Datos personales

Médico Internista e Intensivista, y estudioso de las Santas Escrituras (La Biblia), y un predicador incansable del verdadero monoteísmo bíblico, y sobre todo, del mensaje o evangelio del Reino de Dios, que es la única esperanza que tiene este mundo para sobrevivir a su destrucción total.

sábado, 25 de febrero de 2012

CONFLICTO EN EL COSMOS

Como hemos visto, Jesús traza el mal de nuestro presente sistema a una suprema personalidad cósmica malvada, Satanás, el Diablo. La actividad del Diablo, que penetra en cada faceta de la sociedad, está promovida por una hueste de fuerzas demoníacas que trabajan en sutileza y en formas subversivas para oscurecer el mensaje de salvación, cegando los corazones de los hombres y conduciéndolos fuera de la verdad que pudo rescatarlos del engaño de Satanás.

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La influencia controladora de Satanás es un hecho del universo como lo entienden los escritores del Nuevo Testamento. Y puesto que Jesús es el Mesías que está destinado a vencer a Satanás y a sus agentes, es obvio que él debe continuar una lucha constante con las fuerzas del mal. Esto describe el Nuevo Testamento en detalle, mostrándonos la oposición constante con lo que Jesús estaba confrontado en la forma de demonio, enfermedad o de autoridades religiosas o políticas hostiles.
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Mirando hacia atrás hacia el ministerio de Jesús, Juan resume la misión del Mesías como una inversión o revocación de las obras del Diablo: “Para esto apareció el Hijo de Dios, para destruir las obras del diablo” (1 Juan 3:8).46 Es la victoria del Mesías sobre el archienemigo de la humanidad, ganada a precio de su vida. Sin embargo es una victoria que está hasta ahora lejos de completarse, pues Juan puede aún decir que el mundo está totalmente en las garras del maligno (1 Juan 5:19). Las buenas noticias son que “el dios de este mundo”, Satanás (2 Corintios 4:4) tiene sólo un tiempo corto para continuar con su nefasta obra. El día del Mesías vendrá seguramente cuando el Diablo será decisivamente sacado de su oficio (Romanos 16:20; Apocalipsis 20:1-3). Entonces el Reino de Dios prevalecerá sobre la tierra.

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Esta es una sencilla historia mesiánica que está sujeta a todos los registros del Nuevo Testamento, cada libro contribuyendo en su propia forma individual a un desarrollo de algún aspecto del drama mesiánico. Y realmente es un drama. Las tensiones aumentan en la medida que el mundo se vuelve más y más malo (“mas los hombres malos y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados”--- 2 Timoteo 3:13), hasta que finalmente el Mesías interrumpa sobre una sociedad impía y descuidada y tome posesión de los reinos de este mundo con irresistible poder: “Cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo.” (Mateo 24:37-39; 2 Tesalonicenses 1:7,8)

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Que estos son los hechos del Nuevo Testamento es realmente indiscutible. La pregunta retadora que se levanta, sin embargo, es porqué las iglesias auto nombradas cristianas parecen operar en un marco totalmente diferente, habiendo aparentemente descartado el punto de vista del Nuevo Testamento con su característica filosofía de la historia y su esperanza ardiente por la reaparición del Mesías al final de la era. La cuestión que debe ser encarada es porqué es justo seguir llamando “cristiano” a un sistema de creencia que parece haber prescindido del material Mesiánico acerca de lo que Jesús, el Cristo, creyó y enseñó.

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Anthony Buzzard, Teologo Unitario.

martes, 21 de febrero de 2012

LA PRESENTE ERA Y LA ERA VENIDERA

El marco dentro del cual está establecido el Nuevo Testamento es ambos Judío y Mesiánico. Una perspectiva claramente definida del mundo es común a todos los cristianos apostólicos, y la misma perspectiva es compartida por Jesús mismo. De acuerdo a esta perspectiva, el presente sistema de cosas es profundamente malo. La humanidad está en las garras de maléficas fuerzas de las cuales puede finalmente ser rescatada sólo por la intervención de Dios mismo, quien enviará a su Hijo el Mesías para derrotar a Satanás y a sus demonios. Mientras es posible para los creyentes individuales ser liberados de la tiranía de Satanás aun ahora, “el mundo entero continúa yaciendo bajo el poder del maligno” (1 Juan 5:19), quien “engaña al mundo entero” (Apocalipsis 12:9).

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Para Pablo la era de la historia en la cual estamos viviendo hasta el arribo del Mesías en gloria es “el presente mundo malo” (Gálatas. 1:4), dominado por Satanás (2 Corintios 4:4). La totalidad de la creación está gimiendo mientras espera que la revelación de la raza de inmortales nazca en la resurrección (Romanos 8:23). Es cierto que los cristianos pueden ya experimentar algo de la salvación que vendrá al mundo cuando Cristo establezca su Reino. Ellos pueden aun ahora ser “trasladados del Reino de las tinieblas al Reino de Dios” (Colosenses 1:13). Pero esto no debe llevarnos a conclusiones erróneas al pensar que el Reino Mesiánico de Dios ya ha llegado en realidad. Porque no puede llegar hasta que el Mesías avance a través de las nubes para tomar posesión de las riendas del gobierno mundial.43 Hasta ese glorioso día los cristianos deben orar “venga tu reino”, y, como Jesús nos dice, será cuando los eventos catastróficos asociados con el fin de la era empiecen a ocurrir que los fieles podrán saber que el “Reino de Dios está cerca” (Lucas 21:31, Biblia Buenas Nuevas).

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Ambos Jesús y los Apóstoles pensaron de la era presente como sujeta al dominio de Satanás, y ellos miraron hacia delante a la Era Venidera del Reino manifestado de Dios como consecuencia de la Segunda Venida. Es el simple marco temporal que da coherencia al Nuevo Testamento. Existe un bien definido programa divino en función en los asuntos del hombre y esto permite al cristiano hacer frente a las tormentas de la persecución y de la prueba mientras él anticipa con exhuberancia los gozos de la Era venidera del Reino, cuando los males de la tierra se curen y los fieles reciban el premio de la inmortalidad. No sólo entonces será la tierra rescatada de la maldición de Satanás, sino que el cristiano que permanezca hasta el final le será garantizada una parte activa en la restauración de la sociedad bajo el gobierno mesiánico que Jesús va a inaugurar. En el Nuevo Testamento hay una meta claramente definida que será alcanzada en la segunda venida, y el sufrimiento, aun al punto del martirio, puede ser alegremente soportado en vista de la suprema recompensa que se encuentra adelante.

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El objetivo cristiano de ganar la “vida eterna” está por todos lados en el Nuevo Testamento ---o así nos dicen nuestras traducciones. Sin embargo, es bien conocida por la erudición que la expresión Griega en cuestión realmente significa “vida en la Era Venidera”44---eso es, inmortalidad y un lugar en la Era del reino futuro. Por medio de traducir la palabra Griega ‘aión’ (Era) por ‘mundo,’ las traducciones antiguas ayudaron a velar el típico contraste Judío entre ‘esta era’ y la ‘futura Era’ del
Reino, que es fundamental para el cristianismo bíblico.45 Las dos eras (épocas) y el término familiar cristiano “vida eterna,” literalmente, “vida en la Era Venidera,” hablan del mesianismo que está en la raíz de todo el Nuevo Testamento.

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Sir Anthony Buzzard, Teologo Unitario.

viernes, 17 de febrero de 2012

jueves, 9 de febrero de 2012

LA ELIMINACION TEOLOGICA DEL REINO FUTURO

Los escritos teológicos de nuestro tiempo están llenos de evidencias para mostrar cómo injustamente la enseñanza de Jesús acerca del Reino ha sido tratada. Algunos de los más distinguidos comentaristas parecen estar determinados en exterminar el Reino escatológico que Jesús predicó tan habitualmente. Las protestas en contra de semejante erradicación sistemática de las enseñanzas de Jesús frecuentemente aparecen sólo en las notas al pie de la página. Ellas merecen una más vasta difusión.

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Por ejemplo, Leon Morris habla de la ‘escatología realizada’ de C.H. Dodd---la teoría de que el Reino ha llegado con el ministerio de Jesús y no debe ser buscado en el futuro----como “insatisfactorio para muchos.” Insatisfactorio! Aquella teoría efectivamente destruye la esperanza del Reino por el que todo el Nuevo Testamento, realmente toda la Biblia, se extiende. Leon Morris explica la teoría de Dodd:

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“El eschaton (el fin) se ha movido del futuro al presente, de la esfera de la expectación a aquella de la experiencia realizada”.34

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De acuerdo a Dodd no hay cabida en la enseñanza de Jesús para su retorno real. La reacción para el lector ordinario de la Biblia será una de horrible sorpresa de que un profesor del Nuevo Testamento pudiera llegar a esta conclusión. Morris continúa diciendo que la teoría de la ‘escatología realizada’ “ha sido decididamente rechazada por muchos eruditos modernos” El cita a J.E. Fison como diciendo que la ‘escatología realizada’ es francamente y terminantemente herética por los estándares de una porción considerable de la evidencia Neo Testamentaria.” Emil Brunner es igualmente muy franco:

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“Es claro que la futura venida no es todo menos que un pedazo de mitología que se puede prescindir. Sea lo que pueda ser la forma del evento todo el punto descansa en el hecho de que ocurrirá. Tratar de titubear significa titubear en el fundamento de la fe, hacer pedazos la piedra angular por la que todo se adhiere y aparte de la cual todo cae en pedazos. La fe en Jesucristo sin la expectativa de su Parusía (su retorno) es un vale que nunca es redimido, una promesa que está seriamente abatida. Una fe cristiana sin la expectativa de la parusía es como hacer una carrera que no conduce a ningún sitio sino que termina en un hueco.”35

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Hay palabras brillantemente dichas y todas muy verdaderas. El hecho es que millones de asistentes a la iglesia no tienen entendimiento del todo sobre la futura venida de Jesús a la tierra, mucho menos de la realidad del reino que él ha prometido que inaugurará en la tierra en ese tiempo. Y sin embargo el Reino de Dios y la Segunda venida que lo introducirá en la tierra son el centro y el corazón del Evangelio cristiano! En la ausencia de una clara exposición del Reino, no puede haber claramente un auténtico cristianismo.

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La insistencia de J.E. Fison y Emil Brunner sobre el gran evento futuro debe ser recibida con entusiasmo, pero es muy insatisfactorio hablar del Reino tan vagamente---“sea cual fuese la forma de cómo el evento pueda ser”…cuando el Nuevo y en el Antiguo Testamentos en donde está arraigado lo mencionan muy específicamente. La teocracia restaurada está descrita en vívidos detalles por los profetas. Está suficientemente declarado en el Nuevo Testamento para probar que el gran Día del Señor el cual de acuerdo al Antiguo Testamento introducirá el Reino, está ahora asociado con el regreso de Jesús en poder y gloria. Un montón de material es hallado en el Antiguo Testamento que describen eventos mundiales que precederán y seguirán al Día del Señor. Una descripción de ellos debe esperar un capítulo subsiguiente.

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Concluimos nuestra presente discusión con un resumen de su tesis fundamental. Cualquier pretensión de que Jesús es el Mesías prometido es incoherente a menos que el término “Mesías” sea entendido en su contexto bíblico. No hay evidencia en el Nuevo Testamento de que Jesús rechazara alguna parte del rol predicho para el Mesías en el Antiguo Testamento. El no buscó, sin embargo, en su primera venida, tomar el oficio mesiánico como gobernante soberano mundial. Es un error colosal, no obstante, sostener que él nunca esperó gobernar el mundo como Mesías, el Rey, entronizado en Jerusalén. En su primera venida él llamó y preparó a sus discípulos para su participación en el Reino futuro, y luego someterse a la muerte en manos de los Judios hostiles y de los oficiales Romanos.

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La resurrección de Jesús que siguió es la garantía de que él ha vencido la muerte y está por lo tanto en una posición para volver un día a la tierra para cumplir el resto de la misión mesiánica y realizar la visión de los profetas de paz en la tierra.

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Jesús regresó a la vida después de haber estado muerto por tres días: “Con muchas pruebas irrefutables” (Hechos 1:3) su resurrección de la muerte fue establecido como un hecho histórico. El estuvo en contacto directo con los Apóstoles quienes le conocieron íntimamente. Como Pedro informa, “comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos” (Hechos 10:41). Jesús demostró en su propia persona (“Yo mismo”, Lucas 10:41) que como un ser humano inmortalizado él permaneció visible, palpable, y corporal (“un fantasma no tiene carne y huesos como veis que yo tengo”, Lucas 24:39]. Por algunas seis semanas un ser humano inmortal, el primer miembro de la nueva creación, socializó con los mortales---una muestra del mismo fenómeno a ser experimentado en una escala mayor en el reino venidero. Después de 40 días Jesús realizó su partida final (Hechos 1:9- 11).

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El Mesías continúa a la diestra del Padre para administrar a la iglesia, a quien invita a participar en la gloria mesiánica de la era venidera. La falla de la “teología” de hacer justicia a este simple esquema bíblico reside en su antipatía en los asuntos mesiánicos (y así al mismo Mesías), y por tanto ha perdido la mira en el hecho central de que Jesús es el Mesías destinado no sólo a morir por los pecados de la humanidad sino de reinar sobre la tierra en una futura teocracia iniciada en su Segunda Venida. La primera tarea de las iglesias, si es que van a ser la Iglesia, es proclamar aquellas estupendas Buenas Noticias.

jueves, 2 de febrero de 2012

El INDEFINIDO REINO FUTURO DEL CRISTIANISMO TRADICIONAL

En la enseñanza de Jesús el futuro es siempre prominente y el presente es significativo como una preparación para el fin y de la era cuando Cristo regrese. Cualquier teología que no opera dentro de este marco ha perdido su fundamento en la Biblia.

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La erudición reconoce que Jesús habló del Reino de Dios como futuro y sin embargo como en algún sentido presente. Más allá de esto la erudición parece renuente a cambiar de opinión. La erudición no ha definido lo que se quiere decir por el Reino futuro. Esta vaguedad acerca del Reino conduce automáticamente a una vaguedad acerca del Evangelio---que es el Evangelio del Reino---y amenaza con obscurecer todo el mensaje cristiano.

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El Nuevo Testamento no está silencioso, como hemos visto, acerca del Reino futuro. Si él sólo ocasionalmente deletrea los detalles de la futura teocracia del Mesías en el que la Iglesia tomará parte como ejecutiva con Cristo, esto es porque el Nuevo Testamento asume que la doctrina del Reino será comprendida por medio del Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento nunca insinúa que el más grande detalle provisto por los profetas haya sido suplantado. Todo lo que los profetas han revelado acerca del Reino futuro y del Reino del Mesías espera su cumplimiento en la venida de Jesús en gloria. La esperanza para la restauración de Israel está implicada por todas partes como parte de la herencia cristiana la cual Jesús nunca cuestionó. Esto fue particularmente claro de la promesa de Jesús a los doce Apóstoles de que ellos presidirían sobre las doce tribus en la Nueva Era (Mateo 19:28). La idea no se origina en el Nuevo Testamento. El Salmista previó un tiempo cuando la Israel reunida vivirá en paz bajo la administración de “los tronos de la casa de David” (Sal. 122:5). Isaías habló de Jerusalén restaurada a la perfección, y sus administradores purificados “como al principio” (Isa. 1.26), y de un Rey ideal gobernando con sus príncipes (Isaías 32:1). En el Nuevo Testamento el libro de Apocalipsis muy a propósito y específicamente reúne juntas las hebras de la profecía mesiánica y las relaciona con la segunda venida. Es el Apocalipsis cristiano. ¿Cómo puede ser otra cosa más, puesto que su autor es Jesucristo? (Apocalipsis 1.1). Hablar del Apocalipsis como “Judío”, como si esto significara que no es por lo tanto cristiano, es fundamentalmente confuso. El cristianismo es en sí mismo profundamente judío. Jesús es un judío cuya enseñanza está enraizada en la herencia de Israel.

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En el libro de Apocalipsis él confirma mucho de lo que ha sido registrado ya en los evangelios. Las exhortaciones de Jesús a las iglesias en Apocalipsis 2 y 3 muestran que él se suscribió sinceramente al mesianismo tradicional del Antiguo Testamento. Este hecho no puede ser evitado excepto por el drástico recurso de la negación de la calidad o profesión del autor del Apocalipsis el resucitado Cristo y suprimiendo un montón de dichos apocalípticos de los evangelios.

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Es la tragedia de la erudición crítica que, en la desesperación de crear un Jesús que se ajuste a su perspectiva de lo que el salvador debería ser, ha intentado una presentación del Cristianismo que simplemente ignora o elimina enormes cantidades de los registros cristianos. La erudición ha ofrecido así una reconstrucción radical de la doctrina del Reino del Antiguo y Nuevo Testamentos, y así atribuyó su propia creación a Jesús!

EL EVANGELIO ES PODER DE DIOS PARA SALVACIÓN: ¿PERO CUÁL?