Por Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
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Antiguamente, el día de reposo, debía reunir características específicas prácticas para que fuese agradable delante de Dios que lo había decretado exclusivamente para el pueblo de Israel en el tiempo de la Ley Mosaica (ver Ex cap.20). En Ex.16, se refiere que en el sexto día, un día antes del reposo, los israelitas eran ordenados a recoger una doble porción del maná habitual (Ex.16:22), y también a cocinar y hervir los alimentos apartando lo necesario para evitar cualquier actividad en ese día, el séptimo, consagrado especialmente para glorificar a Dios en su descanso, después de haber consumado la obra de su creación universal (Ge.2:1-4; Ex.16:23; Ex.20:8-11). En ese día, nadie del pueblo de Israel debía salir de sus lugares, así, los israelitas lo descansaron por mandato divino (Ex.16:27). En el capítulo 13 de Mateo, en un día de reposo, observamos a los discípulos de Cristo en los sembrados recogiendo espigas de trigo para comer. Aunque esto no era penado según la Ley (Dt.23:25), el día de reposo sí hubiese sido violentado por tal acto realizado por los discípulos del Señor, ya que terminantemente Dios había prohibido que alguien pudiera estar en el campo en el mencionado día. Es por eso que los fariseos señalaron a Cristo con oposición la ilicitud de la acción de parte de los discípulos, por lo que Cristo apela, sabiendo que no era permitido recoger espigas en el campo para comer en ese día con el ejemplo de David, cuando comieron los panes de la proposición que solamente era ordenado legalmente para los sacerdotes (1 S.21:1-6; Mt.12:4). Cristo con un pregunta retórica, les aclara que los sacerdotes bajo la normativa de la Ley Levítica, que aún quebrantando en el templo el día de reposo quedaban sin culpa, y aprovecha para hacerles saber que el Hijo del Hombre es mayor que el templo (Mt.12:6), y como Señor del sábado, superior (Mt.23:8); por lo tanto, al quebrantar el día de reposo, quedaba el Señor libre de cualquier culpabilidad. Cristo hace saber a los fariseos legalistas claramente que sus discípulos eran semejantes a esos sacerdotes, y obviamente, los discípulos como el Señor, también quedaban fuera de toda culpa por quebrantar el día de reposo (Mt. 23:5). Sabemos que el guardar el día sábado o de reposo era parte de la Ley Mosaica. Cristo dijo que vino a cumplir con la Ley y no abrogarla (Mt.5:17-18): ¿Contradice esto con lo antes explicado? Definitivamente y con seguridad podemos contestar que no. El día sábado o de reposo fue un rito ceremonial judío que no nunca tuvo una relación con los mandamientos más grandes y jamás habidos y que son: «Amarás a Dios sobre todas las cosas», y «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lc.10:27). Cristo dijo: «Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que os améis unos a otros». «En esto conocerán todos que sois mis discípulos. Si tuviereis amor los unos con los otros» (Jn.13:34-35). Es importante detallar, que este «mandamiento nuevo» proclamado por el Señor Jesucristo difiere ampliamente con el antiguo, establecido por el régimen de la Ley o del Pacto Viejo (ver Lev.19:18; 2 Co.33, 6-18), e implica «una nueva motivación («como os he amado») y una esfera diferente de acción con relación a la Ley pasada» (BESXXI: RV1909). De esta manera, Cristo, cumple con la Ley, la de la moral, la del amor (1 Co. cap.13), la más importante en la Nueva Dispensación que es la de la Gracia (Ef.2:1-11), abierta por Dios en el sacrificio de Jesucristo en la cruz del Calvario para los hombres caídos por el pecado (Ro.3:10-18; 5:12; 6:23), que ha hecho renacer, como creyentes, para una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de los muertos (1 P.1:3), para una herencia incorruptible e incontaminada, reservada en los cielos para los fieles de Dios en Cristo (1 P:1:4) y no con la Ley ritualista, a la que Cristo dio fin por siempre (Ro.10:2), dónde la ya obsoleta observancia del día de reposo tenía cabida perfecta:
Antiguamente, el día de reposo, debía reunir características específicas prácticas para que fuese agradable delante de Dios que lo había decretado exclusivamente para el pueblo de Israel en el tiempo de la Ley Mosaica (ver Ex cap.20). En Ex.16, se refiere que en el sexto día, un día antes del reposo, los israelitas eran ordenados a recoger una doble porción del maná habitual (Ex.16:22), y también a cocinar y hervir los alimentos apartando lo necesario para evitar cualquier actividad en ese día, el séptimo, consagrado especialmente para glorificar a Dios en su descanso, después de haber consumado la obra de su creación universal (Ge.2:1-4; Ex.16:23; Ex.20:8-11). En ese día, nadie del pueblo de Israel debía salir de sus lugares, así, los israelitas lo descansaron por mandato divino (Ex.16:27). En el capítulo 13 de Mateo, en un día de reposo, observamos a los discípulos de Cristo en los sembrados recogiendo espigas de trigo para comer. Aunque esto no era penado según la Ley (Dt.23:25), el día de reposo sí hubiese sido violentado por tal acto realizado por los discípulos del Señor, ya que terminantemente Dios había prohibido que alguien pudiera estar en el campo en el mencionado día. Es por eso que los fariseos señalaron a Cristo con oposición la ilicitud de la acción de parte de los discípulos, por lo que Cristo apela, sabiendo que no era permitido recoger espigas en el campo para comer en ese día con el ejemplo de David, cuando comieron los panes de la proposición que solamente era ordenado legalmente para los sacerdotes (1 S.21:1-6; Mt.12:4). Cristo con un pregunta retórica, les aclara que los sacerdotes bajo la normativa de la Ley Levítica, que aún quebrantando en el templo el día de reposo quedaban sin culpa, y aprovecha para hacerles saber que el Hijo del Hombre es mayor que el templo (Mt.12:6), y como Señor del sábado, superior (Mt.23:8); por lo tanto, al quebrantar el día de reposo, quedaba el Señor libre de cualquier culpabilidad. Cristo hace saber a los fariseos legalistas claramente que sus discípulos eran semejantes a esos sacerdotes, y obviamente, los discípulos como el Señor, también quedaban fuera de toda culpa por quebrantar el día de reposo (Mt. 23:5). Sabemos que el guardar el día sábado o de reposo era parte de la Ley Mosaica. Cristo dijo que vino a cumplir con la Ley y no abrogarla (Mt.5:17-18): ¿Contradice esto con lo antes explicado? Definitivamente y con seguridad podemos contestar que no. El día sábado o de reposo fue un rito ceremonial judío que no nunca tuvo una relación con los mandamientos más grandes y jamás habidos y que son: «Amarás a Dios sobre todas las cosas», y «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lc.10:27). Cristo dijo: «Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que os améis unos a otros». «En esto conocerán todos que sois mis discípulos. Si tuviereis amor los unos con los otros» (Jn.13:34-35). Es importante detallar, que este «mandamiento nuevo» proclamado por el Señor Jesucristo difiere ampliamente con el antiguo, establecido por el régimen de la Ley o del Pacto Viejo (ver Lev.19:18; 2 Co.33, 6-18), e implica «una nueva motivación («como os he amado») y una esfera diferente de acción con relación a la Ley pasada» (BESXXI: RV1909). De esta manera, Cristo, cumple con la Ley, la de la moral, la del amor (1 Co. cap.13), la más importante en la Nueva Dispensación que es la de la Gracia (Ef.2:1-11), abierta por Dios en el sacrificio de Jesucristo en la cruz del Calvario para los hombres caídos por el pecado (Ro.3:10-18; 5:12; 6:23), que ha hecho renacer, como creyentes, para una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de los muertos (1 P.1:3), para una herencia incorruptible e incontaminada, reservada en los cielos para los fieles de Dios en Cristo (1 P:1:4) y no con la Ley ritualista, a la que Cristo dio fin por siempre (Ro.10:2), dónde la ya obsoleta observancia del día de reposo tenía cabida perfecta:
«Maestro, ¿Cuál es el gran mandamiento de la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los Profetas» (Mt.22:36-40).
Cristo es el primogénito de toda creación (Col.1:15), que es la Nueva, la espiritual. En él, los hombres de fe vienen a ser nuevas criaturas (2 Co.5:17) y con él se dará una nueva creación cosmología: Cielos nuevos tierra nueva, en los cuales mora la justica (2 P.3:13). La vieja creación, la corrupta, y el día de reposo, que tuvo relación con esta pasada y caída creación, son completamente ajenos a la Gracia, es decir, con los propósitos finales y terrenales de Dios por medio de Jesucristo con los individuos salvos y santos.
Cristo, que por medio de él vino la Gracia y la Verdad, desplazó de manera definitiva con todas las expectativas de la Ley dada Moisés (Jn.1:17). Cristo enseño a los fariseos que el amor verdadero estaba aún muy por encima del día de reposo (Mt.12:9-14), porque las necesidades humanas poseen mayor relevancia que un rito ceremonial apegado al estricta normativa judaica y legalista impuesta por la Ley que dejó de ser con la venida de Cristo al mundo para rescatar a los que estaban bajo su yugo esclavizador y bajo la pena de muerte que imponía (Ro.3:20; 4:14; Ga.4:4-5).«El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor» (Ro.13:10).
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«No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo» (Ga.2:21).
Dios les bendiga siempre, hermanos y amigos de buen entendimiento.