Las leyes concernientes a las ciudades de refugio introduce el concepto del vengador de la sangre. En el antiguo mundo del medio Oriente, particularmente en las economías tribales donde sistemas de justicia y gobierno organizados no funcionaban o no eran consistentes, el homicidio era mantenido bajo control por medio es, y propiedades que habían se encontraban fuera del control familiar tribal, y aun hasta casarse con las viudas de parientes que habían muerto y que no habían procreado hijos. Todas estas son formas de “redención”. Uno que redimía era alguien que era un pariente cercano: hermano, padre, tío, primo, etc.
En una economía tribal del antiguo Medio Oriente, cuando la violencia prevalecía, el sistema de justicia de redención se encargaba de restringir el asesinato y la violencia. Si una persona asesinaba a otra, esa persona debía saber que el vengador de la sangre del pariente estará buscándola. Si una persona asesinaba a otra, esa persona vivía el resto de su vida como una persona escondiéndose del vengador. La venganza es uno de los modelos bíblicos de redención. Un redentor es un vengador de la sangre del pariente asesinado. Este vengador “vigilante” parece que se le estaba permitido operar como una corte de un solo individuo. Él era el juez, jurado y el ejecutor de la sentencia. Las normas sociales antiguas le permitía al redentor ejecutar la venganza con impunidad.
El rol de vengador de la sangre del goel no es una institución creada por la Toráh. En cambio, la Toráh crea leyes regulando el uso y aplicación de las leyes sociales existentes. En el Libro de Números, la Toráh ofrece leyes, creando ciudades de refugio y cortes de justicia para restringir al vengador de la sangre. Esencialmente, las ciudades de refugio funcionaban como un lugar de asilo protegiéndose del vengador/redentor. Cuando un asesinato había ocurrido, fuera intencional o accidental, al asesino se le concedía asilo en la ciudad de refugio para que pudiera sobrevivir lo suficiente como para ser juzgado en una corte.
‘Las ciudades serán para ustedes como refugio contra el vengador, para que el que haya matado a alguien no muera hasta que comparezca delante de la congregación para juicio. (Números 35:12)
Si la corte encontraba que era culpable, la ciudad de refugio le entregaba al vengador. Si la corte encontraba que la muerte fue accidental (Deut. 9 nos va varios ejemplos, como el hacha que se sale del cabo), al asesino se le dará asilo en la ciudad de refugio permanentemente. Mientras el permaneciera dentro de los muros de la ciudad de refugio, el estaba a salvo del vengador de la sangre. No obstante, si él se salía de los muros y el vengador se encontraba con él, su vida estaba perdida, aun si la muerte del pariente del vengador no hubiese sido intencional.
‘Pero si el que causó la muerte del otro sale alguna vez de los límites de la ciudad de refugio a la cual pudo huir,27 y el vengador de sangre lo encuentra fuera de los límites de la ciudad de refugio, y el vengador de sangre mata al acusado, no será culpable de sangre.28 ‘Porque el acusado debió haber permanecido en la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote. Pero después de la muerte del sumo sacerdote, el que mató a otro volverá a su tierra” (Números 35:26-28). No era esta un bonito cuadro de la justicia ni tampoco la versión ideal de justicia de la Toráh. La versión ideal de justicia de la Toráh es el juicio por medio de jueces, con testigos que testifiquen como los primeros en lanzar la primera piedra. Por lo tanto, podemos ver la legislación de las ciudades de refugio algo así como un compromiso con las instituciones del antiguo Medio Oriente. Mashíaj es como la ciudad de refugio. Somos como una presa que el cazador está buscando. El adversario nos persigue como el vengador de la sangre, y eventualmente la muerte nos alcanza. En Mashíaj, sin embargo, podemos encontrar ese lugar de protección para nuestras vidas. Encontramos asilo “dentro de los muros” de la gracia del Eterno, manifestada a nosotros por medio de Yeshua. Mientras permanezcamos en Mashíaj, no debemos temer al enemigo que busca nuestras vidas.
Mashíaj el Vengador,“El vengador de sangre”, él mismo dará muerte al asesino; le dará muerte cuando se encuentre con él.” Números 35:19 Mashíaj es nuestro Redentor. El nos ha redimido de la esclavitud, del pecado, de la condenación y de la muerte. El es nuestro “Pariente Redentor”, nuestro hermano en la casa de Dios, Quién ha pagado el rescate por nosotros, una deuda que no podíamos pagar. Por tanto, hablamos de Él, como nuestro Redentor. El es el Redentor nacional de Israel. Igual que Moshe, el primer redentor que redimió a todo Israel de la esclavitud, igualmente, el segundo Redentor, Mashíaj, redime a toda la nación. Y esta gran segunda redención no es simplemente una redención espiritual, es redención literal, física de Israel. El reunirá a todos los descendientes de Avraham, Ytzjak y Iaacov de todas las naciones y nos restaurará a la tierra de Israel. Esto lo hemos discutido en el análisis de otros temas.
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Pero consideremos esto. El trabajo del redentor incluye el ser vengador de la sangre. Por lo tanto, Si Mashíaj Yeshua ha de redimir a Israel, El también debe vengar a Israel. El demandará recompensa en sangre por cada gota de sangre judía que ha sido derramada y por cada gota de la sangre de Sus discípulos, sea judío o gentil. El Salmo 110 dice:
“Juzgará entre las naciones, Las llenará de cadáveres, Quebrantará cabezas sobre la ancha tierra. 7 El beberá del arroyo en el camino; Por tanto levantará la cabeza”. Salmo 110:6-7 El Salmo 9:12 habla del Eterno como el goel, el vengador de la sangre.
El Libro de Revelación representa el alma de los mártires clamando al Eterno por venganza: “Clamaban a gran voz: ‘¿Hasta cuándo, oh Señor santo ” Revelación 6:10,11. En Deuteronomio, el Eterno dice, “Mía es la venganza y la retribución.” (Deut. 32:35)El profeta Isaías nos asegura Digan a los de corazón tímido: “Esfuércense, no teman, Pues su Dios viene con venganza; La retribución vendrá de Dios mismo, Mas El, os salvará.”Todos estos pasajes juntos nos dan una clara imagen de un cuadro terrible de la segunda venida de Mashíaj. Cuando El venga otra vez, El viene como vengador de Su pueblo. La muerte del Sumo Sacerdote
‘Porque el acusado debió haber permanecido en la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote. Pero después de la muerte del sumo sacerdote, el que mató a otro volverá a su tierra. Números 35:28. Según la Toráh, una persona culpable de muerte no intencional está a salvo del vengador de la sangre mientras permanezca dentro de las ciudades de Refugio. No puede regresar a su propiedad ni a su comunidad hasta la muerte del Sumo Sacerdote. Aparentemente la muerte del Sumo Sacerdote cancela el derecho del vengador de la sangre de buscar venganza. Después de la muerte del Sumo Sacerdote, el vengador no podía vengar a su pariente sin sufrir las consecuencias. Cuando el Sumo Sacerdote moría, todas las personas confinadas dentro de la ciudad de refugio eran libres de regresar a sus hogares sin temor de represalias. La Toráh no explica porque la muerte del Sumo Sacerdote cancela la deuda de una persona a quien el vengador persigue, pero algunos comentaristas sugieren que la muerte del Sumo Sacerdote es considerada como creando una forma de expiación. Es como si su muerte es tomada en lugar la muerte del culpable. La persona que ha sido confinada en la ciudad de refugio es dejada en libertad, su deuda de sangre es cancelada, y su temor de retribuciones es quitado. De alguna manera, la muerte del Sumo Sacerdote ha pagado por su crimen.
Como creyentes, nos encontramos en una situación similar. La muerte de nuestro Sumo Sacerdote Celestial borra nuestra deuda de culpa y de pecado. Su muerte nos libera del confinamiento y elimina la demanda sobre nuestras vidas que el adversario busca.
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