Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD).
«Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común» (Hech.10:9-15).
Los reunidos en el Concilio de Jersualén, suceso de gran importancia en la historia de la Iglesia de Cristo, quedaron bastante complacidos por la manera en que Pedro les relató como Dios había aprobado a los gentiles de Cesarea y como los había bautizado con su espíritu santo. Posteriormente, según Gálatas 2:1-10, el apóstol Pablo vista Jersualén donde predica el Evaneglio de la salvación en medio de los gentiles, Evangelio que es recibido de muy buena gana. A Tito, que le acompañaba, no se le obligó a que fuera circuncidado. Cuando Pedro llegó a Antioquía, de Siria, confraternizó con los gentiles convertidos y comió con ellos alimentos que eran vistos como [impuros], como lo había hecho antes en la casa del gentil Cornelio. Un poco después arribaron unos creyentes judíos de parte de Jacobo para respaldar y animar a otros creyentes. Posiblemente, algunos de estos judíos convertidos eran fariseos y acarraeban, aún, con costumbres ultra legalistas. Creían que los creyentes judíos no debían de despegarse de las costumbres tradicionalista que la Ley Mosaica dictaba. Pedro, por miedo a los judaizantes convertidos, dejó de comer con los creyentes gentiles, apartándose de ellos. Esta mala actitud, digna de condenar, como Pablo escribió, fue un mal testimonio para otros creyentes judíos de Antioquía de Siria... Hasta Bernabé fue arrastrado por esta hipocresía. Por tal razón indebida, Pablo lo enfrentó, cara a cara, y con dura reprensión (Léase Gálatas capítulo 2, por favor).
En Hechos capítulo 15:
«15:1 Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. 15:2 Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión. 15:3 Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos. 15:4 Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. 15:5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y andarles que guarden la ley de Moisés. 15:6 Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto. 15:7 Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. 15:8 Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; 15:9 y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. 15:10 Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 15:11 Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos. 15:12 Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles. 15:13 Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. 15:14 Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. 15:15 Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: 15:16 Después de esto volveré Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, Y lo volveré a levantar, 15:17 Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, 15:18 Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos. 15:19 Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, 15:20 sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. 15:21 Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo. 15:22 Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos; 15:23 y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud. 15:24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, 15:25 nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, 15:26 hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 15:27 Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. 15:28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 15:29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.
En los versos antes leídos, vemos que las dos solicitudes iniciales, como es apartarse de contaminación (de las cosas que están contaminadas), como en el caso de la adoración a los ídolos, y de las prácticas inmorales de índole sexual, eran el testimonio judío, adecuado ante los ojos de Dios, al apartarse de éstas, que procedía de las santas demandas de un Dios único y justo, y en el que la mentira no tiene cabida alguna. De manera que los gentiles, no deberían de continuar practicando cultos a los ídolos, a los que estaban tan acostumbrados antes de su conversión. Nada de esto retenerían, ni por tradición, ni por herencia familiar. Mucho se les insistía sobre las normas correctas que el Dios del cielo exigía ejercer, porque su entorno cultural (religioso) les permitía con toda libertad la inmoralidad sexual. En las cartas de Pablo se trata este asunto con carácter firme... y sin nada de tolerancia (Ro. 6:12, 13, 9-23; 1 Co. 5:1, 9-12; 6:13, 15-20; 10:8; Ga. 5:19-21; Ef. 5:3, 5; Col. 3:5, 6; 1 Tim. 1:9, 10).
Las dos peticiones siguientes tenían la finalidad de fomentar las buenas relaciones entre los creyentes judíos con los gentiles creyentes en Cristo, pero nadie estaba obligado a consentirlas. Si algo detestaba el judío creyente era el ingerir carne sin sangrar, o ingerir sangre. Si se les pedía a los judíos creyentes que se limitaran lo bastante en comer alimentos que no fueran puros, no «kosher», en los hogares de los creyentes gentiles, entonces tales pudieran restringuirse un poco en no servir a los judíos creyentes alimentos que por largo tiempo los habían evitado por costumbre. Así las disputas, obviamente, menguarían. Esta fue la razón primordial. Jamás fue una obligación establecida. Únicamente, sentido común, queridos hermanos y amigos que nos visitan con el agrado de aprender. Mucho antes de que la Ley Mosaica se decretara, Dios le manifestó a Noé de «no comer sangre porque representaba la vida». Este precedente de no comer o beber sangre (haimatos, gr.) fue un punto claro en el Antiguo Testamento para el «judío riguroso», y no para los creyentes en Cristo de la Nueva Dispensación (judío o no judío). Lev. 17:10-13 nos muestra que quien caza animales o aves para la mesa «derramará su sangre y la cubrirá con tierra» (Lev.17:13). En la Ley Mosaica, esta prohibición tiene en cuenta la [sangre] como una [tipología] que se revela adelante con «la Sangre de Cristo», el «Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». De esto último, es de sumo interés comentar que Santiago nunca jamás se refirió a la citada [tipología]. El asunto trata, como dijimos, en la «fraternidad», «in sólidum», entre creyentes judíos y creyentes gentiles.
Tampoco la Iglesia de Jerusalén ordenó en algún momento que los gentiles creyentes en Cristo se circuncidaran y guardaran la Ley Mosaica. Los judaizantes enseñaban que la «Fe» no bastaba por sí sola. Exigían con vehemencia que la Ley se guardara para que alguien pudiera salvarse. Por esto prohibían el comer carne sin sangrar: [de lo estrangulado y de sangre]. Las peticiones hechas en el Concilio de Jerusalén fueron tan necesarias para conseguir una mejor comunión entre creyentes judíos y gentiles convertidos... para evitar cualquier situación ligada con la idolatría... o confusiones posteriores, como por ejemplo, en el caso de los Testigos de Jehová, como sabemos, en su mala comprensión entre «trasfundir sangre» y «comerla».
En 1 Corintios capítulo 10 (Reina Valera 1960):
«10:23 Todo me es lícito, pero no todo conviene;todo me es lícito, pero no todo edifica. 10:24 Ninguno busque su propio bien, sino el del otro. 10:25 De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia; 10:26 porque del Señor es la tierra y su plenitud. 10:27 Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. 10:28 Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. 10:29 La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro? 10:30 Y si yo con agradecimiento participo, por qué he de ser censurado por aquello de que doy gracias? 10:31 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. 10:32 No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; 10:33 como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos».
Pablo escribe, como una cuestión personal o de carácter social, «no religiosa», que [puede comerse lo ofrecido a los ídolos], excepto que [pudiera afectar la conciencia de algún hermano en la fe]. Nada de las cosas que Dios ha creado son pecaminosas por sí mismas, simplemente, porque todo lo que hay al Señor Dios le pertenece. El problema estriba es que muchas personas no le dan gloria y pueden herir, turbar y hasta confundir a los creyentes en Cristo, sobre todo, a los [nuevos]:
«El amor debe ser considerado como el árbitro final, no los conocimientos y la libertad (eleutheria, gr. Strong # 1657)».
En primera de Timoteo capítulo cuatro:
«4:1 Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; 4:2 por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, 4:3 prohibirán casarse, y [mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó.... en otra version dice: ... no permiten comer ciertos alimentos que Dios ha creado... ] para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad».
Pablo profetiza la aparición de falsos creyentes que prohibirían comer algunos alimentos (Dentro de los grupos que se autodenominan como cristianos están los Adventistas del Séptimo Día, los Testigos de Jehová... y los Católicos Romanistas que prohiben comer carne en lo que llaman como “cuaresma”).
En en 1 de Tim. 4: 3-5 se nos explica que Dios ha creado todos los alimentos y que los creyentes pueden disponerlos, si se toman con «acción de gracias». Todos los alimentos, absolutamente todos, son «santificados» por «la Palabra de Dios y por la oración»... 1 Tim. 4:4-5.
De modo que:
«Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias...» (1 Tim.4:4).
Es verdad que hubo restriciones de ciertos alimentos en el Antiguo Testamento, en la época de la Ley Mosaica; pero debemos recordar, hermanos y amigos míos, que la Ley fue para Israel, y no para los creyentes de esta Nueva Dispensación, compuesta por judíos y gentiles. En el capítulo 14 de Deuteronomio (Deut.14: 4-21), las normas dietéticas demandadas tenían el propósito, de, que, Israel, el Pueblo escogido de Dios, se «distinguiera» del resto de las naciones asentadas en la tierra de Canaán:
«Por ejemplo, la Ley que prohibía cocer el cabrito en la leche de su madre (véase Éx. 23, 19; 34, 26) tuvo su origen en el rechazo de un rito religoso cananeno, quizás asociado al culto de la fertilidad».
Como hijos del Eterno Jehová, los israelitas debían eludir toda afinidad con los pueblos vecinos que adoraban a dioses paganos. Nada extraño de estos pueblos, llámele costumbre o tradición, le fue permitida a la nación de Israel. Estos adoradores que con frecuencia herían sus cuerpos, consumían alimentos que para los israelitas estaban censurados... por ser abominables y condenatorios. Entre una y otra Dispenación, muchas cosas han cambiado, pero Dios, es el mismo, entiéndase, pues. Israel, desde el principio, fue el canal para el cumplimiento de las promesas futuras a todos los hombres que han creído en el Mesías de Dios. La congregación tenía el deber de apartarse de las costumbres de los pueblos paganos circunvecinos, y los sacerdotes debían estar separados por marcado tiempo de la congregación, fervientemente consagrados. Había ciertas características en el «sumo sacerdote» que lo diferenciaba de los otros «sacerdotes».
Para que los israelitas fueran guardados de la apostasía fue establecido que la muerte de todo animal, idóneo para el sacrificio, incluyendo, además, los domésticos, sería sacra. El propietario del animal debía llevarlo hasta la puerta del tabernáculo y presentarlo al Señor Dios como ofrenda de paz. De tal modo que los israelitas durante su viaje por el desierto no se vieran incitados a ofrecer sacrificios a los ídolos mundanos (Lev.17:7). Con esto, los israelitas tendrían en cuenta, en primer lugar, que el Señor Dios es el que aporta la vida; y en segundo lugar, les impediría ingerir sangre que le pertenecía únicamente a Dios.
En el Antiguo Testamento, la sangre era el medio para la expiación del pecado. Tan sagrada fue para Dios que prohibió consumirla en la Ley Mosaica, exclusiva para Israel. Aun en los animales no aptos para el sacrificio, el israelita debía tratar la sangre con respeto, derramándola del animal y cubriéndola después con tierra.
La hemotransfusión es un acto benevolente y misericordioso, un valioso medio que ha salvado millones de vidas humanas. No existe en ella la más mínima relación con la prohibición veterotestamentaria de consumirla por la boca. Cristo dijo que «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» (Jn.15:13). Los Testigos de Jehová, en el urgente caso de ameritarse, no la permiten en sus familiares... menos en los que no lo son. No son capaces de ofrecerles un poco de sus vidas (donación), como los padres que son, a los vástagos que morirán inexorablemente por un cuadro de anemia severa o por uno de hemorragia aguda y masiva... por sus malas decisiones y prejuicios doctrinales... trastocados... porque muchos de estos cuadros de extrema prioridad, con la hemostransfusión, es muy posible corregirlos (y por favor, dejen a un lado el cuentito trillado de la eritropoyetina recombinante... que para este tipo de problemas médicos sólo funciona para dos cosas: para puras vergüenzas y frustraciones, al menos que el paciente este compensado hemodinámicamente, entre otras cosas...).
¡Qué grande estupidez de parte de los absurdos y renegados jehovistas! Es el resultado predecible y umbrío de esta religiosa y fanática secta... de las necias e injuriadas mentes... de los conocidos e imprudenciales fallecimientos.
¡Cuántas veces los Testigos de Jehová han visitado restaurantes como comensales para ingerir carne sin saber si el rumiante preparado (en forma de bistec, churrasco, T. Bone, etc.) ha sido desangrado o no! ¿Lo investigan? ¡Qué les importa! Esto no es más que hipocrecía pura, histrionismo digno de Hollywood, porque «dicen y no hacen», como los insensibles y legalistas fariseos, que «colaban el mosquito pero se tragaban el camello, sin dejar nadita de nada»: “ni pezuña, hueso, cuero y sangre”.
Ni los judíos ortodoxos, los que guardan al pie de la letra la Torá, denegan los derivados hemáticos naturales para transfusión. Entienden perfectamente bien que los sacrificios en los que se ha derramado sangre y las transfusiones hemáticas (glóbulos rojos, leucocitos, plaquetas, sangre entera, plasma) son dos cosas, vaya, abismalmente diferentes.
Pedro vio los cielos abiertos y lo que parecía ser un lienzo atado de sus cuatro puntas y repleto de toda clase de cuadrúpedos, animales salvajes, reptiles terrestres, y aves del cielo. Pedro oyó una voz del cielo que le ordenaba: «Levántate, Pedro, mata y come». A pesar de que Pedro sabía que esa voz procedía del Señor, sus prejuicios tradicionalistas arraigados lo hicieron exclamar: «Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás».
Le pregunto amable lector:
¿Tiene usted prejuicios semejantes a los del vacilante Pedro?
Suficiente.
Bendiciones a todos los de mentes magnánimas y que son dirigidas por Paráclito del Inmortal y Maravilloso Padre Celestial, el cual nos ha otorgado inmerecida salvación, invaluable y hermosa, a través de su Hijo Jesucristo.
Gracias.
Reina Valera 1960.
Biblia de Estudio Siglo XXI (RV).
Biblia Plenitud (RV: NVI).
El Perntateuco (Pablo Hoff).
El Libro de los Hechos (Stanley M. Horton).