Este año se cumplirán dos cientos años del nacimiento de Charles Darwin y ciento cincuenta de su obra capital: The origin of Species by means of Natural Selection, or the Preservation of Favourced Races in the Struggle for Life (el origen de las especies por medio de la selección natural o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida)(2). Las ideas vertidas en este libro, dirigidas preferentemente a la vida animal y vegetal, tuvieron gran predicamento en el siglo XIX ya que la evolución humana la expresó más bien en otro libro “The descendent man”, mucho menos brillante que no gozó de la popularidad de aquél.
Ambos libros influyeron de forma notable en el pensamiento marxista, y en el de Nietzsche y se difundieron ampliamente entre el público que las aceptó sin apenas reflexionar porque sonaban bien y representaban una alternativa a la creación por parte de Dios. Los laicistas y ateos no tardaron en propagarlas como el gran descubrimiento de la inteligencia y sentido de la observación humanos.
Aplicadas a los conocimientos actuales estas ideas se basarían en la capacidad de mutación de los genes debido al azar (random genetic mutation), pero las mutaciones no siempre representan un paso adelante en la evolución, también pueden ser indiferentes o negativas. Por otra parte está comprobado que las positivas por azar son un hecho rarísimo y estadísticamente muy improbable. Especialistas en probabilística, rama de las matemáticas, como Starbird de la Universidad de Tejas, matemáticos e informáticos, estudiaron las probabilidades de que mil millones de simios, tecleando cada segundo la frase “to be o not to be”(de sólo 18 caracteres) durante 13.700 millones de años, tiempo en que se estima se inició el Universo, tendrían una probabilidad de uno por mil millones de producir dicha frase, es decir, de poner en orden los 18 caracteres mencionados (1).
Traslademos esto a la creación: se dice que el Universo comenzó por una tremenda explosión, el famoso Big Bang, que debió ser una explosión de ingente cantidad de material de elevada energía y alta presión en un adecuado tiempo y espacio y que originó raudales de gases bajo la forma de enormes nubes de materia que se extendieron por el vacío y generaron estrellas, planetas, cometas, nebulosas, galaxias que a su vez, en su expansión, chocaron entre sí o se fagocitaron unas a otras. Así se cree se fue originando el Universo, al principio en un gran desorden, luego organizándose en sistemas formados por una estrella y sus planetas a su vez con posibilidad de satélites y todos formando galaxias, algunas tan antiguas que sólo se observan mediante rayos infrarrojos dado lo tenue de su emisión de ondas en la banda de rojos del espectro.
Naturalmente de alguna forma aunque no sabemos cómo, tuvo que originarse esa materia con su enorme caudal de energía. Alguien la formó, puesto que no se pudo formar sola por generación espontánea.
Respecto al primer ser vivo, al parecer un alga unicelular o una bacteria se necesitó el primer ácido nucleico, es decir, que existieran el carbono, oxígeno, hidrógeno, nitrógeno y fósforo a una temperatura y presión adecuadas para que se unieran de tal forma, con tal orden que formasen un nucleótido, elemento primordial que forma el ADN y ARN, fundamentales para las funciones celulares y la vida.
Si tenemos en cuenta que el ser humano cuenta en cada núcleo celular con 46 cromosomas distintos unos de otros, con distinto número de genes y distintos nucleótidos, con 3000 millones de pares de bases distribuidas en 35000 genes, y todo eso dentro de un orden con exones, formadores de proteínas, intrones, con pseudogenes que no se transcriben y que en el ser humano alcanzan unos 19000, los llamados genes intergénicos (junk ADN o ADN basura) etc.etc., aceptar que todo esto se ha producido por azar a partir de elementos biológicos inferiores en unos 13.000 millones de años es sencillamente incongruente e imposible.
Por tanto toda esta maravilla sólo ha podido ser hecha por un Ser Supremo, es decir Dios, tan extraordinariamente amante del hombre que ha utilizado todos esos bienes y recursos de todo tipo para dar lugar al hombre..
Otra cosa es que el Ser Supremo, a su antojo y conveniencia, haya podido utilizar el evolucionismo, en períodos determinados, especialmente con seres inferiores, hasta “construir” el ser humano con cerebro y alma a su imagen y semejanza. Así pues con los conocimientos actuales se puede afirmar con toda seguridad, que no existe contradicción entre ciencia y religión sino que una apoya a la otra, ni tampoco contraposición entre creacionismo y evolucionismo y que el Creador puede haber utilizado la evolución, es decir la mutación por azar, en momentos o hechos concretos.
Físicos de la talla de Copérnico, Galileo, Kepler, Clerk-Maxwell y biólogos como Fisher, Gray, Dobzhansk y otros muchos fueron cristianos que no vieron ninguna contradicción entre la ciencia y la fe.
Un hecho reciente digno de mención fue protagonizado en el 2004 en Nueva York por Anthony Flew, londinense, hijo de un ministro metodista, el más afamado ateísta mundial: ante un público ávido de escuchar sus últimas sofisticadas ideas en defensa del ateísmo, comenzó la conferencia, grabada en video, diciendo “señores la más reciente evidencia científica me lleva a la ineludible convicción de que Dios existe, el viaje del descubrimiento de lo divino ha sido hasta ahora un peregrinaje de la razón, he seguido el argumento hasta donde me ha conducido”. Se pueden imaginar el impacto que esa revelación de su conversión intelectual produjo en un público ineludiblemente fiel a sus ideas ateas. Después escribió el libro ”There is a God: How de World´s Most Notorious Atheist Changed His Mind “ (Dios existe: cómo los más notorios ateos del mundo cambiaron su forma de pensar): “la investigación biológica ha demostrado por la complejidad casi increíble de los acomodamientos para producir la vida que una inteligencia debió estar envuelta”.
LECTURAS RECOMENDABLES.
- 1.- Herrero Brasas, JA. En El Mundo, viernes 26 de diciembre de 2008, tribuna libre, pág. 4.
- 2.- C. Darwin. El origen de las especies por medio de la selección natural. Tomo I. Ed. Calpe, Madrid, 1921.
Dr. Juan María Loizaga Iriondo
Ex jefe de Departamento de Anatomía Patológica del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Actualmente Consultor del Centro de Patología y Citología de Sevilla de USP Clínica Sagrado Corazón.
Sevilla, enero de 2009
Ambos libros influyeron de forma notable en el pensamiento marxista, y en el de Nietzsche y se difundieron ampliamente entre el público que las aceptó sin apenas reflexionar porque sonaban bien y representaban una alternativa a la creación por parte de Dios. Los laicistas y ateos no tardaron en propagarlas como el gran descubrimiento de la inteligencia y sentido de la observación humanos.
Aplicadas a los conocimientos actuales estas ideas se basarían en la capacidad de mutación de los genes debido al azar (random genetic mutation), pero las mutaciones no siempre representan un paso adelante en la evolución, también pueden ser indiferentes o negativas. Por otra parte está comprobado que las positivas por azar son un hecho rarísimo y estadísticamente muy improbable. Especialistas en probabilística, rama de las matemáticas, como Starbird de la Universidad de Tejas, matemáticos e informáticos, estudiaron las probabilidades de que mil millones de simios, tecleando cada segundo la frase “to be o not to be”(de sólo 18 caracteres) durante 13.700 millones de años, tiempo en que se estima se inició el Universo, tendrían una probabilidad de uno por mil millones de producir dicha frase, es decir, de poner en orden los 18 caracteres mencionados (1).
Traslademos esto a la creación: se dice que el Universo comenzó por una tremenda explosión, el famoso Big Bang, que debió ser una explosión de ingente cantidad de material de elevada energía y alta presión en un adecuado tiempo y espacio y que originó raudales de gases bajo la forma de enormes nubes de materia que se extendieron por el vacío y generaron estrellas, planetas, cometas, nebulosas, galaxias que a su vez, en su expansión, chocaron entre sí o se fagocitaron unas a otras. Así se cree se fue originando el Universo, al principio en un gran desorden, luego organizándose en sistemas formados por una estrella y sus planetas a su vez con posibilidad de satélites y todos formando galaxias, algunas tan antiguas que sólo se observan mediante rayos infrarrojos dado lo tenue de su emisión de ondas en la banda de rojos del espectro.
Naturalmente de alguna forma aunque no sabemos cómo, tuvo que originarse esa materia con su enorme caudal de energía. Alguien la formó, puesto que no se pudo formar sola por generación espontánea.
Respecto al primer ser vivo, al parecer un alga unicelular o una bacteria se necesitó el primer ácido nucleico, es decir, que existieran el carbono, oxígeno, hidrógeno, nitrógeno y fósforo a una temperatura y presión adecuadas para que se unieran de tal forma, con tal orden que formasen un nucleótido, elemento primordial que forma el ADN y ARN, fundamentales para las funciones celulares y la vida.
Si tenemos en cuenta que el ser humano cuenta en cada núcleo celular con 46 cromosomas distintos unos de otros, con distinto número de genes y distintos nucleótidos, con 3000 millones de pares de bases distribuidas en 35000 genes, y todo eso dentro de un orden con exones, formadores de proteínas, intrones, con pseudogenes que no se transcriben y que en el ser humano alcanzan unos 19000, los llamados genes intergénicos (junk ADN o ADN basura) etc.etc., aceptar que todo esto se ha producido por azar a partir de elementos biológicos inferiores en unos 13.000 millones de años es sencillamente incongruente e imposible.
Por tanto toda esta maravilla sólo ha podido ser hecha por un Ser Supremo, es decir Dios, tan extraordinariamente amante del hombre que ha utilizado todos esos bienes y recursos de todo tipo para dar lugar al hombre..
Otra cosa es que el Ser Supremo, a su antojo y conveniencia, haya podido utilizar el evolucionismo, en períodos determinados, especialmente con seres inferiores, hasta “construir” el ser humano con cerebro y alma a su imagen y semejanza. Así pues con los conocimientos actuales se puede afirmar con toda seguridad, que no existe contradicción entre ciencia y religión sino que una apoya a la otra, ni tampoco contraposición entre creacionismo y evolucionismo y que el Creador puede haber utilizado la evolución, es decir la mutación por azar, en momentos o hechos concretos.
Físicos de la talla de Copérnico, Galileo, Kepler, Clerk-Maxwell y biólogos como Fisher, Gray, Dobzhansk y otros muchos fueron cristianos que no vieron ninguna contradicción entre la ciencia y la fe.
Un hecho reciente digno de mención fue protagonizado en el 2004 en Nueva York por Anthony Flew, londinense, hijo de un ministro metodista, el más afamado ateísta mundial: ante un público ávido de escuchar sus últimas sofisticadas ideas en defensa del ateísmo, comenzó la conferencia, grabada en video, diciendo “señores la más reciente evidencia científica me lleva a la ineludible convicción de que Dios existe, el viaje del descubrimiento de lo divino ha sido hasta ahora un peregrinaje de la razón, he seguido el argumento hasta donde me ha conducido”. Se pueden imaginar el impacto que esa revelación de su conversión intelectual produjo en un público ineludiblemente fiel a sus ideas ateas. Después escribió el libro ”There is a God: How de World´s Most Notorious Atheist Changed His Mind “ (Dios existe: cómo los más notorios ateos del mundo cambiaron su forma de pensar): “la investigación biológica ha demostrado por la complejidad casi increíble de los acomodamientos para producir la vida que una inteligencia debió estar envuelta”.
LECTURAS RECOMENDABLES.
- 1.- Herrero Brasas, JA. En El Mundo, viernes 26 de diciembre de 2008, tribuna libre, pág. 4.
- 2.- C. Darwin. El origen de las especies por medio de la selección natural. Tomo I. Ed. Calpe, Madrid, 1921.
Dr. Juan María Loizaga Iriondo
Ex jefe de Departamento de Anatomía Patológica del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Actualmente Consultor del Centro de Patología y Citología de Sevilla de USP Clínica Sagrado Corazón.
Sevilla, enero de 2009