Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
Apto, ta. (Del lat. aptus). adj. Idóneo, hábil, a propósito para hacer algo.
La muerte y la resurrección de Cristo hacen posible que el creyente fiel pueda ser trasformado en cuerpo de glorificación (1 Co. cap. 15) para hacerlo apto al Reino de Dios en la Tierra cuando sea regenerada, según Ro.8:21. Es imprescindible, ante todo, que se crea que Cristo es el Hijo de Dios, el Salvador del mundo, el Mesías y Rey futuro terrenal, que vino a redimir o a comprar con precio de sangre a los que han creído en él (Jn.3:16; Ro.10:9-11). Quién no crea que Cristo es el legítimo Hijo de Dios y en su Obra e Luz está bajo la ira divina y ha sido condenado, más el que crea en él, será salvo (Jn.3:36). «Inmediatamente después de la gran tribulación final o de aquellos días» (Mt.24:29), Cristo será visto por las multitudes en lo alto del cielo en las nubes viniendo al mundo con sus santos ángeles en gran poder y gloria (Mt.24:30; Jud.14; Ap.1:7), para sentarse en su trono de gloria en Jerusalén con el fin de juzgar a las naciones de la Tierra (Mt. 25:31-46), para poner a sus santos creyentes a su derecha salvadora para que participen de la herencia terrenal, en un mundo trasformado y de abundantes bendiciones (Zac. 14: 4; Mt.5:5), para que reinen junto a Cristo como co-herederos de la promesa que fue hecha a Abraham mucho tiempo atrás y que concierne a judíos y gentiles (Gn.12:2-3; 14:15-16; Ro.3:29; Ga.3:14-16, 29). El Reino Milenario de Cristo será uno de gozo pleno (Is.9:3-4; 12:·3-6; 42:1: Jer.30:18-19; Sof. 3:14-17; Zac. 8:18-19; 10:6-7), será un Reino de carácter santo (Is.1:26-27; 4:3-4; 35:8-9; 60:21; 61:10; Jer.31:23; Ez. 36:24-31; 37:23-24; 45:1; Jl.3:21; Sof.3:11), habrá en él consuelo cómo nunca lo hubo antes en el mundo seglar (Is.12:1-2; 29:22-23; 30:26; 40:1-2; Jer. 31:23-25; Sof. 3:18-20; Ap. 21:4), será un Reino esplendoroso, de manifestación gloriosa absoluta (Is.24:23; 4:2; 35:2; 40:5; 60:1-9), un Reino de justicia que abarcará la Tierra en general (Is. 9:7; 11:5; 32:16; 42:1-4; 65:21-23; Jer. 23:5; 31:23; 31:29:30), el conocimiento de Dios será excelso, sin parangón en el Reino de Cristo (Is. 11:1-2, 9; 41:19-20; 54:13), será un Reino que no permitirá las enfermedades ( Is.33:24; Jer. 30:17; Ez. 34:16), un Reino que no permitirá los desmanes, los pleitos ni disturbio alguno (Is. 14:3-6; 42:6-7: 49:8-9; Zac.9:11-12), será un Reino de labores y trabajos organizados y de equidad (Is. 62:8-9; 65:21-23; Jer. 31:5; Ez. 48:18-19), de bendición material en el que no habrá pobreza ni miseria (Is.4:1; 35: 1-2, 7; 30:23-25; 62:8-9; 65:21-23; Jer. 31:5, 12; Ez.34:26; Mi.4:1, 4; Zac. 8:11-12; Ez. 36:29-30; Jl. 2:21-27; Am. 9:13-14), será un Reino dónde aumentará la luz del sol y de la luna (Is. 4:4; 30:26; 60: 19-20; Zac. 2:5), un Reino sin fronteras y de luz para la intercomunicación universal humana (Sof.3:9), solo habrá en este Reino una adoración de parte de los creyentes redimidos, y será para su Dios Salvador (Is.45:23; 52:1, 7-10; 66:17.23; Zac.13:2; 14:16 Sof.3:9; Mal.1:11; Ap. 5:9-14), será un Reino de comunión con Dios (Ez. 37:27-28; Zac. 2:2; 10:13; Ap. 21:3). Al terminar los mil años del Reinado de Cristo en la Tierra (Ap.20:20:27), éste entregará el Reino al Dios Padre (1 Co.15:24-25) y el Reino Eterno de Dios vendrá a continuación; en el aparecerán Cielos Nuevos y una Tierra Nueva «porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar no existía más» (Ap.21:1. Ver además Is. 65:17; 66.22; 2 P. 3:13). Por siempre se encumbrará la felicidad: no habrá sufrimientos ni más dolor, la muerte desaparecerá de manera definitiva, los clamores dejarán de ser, ni las endechas se cantarán ya, el hostigoso e inclemente dolor que ha provocado gran amargura y desesperación en la humanidad dejará de ser también para siempre (Ap.21:4). En fin, toda maldición nunca más será vista en la Nueva Tierra (Ap.22:3).
El Reino Milenario de Cristo, maravilloso y pleno, únicamente lo recibirán los que hayan conocido perfectamente bien la doctrina del Dios del cielo para sujetarse a sus estatutos y ordenanzas, o sea, los que estén fuera de toda denominación que se dice ser cristiana, porque las denominaciones separan y contienden por sus diferencias dogmáticas y que muchos de ellos son heréticas y de condenación. . . y porque el verdadero Cuerpo de Cristo es uno (1 Co.1:10-13; 12:12-27), y una la sana doctrina (Jn.7:17-18; Ga.1:8). Este glorioso Reino es exclusivo para los aptos que han creído que Dios es Uno (Is. 43:10-11; 44:6; 45:18; Jn.17:3) y no «tres en uno», idea que viene de la conciliación del platonismo griego con el pensamiento hebraico de los primeros siglos de la Iglesia de Cristo. Es apto únicamente para quienes piensa que Cristo es Hombre y no Dios (1 Tim. 2:5; Mt.12:32, 37, 41; 19:28; 24:30, etc. ), para quienes no abracen la peligrosa y mundana Doctrina de la Prosperidad que invierte las añadiduras por el conocimiento del Reino de Dios (Mt.6:33) que habrá de ser izado en la Tierra redimida en la segunda venida de Cristo (Dn.2:44: 7:13-14, 18, 22, 27; Lc.21:27; Tit.2:13; Ap. 20:4-6), ni para los que practiquen actos abigarrados y ofensivos a Dios en las congregaciones de Cristo (¿?) y que se manifiestan en una esfera de falsa espiritualidad y desorden tenebroso, de furor místico y emocional, vistos frecuentemente en los grupos pentecostalistas carismáticos que se encuentran influenciados por sus líderes hipnotistas «apacigua conciencias». Este Reino Terrenal tan solo será para los que esperan en la resurrección futura de sus cuerpos para vida eterna (Jn.5:29a; 1 Co. 15:12-20; Ap.20:5-6), y que no esperan vivir en el «Tercer Cielo» de Dios (2 Co.12:2) a través de un «alma inmortal» (Ec.9:5-6), que es una falsa idea doctrinal que se originó en el pensamiento de los griegos platónicos paganos y que se introdujo sutilmente en la Iglesia de Cristo en el principio de su fundación .
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Amigo que profesa el cristianismo, bisoño o profesante de considerable tiempo, si usted no llena los requisitos anteriores y conciente los aspectos negativos de los que hablamos, tenga por seguridad que su vida espiritual está gravemente en peligro. Muy comprometida en potencia para perdición. Todo este engaño apunta paulatina y descaradamente a la culminación de la apostasía profetizada de los últimos tiempos, cuyo origen es demoníaco (1 Tim. 4:1). El Espíritu dice con claridad, que los cristianos que un día conocieron la verdad, la abandonarán, y aún estando es sus congregaciones aprobarán un evangelio diferente (Ga.1:7-9).
Hermano que nos visita: ¿De qué lado está usted? ¿Está seguro de haber creído adecuadamente para salvación?
Para terminar, les dejo a todos ustedes un texto que los hará reflexionar para su bien, el cual nos importa mucho. Por eso escribimos estas cosas para que caminen la línea recta que lleva a la consumación de su salvación (1 P.1:5):
«Porque les digo a ustedes, que no van entrar en el reino de los cielos a menos que su justicia supere a la de los fariseos y de los maestro de la ley» (Mt.5:20).
Dios les bendiga siempre hermanos y amigos que nos visitan con una mente abierta para comprender las realidades y propósitos espirituales de Dios para el hombre convertido.
Amén.