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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

sábado, 13 de diciembre de 2008

EL CRISTIANO Y LAS ARMAS (II)

Por el Dr. Javier Rivas Mtz (MD)
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En el primer escrito, mencionamos la acción nada bíblica de usar armas letales fabricadas por mano humana, haciendo hincapié que no se deberán portar para su uso convencional jamás. La Biblia sólo acepta el uso de armas en aquellas personas que se encargan de mantener el orden, la protección, la tranquilidad y el equilibrio cívico y social como son policías, solados, grupos especiales, etc. Con esto se logra además infundir temor a los que intentan violentar con agresión física de índoles diferentes las leyes establecidas para un bien común.
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Pablo escribe que las autoridades han sido puestas por Dios para el orden, a las que todos deberán sujetarse (Ro.13:1,). Pablo comenta que las personas que se oponen a la autoridad a Dios mismo se rebelan, siendo esto condenación para ellas mismas, porque las leyes juzgan de manera justa el proceder incorrecto de quienes las quebrantan: Sencillamente, Dios ha decretado las leyes terrenales para la paz general de las naciones de la tierra. Pablo usa la palabra -espada- como un término universal, para referirse a las armas en general que están destinadas a provocar temor y respeto a los que hacen lo malo dentro del marco de las sociedades. Por eso hay policías armados, soldados, guardias que enfundan pistolas, y cargan fusiles y metrallas de pavorosos calibres (El Sr. Tito Martínez es un guardia de seguridad, y lo sabe):

«Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino lo malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues, es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo» (Ro.13:3, 4).
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Hay ejemplos claros de hombres que se acercaron a Dios y que fueron servidores públicos armados. Para mencionar uno solamente, es el caso de los solados aconsejados por el Bautista a no cometer extorsión ni a ser calumniadores en su duro trabajo como militantes de las armas. Los soldados nunca fueron incitados por el santo hombre a dejarlas, porque Juan conocía la necesidad gigantesca de usarlas; porque con ellas se intimidaba a los hombres hacia la paz interna de la Roma Imperial de ese entonces ya pasado (Lc.3:14), como hoy se hace con las armas de fuego para la búsqueda del mismo efecto.
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Deseo con toda mi alma que sea de bendición a muchos el escrito de arriba, y al Sr. Tito Martínez, si llegara a verlo, también.
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Gracias mis hermanos y amigos.
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Fin de la segunda parte.