presente y ser obedientes a la Iglesia en la figura de los obispos y del Papa. Sólo con esta apertura a no absolutizarse con sus propias ideas y con la disposición para servir a la Iglesia común, la Iglesia universal, serán un camino para el mañana.
Lo visto supone que el cardenal Ratzinger había descubierto en el interior de los nuevos movimientos de la Iglesia la existencia de todo aquello en lo que el Opus Dei peca, por eso les previene, para que no caigan en esa trampa.
Se puede objetar que el Papa descubrió esos males en otros grupos distintos a la Obra, y no en ella. Mas aunque así fuera, aunque lo hubiera hallado en otro movimiento, lo propio es que una vez encontrado en uno lo busque en los demás, puesto que todos ellos comparten el mismo peligro. Y como esa realidad existe en el Opus Dei, el Papa ha tenido que descubrirla en él.
Por lo que concluimos que Benedicto XVI es consciente de las facetas perjudiciales de la Obra. Lo que no sabemos es hasta que punto -en extensión y profundidad– llega su visión del lado oscuro del Opus Dei. Mas para que lo descubra es imprescindible que antes sea mostrado por quienes lo conocen. Ése es uno de los motivos que me llevan a escribir aquí.
www.apologista.wordpress.com
www.elevangeliodelreino.org
www.yeshuahamashiaj.org
Ivan de ExOpus
Muchos de los que hemos dejado la Obra —no sólo físicamente, sino también con la cabeza— somos conscientes de una faceta deplorable de la Institución, que se traduce, entre otros aspectos, en la instrumentalización para sus fines egoístas de las personas y de los medios sobrenaturales que emplea, en el pisoteo de los derechos humanos, en la incapacidad para aceptar y, por tanto, para corregir sus errores cuando se le manifiestan, etc.
Ante esa situación cabe preguntarse: ¿Conocerá la jerarquía eclesiástica al Opus Dei completo, y no sólo al maravilloso que él le muestra? ¿Estará el Papa al tanto de la peligrosidad que la Obra supone para las personas y para la Iglesia?…
En este escrito vamos a estudiar si el Santo Padre, Benedicto XVI, conoce esa realidad negativa que impregna al Opus Dei.
El Opus Dei es uno de los nuevos movimientos de la Iglesia. Eso no lo discute nadie. Pues bien, el 27 de mayo de 1998, el actual Papa, siendo entonces cardenal, proclama una conferencia sobre los movimientos eclesiales. En ella nos avisa de los peligros en los que pueden caer esos grupos. Leámoslo:
Aquí aparecen con claridad tanto los peligros como los caminos de superación que existen en los movimientos. Existe la amenaza de la unilateralidad que lleva a exagerar el mandato específico que tiene origen en un período dado o por efecto de un carisma particular. Que la experiencia espiritual a la cual se pertenece sea vivida no como una de las muchas formas de existencia cristiana, sino como el estar investido de la pura y simple integralidad del mensaje evangélico, es un hecho que puede llevar a absolutizar el propio movimiento, que pasa a identificarse con la Iglesia misma, a entenderse como el camino para todos, cuando de hecho este camino se da a conocer en modos diversos. (Los movimientos eclesiales y su ubicación teológica.Card. Ratzinger)
Lo expuesto por el Papa se puede condensar en que el grupo (la parte) se vivencia como la Iglesia (el todo):
1- Exagera el mandato especifico, se hace depositario del único camino posible para sus miembros (unilateralidad), que entre otros efectos supone que quien lo abandona pierde la Buena Nueva de Cristo por estar el movimiento investido de la integralidad [totalidad] del mensaje evangélico; en vez de verse a sí mismo como lo que en realidad es: como una de las muchas formas de existencia cristiana. Para ellos quienes se marchan de la institución abandonan a Dios, por lo que son unos Judas, candidatos seguros a la infelicidad temporal y a la condenación eterna.
2- Se identifica con la Iglesia misma, pasa a entenderse como el camino para todos. La mínima crítica al grupo en algo accidental es considerada por los suyos como un pecado horrible, porque para ellos supone atacar a la Iglesia (por ejemplo con frases como: “Quien ataca al Opus Dei ataca a la Iglesia”, que hemos leído con frecuencia en esta Web). Para un movimiento de este tipo, es la suya la última palabra en la aplicación de la liturgia, de las costumbres, en la interpretación de la moral, etc.; lo que le lleva a considerar equivocada cualquier otra voz eclesial que no coincida con él. Etc.
Ese párrafo del Papa que hemos comentado resume perfectamente lo que expuse en mi trabajo anterior «Nuevas Herejías». Allí mostré como todos los males del Opus Dei tienen su raíz en el pecado de identificarse con la Iglesia misma. Que es también la razón por la cual se siente con la libertad de hacer lo que le da la gana, sin recapacitar en que pueda haber pecado en ello, ya que la Divinidad (la Obra) no puede pecar.
Por otra parte, lo contado ahí por el Papa (entonces cardenal) no es una idea momentánea, algo pasajero en su sentir, sino que por el contrario es una preocupación constante en él, pues cinco años después (5-9-2003) lo repite en una entrevista concedida al canal católico EWTN:
Raymond Arroyo: Así es. ¿Ve a los movimientos en la Iglesia como parte de esa conversión? ¿Existe el peligro de que nos dejemos envolver por este competitivo hecho, si lo ve así, de que todos debamos ser parte de ellos para ser católicos en serio?
Cardenal Ratzinger: Sí, por un lado soy muy amigo de estos movimientos […] Por otra parte, creo que es importante que estos movimientos no se cierren sobre sí mismos o se absoluticen. Tienen que entender que si bien son una manera, no son “la” manera; tienen que estar abiertos a otros, en comunión con otros. Especialmente debemos tener presente y ser obedientes a la Iglesia en la figura de los obispos y del Papa. Sólo con esta apertura a no absolutizarse con sus propias ideas y con la disposición para servir a la Iglesia común, la Iglesia universal, serán un camino para el mañana.
Lo visto supone que el cardenal Ratzinger había descubierto en el interior de los nuevos movimientos de la Iglesia la existencia de todo aquello en lo que el Opus Dei peca, por eso les previene, para que no caigan en esa trampa.
Se puede objetar que el Papa descubrió esos males en otros grupos distintos a la Obra, y no en ella. Mas aunque así fuera, aunque lo hubiera hallado en otro movimiento, lo propio es que una vez encontrado en uno lo busque en los demás, puesto que todos ellos comparten el mismo peligro. Y como esa realidad existe en el Opus Dei, el Papa ha tenido que descubrirla en él.
Por lo que concluimos que Benedicto XVI es consciente de las facetas perjudiciales de la Obra. Lo que no sabemos es hasta que punto -en extensión y profundidad– llega su visión del lado oscuro del Opus Dei. Mas para que lo descubra es imprescindible que antes sea mostrado por quienes lo conocen. Ése es uno de los motivos que me llevan a escribir aquí.
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