Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
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La salvación no se limita a un grupo de seres humano tan solo. Los calvinistas ("hiper" o "extremos") afirman que Dios ha escogido a "uno cuantos" para justificarlos y salvarlos, y a otros para que sean condenados, según su "soberanía y voluntad perfecta" ("Soberanía", mal entendida por ellos, en este aspecto, por eso las comillas), porque "nadie se resiste a su voluntad" (Ro.9:19). Alegan que el hombre no es capaz por propia cuenta, a causa de su naturaleza depravada y caída, venir a los Pies de Cristo, ya qué, para qué esto ocurra, deberá ser primero "regenerado" espiritualmente (en la mente) para que de este modo comprenda las "cosas de arriba" que Dios demanda y logre salvarse (1 Co. 2:14). Veremos que la salvación, no está marcada a un grupo selecto de personas. Su oferta, es bíblicamente universal, ilimitada para la humanidad entera:
La oferta de la salvación es para todo el mundo:
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Jn. 3:16).
«Al mundo» (ton kosmon, gr.). Aquí la palabra «kosmon» se refiere a todo el cosmos, al universo, es decir, infiere a la raza humana que se compone de gentiles y judíos. Esta faceta del amor universal de Dios se observa además en 2 de Co. 5:19 y en Ro. 5:8. Es imposible forzar el sentido de la palabra «kosmon» para tratar de darle una connotación diferente; se corrompería su significado genuino, que es demasiado obvio en la traducción ortodoxa: «cosmos»= todo; no "unos cuantos" o "pocos".
«Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente a los que creen» (1 de Tim 4:10).
El griego original del manuscrito bíblico de «Salvador de todos los hombres» es «söter pantön anthröpon, y apunta precisamente a la humanidad en general, pero «no todos los hombres para que sean salvos», es decir, esto se refiere, a que Dios es el «dador de la vida para salvación» (1 Tim.6:13).
La salvación depende del «libre albedrío» que existe en los individuos humanos sin excepción. Es por el «libre albedrío» que se decide o se escoge para «vida eterna» o «para muerte eterna», por una acción volitiva de las personas al «creer» («de los que creen»: malista pistön, gr.), o no. La «soberanía» de Dios no implica siempre que todo resulte de acuerdo a su «voluntad»; hay unas listas innumerables de historias bíblicas que describen a hombres de Dios que lo desobedecieron y quebrantaron su «soberana voluntad». ¿Ha sido esto deliberado por Dios?; lo dudo, porque siempre los actos de desobediencia y rebeldía le han provocado notable ira y desagrado, y Dios, no es un sadomasoquista.
Entonces, podemos decir con amplia certeza, que Dios es el salvador potencial de todos los seres humanos, especialmente de los que han «creído» en Él («todo aquel que cree», véase Jn.3:15, 16; 4:14; 11:26; Ap.22:17). Las personas «eligen» ser hijos o no de Dios. ¿No lo «eligió» usted hermano?
El llamado de Dios, como dice un autor cristiano, constituye aquel acto de la gracia mediante el cual Él invita a los hombres a que a que acepten por medio de la fe la salvación que se halla provista en Cristo.
La «elección» de los individuos, nada tienen que ver en que Dios ya ha «elegido» a unos para salvación y otros para que se condenen. Eso sería arbitrario, injusto e inclemente de parte del Altísimo (cosa que no es posible por su naturaleza amorosa, pero si factible en las brumosas mentes de los que apoyan cosa semejante), pongan como la pongan. La «elección» de los individuos para ser salvos, depende categóricamente de su relación correcta delante de Dios. No más.
Cuando Jacobo fue llamado «Israel» fue en ese instante en que es llamado como «escogido» de Dios. Esto se suscitó después de luchar contra el ángel (véase Gn. 32). Jacob tuvo un cambio radical espiritual y desde ese mismo momento Dios lo miró con agrado y lo tomó como su «escogido» (Is. 45:4).
Por otro lado, fue solamente cuando «Abram» vino a ser «Abraham» («amigo de Dios») que Israel fue llamada como «escogida», según la promesa establecida. Abraham creyó a Dios y «le fue contado por justicia» (véase Ro. 4:4, 5). Esto se dio de una buena relación de Abraham para con Dios para que Israel fuese tenida como nación «escogida».
Es cierto que la Biblia dice que la «elección» de los creyentes se realiza antes de la fundación del mundo por Dios (Ef. 1:4). Uno se preguntaría qué, si somos «escogidos» por Dios para ser adoptados como hijos suyos, como resultado de la justificación al «creer», sin olvidarnos de un indispensable caminar en luz delante de Él, entonces, ¿cómo es posible que seamos «elegidos» antes del nacimiento? Esta pregunta se contesta sobre la base de la «presciencia» de Dios. Así, la Biblia afirma que «somos elegidos según la presciencia del Dios Padre» (1 P.1:1, 2), «según Dios nos escogió en Él (en Cristo) antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él, en amor habiéndonos predestinados para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad» (Ef.1:4, 5). Antes de que naciéramos y antes de la «elección concreta», por decirlo de esa forma, ya estábamos en la mente de Dios. Únicamente por medio de Jesucristo se lleva a cabo con objetividad la «elección» y la «predestinación», por una decisión personal al «creerse» en Él. Dios "no eligió a los que habrían de ser salvos de antemano, ni tampoco a los que se perderían inexorablemente". La condición para que esto suceda, es con evidencia Escritural, bien diferente a esta línea de pensamiento, como ya logramos ver; por lo tanto, se deduce sin problema, que la oferta viene a ser «ilimitada».
La «predestinación» que es parte de la «elección», nada tiene que ver además con las personas que serán salvas o que se perderán. La «predestinación», estriba exclusivamente en la «elección», que determinará cualquiera de los dos resultados: «Se es elegido» por el «creer», o «no se es elegido» por rechazar la oferta de salvación. Somos «elegidos» al convertirnos a Cristo por voluntad propia, en el «nuevo nacimiento». De es manera, por derecho legal imputado por Dios, venimos a ser sus «hijos»:
«Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad (por derecho legal, por autoridad divina) de ser hechos hijos de Dios» (Jn.1:12).
Para terminar, los dejo con palabra del W. Richardson Stanton:
«. . .Si, en su soberanía, Dios ha ordenado que Él escogiera para vida eterna a aquellos que creen, ¿qué obligación se le exige, o qué apremio se le coloca sobre esa soberanía al cumplir tal plan?
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La salvación no se limita a un grupo de seres humano tan solo. Los calvinistas ("hiper" o "extremos") afirman que Dios ha escogido a "uno cuantos" para justificarlos y salvarlos, y a otros para que sean condenados, según su "soberanía y voluntad perfecta" ("Soberanía", mal entendida por ellos, en este aspecto, por eso las comillas), porque "nadie se resiste a su voluntad" (Ro.9:19). Alegan que el hombre no es capaz por propia cuenta, a causa de su naturaleza depravada y caída, venir a los Pies de Cristo, ya qué, para qué esto ocurra, deberá ser primero "regenerado" espiritualmente (en la mente) para que de este modo comprenda las "cosas de arriba" que Dios demanda y logre salvarse (1 Co. 2:14). Veremos que la salvación, no está marcada a un grupo selecto de personas. Su oferta, es bíblicamente universal, ilimitada para la humanidad entera:
La oferta de la salvación es para todo el mundo:
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Jn. 3:16).
«Al mundo» (ton kosmon, gr.). Aquí la palabra «kosmon» se refiere a todo el cosmos, al universo, es decir, infiere a la raza humana que se compone de gentiles y judíos. Esta faceta del amor universal de Dios se observa además en 2 de Co. 5:19 y en Ro. 5:8. Es imposible forzar el sentido de la palabra «kosmon» para tratar de darle una connotación diferente; se corrompería su significado genuino, que es demasiado obvio en la traducción ortodoxa: «cosmos»= todo; no "unos cuantos" o "pocos".
«Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente a los que creen» (1 de Tim 4:10).
El griego original del manuscrito bíblico de «Salvador de todos los hombres» es «söter pantön anthröpon, y apunta precisamente a la humanidad en general, pero «no todos los hombres para que sean salvos», es decir, esto se refiere, a que Dios es el «dador de la vida para salvación» (1 Tim.6:13).
La salvación depende del «libre albedrío» que existe en los individuos humanos sin excepción. Es por el «libre albedrío» que se decide o se escoge para «vida eterna» o «para muerte eterna», por una acción volitiva de las personas al «creer» («de los que creen»: malista pistön, gr.), o no. La «soberanía» de Dios no implica siempre que todo resulte de acuerdo a su «voluntad»; hay unas listas innumerables de historias bíblicas que describen a hombres de Dios que lo desobedecieron y quebrantaron su «soberana voluntad». ¿Ha sido esto deliberado por Dios?; lo dudo, porque siempre los actos de desobediencia y rebeldía le han provocado notable ira y desagrado, y Dios, no es un sadomasoquista.
Entonces, podemos decir con amplia certeza, que Dios es el salvador potencial de todos los seres humanos, especialmente de los que han «creído» en Él («todo aquel que cree», véase Jn.3:15, 16; 4:14; 11:26; Ap.22:17). Las personas «eligen» ser hijos o no de Dios. ¿No lo «eligió» usted hermano?
El llamado de Dios, como dice un autor cristiano, constituye aquel acto de la gracia mediante el cual Él invita a los hombres a que a que acepten por medio de la fe la salvación que se halla provista en Cristo.
La «elección» de los individuos, nada tienen que ver en que Dios ya ha «elegido» a unos para salvación y otros para que se condenen. Eso sería arbitrario, injusto e inclemente de parte del Altísimo (cosa que no es posible por su naturaleza amorosa, pero si factible en las brumosas mentes de los que apoyan cosa semejante), pongan como la pongan. La «elección» de los individuos para ser salvos, depende categóricamente de su relación correcta delante de Dios. No más.
Cuando Jacobo fue llamado «Israel» fue en ese instante en que es llamado como «escogido» de Dios. Esto se suscitó después de luchar contra el ángel (véase Gn. 32). Jacob tuvo un cambio radical espiritual y desde ese mismo momento Dios lo miró con agrado y lo tomó como su «escogido» (Is. 45:4).
Por otro lado, fue solamente cuando «Abram» vino a ser «Abraham» («amigo de Dios») que Israel fue llamada como «escogida», según la promesa establecida. Abraham creyó a Dios y «le fue contado por justicia» (véase Ro. 4:4, 5). Esto se dio de una buena relación de Abraham para con Dios para que Israel fuese tenida como nación «escogida».
Es cierto que la Biblia dice que la «elección» de los creyentes se realiza antes de la fundación del mundo por Dios (Ef. 1:4). Uno se preguntaría qué, si somos «escogidos» por Dios para ser adoptados como hijos suyos, como resultado de la justificación al «creer», sin olvidarnos de un indispensable caminar en luz delante de Él, entonces, ¿cómo es posible que seamos «elegidos» antes del nacimiento? Esta pregunta se contesta sobre la base de la «presciencia» de Dios. Así, la Biblia afirma que «somos elegidos según la presciencia del Dios Padre» (1 P.1:1, 2), «según Dios nos escogió en Él (en Cristo) antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él, en amor habiéndonos predestinados para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad» (Ef.1:4, 5). Antes de que naciéramos y antes de la «elección concreta», por decirlo de esa forma, ya estábamos en la mente de Dios. Únicamente por medio de Jesucristo se lleva a cabo con objetividad la «elección» y la «predestinación», por una decisión personal al «creerse» en Él. Dios "no eligió a los que habrían de ser salvos de antemano, ni tampoco a los que se perderían inexorablemente". La condición para que esto suceda, es con evidencia Escritural, bien diferente a esta línea de pensamiento, como ya logramos ver; por lo tanto, se deduce sin problema, que la oferta viene a ser «ilimitada».
La «predestinación» que es parte de la «elección», nada tiene que ver además con las personas que serán salvas o que se perderán. La «predestinación», estriba exclusivamente en la «elección», que determinará cualquiera de los dos resultados: «Se es elegido» por el «creer», o «no se es elegido» por rechazar la oferta de salvación. Somos «elegidos» al convertirnos a Cristo por voluntad propia, en el «nuevo nacimiento». De es manera, por derecho legal imputado por Dios, venimos a ser sus «hijos»:
«Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad (por derecho legal, por autoridad divina) de ser hechos hijos de Dios» (Jn.1:12).
Para terminar, los dejo con palabra del W. Richardson Stanton:
«. . .Si, en su soberanía, Dios ha ordenado que Él escogiera para vida eterna a aquellos que creen, ¿qué obligación se le exige, o qué apremio se le coloca sobre esa soberanía al cumplir tal plan?
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El hecho de que Él escogiera a hombres en Cristo (Ef.1:4) hace que esto no sea un acto moral arbitrario. Dios podía haber rehusado escoger a los hombres porque no lo merecían; Él tienen que escogerlos por mérito de otro».
Gracias. Dios le bendiga hermanos y amigos que nos visitan siempre.
El hecho de que Él escogiera a hombres en Cristo (Ef.1:4) hace que esto no sea un acto moral arbitrario. Dios podía haber rehusado escoger a los hombres porque no lo merecían; Él tienen que escogerlos por mérito de otro».
Gracias. Dios le bendiga hermanos y amigos que nos visitan siempre.