“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” Marcos 16:16
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En simple lectura de este pasaje, descubrimos absolutamente que la única acción que determina la salvación de una persona, es el creer.
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De lo contrario, debería decir que la condenación es por: “no creer y por no ser bautizado”. Si a un niño le hacemos leer este versículo y le preguntamos: ¿Quién será condenado? La respuesta será inmediata: “El que no creyere”
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La salvación no es por lo que hagamos o dejemos de hacer. No es por obras para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9) No es por votos de consagración, no es por litros de sudor ni por méritos acumulados. Es exclusivamente por creer.
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Ahora bien, pero ¿por qué dice la Biblia: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo”? Es importante considerar esta pregunta para poder argumentar que solo la fe, es decir, solo “el creer” es lo que hace salvo a un individuo.
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El acto del bautismo no es la causa de la salvación, sino que la consecuencia de la fe en un verdadero creyente. En otras palabras, el individuo no se bautiza para ser salvo, sino que se bautiza porque ya es salvo y desea obedecer al Señor Jesús.
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Esto esta en plena armonía con el contexto global de las escrituras cuando señalan que la fe verdadera por sí misma, produce frutos de obediencia. Si afirmamos lo contrario, debemos consecuentemente afirmar que la salvación no es solo por la fe, sino que también por las obras , lo que entraría en disonancia con Romanos 4, por citar uno de los tantos pasajes de la Biblia.
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Además, tendríamos que afirmar que al ladrón de la cruz le faltó el complemento del bautismo para ser salvo.
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El afirmar que el bautismo es necesario para la salvación, es un sofisma. No resiste análisis, y constituye un insulto a la eficacia y eficiencia de la todopoderosa sangre de nuestro Señor Jesucristo. El solo creer en el sacrificio vicario de Jesús es lo que hace salvo a un hombre. Veamos lo que Cristo enseño:
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“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” Juan 5: 24
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Los que pretendan incluir obras, sacramentos, votos, sacrificios, etc., a la obra de la salvación, están contradiciendo al autor y consumador de la fe; nuestro Señor Jesucristo. El bautismo, es una muestra de obediencia del creyente hacia su Señor y jamás llega a ser un acto de un co-redención o co-participación en la tarea de salvar.