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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

lunes, 19 de octubre de 2009

EL CRUEL CATOLICISMO ROMANO


¿soli deo gloria?
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Por el Dr. Javier Rivas Mtz (MD)
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«Escrutando entre mis libros, encontré algo interesante en uno de ellos:Encontré una gran verdad sobre el sistema inquisidor medieval el cual surgió del los oscuros adentros de Satanás para destruir por medio de hombres necios e ignorantes a quienes están hechos a la misma Imagen y Semejanza del Eterno Rey».
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La Edad Media se caracterizó por su oscuridad intelectual y también por su terrible perversión religiosa. Fue tanta esta perversión que millares de buenos cristianos fueron depuestos para muerte por considerárseles herejes contra el sistema romanista católico apóstata maligno.
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En esa época de incertidumbre e ignorancia, Inocencio IV decretó un escrito llamado Ad Exstripanda que declaraba que los herejes fuesen «aplastados como víboras venenosas». Reyes, plebeyos, personas civiles: pobres y ricos, sin distinción alguna, se juntaron a una para dar inicio a una de las persecuciones más sangrientas en la historia del mundo, maquinada bajo los oscuros sótanos de la llamada Santa Inquisición, auspiciada por el sistema romanista católico. La Ad Extripanda prometía a los perseguidores de herejes entregar cualquier propiedad confiscada a quien asesinara a uno de ellos, asegurándoseles, además, la entrada al cielo directamente sin haber pasado por el candente Purgatorio.
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En este Infernal promulgo, se declara oficialmente la tortura contra los infieles al Papa, y los instrumentos más crueles y martirizantes dejan ver sus espantosas formas, siendo Satanás la fuente de inspiración para ser creados.
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Uno de ellos, es el estante, era una mesa larga en la que se acostaba a la víctima que era atada con cuerdas y tablones por los brazos y las piernas para ser estirados paulatinamente, mientras se procedía a presionar al angustiado martirizado para que negase la verdadera fe, hasta el punto del llegar al choque neurogénico por el terrible dolor que se le producía y por el dislocamiento de las articulaciones óseas.
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Se les arrancaba las uñas con pinzas. Objetos metálicos calientes eran puestos en zonas delicadas del cuerpo, causándoles una increíble algia por las profundas quemaduras hechas. Grandes barriles eran vestidos con filosas cuchillas en los que se amarraban a los condenados, haciéndoseles rodar en movimientos de vaivén provocándoseles heridas lacerantes serias que los llevaban regularmente a la muerte. Pavorosos destornilladores de dedos se usaban para desarticularlos. Las Botas Españolas se colocaban en los pies para triturarlos. La famosa Virgen de Hierro, era un sarcófago erizado en su totalidad con aguda y filosas puntas en el que se introducía al inculpado para ser herido en todo el cuerpo, en una muerte penosa y duradera, ya que las puntas estaban dispuestas para no causar estragos en órganos vitales. Eso tornaba más cruel el castigo. Miles fueron quemados en la hoguera. En 1554, Francisco Gamboa, fue condenado a la hoguera. Un monje le presentó una cruz y le dijo antes de morir, así: «Mi mente está tan clara pensando en los verdaderos méritos y bondades de Cristo, que no requiero de un pedazo de madera sin méritos». A otros se les vació hierro candente por sus oídos y bocas; a otros más, se les arrancaron los ojos de manera salvaje con instrumentos agudos punzo-cortantes. Muchos fueron azotados hasta matarlos. A muchas personas se les amputaba los músculos del cuerpo para ser ahorcados con ellos mismos, o se les ahogaba en excremento y orina. Los pobres inocentes y culpados de blasfemia eran encadenados en el suelo y en las paredes para que las ratas los devoraran inmisericordemente. Eran puestas serpientes venenosas para que las gentes condenadas murieran a causa de los efectos de la agresiva toxina inyectada por estos reptiles; morían en indescriptibles rictus de angustia y dolor. Los ahorcamientos no pasaron desapercibidos, y eran consumados en grupo. El día de San Bartolomé es conocido por la gran matanza de cristianos, los hugonotes, ejecutados en París en el año 1572. El rey francés fue a misa a dar gracias por la gran cantidad de herejes ajusticiados, y el Papa Gregorio XIII se regocijo por el acontecimiento «satánicamente divino». ¡Hasta se acuñaron monedas para conmemorar esta desdicha!
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Aunque el Papa pidió perdón hace un poco de tiempo atrás por estos sucesos denigrantes para Dios y la humanidad, el sistema católico romano no ha dejado de ser el mismo. Su dogmatismo tenebroso que fue levantado hace menos de dos mil años y que persiguió a los santos cristianos y fieles al Dios del cielo en la Edad Oscura Medieval, lleva hoy la misma esencia doctrinal. Nada ha cambiado en él. La iglesia romanista católica emprende ambiciosa y activa búsqueda para la consumación de su supremacía mundial, no sólo en el ámbito religioso, sino en el político y en el social: Todo un negocio milenario. Las persecuciones injuriosas y mortales ya no existen contra los verdaderos cristianos de parte del papado romanista y sus desviados seguidores, y le damos gracias a Dios por eso, pero el Ecumenismo ha surgido como un arma relativamente nueva, diplomática y demagógica, usada por los líderes católicos romanistas de manera artera e inteligente para extraer y poner en sus dominios de muerte a los creyentes «medio crudos», como lo hace el pescador con los peces anzuelados en su caña, al ser extraídos del agua para ser puestos en el bote, y de allí, al plato del comensal, por dejarse seducir ignorantemente por los modelos católicos expuestos, que son una mezcla medio cristiana y verazmente diabólica.
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Los católicos se han hecho ahora carismáticos como los neopentecostalistas. Hablan lenguas oscuras o jerigonza, predican como lo hacen los cristianos y alaban de igual manera que en las congregaciones que refutan con celo celestial la idolatría mariana.
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Muchos creyentes han asentido positivamente los cambios radicales presentados en los católicos, y por esa razón, por el parecido a lo que religiosamente hacen, han creído que Dios lo ha aceptado por semejante «transformación» que no tiene nada de santa. Un punto más para el diablo para engancharlos directamente hacia el Ecumenismo y que ofende a Dios por las distintas mezclas doctrinales unificadas en un sentir único que dirige hacia un cristianismo puramente socializado e insalvable. Dios los condenará «con mano en la cintura» si no se arrepienten de sus maldades y detracciones. El diablo fue despojado de su «Santa Inquisición» para tornarse fino y diplomático con el propósito de llevar a la perdición, con paso seguro y firme, a millones de incautos por medio del Ecumenismo y del falso cristianismo que se desprende del Carismatismo Católico.
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No dejo de admirar la gran capacidad inteligente de este maligno y marrullero ser, que «se las sabe magistralmente de todas, todas».
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Dios les bendiga siempre.