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Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

martes, 27 de mayo de 2008

LOS ÍDOLOS

I D O L A T R Í A


Dr. Javier Rivas Martínez (MD)


La idolatría surge en la corrupta y vieja Babilonia. De allí, es esparcida como polvo por todas las naciones del mundo, y su vigencia, es claramente observable en las diferentes culturas de los pueblos de la tierra. Los ídolos paganos de la religión babilónica, se enumeran por muchos. Más de 1500 dioses se cuentan entre ellos: Enlil, dios de las tormentas; Anu, dios del cielo; Ea, dios de las aguas; Marduk, dios de la sabiduría, para mencionar sólo unos de tantos. La conocida Virgen Negra, que es adorada por los católicos, tiene origen pagano, y posee conexión con la antigua diosa Madre Tierra, surgida de la mitología céltica y que recibió el nombre de Belisana. Los ritos que se realizaban en honor a ella, tenían un común denominador: exaltar con honor los elementos naturales, llevar a cabo conjuros y maleficios, y para celebrar la fertilidad, las cosechas y lo que concernía a la familia, además. Con el surgimiento del catolicismo y su influencia en el cristianismo, no pocos creyentes, a causa de antecedente idolátrico tan enraizado que tenían, fueron influenciados a seguir en una conducta de idolatría: Ahora se veneraba a supuestos hombres santos de Dios con tal reverencia como aquellos dioses paganos que una vez adoraron abiertamente. Una treta fina de engaño de los perversos y fanáticos religiosos católicos paganos movidos por Satanás que hizo más aceptable un cristianismo que no dejaba de estar retorcido. Al respecto, un autor comenta de la siguiente manera:

«Sin duda alguna, es sistema católico de los santos patrones no es mas que una continuación de las antiguas creencias paganas en dioses dedicados a días, ocupaciones y a varias necesidades de la vida. Como el culto a los santos es una realidad una continuación de estos dioses falsos, ¡el romanismo es hallado culpable del pecado de adorar a «otros dioses» fuera del Dios verdadero!, una práctica que es condenada repetidas veces en las Escrituras».

En los actuales tiempos, la iglesia católica romanista, con una variedad de siluetas de vírgenes en todo el mundo y figuras semejantes a hombres, se adjudica el primer lugar en la creación de ellas y que son adoradas con vehemente pasión por los religiosos ignorantes, colocando además al Dios de los cielos como un expectante pasivo en las tercera fila de las gradas de la indiferencia, desapercibido ante los ojos de los que siguen la torcida iglesia papal y que ha rechazado la soberanía e inquebrantable voluntad del Dios vivo.

Las Vírgenes Negras se encuentran en todas partes: en América, en Europa. Dichas Vírgenes, tienen relación con la piedra trasmutadora de metales en oro, de la alquimia ocultista antigua. Países llamados del tercer mundo, y otros industrializados y de éxito economista, pasean en procesiones largas a sus ídolos antropomórficos con el fin de ganarse los favores del cielo. En México, la diabólica y mal llamada «Patrona de América», es venerada con un fanatismo tal, que muchos lastiman hasta sangrar y esfacelar sus rodillas en el áspero suelo, como ofrenda dedicada para recibir un beneficio de semejante andrómina infernal.

Fuera de Dios, no hay otro:

«Así dice Jehová, rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mi no hay Dios» (Is.44:6).

Dios abomina con severidad la idolatría, y advierte con juicio contra aquellos que la practican:

«Serán vueltos atrás y en extremo confundidos los que confían en ídolos, y dicen a las imágenes de fundición: Vosotros sois nuestros dioses» (Is.42:15).

«Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda» (Ap.21:8).

Hoy por hoy, los cristianos que refutan la adoración de imágenes inertes, se tornan todos unos idólatras al ensalzar y venerar a sus artísticos ídolos cristianos que los tienen encantados y encerrados en una música que no tiene nada de santa ni espiritual y que sólo ensalza las emociones para llevarlos a un perverso volar de carácter místico, allegado al plano estelar, y que han hecho de la Palabra de Dios un perfecto olvido, así como el olvido que viene de los recuerdos de nuestra más temprana edad, a causa del inexorable paso del tiempo. Y no sólo en el medio artístico tenuemente «cristianizado», sino también en los asuntos doctrinales, al exaltar a los hombres que han sido tomados por dioses, pero que no dejan de ser unos simples y ridículos fanfarrones ocultistas, amantes de codicia y deleites terrenales, arrogantes a lo extremo, y que han creído que son merecedores de «codearse» con el Soberano Dios que los aborrece por su fatuidad y auto exaltación.

Por último, Juan el apóstol, advierte así en contra de la idolatría:

«Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén» (1 de Jn.1:21).